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The Joker (Reir para no llorar. O matar)

por Gallino Fernández, Griselda

"La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable sátira"

¿Qué es la risa? Hemos dado siempre por sentado que se trata de una expresión de alegría o un gesto de simpatía. Esta anomalía fílmica llamada "The Joker", revoluciona al cine de superhéroes convirtiéndolo en cine de adultos, en tanto no solo es un paso adelante en el género sino que logra que este tipo de historias den un estirón, conservando no obstante la ambición de aspirar a la validación del prestigio. La película presenta además un modo muy distinto e impactante a casi todo el reciente cine basado en cómics: nos provoca de una forma apasionante, brutal, cruda y espeluznante. Y por una sencilla razón: porque nos advierte que la risa también puede ser catártica, incómoda, irritante, nerviosa, perturbadora y perversa. Y que cuándo nos burlamos de quienes la sociedad considera "bichos raros", estos seres pueden vengar con creces nuestro desprecio, riéndose de nosotros mismos para devolvernos el favor.

Arthur Fleck, en una interpretación descomunal de Joaquin Phoenix, física, monstruosa, histérica e histriónica, es un hombre con problemas mentales que malvive o sobrevive (él mismo escribe en su diario personal que "su muerte valdría más que su vida"). Ejerce de payaso mientras se ocupa de su peculiar y absorbente madre, Penny (Frances Conroy). Por las noches, sueña despierto con visitar el programa de su ídolo, el rey del late night show: Murray Franklin (Robert De Niro).

Durante el día, sufre las vejaciones, el maltrato y la incomprensión de una sociedad cada vez más crispada, violenta y agrietada. Gotham, una ciudad superpoblada por ratas gigantes tanto con forma animal como humana pero disfrazadas de "personas decentes y honestas", es asolada por la pobreza, la suciedad y la marginalidad. Algunos perciben como la única esperanza a Thomas Wayne, un empresario millonario que planea convertirse en alcalde de la ciudad. Sin embargo, si bien la película explica el origen del villano más famoso de Batman, este se convierte poco a poco a partir de una transformación cruda y violenta en "el héroe que Gotham necesita ahora".

El contexto que rodea a Arthur se exhibe como uno de los principales causales de su descenso a la locura y su consecuente glorificación. Su enfermedad mental, que le provoca carcajadas cuando en realidad está sufriendo; la incomprensión, el acoso en su trabajo y la falta de una estructura de servicios sociales que ayuden a los individuos sin recursos con padecimiento mental; una sociedad que paradójicamente le pide que sonría (su madre lo ha apodado Happy), y los recortes del ayuntamiento de Gotham, eliminan las pocas esperanzas: ya no habrá margen para los paliativos de terapia y medicamentos de Arthur.

Así "The Joker" deviene una crítica inequívoca y explícita al sistema económico liberal de Estados Unidos, un país que crea "monstruos", que luego juzga, desprecia, encierra y mata.

En ese sentido, es sin duda una película transgresora y relevante que abre una puerta a que los personajes de cómic empiecen a protagonizar historias que no sean necesariamente de acción. Películas que traten fenómenos tan complejos como la sobada lucha entre el bien y el mal, el privilegio (encarnado por Thomas Wayne), las desigualdades sociales, la marginalidad y las enfermedades mentales.

Como todo buen arte, la película pretende escandalizar, incluso perturbar. Mucha gente la atacará y dirá que va contra la sociedad y el establishment, porque de alguna manera así es, y el film será seguramente satanizado por sectores conservadores.

Para una sociedad que ya no tiene tan clara la línea entre lo correcto y lo incorrecto (¿no es este acaso un constructo moral muy alejado de la responsabilidad subjetiva que supone el camino de la ética?), y que está dispuesta a ponerse del lado del "villano", esta es una película catártica y reveladora.

Hasta que "The Joker" incursionara en nuestras vidas, no nos cuestionábamos si Batman realmente eligió el camino "correcto", ni sus métodos, ni la lógica detrás de la supuesta justicia; asumimos que lo bueno es bueno y aceptamos que un héroe es un héroe.

De igual manera, en el otro polo de la moral, asumimos que Joker es un loco sin cura y el psicótico más peligroso del mundo; pero ¿realmente es así?

Este pobre payaso trágico, construido para que el público lo entienda y compadezca, tiene como mayor mérito por parte del director del film aprovechar a un personaje que todos conocemos y jugar tan bien con las expectativas del público, que la trama termina contando una historia de origen que sorprende.

"The Joker" nos deja un nudo en el estómago, pero a la vez gracias a un inteligente uso del personaje, se trata de una película llena de imágenes, frases y momentos icónicos que procuran un elemento de identificación del espectador con el protagonista, en un juego de espejos en donde el hacedor del caos, nos hace copartícipes de un drama que implosiona y da a luz al otro caos, ahora en forma de Joker.

El guión podría llegar a ser problemático ya que además de coquetear levemente con la frivolización de las enfermedades mentales, ’Joker’ pisa peligrosamente la línea que hay entre explicar al "monstruo" creado por la sociedad y romantizarlo, fetichizarlo e incluso celebrarlo.

Aun así, la idea de un villano que solo mata a quienes lo merecen nos muestra una sociedad dividida y al borde de la debacle; confiando en que el público sabrá discernir por sí solo cuál es el peligro del que se nos avisa.

"The Joker" no aspira a gustar a todos, sino que pretende invitar a la reflexión a pesar de ser violenta, intransigente y compleja. Porque su objetivo es desmantelar, reconstruir y convertir en algo triste, doloroso, patético y brutal, el descenso y el discutido ascenso de un personaje que implosiona contra la pantalla y contra un espectador inerme ante lo que ven sus ojos. Aunque este sentimiento sea fruto de la tensión, la vergüenza ajena y la pena que su protagonista y su trama provocan.

La película se sumerge y muestra todo el exterior del personaje, pero también su distorsionada percepción de lo "real", y coloca a un tiempo a los espectadores a preguntarse si ellos mismos no han sido a su turno partícipes de la edificación perversa de los cimientos de sociopatías, incrementando la ira de personas padecientes o simplemente raras, en una sociedad que elige ignorarlos y que los impulsa a lograr dejar de ser invisibles, simplemente cuando transgreden las normas.

"The Joker" es un relato fascinante y potentoso en su dimensión y alcances psicológicos y sociológicos: no hay nada más perturbador que convivir con quien no encaja en las normas sociales que discrecionalmente hemos establecido. Al final, la película nos cegará en un hálito de oscuridad desgarradora sin saber muy bien si reír o llorar, porque un descenso semejante puede acontecer en todo ser que lleve una vida similar a la del personaje, lo cual no es nada difícil en un sociedad riesgosa, violenta y sin compasión, cuándo se extravían los rasgos de lucidez en la locura.



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