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El eterno retorno del amor

por Pinto, David

La escena de Beatrix Kiddo emergiendo de la tumba horas después de haber recibido un disparo en el pecho de parte de Budd, me devolvió de golpe la ingenuidad que le había entregado a Tarantino para poder seguir la saga. A partir de allí se abrió en mí una brecha con la obra, brecha que sólo podía salvarse si lograba tender un puente descubriendo las intenciones que llevaron a tamaño simbolismo por parte de su director. Estaba seguro que la mística inmortal samurai encarnada en una bella dama norteamericana que puede vencer en un solo acto a ochenta y ocho oponentes, respondía a otra escena.

De hecho, la primera parte deja abierta una serie de interrogantes: la saña de sus ex compañeros, el arrepentimiento manifiesto de Vernita Green y O-Ren Ishii, y sobre todo el masoquismo que le confiesa Bill al dispararle en la Iglesia. Se trata de la venganza, el motor del primer film.

Ambos volúmenes adquieren un especial interés si se los lee desde la perspectiva de Bill, la cual otorga un nuevo sentido a la exacerbada inmortalidad de Beatrix. Inmortalidad que encuentra su lógica en el sentimiento de amor hacia esa mujer de cabellos dorados.

Todo estaba relativamente bien en el grupo de Bill: Beatrix no sólo era su preferida, sino que ocupaba además el lugar de amante. Esto generaba cierto recelo en los demás integrantes, y una oponente feroz encarnada en Ellen Driver, de la que Bill se servirá luego para lograr su objetivo.

Beatrix se dispone a realizar una rutina laboral: debía asesinar a una anónima mujer, pero en el camino intuye su embarazo, el cual confirma poco después. En una escena antológica del grotesco cinematográfico, confía su estado ante quien trata de asesinarla, recibiendo de ésta las felicitaciones del caso y perdonándose ambas mutuamente sus vidas.

Frente al despertar maternal, Beatriz escapa para ofrecerle a la hija por venir un mundo totalmente diferente al suyo. Pero ¿qué sucede con Bill? Confuso y perdido ante el oscuro continente, desconociendo el destino de Beatrix, cuya muerte presume, inicia una búsqueda desenfrenada, frente al regocijo de la banda y la ambición de Ellen Driver, que se siente la reemplazante natural de Beatrix.

Llegará a ella en dos claras oportunidades: en la iglesia, donde le dispara sin matarla –dimensión del acto–, y cuando está en coma en el hospital, a punto de que Ellen Driver le inyecte el veneno. Allí Bill aborta la misión. Confirmado ya en la existencia de Beatrix, su vida y su contexto abrazan una nueva causa: permitir que ella llegue a él como una forma de restituir algo de su narcisismo (la hija de ambos, de la que ella no tiene noticias hasta el final, es parte de ese plan).

Es allí que el grupo se torna refractario a semejante objetivo personal. Salvo Ellen Driver, los demás deciden abandonarlo, arrepentidos de haber sido instrumentos suyos. Al comprender que Beatrix había logrado dominar la escena más allá de su presencia y que se habían ganado una enemiga peligrosa, Bill queda relegado a un peregrinar confuso y contradictorio. Advierte a unos y otros la inminente presencia de Beatrix, contagiando el temor propio y despertando el ajeno, para generar un marco de contención y así atrasar el encuentro. Y también, claro, para promover el orgulloso deseo de que Beatrix vaya eliminando los obstáculos que la separan de él.

¿Cuál es entonces el motivo que lo conduce a semejante encuentro? Íntimamente sabe que ella no se detendrá hasta completar su venganza, la cual lo incluye en una serie inexorable. Él sabe que le pertenece, y quiere entregarle su vida y la de su hija, para de esta manera colmar su deseo.

Ya frente a frente, mostrará su abatimiento. El cansancio de un hombre frente al avasallante cauce de una mujer. La supuesta droga con la que le suplica la verdad frente a preguntas cuyas respuestas conoce, no hará sino prolongar la agonía.

Cuando finalmente se entrega, el amor emerge una vez más como el motor singular de una única pieza artística.



NOTAS

Película: Kill Bill (Vols. I y II)

Titulo Original: Kill Bill (Vols. I y II)

Director: Quentin Tarantino

Año: 2003-2004

Pais: Estados Unidos

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