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La venganza y el perdón como respuestas a la violencia

por Icart Isern, Carmen, Icart Isern, Teresa

Introducción

El cine aparece como un arte, una industria, un aparato de propaganda ideológica, crea mundos y muestra otras vidas, tiene capacidad informativa, permite adquirir conocimientos, plantea cuestiones éticas, estéticas, políticas, sociológicas, existenciales, etc. Muchas de estas singularidades se reúnen en En un mundo mejor, cuyo título original, Hævnen (Susan Bier, 2011) significa venganza.

Nuestra propuesta es analizar esta película como si se tratara de un texto, para ello comentaremos e interpretaremos algunas secuencias representativas, elocuentes y significativas sobre lo que entendemos que es su tema principal: la violencia y la ética que subyace en sus posibles respuestas: la venganza y el perdón.

Hævnen permite plantear cuestiones como las siguientes:

- la relación entre la solidaridad, la defensa del más débil y la venganza

- la diferencia entre una conducta pacifista y la cobardía

- la incoherencia de quien ayuda a los demás pero descuida a los seres más próximos

- la incomunicación entre los miembros de la familia

- las diferencias en la interpretación de los hechos según el grado de madurez

Ficha técnica
Título: En un mundo mejor
Título original: Hævnen
Dirección: Susanne Bier
País: Suecia y Dinamarca
Año: 2010
Fecha de estreno: 01/04/2011
Duración: 119 min.
Género: Drama

Reparto: Mikael Persbrandt (Anton), Trine Dyrholm (Marianne), Ulrich Thomsen (Claus), William Jøhnk Nielsen (Christian), Markus Rygaard (Elias), Odiege Matthew (Big Man), Simon Maagaard Holm (Sofus), Kim Bodnia (Lars)
Guión: Anders Thomas Jensen, Susanne Bier
Distribuidora: Golem Distribución
Productora: Danmarks Radio (DR), Sveriges Television (SVT), Det Danske Filminstitut, Memfis Film, Media, Zentropa Productions, Film i Väst, Zentropa International, Nordisk Film- & TV-Fond, Film Fyn, Swedish Film Institute, Trollhättan Film AB

Premios. Oscar 2011: Mejor Película Extranjera del año. Bodil 2011: Mejor Actriz (Trine Dyrholm). Premio de la Academia Europea 2011: Mejor Directora (Susanne Bier). Globo de Oro 2011: Mejor Distribuidora (Teodora Film). Globo de Oro 2011: Mejor Película en Lengua Extrangera. David 2011: Mejor Película Europea

Sinopsis. En un mundo mejor, titulo de la versión española de Haevnen (venganza en danés), relata dos historias paralelas de violencia, unidas por un médico, Anton que realiza una labor humanitaria en Sudán. Allí un “señor de la guerra”, Big Man, incursiona en las aldeas provocando el terror, sobre todo entre las mujeres embarazadas. La familia de Anton reside en Dinamarca donde su hijo Elias, un adolescente tímido, sufre el acoso de varios de sus compañeros de clase hasta la llegada de Christian que acaba de perder a su madre y que mantiene una relación distante con su padre. El dolor y la incomunicación gestarán una violencia que de un modo u otro subyace en las relaciones humanas y ante la que los personajes ensayan respuestas diversas.

La historia

En un mundo mejor se inicia en un campo de refugiados de Sudán donde Anton, procedente de Dinamarca, ejerce como médico; allí atiende a todo tipo de pacientes hasta la llegada de una joven que presenta una herida profunda en el abdomen y a la que interviene de inmediato. Poco después le explican que es obra de Big Man, un “señor de la guerra” que con sus hombres asola las aldeas y entre las atrocidades que es capaz de cometer, destaca la de abrir el vientre de las mujeres embarazadas para comprobar su apuesta sobre el sexo del feto.

A miles de kilómetros, en Londres, Christian de 12 años lee un poema ante el féretro de su madre; poco después su padre le llevará a vivir con su abuela a un pequeño pueblo de Dinamarca. Allí reside la familia de Anton: su esposa Marianne, médica en el hospital local y sus dos hijos. En la escuela coinciden Christian y Elias, hijo mayor de Antón que es víctima de acoso por parte de Sofus y su grupo. Desde el primer momento, Elias recibe la ayuda del nuevo alumno quien, a pesar de su inferioridad física, golpea y amenaza a Sofus con un cuchillo. Cuando la policía interroga a los adolescentes ambos amigos, que ya han escondido el cuchillo, niegan los hechos.

