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Nobody’s fault

Temporada 8 - Episodio 11

Autora: Laura Dóbalo

Palabras clave:

Síntesis

Un profesor de Química se desmaya al tener problemas en la marcha mientras está trotando por la calle. Un tumor en los ganglios linfáticos que ha explotado gracias a una conmoción que tuvo durante una de sus clases con un experimento será el diagnóstico final. Inicialmente se lo trata con esteroides, lo que provoca en él un cuadro psicótico inducido. Cuando éste se desarrolla, el paciente apuñala a Chase, hiriéndolo de tal manera que requiere de una cirugía cuya complicación deriva en la pérdida de las funciones motoras de sus piernas. El Dr. Cofield, médico auditor, es convocado por Foreman para estudiar la responsabilidad de House en el caso.

Resumen del capítulo

Comienza con un paneo por una habitación del hospital en el que trabaja House. No hay personas allí, pero el desorden, las manchas de sangre que tiñen sábanas y cortinas, los frascos rotos y esparcidos por el suelo dejan adivinar que ha habido allí un hecho violento.
A continuación, House entra apesadumbrado a una sala en la que lo espera un perito médico. Grabador mediante, comienza a registrar el primer diálogo que formará parte de la audiencia disciplinaria que intentará determinar la responsabilidad de House en los hechos.
House, desafiante inquiere al perito: “¿quién diablos es usted?”
El Dr. Cofield se presenta y House advierte que se trata del mentor de Foreman, ex discípulo de House y actual director del hospital. Intenta presionar a Cofield recordando estos datos, pero enseguida recibe como respuesta: “esta audiencia se trata de usted, no de mí”.

House aduce que todo lo necesario está en el expediente y amaga con retirarse, pero el perito le dice que el expediente no juega a su favor y que, de dictaminar en su contra, se cancelaría la libertad condicional de la que goza actualmente. El protagonista decide entonces continuar con la audiencia y comienza a relatar los hechos. A partir de aquí, el capítulo alternará constantemente entre escenas de la audiencia con House y con cada uno de sus colaboradores y el momento de los acontecimientos que se investigan, yendo y viniendo entre presente y pasado.

House toma Vicodín delante de Cofield, que le pregunta si lo consumía durante el caso. Él reconoce tomar esa medicación desde hace nueve años.

House dice que simplemente a veces suceden cosas malas y que lo ocurrido no es culpa de nadie.

A continuación se suceden las entrevistas, a solas, del perito con cada uno de los colaboradores de House, quienes aseguran que lo ocurrido no fue culpa de él.

House recuerda los diálogos con sus colaboradores durante la entrevista y los relata con precisión: le dice a la médica oriental que deje de entrecerrar sus ojos y le tira una carpeta por la cabeza. El perito, asombrado, le pregunta si lo que está contando es real, lo que House reafirma. Luego relata una “broma”, que consistió en cambiar el contenido de un frasco de shampoo, lo que tuvo como resultado que el pelo de uno de los médicos quedara naranja. El perito indaga en este hecho, y una de sus colaboradoras le dice que House prefiere el caos a la cohesión pues “él cree que el desacuerdo y la desconfianza conducen a mejores ideas”.

La visita de un par de alumnas del paciente, que es profesor de química, revela que hubo una explosión en el aula, durante un experimento. Los médicos no lo sabían porque el paciente estaba inconciente y no había podido ser interrogado. El perito indaga acerca de la confección de la historia clínica. Taub dice que House no habla con los pacientes, que cree que la historia clínica es crucial, pero que prefiere no estar en contacto físico con ellos para ser todo lo objetivo que sea posible. “Si quiere una historia clínica detallada del paciente, no hable con ellos, todos mienten”, explica House en una nuevo encuentro con Cofield.

Inquiriendo a House: “¿negará ud. que si hubiera estado en la habitación, habría podido leer el lenguaje corporal del paciente, habría llegado a un mejor diagnóstico y este hecho hubiera tenido tal vez otro desenlace?

