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Hay discursos que atrapan más que otros

por Arguello, María Del Milagro

Entonces, tratando de seguir esta misma línea, de entrada aparece:

Los inviernos no parecían tan fríos –DE NIÑO-

Ya ahí me pregunté: ¿Qué pasó?, ¿Qué fue lo que le pasó? Y me atrapó como espectadora. Eso me pasó con esta película

Entonces, de niño, ¿fue diferente?, ya de entrada esa información nos es dada y me parece esta primera frase importantísima.

Casi como en una primera sesión un paciente plantee: “A mi lo que me pasa es que de niño me pasó…”

¿A qué psicoanalista no atrapa esta entrada?

Y así empecé a leer esta película, como un texto clínico.

Por ejemplo, el ir y venir de escenas me ayudó mucho porque así es en la consulta, entonces me agradó el método cinematográfico y la estrategia que se utiliza en el relato.

Continuaría este chico planteando:

“Aprendí a tocar violonchelo porque me obligaba mi papá. Mi papá es el peor padre del mundo…pero, diría este muchacho en un análisis, aún así, lo amo.

Mire usted, aprendí contra mi propia voluntad, me compre el mejor violonchelo que pude, toco en una Sinfónica, una de las cosas que mi esposa ama de mí es que yo sea violonchelista, pienso ejercer esta profesión el resto de mi vida…Pero me atormenta el echo que lo hago por mi padre y por todo el amor que le tengo, aunque debería odiarlo porque nos dejó a mi madre y a mi por una camarera.

Pero, sabe que, “para mi es como si estuviera muerto”.

Odio y amor al padre. Está muy enojado por lo que este hizo.

Cuando se les avisa que la Sinfónica se cierra, todos salen rápido como si fuesen a buscar urgidos otros lugares donde poder interpretar. El se queda, con los ojos abiertos, perplejo, como si supiera que ahí llega el fin de su profesión.

De nuevo, en sesión podría apelar a que: “La alegría me duró poco, el violonchelo no tiene la culpa de haber sido adquirido por un fracasado como yo”.

“Un músico de mi categoría no puede llegar muy lejos”.

“…Debió darse cuenta de mi falta de talento”.

Pero, en todo caso, continuaría:

“Me sentí aliviado al desprenderme del violonchelo…

Ahí el analista estaría forzado a preguntar: ¿Por la deuda de yenes? Y el respondería: “¡porque lo que pensaba que era mi sueño, quizá no lo era!

En una de las sesiones plantearía, voy a ir a buscar trabajo “es una empresa de Ceremonias y mi esposa está muy contenta y me dijo que: ¡Entonces podrás volver a tocar el violonchelo!...

Ella tiene razón porque a partir de este trabajo, de su encuentro con la muerte, él empieza a vivir, de una forma diferente empieza a sentir su antiguo violonchelo, sus recuerdos, su niñez. Vuelve, pero, ahora de otra manera, desde otro lugar, quizá más vivo, más afectivo, más tocado por la vida.

Si bien es cierto, que pareciera que él no desea ser violonchelista, sigue deleitándose con tocarlo, especialmente el que el padre le regaló.

Continuaría en sesión: “Me entraron ganas de tocar violonchelo. Quería tocar mientras me acordaba del pasado”.

El trabajar con la muerte, hace que empiece a estar más vivo, y si no – al menos - diferente.

“Últimamente te veo muy raro”. –Le dice la esposa- El está cambiando, está sufriendo una metamorfosis, como un sujeto en análisis. Sintiendo que se vuelve un poco loco, hasta empieza a querer su trabajo.

Asco, angustia, miedos, temores, reencuentro con su ser, desesperanza, deseos de retirarse y no poder hacerlo, sentir que el rito lo convoca…Le da de comer, pero, le quita el hambre.

Darle vida a un cuerpo muerto. Una labor pausada y precisa. Y lo más importante que se ha se hacer con sentimiento. Es algo delicado. Cada acción tiene su aporte de elegancia.

Cualquier similitud con los sentimientos del psicoanalista son pura coincidencia.

Es decir, lo que quiero plantearle es que él vive movimientos en su deseo, está transformándose y además que en su quehacer hay detalles que se asemejan simbólicamente a lo que hace el analista.

Se que quizá exagero y soy un poco extremista, pero, permitámonos divertirnos al menos en este sentido.