Anton regresa temporalmente a Dinamarca donde está en proceso de separación de Marianne, a la que repetidamente ha pedido perdón por su infidelidad, pero ella piensa que su marido finge el arrepentimiento. La pareja acude a la escuela donde Marianne denuncia el acoso del que es objeto Elias y del que culpa a Sofus, a quien califica de: “psicópata sádico”, pero los profesores y Anton minimizan la situación restando importancia al problema.

Por su parte, el padre de Christian, Claus, intenta, sin conseguirlo, que su hijo reflexione sobre el sinsentido de la violencia. La Directora de la escuela convoca a Christian, Elias y a Sofus para que se pidan perdón; los adolescentes lo hacen sin convicción alguna, ante la mirada complacida de los profesores.

En un parque infantil, Anton separa a su hijo menor que pelea con otro niño e intenta que los pequeños comprendan que no se debe pegar. El padre del otro menor entabla una discusión y acaba golpeando a Anton, que se retira sin responder ante la mirada sorprendida de sus hijos y de Christian.

Christian y Elias suben a lo alto de unos silos y,desde allí observan a Lars, el hombre que agredió a Anton; le localizan en el taller mecánico donde trabaja. El médico acompañado por sus hijos y Christian acude al taller, para pedir explicaciones al agresor, a lo cual el mecánico responde abofeteándole. Anton no responde e intenta convencer a los menores de que el hombre es un idiota que sólo sabe pegar pero que no se atreve a disculparse delante de los menores y de sus compañeros de trabajo.

Christian insta a Elias a vengar a su padre para ello urde la idea de fabricar una bomba que colocará en los bajos del coche de Lars. Con algo de pólvora que encuentra en el garaje de su nuevo hogar y siguiendo las instrucciones que halla en Internet, él y Elias preparan una bomba casera.

Entre tanto, Anton ha regresado al campamento de refugiados donde atiende a otra mujer embarazada gravemente herida por Big Man. Poco después llegan hombres armados que traen al propio Big Man que presenta una herida abierta e infectada en la pierna; el “señor de la guerra” quiere que Anton le cure pero que no le “corte la pierna”. El médico asiente pero exige que se retiren todas las armas del campamento. Cuando Anton pide a las enfermeras que le ayuden, éstas permanecen inmóviles, mientras un refugiado recuerda que Big Man mató a todos sus hijos.

Poco después, Big Man casi recuperado, y en muletas, irrumpe en la tienda de campaña que hace de quirófano donde Anton intenta reanimar, sin éxito, a la joven embarazada víctima de la barbarie del “señor de la guerra”, quien burlándose grita: “Chocho pequeño, cuchillo grande. Dásela a Omar a él le gusta que no se muevan”. Anton responde que si puede andar, debe abandonar el campamento y le echa. Sus hombres le abandonan, Big Man cae y la muchedumbre enfurecida se abalanza sobre el carnicero y le lincha. Anton permanece impasible.

Marianne descubre en la habitación de su hijo, el cuchillo con el que Christian amenazó a Sofus por lo que decide hablar con Claus. Sin razón alguna, Christian supone que ambos adultos mantienen una relación amorosa; también responsabiliza a su padre por la muerte de su madre, le acusa de haberse rendido, de haberle mentido sobre la recuperación de la enferma y le recrimina que desease su muerte. Su padre admite que, al final, y al igual que la enferma, sí quería que muriera porque el dolor era insoportable. Christian golpea a su padre y se refugia en su habitación.

Al domingo siguiente, Elias y Christian colocan la bomba en los bajos del coche de Lars; unos instantes después una mujer junto a su hija aparecen por la acera. Elias corre para detenerlas mientras la bomba explota y el joven queda tendido en el suelo, Christian corre junto a su amigo, pide auxilio y llora desesperadamente.

Elias ingresa en el hospital donde Marianne comprende horrorizada la gravedad del estado de su hijo. Cuando Christian acude al hospital, Marianne le dice que es un psicópata que intenta controlar la vida de los demás y le golpea hasta la llegada de una enfermera que la tranquiliza. Finalmente, los resultados de la resonancia descartan cualquier daño cerebral en Elias y los médicos prevén su completa recuperación.

Pero Christian que cree que su amigo ha muerto y se dirige al silo con la intención de precipitarse. En el último instante, Anton le salva y le comunica el pronto y completo restablecimiento de Elias. Entonces, Christian le confiesa que echa de menos a su madre y, por primera vez, le vemos llorar. Anton compara la muerte con un velo que separa a los vivos de los muertos y que cuando se pierde a un ser querido el velo se levanta y entonces se ve la muerte de cerca. En la escena final, Anton se ha reconciliado con Marianne y regresa al campo de refugiados donde, al igual que al inicio de la película, le recibe un grupo de niños llenos de alegría.