House permanece en silencio.

Park recuerda el modo en el que decidieron uno de los tratamientos: limpiar los pulmones del paciente con heparina nebulizada, sugerencia hecha por Taub, a pesar de tratarse de un procedimiento nunca probado en humanos sino en ovejas. Esta idea de Taub surgió en un momento en que House, con una máscara de gas, se resguardaba de una “bomba de olor” que Chase había puesto para vengarse de la tintura del pelo. El perito le dice a House que estaba presionando a su equipo para que propusiera ideas arriesgadas con tal de salir de la sala. “Usted lo llama presión, yo lo llamo inspiración. Las ideas seguras habituales no iban a funcionar”, replica.

Park se opone al tratamiento por considerarlo riesgoso pero no es escuchada. Decide ir a hablarlo con Foreman, el director del hospital, quien acuerda con ella en que es una locura, pero “House no hace locuras porque sí. Si él cree que es la forma de ayudar al paciente…”
El perito, al enterarse de esto, acude a hablar con Foreman, y le advierte que es evidente que su forma de desentenderse de House afecta al modo en el que él se comporta y el modo en que su equipo responde a ese comportamiento y le avisa que no va a protegerlo en el caso, el cual si se resuelve de forma negativa para House, derivará en la pérdida del puesto de Foreman también. Cofield se da cuenta de que Foreman lo eligió no por su objetividad sino porque el vínculo entre ellos iba a hacer que antes de tomar una decisión el médico “lo pensara dos veces”, pero este advierte que no va a ser parcial.
El relato del caso continúa: en un baño de inmersión en el hospital, el paciente tiene un episodio psicótico.

Tres de los cuatro colaboradores de House llegan a él con tres hipótesis distintas sobre la etiología del nuevo síntoma. House sugiere aumentar la dosis de esteroides, lo que, en dos de las tres posibilidades hará empeorar al paciente, pero en cualquiera de ellas, según la reacción al tratamiento, permitirá diagnosticarlo de manera adecuada.

Chase y Adams deciden desobedecer a House y practicar otra prueba sobre un sarpullido del paciente, llevando a su vista un bisturí. El paciente tiene un nuevo acceso de violencia y se desata el episodio que está siendo investigado: el paciente termina clavando el bisturí en el pecho de Chase, dañando una arteria cercana al corazón. El médico es llevado al quirófano. House pregunta, al ver que el momento más crítico de la cirugía fue sobrellevado, por un dato del paciente. Se produce el siguiente diálogo:

Adams: Está diagnosticando en este momento

House: Park ven conmigo

Park: pero mi amigo está aquí

House: en este momento no estás ayudando ni a Chase ni al paciente, sólo estás aquí porque te hace sentir mejor.

House se va solo del quirófano.

Al narrar esto al perito, este pregunta si eso no habla de cierta insensibilidad de parte de House. Y a quién le importa si es insensible? Va a castigar la insensibilidad?

En la entrevista con Taub, el perito le pregunta si está de acuerdo con que la empatía es una cualidad importante en los médicos. Taub responde que uno de los tres resultados posibles era un episodio psicótico y que Chase llevó allí un bisturí, poniendo en riesgo al propio paciente, a la Dra. Adams y a sí mismo.

House visita la habitación. Encuentra un ECG que mira detenidamente. Se dirige a la sala en la que Chase se recupera para reunirse con su equipo y continuar con el diagnóstico. Sus colegas le piden que acuda a otros doctores, ellos están ahora con su amigo.

House: si los motiva la solidaridad, tengan en cuenta que es un dedicado profesor de química, con una bonita esposa, estudiantes adorables y con un bebé en camino.

Adams: ella no está embarazada.

House: ¿cambia en algo las cosas? Porque podría preñarla.

Chase despierta de la anestesia, pero no siente sus piernas. Algo salió mal.

