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Cuando el sujeto decide perderse en la Ola

por Ormart, Elizabeth

La Ola [1]

Los experimentos en Psicología social han tenido su apogeo y su ocaso. Los epistemólogos de las ciencias sociales [2] se consideran cautelosos a la hora de recomendar la experimentación con seres humanos. Se sugieren otros recursos metodológicos y se toman numerosos recaudos éticos. Entre 1950 y 1973, se llevaron adelante importantes experimentos de psicología social, como los de Solomon Asch (1953); Milgran (1961-1962); John Darley y Bibb Latané (1968); Zimbardo (1971) y John Darley y C. Daniel Batson (1973). En 1951 se publicaba el importante tratado de Kurt Lewin, "Teoría de campo en las ciencias sociales" que recopilaba los aportes de este investigador en el campo de la dinámica grupal. En este contexto y movido por su afán pedagógico, Ron Jones propuso un juego didáctico en un aula de la Cubberley High School, una escuela secundaria de Palo Alto, California, en abril de 1967. Ron Jones, un profesor de Historia de 26 años y con cierta fama de convertir sus clases en una experiencia impactante y divertida, puso en acción un experimento psicológico que arrojó resultados inesperados que mostraban aspectos oscuros acerca del obrar humano. Aunque la experiencia duró apenas una semana, Jones dejó testimoniado el caso a principios de los ‘70 en un artículo breve.

A partir de su testimonio, se elaboró en 1981 un telefilm estadounidense llamado The Wave (la ola). En 2008, en Alemania se estrenó su remake, dirigida por Alexander Grasshoff. La Ola ha sido la película más taquillera de Alemania, donde la vieron tres millones de espectadores. El interrogante que se desprende del film, interpela al pueblo alemán acerca de la posibilidad de que vuelva a surgir un movimiento totalitario en la actualidad.

Tanto los experimentos en psicología social como este film, abordan diferentes aspectos del comportamiento del individuo en grupo que nos permiten hacer una lectura acerca de las implicancias psicológicas y éticas que tiene la participación del sujeto en los agrupamientos.

La Ola remite a un momento originario de fundación del grupo. A partir de la consigna didáctica, se ponen en funcionamiento los mecanismos de constitución del agrupamiento. Una primera cuestión, paradojal, por cierto, consiste en sostener que la cultura y el orden establecido han sido fundados en un acto de violencia y de exclusión del “Otro”, como puede leerse en Foucault. Para que un grupo surja, para que un estado de cosas se constituya, es preciso que se instale una lógica de “campo de batalla”. Hobbes la llamó: “la lucha de todos contra todos”. En esta contienda los contenidos políticos precisos no están decididos de antemano: dependen de la propia lógica social-histórica en los que se desarrollan. En La Ola es la lógica funcional del grupo, la que crea diariamente los contenidos ideológicos, dándole mayor consistencia al agrupamiento. Se pone de relieve en este sentido, el valor de las insignias, los uniformes, las canciones, el saludo y todos los elementos que invitan a la equiparación de los individuos del grupo. La violencia estructural fundante del grupo establece un adentro y un afuera, los “que no están conmigo, están contra mi”, amigos y enemigos, defensores y detractores. Esta concepción pos contractualista lejos de ver en el contrato social la causa de la civilización y el orden, como lo hacía Hobbes, la ubica como la causante de la violencia y las diferentes formas de exclusión. Lejos de pensar el contrato como la solución a la violencia social lo ubica como su causa.

Otra cuestión que ha sido conceptualizada por Calligaris (1987) desde el marco teórico del psicoanálisis, es la llamada pasión por la instrumentalización. Esta pasión consiste en ubicarse como una pieza de la maquinaria burocrática o, en este caso, un integrante más de La Ola. Desde esta perspectiva, la incertidumbre en la que vive la mayoría de los neuróticos, se halla ligada a que el saber paterno siempre es supuesto, no es sabido. No se tiene certeza acerca de lo que quiere el Otro. Es por ello, que el neurótico nunca va a conseguir lo que quiere porque no sabe qué quiere. Su deseo es metonímico, es siempre deseo de otra cosa, siempre aparece como insatisfecho. La solución perversa a esta insatisfacción consiste en ofrecer al neurótico una serie de respuestas homogeneizadas a sus interrogantes particulares.