La violencia y la ética de En un mundo mejor

En Haevnen la violencia se presenta en diferentes formas y escenarios y también son distintas las respuestas que recibe. En cuanto a las formas, a veces son evidentes y despiadadas, como la violencia que acontece en África, en otras se comporta de modo más sutil como la que Christian ejerce hacia su padre; entre ambas, se cuela la violencia escolar sin olvidar la agresión absurda que sufre Anton por parte de Lars. En cada forma de violencia observamos diferentes respuestas, lo que permite analizar una gama de reacciones que discurren entre la venganza más cruel (no olvidemos que el título original significa venganza) hasta el perdón más cálido.

La violencia se define en términos coherentes con los estándares morales y éticos predominantes en un contexto determinado, de acuerdo con los cuales se la puede llegar a calificar de “inhumana”. Pero una mirada profunda hacia el ser humano permite afirmar que todos nos hallamos involucrados tanto en actos de violencia como de amor; en ese sentido las relaciones entre seres humanos cubren un amplio espectro que incluye el odio, la simpatía, la empatía y la violencia; por eso la violencia siempre es humana. La violencia no sólo incluye acciones de agresión física, sino que comprende cualquier acción que, por la persona violentada, se experimenta como una reducción de lo que él o ella consideran como indispensable para mantener su integridad como seres humanos.

La violencia extrema de un “señor de la guerra” se fundamenta en el deseo de establecer el poder basado en el terror que asola a personas indefensas de algunos países. Se trata de una violencia arcaica que alimenta sistemas opresivos macabros establecidos por los propios hombres y sustentados en estructuras patriarcales. Big Man penetra en las aldeas donde mata indiscriminadamente y se divierte jugando a adivinar el sexo de los fetos. De inmediato nos preguntamos ¿quién le proporciona las armas, los jeeps?, ¿dónde se fabrican?, ¿a quiénes enriquece su venta?, ¿dónde se sitúa la verdadera causa de la violencia más grotesca representada por Big Man?

En ese mismo escenario, Anton, el buen médico europeo ayuda a los refugiados, entre ellos a las víctimas de Big Man. Cuando éste solicita la atención del médico, el “señor de la guerra” se ve obligado a dejar las armas fuera del campamento, con lo cual se le desposee de los instrumentos que le hacen temible. Pero Big Man también tiene miedo: teme la ambición de Omar que quiere ocupar su lugar y teme que Anton le abandone a su suerte por eso le amenaza: “Si no te mato, podemos ser amigos. Puedo ser un amigo muy poderoso. Contéstame”. Las enfermeras y el ayudante de Anton (todos africanos) niegan la atención a Big Man; pero sólo cuando el médico lo expulsa del campamento tiene lugar la venganza por parte de los refugiados que se abalanzan sobre Big Man, pero ¿dónde están los Señores de Big Man? ¿Cómo nos sentimos cuando se produce el linchamiento?

En el hemisferio norte, en un idílico pueblo europeo, el hijo mayor de Anton, Elias de 10 años, sufre bullying por parte de un grupo de adolescentes, liderado por Sofus, que le insultan (“Cara de rata. Marica, vete a roer queso”) y desinflan las llantas de su bicicleta. Elias solo pide que le dejen en paz y oculta la verdad a su madre. Pero cuando Marienne y Anton acuden a la escuela para denunciar la situación, los maestros obvian el problema del acoso escolar desvían su atención hacia la relación tensa que mantienen los padres de la víctima. La escuela y sus responsables, ¿son cómplices por omisión, de Sofus? La violencia infantil, ¿es el embrión de la violencia adulta?

Christian es nuevo en la escuela y la primera vez que se enfrenta a Sofus recibe un pelotazo en la frente. Cuando su padre, Claus, le razona: “Te da, le das y es el cuento de nunca acabar. ¿No te das cuenta? Así empiezan las guerras”, pero su hijo argumenta:”No, si la primera vez le pegas muy fuerte. No tienes idea de esto papá, pasa en todos los colegios”. Aquí se manifiesta una distancia generacional entre padre e hijo, ¿una distancia que lleva al olvido? Nosotros, los adultos, acaso ¿no recordamos algún caso, más o menos velado o evidente, de acoso escolar? ¿Qué desencadena esa violencia en la estructura escolar?, ¿tendrá algo que ver la convivencia con los adultos? En todo caso Sofus ya no molestará a Elias pero la protección de Christian tiene un precio: Elias no será libre para negar su ayuda a Christian quien se empeñará en castigar a Lars.