El Dr. Cofield visita a Chase en su habitación para interrogarlo. Le pregunta si estaba enojado con House por la broma de la tintura. Él contesta que no fue nada fuera de lo común. El médico insiste. Intenta indagar si el ambiente de tensión en el equipo compromete la eficiencia en el trabajo.

Chase dice que lo que sucedió no fue culpa de nadie. No estaba distraído. Y que si él puede volver a caminar será porque House es un genio.

Comienza a recordar que fue House quien, a tiempo, hizo lo único que
podía hacerse para evitar mayores daños en su marcha. Una vez más House interrumpió la intervención que realizaban a Chase para diagnosticar al paciente, pues Foreman había ordenado su traslado, argumentando que los doctores ya no eran objetivos dado el incidente.
El perito indaga: “¿En el medio de un procedimiento que podía salvarle la vida House irrumpió para llevarse al personal que lo estaba asistiendo?

Chase: no quería llevarse a nadie. Todos ya habían renunciado a trabajar en ese caso. Él sabía la respuesta. Quería ver cómo estaba pero necesitaba una excusa, de lo contrario lo acusarían de preocuparse.

Cofield: Usted sabía que el paciente tenía riesgo de tener un episodio psicótico. ¿Por qué puso cerca de él un bisturí?

Chase: porque confiaba en mi teoría. Pensé que tenía razón. Lo volvería a hacer.

Cofield: Ud. desafió descaradamente a su jefe. Eso sucedió porque House ha dejado claro que eso es correcto en su mundo o porque su guerra de bromas lo distrajo o porque House hace un juego de la medicina y usted quiso ganarle. House creó una atmósfera que promueve la imprudencia.

En la última entrevista con el perito, House dice no haber cometido ningún error, y por lo tanto no debe pedir disculpas a Chase. Ante la mención de parte del perito de la amistad, él dice que es un compañero de trabajo.

House se ilumina durante la entrevista y resuelve el enigma diagnóstico, se levanta de su asiento y sale lo más rápido que puede hacia el hospital, en donde el paciente está a punto de ser trasladado. Intenta convencer a su esposa de que se trata de un tumor en los ganglios linfáticos e indica que avise a los nuevos doctores. Aún así no puede evitar el traslado, pues su esposa se niega a que lo siga tratando.

Llega el día en que el perito debe expedirse, cuando está a punto de hacerlo, entra en la sala la esposa del paciente, contando que House no es el médico más amable que ha visto en su vida, pero que estaba en lo cierto con su último diagnóstico y que eso había salvado la vida de su esposo. Le agradece.

Cofield dice que el obrar de House es peligroso e inaporpiado pero efectivo y que le causaría un daño al hospital si le quita la posibilidad de continuar ejerciendo.

Cofield: felicitaciones, Dr. House, este episodio oficialmente no es culpa de nadie.

House: cobarde. Iba a culparme y la entrada de la esposa del paciente lo hizo cambiar de opinión. Que el paciente se haya recuperada no cambia el hecho de si hice o no lo correcto.

House se dirige hacia donde Chase hace su rehabilitación y le comenta la decisión del perito. “Decidieron que tu apuñalamiento no es culpa de nadie. Están equivocados. Lo siento”.

Chase: “¿algo más?” -visiblemente enojado.

House: no. Nada más.

Desarrollo conceptual

En el presente trabajo analizaré el circuito de responsabilidad del personaje del Dr. Chase en relación al hecho principal del capítulo 11 de la octava temporada de la serie Dr. House y desarrollaré una hipótesis clínica para pensar el posicionamiento del personaje. Lo he elegido por considerarlo aquel en el que mejor se desarrollan los elementos necesarios que permiten elaborar una hipótesis clínica para establecer el mencionado circuito, si bien existen también varios indicadores que permitirían hacerlo sobre el personaje de House. A pesar de no ser el protagonista de la serie, en este episodio el tema que nos convoca está latiendo vivamente en el obrar de Chase. Por otra parte, ya hay un análisis sobre la responsabilidad subjetiva en House en relación al mismo capítulo realizado por E. B. Ormart y J. J. Michel Fariña en http://revistamedicinacine.usal.es/index.php/es/vol8/num3/697.

