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Hasta el hueso

por Avila, Camila

Universidad de Buenos Aires

Resumen

Hasta el hueso, será la película que se tomará como punto de partida para dar cuenta desde un marco psicoanalítico y utilizando el método clínico-analítico de análisis de filmes, la cuestión de la oralidad y la corporalidad en la anorexia en la singularidad del caso. Ellen, la protagonista del film y sobre se apoya el escrito, padece trastornos en la conducta alimentaria, específicamente, anorexia.

El presente desarrollo tendrá como conceptos directrices el de la oralidad y la cuestión del cuerpo en la anorexia, así mismo serán atravesados por el concepto de infantilidad como un eje transversal que da cuenta del tinte prepuberal propio de la fase oral y de un cuerpo que insiste por quedar ligado a esa etapa ante una sexualidad que irrumpe. Se establecerá un interrogante que se plantea entre el film y el puente teórico: se propone que habría una regresión a la fase oral (por fijación) como refugio, como una vuelta a aquel primer encuentro con el objeto de amor y arcaico de los primeros cuidados y así mismo efectuar mediante esa regresión una salida de emergencia, apoyándose en el cuerpo producido por la anorexia, de protección ante la irrupción de un cuerpo imposible de simbolizar.

Palabras Clave: Anorexia | Oralidad | Corporalidad | Infantilidad

A modo de introducción…

Hasta el hueso (Marti Noxon, 2017) será la película que se tomará como punto de partida para dar cuenta desde un marco psicoanalítico y utilizando el método clínico-analítico de análisis de filmes, la cuestión de la oralidad y la corporalidad en la anorexia en la singularidad del caso.

Para contextualizar la patología, se utilizarán las características generales de la anorexia propuestas por Alicia Cibeira en su escrito “Consideraciones sobre la anorexia desde el psicoanálisis” (2008) que las enumera de la siguiente forma: “- búsqueda desenfrenada de pérdida de peso, - miedo al aumento del mismo, - distorsión de la imagen corporal, - amenorrea (presente en por lo menos tres períodos) - y negación del riesgo clínico que puede acarrear la malnutrición” (p. 3).

Ellen es una mujer de 20 años, artista, que padece trastornos en la conducta alimentaria, específicamente, anorexia. Luego de ser expulsada de la última clínica de rehabilitación por la que transcurrió, es internada en la clínica del Dr. Beckham, reconocida por tener un programa de tratamiento distinto y especial: por ejemplo, unos de los métodos que utilizan es no hablar de comida y respetar el deseo de cada paciente de elegir lo que quiera para comer, incluso si decide no hacerlo, a la hora realizar el almuerzo o la cena en la institución. La familia de Ellen está configurada de la siguiente manera: padres separados, por un lado el padre que aparece como un personaje en “off” siendo que siempre se está a la espera de su presencia pero por cuestiones laborales nunca figura en escena, son la madrastra y la hermanastra de la protagonista quienes se hacen cargo de llevar a cuestas la situación. Por otro lado está la madre, quien se encuentra en pareja con otra mujer, que dice no estar en condiciones de hacerse cargo de aquella hija con el padecimiento que presenta.

Transcurrido un tiempo en esta nueva clínica, Ellen decide externarse e irse a donde vive su madre con su actual pareja: fue luego de un encuentro en el consultorio de Dr. Beckam, que se detallará más adelante, que Ellen toma la decisión de partir.

La escena que ha sido disparadora de esta idea es cuando la madre en un intento de conectar con su hija enferma le pide si puede volver a alimentarla como cuando era un bebé, con una mamadera, como recomendación de una amiga terapeuta. Ellen, su hija, en principio se muestra dubitativa ante la petición, pero unos minutos más tardes accede a su propuesta y se da despliegue a la puesta en acto de la escena indicada.

Desde esta escena han surgido varios interrogantes en relación a: el cuerpo, como evidencia de la dificultad que tienen los sujetos que padecen este tipo de trastorno para asimilar la irrupción de un cuerpo adulto y con las significaciones sociales que esto implica. Como dice Alicia Cibeira (2008) se realiza una transformación en “ser mujer” dejando el cuerpo de la niña que fue. Si bien Ellen ha trascurrido el período de la pubertad, se puede pesquisar las complicaciones que tiene a la hora de poder asumir su cuerpo de mujer que se evidencia en dos factores: la anorexia en sí, siendo la extrema delgadez un método para invisibilizar ese cuerpo femenino propio de la adultez, eliminando las “curvas” y “formas” particulares de dicho cuerpo, y, por otro lado, la utilización de ropas anchas para esconderse y borrar las líneas de su cuerpo.