Otra situación de violencia física, la protagoniza Lars, que insulta y agrede a Anton en dos ocasiones: la primera en el parque infantil y, más tarde, en el taller mecánico. En esta ocasión, Anton quiere mostrar a sus hijos y a Christian que “pegar a la gente no sirve de nada”, a la vez que cuestiona la clase de mundo en que vivimos. Anton no responde a la agresión y justifica su conducta afirmando que: “Lars es un idiota, pero si yo le pego, el idiota soy yo. Igual podría acabar en la cárcel y tú te quedas sin padre y él gana”. La lección no parece llegar a Elias que responde:”Igual a mamá le gustaría que no fueras un gallina”. Tampoco Christian comparte la postura de Anton, el joven entiende que: “Lars aprenderá a comportarse si recibe otra clase de lección”. Por eso insta a Elias a la venganza que adopta la forma de destruir el coche del mecánico con la ayuda de una bomba de fabricación casera. Cuando la bomba está a punto de estallar, Elias demuestra su verdadero valor: corre arriesgando su vida, para advertir del peligro a una madre y a su hija que se acercan al coche.

Otras formas de violencia más sutiles tienen lugar en la relación de Christian con su padre a quien acusa de haberle mentido; el joven experimenta el odio del que su madre ya había advertido a su esposo. Es la clase de rechazo que siente Elias hacia su propia madre y que explicita en un “Te odio”.

Otra cuestión que nos podemos plantear es si existe violencia en la infidelidad de Anton hacia Marianne. Aunque posiblemente algunas formas de violencia, y este es un buen ejemplo, enmascaran un problema de incomunicación.

La respuesta a la violencia: venganza versus perdón

La directora de esta película, Susan Bier dice que en ella “intenta explorar las limitaciones con las que nos encontramos al tratar de controlar la sociedad y nuestra vida personal”. La venganza se encuentra latente en nuestra sociedad y ocurre de forma similar en el campo de refugiados y en el apacible pueblo danés. Ante la violencia cabe la venganza que, en ocasiones, conduce al asesinato (linchamiento de Big Man); en otras, a la amenaza (el cuchillo que Christian utiliza contra Sofus), a la destrucción (colocación de una bomba) y a los insultos (como los que recibe Elias en la escuela, los que él emplea con su madre, los de Marianne hacia Sofus y Christian, los de Anton y Lars).

Aunque la venganza y el perdón se presentan como conductas opuestas, la historia de la civilización judeo-cristiana muestra que son fenómenos que se suceden uno al otro, como formas de reparación psíquica y social. La venganza se satisface en el aniquilamiento del otro y se alimenta del odio que conduce a la barbarie. Por otra parte, el perdón que tiene lugar en la mediación entre agresor y agredido y en la reparación, si se producen sin reconocimiento del hecho (arrepentimiento reconocido por la víctima), pueden llegar a negar, o justificar, la agresión y actúan reactivado la violencia.

El sujeto afectado por la agresión busca reparación y justicia llegando ese deseo a ser el imperativo fundamental de su existencia. El deseo de venganza se transforma en una pasión siendo el pensamiento preponderante que lleva al sujeto a la destrucción del otro, sin tomar en cuenta la mediación simbólica a cargo de un tercero que podría establecer la reparación. La venganza no establece ningún equilibrio, ningún orden que no sea el de la propia violencia. No obstante, podría haber sido la violencia generada por la venganza lo que condujo a la aparición del derecho. En efecto, la unión de los miembros de un grupo social, fue la estrategia que trataría de compensar la debilidad individual frente al imperio de la violencia del más fuerte y al dominio de la venganza. Así el derecho ha buscado superar la tendencia a la venganza erigiéndose en el poder de la comunidad. A la ley del talión, siguió la mediación del Señor o del amo, quien podía aplicar a voluntad la ley en nombre de un Dios justiciero que unas veces era clemente y otras, despiadado. Con el cristianismo se impone el amor, entonces la venganza no tiene cabida, pero al tratarse de una construcción humana, fue posible instaurar la Inquisición como castigo para los que no pensarán o actuarán conforme a la ley del más fuerte, dicha “divina”.

La cuestión que planteamos es cómo aplicar la justicia para que no se convierta en venganza, ya que la impunidad de la violencia es quizás una de las formas más graves de violencia. En el linchamiento de Big Man, los vengadores se identifican con las víctimas, buscando en un primer momento su reconocimiento, la recuperación del valor y la reparación del mal sufrido por la víctima. Con frecuencia, los que sobreviven a la barbarie, son incapaces de elaborar el duelo y se erigen en víctimas justicieras que dan rienda suelta a una lógica de violencia sin fin donde lo contingente se vuelve necesario. Hævnen permite observar que son los sujetos más débiles, los que llevan a cabo, en una búsqueda de reconocimiento, las más brutales venganzas; de este modo el que menos se esperaba se convierte en “héroe” alienado que busca la reparación y el reconocimiento.

