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Deutsches Requiem

por Lione, Pablo

…con inmaculada prescindencia de sus profanaciones nefandas y de sus meritorias fidelidades –ambas importantes- el presente film es poderosísimo.

J.L. Borges, 1932

Somos Edipo y de un eterno modo
La larga y triple bestia somos, todo
lo que seremos y lo que hemos sido.
Nos aniquilaría ver la ingente
Forma de nuestro ser; piadosamente
Dios nos depara sucesión y olvido.

J.L. Borges, 1964

El hall del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires rebosante de gente que espera para entrar al cine. En la puerta de entrada, un encargado anuncia que las localidades se han agotado, que posiblemente el mes próximo haya nuevas funciones.

Se trata de algún preestreno exclusivo y codiciado? No. Se trata de un film de casi cien años, de 1927; si bien la copia que se exhibe incluye fragmentos recientemente encontrados en un (poco conocido) museo de cine de Buenos Aires.

Además, otra novedad: la película muda, en blanco y negro, se presenta con música en vivo, compuesta e interpretada por la National Film Chamber Orchestra, dirigida por Fernando Kabusacki.

Las luces se apagan, y, una vez más, comienza la ceremonia del cine.

Es Tebas, es Corinto, es Babel (aunque no hay biblioteca), es Berlín, es Buenos Aires.

La música de cámara es impactante y sobrecogedora. El director ha completado magistralmente el film, como propone Umberto Eco en Obra Abierta (1962). Con influencias de Wagner, Egberto Gismonti, Allan Parsons, el Requiem de Verdi, o acaso el segundo movimiento de la Tercera sinfonía de Franz Schmidt.

¿Está Metrópolis, un film clásico, destinado como El acorazado Potemkim, o Tiempos Modernos, o El gran dictador, a constituirse en uno de los Top Ten de la historia del invento de los hermanos Lumière?

¿Nos encontramos frente a una nueva versión de algún mito griego, o es Metrópolis un mito, una profecía que anuncia la Neoposmodernidad?

Sólo podemos afirmar que el film que vemos es un mito, que como toda narración mítica, no está congelado en forma definitiva, sino que el narrador, y quien lo escucha, quien lo mira, lo tendrá a disposición para completar.

Por otra parte, desde Lévi-Strauss, sabemos que los mitos presentan la misma estructura, en Grecia o en la modernidad, y luego dicha estructura será rellenada por los seres hablantes.

El ascensor de Metrópolis que conduce desde la ciudad de la superficie, hacia la ciudad subterránea, rememora, o inspira, la miniserie de 1989 de Peter Greenaway y Tom Phillips, protagonizada por John Gielgud: El Infierno de La Divina Comedia: “Lasciate ogni speranza, voi ch’intrate” (Dante Alighieri).

Metrópolis nos presenta una distopia -una ciudad futura organizada alrededor de diversas formas de control y represión-, a través de un bucle que podemos ubicar en la recreación de mitos griegos.

El protagonista del film, el hijo del padre perverso, diferente a éste, desconcertante, es Dionisio, o Edipo, viajando entre Tebas, Corinto y Delfos, cuando se traslada desde la ciudad hiperfuturista de la superficie, hacia la ciudad subterránea.

Como Dionisio, figura del Otro, Freder intenta introducir un fermento que obra una nueva dimensión en la vida de los habitantes de Metrópolis.

Como Edipo, lleva la marca de la marginación (auto)impuesta, que lo distancia del lugar al que pertenece, que constituye su verdadero origen, pero sobre quien pesa la profecía: matarás a tu padre, y te acostarás con tu madre.

Freder, como Edipo, huye al exilio subterráneo. Como el tránsito de Edipo, su tránsito será subterráneo, hacia las profundidades, y celeste, hacia los dioses del Olimpo. Como Dionisio, se convierte en errante sin patria.

El padre es Layo, es Creonte, el padre por fuera de la Ley.

Pero en Metrópolis también se desencadena una peste brutal como en Tebas. Metrópolis enloquece. La ciudad se desgarra.

¿Es Metrópolis una profecía sobre el nazismo por venir? Vemos experimentos biológicos, y vemos estrellas de cinco puntas, pero semejantes a la Estrella de David.

Es María, la compañera de Freder, a pesar de su nombre bíblico, reduplicada en el autómata creado por un científico celoso, la encarnación del kakon?

Es una Gorgona que, como Medusa, petrificará todo con su mirada enloquecida, transformada en la bailarina de un burdel de Weimar?

Hacia el final del film, María, la auténtica, le pide a su amado que sea el mediador, el nexo, entre ambas poblaciones de Metrópolis, que salvará la ciudad como se espera de Edipo, cuando es recibido por Creonte en Tebas.

