Inicio > Films > El niño > El niño

El niño

por Tignanelli, Adrián

Es posible que al iniciarse el film el espectador se vea envuelto en un movimiento casi automático, tal vez, cercano a la comicidad: subir rápidamente el volumen del televisor o dudar del correcto funcionamiento del sonido de una sala, al no percibir más que un silencio inquietante en el discurrir de los primeros títulos introductorios.
Vacío. Falta. Incompletud.

Ante todo, eso es lo que suscita una película en la que ninguna escena aparece musicalizada. Excelente inclusión de una ausencia que anticipa otra falta, aún más áspera.

Son incontadas las veces que Sonia levanta el volumen de su voz intentando vanamente despertar a Bruno, su pareja, de una prolongada siesta -para no ser lapidarios- que le permite mantener los ojos bien cerrados ante una responsabilidad que de ser asumida, cuestionaría fuertemente un modo de vida que el personaje no está muy dispuesto a abandonar.

¿Qué es no ser un padre? Parece que alguien bien instruido viene a darnos cátedra en la materia, en especial, respecto de un interrogante que se ubica mucho antes de la pregunta por la paternidad. La respuesta de Bruno no se hace esperar y responde del modo más grosero, pues en ningún momento llega a advertir siquiera la presencia de su hijo recién nacido, Jimmy.

Bruno, profundamente inmerso en la superficialidad de un mundo regido estrictamente por la ratería y las equivalencias entre objetos, no elige más que permanecer sumido en la inmediatez de las desfavorables circunstancias económicas; así, guiado por el impulso de obtener dinero por otra vía que no es justamente el trabajo, logra consagrarse como un pésimo comerciante en el preciso momento en que decide vender a su hijo.

Y no es sino la escena del diálogo posterior entre Bruno y Sonia la que confirma la ausencia brutal: la sencillez con la que el joven comunica a su pareja semejante transacción, delata una impostura previa que trunca toda posibilidad de plantarse ante la paternidad: concebir a Jimmy como un eslabón más en una cadena de mercancías, refleja la inexistencia de un reconocimiento que humaniza la carne viva, siempre previo a contraer cualquier deuda simbólica.

Juan Carlos Indart comenta respecto del término ¨función¨: ¨Funcionar es liberarse de la obligación contraída, cumpliéndola¨. En este sentido, un padre es aquel que asume el cargo de ¨paternidad¨ y se libera de sus obligaciones en la medida en que las cumpla [1] No sorprende, entonces, que sea fortuita la circunstancia por la que la función paterna esté encarnada en el padre biológico, pero mucho menos el desinterés de un padre biológico en encarnarla: está muy claro que nuestro personaje decide permanecer libre de cualquier deuda y obligación, respecto de un lugar al que constantemente es convocado por Sonia y que -con preocupante simpleza- llega a negar durante un interrogatorio policial.

Así, amargamente para Bruno, nadie podría cometer la injusticia de responsabilizarlo desde variables morales que señalarían lo que se espera y lo que no, de un -bien/mal- padre, en tanto jamás se pronunció simbólicamente como tal; pero aquello que lo exime de tales categorías -esto es, del ser un padre- no hace más que confrontarlo con un vacío aún más penoso, siempre vinculado a una propia falta que el mismo personaje decide desconocer y de lo cual, por lo tanto, es responsable.

Tal vez, algún día Bruno, además de un pésimo comerciante llegue a ser un pésimo padre. Entonces, habrá avanzado algo en el oficio de cumplir con las obligaciones que implica adoptar una posición paterna.



NOTAS

[1Juan Carlos Indart. Función, en Revista Lacaniana de Psicoanálisis, Los Nombres del Padre, Publicación de la Escuela de Orientación Lacaniana, Número Especial 5/6, 2007, Pág 182.

Película:El niño

Titulo Original:L´enfant

Director: Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne

Año: 2005

Pais: Bélgica - Francia

PDF: El niño

Otros comentarios del mismo autor:
• El Otro
• Negocios entrañables