Es decir, quiero jugar en un ir y venir con lo que la vivencia afectiva del protagonista, con la del analista y con la del analizante, por supuesto que es diferente, pero, metafóricamente hablando y esforzando un poquito el lenguaje y con el juego que nos permite hacer, es que propongo que a él le pasan cosas tan interesantes que me parece que también le pueden pasar a un analista en su propio quehacer…

Y también lo que le pasa a un analizante, sobre todo cuando se encuentra con puntos existenciales importante como el amor hacia un padre, ¿dónde termina el deseo paterno y dónde empieza el propio?, recuerdos que marcan el devenir de un destino y no el de un futuro por escribirse, entre otros y que sabemos que son cruciales en nuestro devenir laboral.

En una sesión de un atardecer de invierno plantearía, fíjese lo que son las cosas, ahora que vivo en la casa que heredé de mi madre encontré: Una piedrecita envuelta en una partitura y ésta aferrada al violonchelo viejo que me regaló mi papá.

Es la herencia paterna. Es todo lo que tiene del padre. Es mucho y no es suficiente a la vez. Ama al padre, pero no entiende su partida. Al dejar a la madre, lo deja a él.

Y es que a partir de la partida del padre hay un pedido permanente de este hijo.

Me parece que el protagonista constantemente demanda al padre algún significante que le demuestre que lo amó, que él como hijo tuvo algún lugar en la historia compartida, que el lazo de ellos no termina con la huída con otra mujer, en todo caso como hombre se va con otra y esto es un gran dolor para él, porque habla del amor y la sexualidad de sus padres….

Pero, ¿y el como hijo?, ¿qué? Evidentemente la historia para él no acaba ahí, él continúa teniendo un lazo fuertísimo con el padre.

Y continuaría, es que usted no sabe, pero, le voy a contar, mi papá hizo un trato de mierda conmigo y me dijo que intercambiáramos piedras todos los años que significaban sentimientos – y esa fue la única que me dio- después de ese año se fue.

Mi padre fue el primero en la cafetería, pero no guardo recuerdo de aquello, desde que se largara de casa con otra mujer, mi madre fue la que me crió, ella sola.

No basta con que la esposa le asegure que la madre amó siempre al padre. Si bien es cierto es confortable para un hijo, no basta, por que la pregunta es del lado, ¿cuándo mi padre me amó?

Y luego relataría que su jefe es un buen hombre, trabajan juntos, aprende de él, le ha contado la historia de cuando se hizo nokanshi y que su esposa fue su primer cliente. Incluso se atrevería a decir que creo que me está preparando para que lo sustituya en este trabajo y sabe es que yo laboro en el rito del nokan que es:

Proceso de introducción del cuerpo al ataúd. Primero la limpieza con algodón, que simboliza el abandono de todas las fatigas, dolores y sin sabores de este mundo. Como el primer baño en una nueva vida. Para que el difunto preserve su dignidad.

Que el cuerpo quede fuera del campo visual de sus familiares. Pero también queda fuera del campo de que está ejerciendo el rito.

Para que el difunto pueda iniciar su pacífico viaje se da inicio al rito. Pero sobre todo para que los que se queden puedan continuar su camino. Es decir, el rito, la simbolización es para los que continúan vivos.

En la antigüedad lo hacían la familia, luego pasó en manos de las funerarias. Yo realizo el ritual con respeto, con cuidado, pidiendo permiso al difunto y a sus familiares.

Pero, rápidamente diría que no está convencido de seguir haciéndolo:

“¿Será que estoy siendo sometido a una prueba, será un castigo por no poder decir adiós a mi madre?, ¿qué me va a pasar?

Le incluiría ¿Qué va a pasarme? – Pregunta bastante analítica en todo caso.

Sabemos que no es por destino, que no es un equívoco, ni un acto logrado, es la posibilidad de empezar a escribir algo de su futuro de una forma diferente, con su propio puño y letra.

Allí el pone su cuerpo, su delicadeza, se habilidad y su respeto, va más allá de elaborar el ritual. Tiene que ver con su relación con el cuerpo del otro, con la muerte y con su propio deseo….Insisto, y déjenme llevar esto al extremo, al último término, ¿no es acaso lo que hace el analista?

Acaso en un análisis no se le da vida al cuerpo, más allá del cuerpo físico.

Mi jefe dice que: “Este error debe ser algo del destino, le sugiero que lo intente, si no le gusta lo puede dejar”.

Y él diría: Tengo otra opción laboral y es volver a abrir la cafetería que tenía mi mamá…

Pero, me parece que no es por los dones del lado materno, sino del lado del deseo del padre que está siendo sometido, es del lado de la pregunta ¿qué voy a seguir ejerciendo en mi vida?