Situada como otra arista a analizar, aparece la cuestión de la oralidad, Freud en su obra “Tres ensayos de teoría sexual” (1905), definirá las fases del desarrollo sexual de la libido. La fase oral en la cual predomina el chupeteo, se apuntalará de manera primordial en la función nutricia a la cual se le agregará más tarde el placer y la posibilidad de separar aquella función para que pase luego a predominar la búsqueda de placer. Freud (1905) dirá que este chupeteo “(…) puede conservarse hasta la madurez o persistir toda la vida” (P. 163).

Podría decirse que existiría una relación entre la oralidad y la anorexia que padece la protagonista del film, siendo que, por ejemplo, en ella se puede evidenciar a lo largo de las escenas la serie complementaria entre purgación-comer nada- fumar-comer uñas-mamadera. .

El presente desarrollo tendrá como conceptos directrices el de la oralidad y la cuestión del cuerpo en la anorexia como ya ha sido esbozado, así mismo serán atravesados por el concepto de infantilidad como un eje transversal que da cuenta del tinte prepuberal propio de la fase oral y de un cuerpo que insiste por quedar ligado a esa etapa ante una sexualidad que irrumpe. A partir de esto, se dará cuenta del interrogante que se plantea entre el film y el puente teórico: se propone que habría una regresión a la fase oral (por fijación) como refugio, como una vuelta a aquel primer encuentro con el objeto de amor y arcaico de los primeros cuidados y así mismo efectuar mediante esa regresión una salida de emergencia, apoyándose en el cuerpo producido por la anorexia, de protección ante la irrupción de un cuerpo imposible de simbolizar. A medida que avance la lectura se intentará exponer que este objeto de amor al que nos referimos es el Otro materno de la anorexia desde el punto de vista de Massimo Recalcati.

Regresión a un tiempo mejor

Massimo Recalcati (2004) dirá que hay algo de la pulsión que puja, que no cesa, dará cuenta de que hay un goce recortado, se goza en el no comer. Cuando queremos dar cuenta sobre la regresión que existiría a la fase oral propuesta por Freud, nos referimos a eso, a que hay algo de esa zona erógena recortada que quedó fijada, tomando el concepto de zona erógena reproducido por Laplanche (1996) como aquella que se constituye junto con el desarrollo psicosexual y en un intercambio con el ambiente y que, por otro lado, solicita atención y cuidados por parte de la madre que llevan al despertar de las primeras excitaciones. El sujeto que porta el trastorno de alimentación no recurre por azar a consumir nada, a llenarse de nada, sino que es una zona investida, quedó un resto de investidura libidinal que no fue sublimado. Es un resto de pulsión autoerótica que insiste en regresar para ser satisfecha como lo fue la primera vez, solo que, esa primera vez, fue considerada mítica e irrepetible y esto hace que la insistencia sea cada vez con más fuerza, porque en ese decidir no comer de “la anoréxica”, sí está comiendo, está comiendo vacío, que nunca llena, que hace que la pulsión sólo se satisfaga de manera parcial, ya que esa satisfacción nunca más volverá a ser total.

La oralidad, a su vez, se ve plasmada como ya se indicó, en la serie complementaria que aparece a lo largo del film: en distintas escenas se puede observar a la protagonista en una cuestión repetitiva del consumo del tabaco así como también en el acto de “comerse las uñas”. Haciendo hincapié en la escena de la mamadera, como objeto que también forma parte de la serie complementaria nombrada, se puede dar cuenta de dos cosas: Ellen cede al pedido de su madre de alimentarla, pero en esta madre se puede ver reflejado lo que dice Recalcati (2004) en relación a que la madre de “la anoréxica” fue Otro que asistió y alimentó, pero solo fue eso, alimento a modo de relleno, alimento a modo de goce propio, sin ceder su propio deseo. En la escena, la madre goza de la repetición de alimentar esa bolsa que está vacía, de creer que entregándole alimento le está entregando su amor, cuando, en realidad, lo que necesita su hija, es que le entregue su deseo porque “la anoréxica no reclama al Otro de la demanda sino al Otro del deseo. No basta que el Otro rellene el vacío de la necesidad con el alimento” (Recalcati, 2004, p. 54). Entonces, se podría decir, que lo que se busca en esa regresión, es el deseo del Otro materno que nunca fue otorgado.