Para Calligaris hay dos formas de salir de situación: una es el propio análisis, vía que promueve el deseo. Otra es la vía de la perversión que opera transformando el saber supuesto en saber sabido, pasando de la incertidumbre a la certeza. Siguiendo a Calligaris, Oscar D´ Amore (2006) sostiene que se trata de “Una versión no tachada del saber, saber gozar, un semblante paterno exitoso, que sea sabido y compartido y que de pronto quedemos instrumentalizados por él, sabiendo lo que tenemos que hacer como instrumentos de este saber. Este semblante de saber funcionando es necesariamente totalitario, porque si es certero y no supuesto no puede aceptar que tiene fallas ni recibir cuestionamiento, y si este aparece debe eliminarlo...”.

Esta instrumentalización es percibida como una constante en la película. Los adolescentes, pasan de un estado de abulia e indiferencia a una actitud de defensa de ciertos ideales, de certezas acerca de cómo obrar, y de entusiasmo y pasión por lo que pueden hacer gracias a La ola. Este encausamiento de sus vidas, los vuelve confiados, al extremo de pasar de la valentía a la temeridad, como podemos ver en el joven que decide pintar la marca de La Ola en el extremo superior de un edificio. Pero no sólo los jóvenes son tomados por la pasión, también el líder.

El Profesor Jones, el protagonista real de la historia, reconoce en una entrevista de prensa, que no repetiría la experiencia, ya que, sostiene: “Fue útil por las discusiones que disparó, pero es un experimento peligroso, que desata algo devastador en tu alma: darte cuenta de que te gusta, de que el orden y el control te resultan excitantes y atractivos”. Esto sitúa para nosotros, un punto central para la reflexión ética, que tiene que ver con que la pasión por la instrumentalización constituye un agravante antes que un atenuante de la responsabilidad subjetiva. Quien elige volverse objeto de la maquinaria grupal que se pone en funcionamiento día a día, en La Ola, encuentra en esa decisión un modo de satisfacción de la cual es responsable. Su responsabilidad no se diluye por hacer cosas que “todos hacen” sino que se agrava, en el plus de satisfacción que extrae por esta vía.

Otro punto que merece tratamiento, es el lugar del líder como ideal del yo que provoca una identificación entre los miembros reforzando el sentimiento de pertenencia al grupo. Estas ideas, desarrolladas por Freud en Psicología de las masas y análisis del yo (1921), constituyen un análisis metapsicológico de las causas de la conformación del fenómeno de masas. Partiendo de las ideas que Le Bon desarrollara en Psicología de las multitudes (1895), Freud propone una lectura psicológica de las causas anímicas que llevan al yo a adherir a las acciones de la masa.

La modificación demográfica de las ciudades, el advenimiento de las clases populares a la vida política, son fenómenos que no escapan a la observación de algunos pensadores de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Gustave Le Bon da su interpretación de lo que él considera la "era de las multitudes". Sostiene que los cambios de la realidad social tienen como efecto una profunda modificación en las ideas de los pueblos.

Para él, y para muchos otros autores de la época, los individuos, aun los más inteligentes, muestran un comportamiento grupal en el que pierden toda autonomía, capacidad de razonar y en el cual prima la impulsividad y la violencia. La reunión de individuos en una masa da lugar al nacimiento de una entidad supraindividual a la que llama "alma colectiva" en la que cada miembro adquiere una mentalidad bárbara y primitiva. "Es de observar que entre los caracteres especiales de las masas hay muchos, tales como la impulsividad, la irritabilidad, la incapacidad para razonar, la ausencia de juicios y muchos otros que se observan igualmente en los seres que pertenecen a formas inferiores de evolución, tales como la mujer, el salvaje y el niño" (Le Bon: 1895, pág. 45). Le bon tiene una lectura eugenésica de la masa ubicando seres inferiores equiparables en comportamiento y valor a los seres de la masa y seres superiores entre los que él ubica las minorías aristócraticas e intelectuales que deben desarrollar métodos para controlar este desarrollo de las masas. En la masa, según Le Bon, el individuo pierde la fachada cultural, cualquiera sea su condición social o su capacidad intelectual, y queda al descubierto el inconsciente.