Ven como el no empieza la cafetería de la madre, es algo que podía, pero que a la vez, no puede, porque no puede, el guión de la construcción de su vida no va por ahí.

Y, meses después nos relataría, murió mi padre, “Me da vergüenza admitir que no reconozco su cara. Si lo hubiera encontrado por la calle no habría sabido que es él.

No se nada de su vida”. Es del lado de lo simbólico, de la marca, de la falta y no del real del rostro.

Pero, ¿Cómo puede un padre que está muerto, volver a morir para empezar a estar vivo, para dejar marcas después de fallecido, ahora que su cuerpo está inerte?

Y diría: Al escuchar a mi compañera de trabajo pensé en la vergüenza de mi padre y que por eso es que no vino a verme. Por eso fui a recoger su cuerpo. Situación que comprobé al escuchar que mi papá llegó al lugar donde vivía hace muchos años y lo hizo solo.

Y cuando le practiqué el rito me encontré la piedrita que - DE NIÑO- le había dado a mi padre.

Con la piedra lisa entre los dedos ya inertes del padre el logra resignificar su cadena, lo coloca a él, a su padre y a la relación en otro lugar, un lugar DIFERENTE que le permite transmitirlo a su hijo, él da la piedra del abuelo al nieto, permitiendo una transmisión generacional y simbólica.

Es el significante piedra, que lo recoloca en su propia historia como portador y dador de una cadena de afectos diferentes, es poder amar a su padre, porque antes lo amaba pero, no podía permitírselo, puesto que: el padre había hecho con el un pacto de mierda –como lo llama él- en donde se iban a seguir regalando mutuamente piedritas que significaran el cariño que se tenían y éste se va.

¿Quién es un hijo? Sino aquel que reconoce a su padre.

Ven como ya no es por los inviernos fríos- La piedra le permite contestar en parte la pregunta que el le hace a la esposa de: ¿Voy a hacer padre?

Entonces, los inviernos van a ser menos fríos –DE ADULTO- pero no por el frío del invierno, sino porque se resimboliza el pacto paterno.

La piedrecita como un eslabón de la cadena de significantes, que transmite algo de la paternidad y de los sentimientos.

Ahora, para finalizar, esta película tiene al menos dos escenas que uno podría ingenuamente pensar que son innecesarias y es la de los animales en el mar o en el río.

Entonces, uno no puede dejar de preguntarse: ¿Por qué el productor incorpora ese elemento?

Que es similar cunado uno como analista se pregunta ¿Por qué el paciente incorpora ese elemento, esa información, ese detalle, esa frase?

Inclusive, también pasa como cuando uno analizando un caso se pregunta ¿por qué el analista incorpora ese elemento o ese acto analítico o esa palabra o esa intervención, ese corte de sesión esa escansión específicamente en ese momento?

¿Cuál es el objetivo, cuál es su direccionalidad?

Ahora bien, no basta con el por qué, es necesario el ¿para qué?, ¿Qué intenciones tiene, el productor con el espectador, el paciente con el analista y éste con la dirección de cura.

Todo elemento, todo acto, toda interpretación, toda información se coloca por alguna razón, aunque no pase por el entendimiento, aunque en muchas ocasiones no se perciba, aunque caiga o no se tome en cuenta, inclusive, aunque no se escuche o no se mire, como sucede en ocasiones cuando miramos una película o leemos un texto clínico y cuando lo releemos logramos escuchar otras cosas….

La escena del Pulpo

El como el pulpo, cazado vivo, echado en una bolsa que es la vida misma, y no se da cuenta que está vivo.

Tocando en una Sinfónica para poder pagar el violonchelo…viviendo si, su casa, su esposa, pero, ¿Cómo muerto en vida?

La escena de los Salmones

¿Para qué esforzarse tanto si después vas a morir? Ellos querrían volver a su hogar. De nuevo, el director hace una similitud entre la escena y lo que está pasándole al protagonista.

Aunque vayamos a morir, queremos vivir, por dignidad.

Es la cercanía con la muerte que empieza a sentirse vivo, a estar vivo, a diferenciar entre los vivos y los muertos, estaba muerto en vida…



NOTAS



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COMENTARIOS

Mensaje de Sglfrydo Reyes Mendez  » 12 de noviembre de 2011 » formosadeleste@yahoo.es 

Me parece interesante la relación que hace entre la película y un posible pedido de consulta del protagonista y las posibilidades de enlazarlo con la historia y entrevistas preliminares.




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