Podrá Freder ocupar el trono de su padre, sin identificarse con él?

El beso entre los dos enamorados parece sellar el final feliz del film: en la sala muchos aplauden, pero la película y la música continúan: no se trata de la estética videoclip del siglo XXI, el tiempo es otro, timing de 1927.

El color también está ausente: también es en blanco y negro la Metrópolis de Woody Allen, Manhattan (1979).

En la película también aparecen los hijos muertos o en peligro de morir: si en Edipo se trata del parricidio, el crimen primordial, aquí hablamos de filicidio. Pero como sostiene Pierre Legendre, en todo filicidio hay un parricidio.

Así vemos el horror en los ojos del padre del protagonista, cuando se entera de que su hijo se encuentra en la ciudad subterránea.

Se trata entonces Metrópolis de mitología, o es un oráculo moderno? Metrópolis es arte, el arte novedoso del siglo XX, aunado a la música que en su crescendo la vuelve aún más impactante. Quien escribe había visto hace varios años, en un cine de Buenos Aires que seguramente ya no existe, una versión musicalizada en 1984 por Giorgio Moroder. Pero la música de Metrópolis es ésta. El acontecimiento Metrópolis sucede en Buenos Aires: las escenas perdidas y rescatadas, la música sobrecogedora, Fritz Lang, las exhibe en el MALBA.

“Más allá de la parábola realista de Stevenson y cerca de la Asamblea de los pájaros que compuso (en el siglo XII de nuestra era) Farid ud-din Attar, podemos concebir un film panteísta cuyos cuantiosos personajes, al fin, se resuelven en Uno, que es perdurable”

J.L. Borges, 1932



NOTAS





COMENTARIOS

Mensaje de alejandra  » 27 de octubre de 2013 » alejandramilocco@hotmail.com.ar 

la pelicula la he visto para transmitir a los alumnos de medcina todo lo refente a la tecnologia en la medicina. una tecnologia que salva pero puede impactar en el psiquismo del paciente de manera siniestra.
muy buena la pelicula.



Mensaje de Haydée Montesano  » 27 de octubre de 2013 » haydeemontesano@gmail.com 

Algo impresionante ha sucedido entre Metrópolis y la nueva puesta en el Malba, entre la película y la música, entre estos dos sucesos articulados y el comentario de Pablo, entre su comentario y la apertura y cierre con la citas de Borges. Ha sucedido el inmemorial juego de lo Uno y lo múltiple; el texto de Pablo lo expuso, lo construyó de manera inapelable.
Son múltiples las lecturas, las alegorías o contrastes; ese Uno señalado por Borges, sólo se hace posible en la multiplicidad de las historias. Tal vez el uno -esta vez con minúscula- que ha jugado en cada lectura posible, sea el uno diacrítico, el que permite contar de a uno, el que involucra identificaciones, pero nunca identidad completa. Metrópolis lo encarna, nunca podrá ser idéntica a sí misma.



Mensaje de Laura Napoli  » 24 de septiembre de 2013 » marialaura_napoli@yahoo.com.ar 

Quisiera rescatar este concepto que vos traés, Pablo, la “ceremonia del cine”. Más allá de todos los recursos audiovisuales que hoy están disponibles y que marcan una diferencia entre ver una película en la casa o ir al cine, el cine constituye efectivamente una ceremonia: para ir al cine hay que conseguir entradas, hay que llegar a tiempo, hay que compartir con los otros que están en la sala, hay que ver la película de principio a fin, sin interrupciones. Me acuerdo ahora de algunas películas que ponen de relieve la “ceremonia del cine”, como “Cinema Paradiso” o “Bastardos sin Gloria”, entre otras…En ellas el cine tiene un significado y un valor en sí mismo. Pero incluso en ese estreno de Metrópolis en Buenos Aires que vos mencionás se pudo respetar muy bien esa ceremonia, y temporalizar una obra ¿extemporánea?. Tu comentario me permitió revivir la atmósfera del estreno de Metrópolis en el MALBA, me transportó a la orquesta, al mito y a la emoción del aplauso final. A mí me pareció que fue un aplauso por la obra y otro aplauso por el final –¿feliz?-. Fue algo así como “qué gran película” y “qué alivio este final”. Estos dos aplausos se me ocurren a mí ahora, pero puede haber otros. Muchos aplausos porque la película está buenísima. Gracias por tu comentario-celebración de Metrópolis en Buenos Aires y por recordarnos que ir al cine es una ceremonia.




Película:Metropolis

Titulo Original:Metropolis

Director: Fritz Lang

Año: 1927

Pais: Alemania

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