Desde la óptica con la que se trabaja este film, se pretende articular lo propuesto por el autor de “La última cena” y lo descripto previamente, en relación a que la madre de la protagonista, quien de pronto tiene que hacerse cargo de su hija que decide acudir a ella, opta como medio “terapéutico” el alimentar a su hija, aquí es que justificamos lo dicho de que la madre no puede dar otra cosa, que dentro de todas las opciones posibles para vincularse con su hija y su enfermedad, elije, justamente, administrarle el alimento.

Así mismo aparece también lo paradojal del apuntalamiento de esa zona en primer lugar a la función nutricia y que luego, como se plantea aquí, se volverá a ella para el consumo de nada. Es decir, hubo un momento donde se buscó ese alimento, pero quedó confundido con una demanda únicamente de necesidad por parte de quien se encargaba de brindárselo.

Cuerpo-refugio

En la anorexia se presenta un cuerpo desdibujado, recortado por pulsiones parciales, un cuerpo que, a modo de defensa, borra sus líneas con la extrema delgadez y se esconde en ropas holgadas para no asumir el carácter sexuado del mismo.

Aquí se intenta explicar la dificultad de simbolización que existe en la anorexia a la hora de reimprimir imaginariamente el nuevo cuerpo de la pubertad poniendo todas las pulsiones bajo la primacía de la genitalidad. En la anorexia se puede dar cuenta que hay un manejo de la alimentación como vía para controlar ese cuerpo que irrumpe (Cibeira, 2008).

Lo que busca “la anoréxica” es llevar su cuerpo al límite de lo invisible, al límite de borrar cada línea, dejando en evidencia el rechazo que tiene hacia el cuerpo sexuado, es un cuerpo vacío de significado.

Es un cuerpo vacío y punto, como una bolsa de huesos, que no se llena ni con nada, ni con aire, ni con comida, solo, se llenaría, y remitiendo al apartado anterior, con el deseo del Otro. Podríamos inferir sobre ese cuerpo como un escenario donde la escena que se monta es para un único espectador, el Otro. Se juega en ese cuerpo delgado un modo de llamado de atención, buscando generar angustia ante la mirada del Otro que no cedió y no cederá. Recalcati (2004) dirá sobre el cuerpo de “la anoréxica” que es asexuado como a modo de muestra al rechazo a la relación sexual y para “(…) no ser tomada por un Otro como como objeto de goce” (P. 222).

En el acto de alimentarla con la mamadera, la madre, vuelve a repetir una modalidad de vínculo en el cual Ellen, se retrotrae a un estado de indefensión – cabe aclarar que la protagonista se coloca encima de la madre a modo de “posición fetal”- en el cual la madre puede gozar dando lo único que tiene para darle: comida. Goza de no entregar su deseo, en el egoísmo de considerar que llenarla de alimento es llenarla de amor.

Este cuerpo-refugio del que se hace mención, es construido imaginariamente. Este cuerpo alcanzado mediante la modalidad misma del padecimiento (no ingiriendo alimento) podría dar cuenta que hay una ganancia secundaria de la enfermedad (Freud, 1925) – utilizando este concepto para establecer un paralelo entre el yo refugiándose en el síntoma para ahorrarse la perturbación propia del conflicto psíquico y el refugio de “la anoréxica” en su cuerpo infantil para ahorrarse la angustia propia de su “nuevo” cuerpo adulto-, ubicándola en el mecanismo de la utilización del cuerpo como una negación al desarrollo sexual y por otro lado como un llamado de atención, para captar la mirada del Otro. En varias ocasiones del film donde hay un reencuentro de madre e hija, la madre de Ellen hace referencia a lo flaca que está o a “cómo puede estar cada vez más delgada”.

Podemos inferir una fijación al cuerpo infantil, como una manera de evitar la angustia, de escapar a aquello que aparece en lo real porque no pudo ingresar al registro de lo simbólico, donde la diferenciación sexual no está determinada y con esto se sustrae del tener que asumir el cuerpo femenino, de que le aparezca la pregunta por la feminidad y así mismo el no tener que topar con la premisa de que “(…) no hay relación sexual(…)” (P.17) definida por Lacan en el Seminario 20, Ellen se choca con esta premisa cuando un compañero de la clínica, con el que tiene una gran afinidad, la besó y le dijo que estaba enamorado de ella, a lo cual ella responde empujándolo, enojándose y escapando de la escena sin darle una respuesta a la declaración de amor y poniendo en acto lo que no supo responder en palabras.

Madre-hija-anorexia

En la introducción se realizó un breve resumen se los sucesos más significativos y rectores en relación al film del presente trabajo de investigación.

Se retomará la escena del consultorio del Dr. Beckam para poder profundizar e inferir las consecuencias de lo sucedido allí.