"Sólo por el hecho de formar parte de una multitud desciende, pues, el hombre varios escalones en la escala zoológica de la civilización. Aislado, era quizás un individuo culto; en multitud, un instintivo y por consiguiente, un bárbaro. Tiene la espontaneidad, la violencia, la ferocidad y también los entusiasmos y los heroís¬mos de los seres primitivos”.

La preocupación de Freud es tratar de responder a la pregunta ¿qué es lo que mantiene la unidad de la masa?, ya que las causas avanzadas por Le Bon, hipnosis-sugestión-contagio, no son, a su criterio, suficientes. Por otra parte, el efecto de fascinación, de influencia, que ejerce el líder sobre la masa a través del prestigio, tampoco contesta al interrogante de Freud. A éste le preocupa el origen y qué cosa es este prestigio que puede desplazar la opinión de la masa y dirigida hacia objetivos determinados sin vacilaciones.

Freud (1921) hace notar la diferencia entre la noción de inconsciente utilizada por Le Bon y por el psicoanálisis. Dice en una llamada a pie de página, en Psicología de las masas y análisis del yo:

"Ciertas diferencias entre la concepción de Le Bon y la nuestra vienen determinadas por el hecho de que su concepto de inconsciente no coincide en todos sus puntos con el adoptado por el psicoanálisis. El inconsciente de Le Bon contiene principalmente los rasgos del alma de la raza, algo que en verdad el psicoanálisis individual no considera. No desconocemos, por cierto, que el núcleo del yo (el ello, como lo he llamado más tarde) al que pertenece la ‘herencia arcaica’ del alma humana es inconsciente, pero además distinguiremos lo reprimido inconsciente, surgido de una parte de esta herencia inconsciente. Este concepto de lo reprimido falta en Le Bon".

Freud rescata del trabajo de Le Bon el carácter irracional de las masas donde lo afectivo se pone de relieve y lo racional se oscurece. Es en el plano de lo afectivo donde se apoyará para explicar la ligazón entre los miembros. Para ello recurre al concepto de "libido". El amor entre los miembros y el del jefe por cada uno de ellos produce la cohesión de la masa, sustentada por la creencia.

La creencia es el pivote alrededor del cual gira la fuerza de la masa. Mientras cree, se mantiene y desarrolla, fortaleciendo la ilusión (de verdad, de poder, de invulnerabilidad). Cuando ésta se rompe por alguna razón, cuando la creencia se lesiona y la ilusión cae, se produce la desorganización y el pánico. Esto se observa en la película cuando el líder, ante el auditorio de seguidores, da por finalizada la experiencia.

La identidad de cada uno tiene como soporte a los otros, que son la referencia constante. En la masa se es en la medida que los otros nos confirman lo que nosotros somos y que a su vez delimitan la diferenciación con aquellos que no son similares.

En el fenómeno de masa se da la siguiente particularidad: una multitud de individuos han puesto un objeto, uno y el mismo, en el lugar del “ideal del yo”, a consecuencia de lo cual se han identificado entre sí con su yo. Es decir, el objeto exterior con el que se identifican es el conductor, el líder. Es así que esta figura, (idealizada), se incorpora al yo de cada uno de los integrantes de la masa como ideal (del yo). Ahora todos los miembros de la masa comparten el mismo ideal del yo y se pueden identificar entre sí. Cuando el líder cae de su lugar ideal, se descompone la masa, esta descomposición es observada hacia el final del film. El líder decide dar por terminada la experiencia y reúne a los alumnos en un auditorio. Monta allí la escena final. Cabe preguntarse en este punto, por la responsabilidad que le compete al líder, quien se ubica en un lugar idealizado y lo sostiene. Lo sostiene inclusive cuando decide desmontar la farsa, ubicándose a sí mismo como el Otro con poder para dar comienzo al experimento y para finalizarlo. En el líder confluyen la responsabilidad jurídica y la subjetiva por las consecuencias que devienen del agrupamiento. La responsabilidad jurídica en tanto que, es desde su rol institucional de educador, que ejerce el poder de liderar una experiencia que tendrá consecuencias inesperadas en sus alumnos. La responsabilidad subjetiva, en tanto que motivado por la fascinación del ejercicio de liderazgo, no resigna el control del grupo hasta el último momento.