En un mundo mejor también trata del perdón, como la respuesta posible a la violencia; se trataría del perdón que se otorga desde la bondad y que se pide desde el arrepentimiento del agresor. Es la clase de perdón que Christian pide a Elias en el hospital donde éste se recupera de sus heridas o el que concede Marianne a Anton que comprende su error o en el abrazo que da Claus a su hijo, Christian.

Admitimos que en las sociedades modernas, la venganza no tiene cabida. En la comunidad la instancia jurídica regida por el derecho debe ser respetada y nadie puede atentar contra él sin incurrir en un delito. Pero el sujeto lesionado por el crimen exige reparación, se le debe dar la palabra y es necesario definir modelos que le compensen de las pérdidas, sólo así el individuo ofendido se sabrá protegido, representado y se podrá identificar con la sociedad.

Evidentemente no se trata del perdón falso que piden los tres menores ante la mirada complacidamente hipócrita de sus profesores; esta es una representación burda y simplificada de ese otro perdón, como el que quizás el primer mundo pide a ese otro mundo por la perpetua sucesión de atrocidades cometidas y respaldadas por el derecho y la moral (costumbre) del momento. Si la ayuda y la cooperación fueran, al menos en parte, la eterna moneda de cambio para el sempiterno expolio y abuso, entonces, ¿dónde quedaría la ética de la justicia?

Actualmente se asiste a lo que Ramos llama “teatralización del perdón”, mediante el cual los jefes de Estado aparecen en los medios de comunicación pidiendo perdón por las atrocidades cometidas, los jefes religiosos piden perdón por su complicidad con algunos de los genocidios protagonizados por “señores” más o menos legitimados por algún grupo dominante, las comunidades de sudafricanos blancos piden perdón a sudafricanos negros, y tras esa pantomima se evita el juicio por los crímenes cometidos. ¿Es posible en nombre de la conciliación sustituir la venganza, esa forma bárbara de hacer justicia, por la teatralización del perdón?

El perdón sin compensación es un cerrar heridas en falso, y en un momento u otro volverán a sangrar o acabarán gangrenando los cimientos de la sociedad futura. Es obvio que hoy en día no es suficiente con el perdón de Dios, es necesario el reconocimiento del agredido, el perdón pertenece a la víctima o a sus deudos, siendo la conservación de la memoria histórica una forma explícita de restitución o reparación. No se trata de la memoria del rencor (resentimiento) que se nutre de la esperanza de poder obtener una revancha en el futuro sino de una memoria que de paso al dolor, que admita el pasado como experiencia y no como un lastre y lo estructure como un recuerdo organizado. Solo el lento trabajo de elaboración de los resentimientos hace posible el duelo para pasar de la memoria del rencor a la memoria del dolor. Solo con un trabajo profundo, el sujeto rencoroso depondrá su condición de víctima que reclama castigo y así logrará acceder a la construcción de su propia historia como agente activo y responsable y no como una víctima reactiva a un pasado que no puede olvidar ni perdonar.

En un mundo mejor resume la mirada de quienes pensamos en la dificultad de la convivencia pacífica, en el poder que verdaderamente subyace en hacer el bien, en la capacidad de compartir con los demás ese instante que es la vida y en la aceptación de las diferencias que tenemos con los otros. En ocasiones parece que se quiere eliminar al que piensa, siente o vive de otro modo, sin comprender que cada uno tiene una manera propia y única, a la vez que semejante, de ser, percibir y valorar el mundo y, por lo tanto, es lógico esperar que las personas que nos rodean tengan opiniones, hábitos y pautas de vida distintas a las nuestras, a la vez que similares como es el deseo de vivir con la máxima felicidad que sea posible incorporando el bienestar propio y ajeno.

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NOTAS





COMENTARIOS

Mensaje de Elisa Madera  » 12 de agosto de 2013 » elimadc@hotmail.com 

Un comentario muy acertado sobre la violencia que subyace en el ser humano y que adopta diferentes formas en los dos continentes donde tiene lugar En un mundo mejor. Duele reconocer que a pesar de los repetidos "Nunca más" con relación a hechos luctuosos que han ocurrido a lo largo de los siglos, la historia asociada a la violencia se repita sin descanso.




Película:En un mundo mejor

Titulo Original:Hævnen

Director: Susanne Bier

Año: 2010

Pais: Dinamarca - Suecia