En la escena aparece la protagonista junto al director de la clínica en un encuadre terapéutico, es allí donde él la interpela en relación al avance de su enfermedad ya que fue advertido de que estaban a un día de tener que intubarla, lo que implica la incorporación de alimento por medio de una sonda a causa de no ingerirlo de manera voluntaria, y el empeoramiento de su imagen que se encuentra reflejado por su marcada delgadez, sus ojeras pronunciadas y su estado de angustia: durante toda la charla se la observa al límite del llanto. Cuando el director le plantea que si sigue bajando de peso no podrá quedarse en la clínica, es ella quien lo interroga sobre su posición de analista, sobre su posición de saber respecto de los pacientes señalándole que él sabe todo de ella pero ella no sabe nada de él. Aquí aparece en transferencia algo en relación a la repetición con respecto al deseo del Otro: “la anoréxica” en cuestión quiere saber sobre el deseo del Otro, vuelve a la búsqueda del deseo que no le fue entregado por ese Otro materno pero en la figura del analista.

En esa misma escena Ellen hace referencia a que “No le ve el sentido”, y es la respuesta del Doctor, “No hay sentido”, la que atraviesa y determina a la protagonista. Se inferiría que Ellen asistió a esa sesión como un último grito de ayuda, en búsqueda de respuestas, de que alguien le responda sobre el deseo, surgen sus interrogantes pero las devoluciones a ellos no son los que ella esperaba, esas respuestas no eran concretas, fue a encontrarse con una ruta que la encamine, que la direccione pero la respuesta de ese Otro fue que es ella quien debe encontrar los caminos, quien debe dar lugar a su propio deseo mediante la utilización de herramientas simbólicas construidas a lo largo del tratamiento. “Deja de esperar que alguien te salve” son las palabras que utiliza Beckam y sobre las que nos apoyaremos para reafirmar lo dicho previamente.

“Váyase a la mierda” es la respuesta que le da Eli (como decide autonombrarse) ante la no respuesta esperada del terapeuta, ocasionando una reacción de huida del consultorio y consecuentemente abandono de la cínica.

En el peor momento de su enfermedad, Ellen opta por llamar a su madre, no a su madrastra como solía hacer. Esta madre que alude no poder manejar la enfermedad de su hija, quien dice no poder hacerse cargo. Lo que se intenta captar aquí es la conexión entre la vuelta a la casa materna y el avance tiránico de la enfermedad.

Hay una cuestión de captar la mirada del Otro, de ser reconocido y deseado por ese Otro (Recalcati, 2004, P. 63), un llamado de atención, un pedido de ayuda. Ellen no le consultó a su madre si podía ir, le avisó que iría, sin importar si aquella madre podía hacerse cargo o no.

Alimentar a su hija, como se describió en la introducción, podríamos pensarlo, como una manera de tapar su propia angustia, de apaciguar las culpas, pero, nuevamente, esa madre cree que es a partir del alimento, de darle de comer como si fuera a penas una niña pequeña, que va a “llenar” de amor a su hija.

En la singularidad del personaje se quiere dar cuenta de que existiría una relación madre-hija-enfermedad. Como un círculo que se fue alimentando, con la paradoja que implica esa palabra en el contexto, como una modalidad de vínculo que se mantiene hasta la adultez de Ellen, donde hay una madre que no puede entregar otra cosa más que alimento pero porque no puede entregar su deseo, reemplazando por vía sublimatoria alimento por deseo, donde hay una hija que quiere angustiarla a través de la imagen, busca captar su mirada dejado vía libre y sin restricciones al avance de su enfermedad, a modo de suicidio crónico, ya que ese avance por inanición encuentra a la muerte en su horizonte.

Nos planteamos a qué extremo puede llegar este sujeto para captar a un Otro que no sabe responder, Ellen busca respuestas, en su madre, en su médico. La frase “No le encuentro el sentido” es el motor de esa búsqueda, es que, creemos que ese sentido del que habla, es la búsqueda de su deseo, está buscando que se haga lugar a su propio deseo.

La acción que ejecuta su madre de alimentarla con una mamadera, reconduciendo a un modo de alimentación infantil, es la manera que tiene ese Otro materno de responder a las preguntas de su hija, con comida, una madre que cree que la solución es llenarla de comida, Ellen, que rechaza esa opción de respuesta, hace todo lo contrario, no come, como advirtiendo que no es ese el camino de esa búsqueda, y lo manifiesta por la negativa.