Finalmente, no podemos dejar de mencionar a los que no se adaptan. Los que no se someten a la presión del grupo. Los que dicen no a La Ola. Una de las jóvenes de la clase es la primera que ve con malos ojos la homogenización que exige el agrupamiento ¿Por qué esta joven se niega a usar la camisa blanca? Desde la lectura lacaniana, podemos situar una oposición entre la posición femenina y la posición perversa, que describimos anteriormente. Con esto, no es que equiparamos al género femenino con la posición femenina sino que parece que la posición femenina es encarnada por la joven que dice “no” a La Ola, por aquella que no se deja seducir por la pasión de la instrumentalización. Lacan ubica la posición femenina vinculada a la lógica de la discordia. Se arma el siguiente par de oposición: la lógica de la excepción funda un conjunto cerrado a partir de la excepción; mientras que en la lógica de la discordia, la inexistencia de la excepción, no implica la negación de la excepción sino la presencia de un conjunto abierto, que remite a “a” y a “S (A) barrado”. Mientras que el sujeto instrumentalizado necesita a un Otro consistente que le diga qué hacer y cómo. La posición femenina se sostiene en el conjunto abierto, en la inconsistencia, en la incompletud. Es la feminidad como mascarada, como posibilidad de crear ser a partir de la nada lo que hace el analista en su posición. La posición ética en la que se sostiene el analista en su operatoria es opuesta a la posición perversa en la que se apoya la pasión por la instrumentalización y su consecuente totalitarismo.

El método psicoanalítico se sostiene en una renuncia del analista a quedar ubicado en el lugar del Ideal del yo. Si transita por ese lugar, bajo la forma de sujeto supuesto saber, es a condición de no quedarse posicionado en ese lugar. A diferencia de la posición ética del analista, el profesor de la película queda ubicado en ese lugar de Ideal, aún en el final del film cuando decide terminar el experimento, lo hace desde el lugar del saber. Y como un dios todopoderoso, crea La Ola y la destruye a su antojo.

Bibliografía

Calligaris, C.: La seducción totalitaria. En Psyché, 1987.

D’Amore, O. (2006) “Responsabilidad y culpa”. En Salomone, G. y
Domínguez, M. La transmisión de la ética. Clínica y deontología. Vol. I: Fundamentos. Letra Viva, 2006.

Freud, S. (1921) “Psicología de las masas y análisis del yo”. En Obras completas. Buenos Aires: Amorrortu.

Klimovsky, Gregorio; Hidalgo, Cecilia (1998). La inexplicable sociedad. Cuestiones epistemológicas de las ciencias sociales. A – Z Editora. Bs. As.

Lacan, J. (1968) Seminario 15. Inédito.

Le Bon (1895) Psicología de las multitudes, Biblioteca Nueva, Madrid.

Ormart, E. (1999) El Otro institucional: mitos y utopías. Facultad de Psicología, UBA. Buenos Aires.

Ormart, E. (2000) Un sujeto paradojal. En Revista Universitaria de Psicoanálisis. Facultad de Psicología, UBA. Buenos Aires. Volumen: 2.

Salomone, G. Z.; Michel Fariña, J. J.: (2009) “El experimento de Stanley Milgram. Cuestiones éticas y metodológicas”. En Michel Fariña, J. J.; Salomone, G. Z.: Dossier de Ética y Cine: Ética y ciencia. De la eugenesia al tratamiento contemporáneo de las diferencias humanas. Proyecto IBIS / Aesthethika©. Grupo Blanco ediciones, Buenos Aires.



NOTAS

[1Una versión preliminar de este artículo fue publicada en: http://www.elsigma.com/site/detalle.asp?IdContenido=11998

[2Se sugiere la lectura del primer capítulo de La inexplicable sociedad. Cuestiones epistemológicas de las ciencias sociales. En el que Gregorio Klimovsky presenta los problemas que acarrea la experimentación con seres humanos. (Pág. 165 a 192)