A modo de cierre…

Para ir concluyendo con lo desarrollado hasta ahora en cada apartado, se retomará sobre la escena elegida como central en este escrito. Como ya se especificó, la propuesta de la madre de alimentarla le fue indicada por una amiga terapeuta como modo de reconexión con su hija, de sanación. La modalidad terapéutica que trae la madre no respondería a la perspectiva adoptada en lo que se fue desarrollando. Sin ir más lejos se ha intentado, a partir de las articulaciones, indicar que por el contrario esa modalidad no tendría efectos positivos para el bienestar y el mejoramiento de Ellen ya que, consecuentemente, apuntaríamos a pensar que alimentarla, más aún con una mamadera, podría metaforizarse como la colocación de un tapón, para callar, no permitiendo la simbolización, ni la exposición de los pensamientos, emociones, miedos y angustias.

Esta tentativa de descripción de lo que sucede en el vínculo madre e hija puede materializarse en el hecho de que es la madre misma la que le ha expresado a su hija que no puede hacerse cargo de ella, siendo esto, de acuerdo a nuestro parecer, una manera de desmentir la enfermedad de su hija, de alejarse de aquello que le sucede para no tener que enfrentar la realidad de lo que padece su hija.

Por otro lado, la regresión a un tiempo primario y primitivo de la fase oral en la singularidad de este caso se la puede enlazar al hecho de que para Ellen es un espacio conocido. Una madre que acepta como método el alimentar a su hija anoréxica de 20 años con una mamadera da cuenta de que es una manera con la que se encuentra cómoda y familiarizada, no se horroriza ante la propuesta, sino que se la ofrece a su hija y ve en ella una posibilidad de cura. En el otro lado, se encuentra la hija, quien tampoco produce una reacción negativa ante la propuesta lo que nos permitiría acercarnos a preguntarnos sobre la familiaridad con la resolución, propuesta por su madre, por parte de Ellen, como si fuera una manera de vincularse con la que se siente a gusto, como si fuera un modelo de relacionarse con su madre que se repitió a lo largo de su vida.

Desde la posición aquí planteada se sostiene que sería interesante la apertura de una conversación madre e hija más que una situación arcaica de alimentación, que la madre le haga lugar al decir de su hija, que le permita poner en palabras su padecer, su sufrimiento, porque es en lógica del lenguaje donde aparece la posibilidad de que esa madre que confundió la demanda de deseo con demanda de alimento, pueda de a poco dar paso a su propio deseo para que sea alojado en su hija y dialécticamente pueda construir el suyo.

Bibliografia

Cibeira, A., 2008. Consideraciones sobre la anorexia desde el psicoanálisis. Recuperado de: http://www.psi.uba.ar/academica/carrerasdegrado/psicologia/sitios_catedras/obligatorias/055_adolescencia1/material/archivo/consideraciones_anorexia.pdf

Freud, S. 1905. Tres ensayos de teoría sexual. Obras completas. Amorrortu editores.

Freud, S. 1925. Inhibición, síntoma y angustia. Obras completas. Amorrortu editores.

Lacan, J., 1992. Aún, Seminario 20. Buenos Aires, Argentina: Paidós.

Laplanche, J., 1996, Diccionario de psicoanálisis. Buenos Aires, Argentina: Paidós.

Recalcati, M., 2004. La última cena: anorexia y bulimia. Buenos Aires, Argentina: Ediciones el cifrado.


NOTAS




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COMENTARIOS

Mensaje de Natalia Bonansea  » 20 de agosto de 2018 » natybonansea@gmail.com 

Agradezco mucho la lectura del film y los aportes teóricos. Me orienta respecto a un caso actual de la clínica, dónde se presentan estos elementos: anorexia, no mirada de la madre, consumo excesivo de cigarrillo, angustia, puro vacío. Principalmente me parece muy interesante esta idea de buscar una respuesta que hable del deseo, allí donde solo se ofrece el objeto oral.
En este sentido, la función del analista de habilitar la palabra y pescar algo del deseo del sujeto, me parece fundamental. En mi caso, no sin el control y el análisis, pude ubicar algo del gusto por lo estético, y empezar a darle una orientación por allí.
Si me interroga la razón por la que Elli vuelve a la clínica al final, porque si bien el psicólogo no logra hacerla consentir en su momento, parece que algo del dispositivo propuesto en ese tratamiento tan particular, convoca a Elli al final. Quizás el vínculo con otros que comparten su padecer, hacen que allí se vislumbre un otro lugar posible. Fundamentalmente, porque ellos si hablan y se miran; y porque hay algunos que identifican en ella un valor, que va más allá de "la comida".
Ojalá se pueda continuar la conversación. Saludos



Película:Hasta el hueso

Titulo Original:To the Bone

Director: Marti Noxon

Año: 2017

Pais: USA

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