Ante todo, rastreemos los hechos previos relevantes al apuñalamiento de Chase.

Primera escena: los doctores del equipo de House proponen diagnósticos posibles en su oficina. Ellos, sentados, miran a un House que, de pie, rescatará una hipótesis sobre las demás si es que encuentra motivos válidos para ello. Pero no es así esta vez: los tres diagnósticos propuestos por la Dra. Park, la Dra. Adams y el Dr. Taub son igualmente probables. Chase es el único que no tiene una propuesta para hacer. Se limita a escuchar a sus colegas y a aceptar las alternativas que de ellos derivan. La opción diagnóstica que House ofrece es aplicar una prueba al paciente que despejará las dudas acerca de la etiología de la enfermedad. Prueba que, es cierto, tal vez empeore la condición del enfermo, pero sólo de forma momentánea y reversible, de modo que sólo habría que esperar su resultado para saber cuál de las tres hipótesis es la correcta. ¿Es la posición de los cuatro doctores la misma ante su jefe? Claramente no: Adams, Park y Taub aceptan este modo de proceder; es Chase, el único sin hipótesis propia, el que decide a espaldas de su jefe que es mejor efectuar un análisis que sólo puede confirmar o refutar la hipótesis de Adams. Se sale así de la prerrogativa de obedecer al jefe, asumiendo el riesgo que significa (no sólo en términos del curso que luego tomarán los hechos sino también en el sentido de la oposición manifiesta ante la autoridad, eligiendo lo que él creía un mejor proceder para el paciente, escapando “al temor y a la temeridad” como dice Alejandro Ariel acerca de la decisión que constituye un acto. La médica acepta ayudarlo en la tarea y es ahí cuando se produce el apuñalamiento.

¿Qué valor tiene entonces el hecho de que Chase no haya propuesto ninguna alternativa diagnóstica? ¿Cuál es su posición frente a House y dónde radica la diferencia con la de sus colegas?

La ausencia de propuestas por parte de Chase lo deja en déficit frente a House, no puede limitarse a efectuar los procedimientos que él ordenó, como los ordenó, debe lograr restituirse ante él y no lo hace de cualquier modo, sino revelándose contra su proceder del mismo modo en que House lo hace permanentemente: transgrediendo. Vale decir, se irgue frente a ese Otro rival con las armas que de él mismo ha adoptado… imposible no recordar aquí la frase freudiana que describe la ardua tarea de la identificación paterna: “como el padre debes ser pero, al mismo tiempo, como el padre no debes ser”. La necesidad de reconocimiento, entonces, utiliza como vía para lograrlo el mostrarle a ese Otro completo en el terreno profesional cuán bien se lo ha incorporado, identificación que supone tanto la necesidad de amar al objeto como de destruirlo en cuanto tal.

Si House valora su saber hacer en la Medicina más que a nada, entonces ser un experto como él tiene que hacerlo a Chase merecedor de la misma estima, estima que provendría de todos aquellos que ven en House a ese ser infalible, pero, por sobre todas las cosas, y aquí está lo decisivo para Chase, partiría, si fuera el caso, del propio House. El método de actuar como él es una constante en este discípulo: reacciona ante la broma sobre la tintura de su pelo con otra del mismo tenor, colocando en el frasco de pastillas de House un explosivo de papel picado. Y si bien es cierto que es del orden del azar el hecho de que la herida de Chase se localizara de manera tal que luego lo comprometido fuera nada menos que su marcha, la que luego recupera pero con visibles dificultades que le impiden hacerlo sin apoyatura (¿tendrá que recurrir a un bastón después, tal como el protagonista?), es pertinente la pregunta de si tal desenlace es “casual” desde el punto de vista del guión: pichón de House el que se descubre al final del capítulo.

Por otra parte está la cuestión del bisturí: ¿por qué Chase lo pone al alcance de un paciente del cual sabe que tiene posibilidades de desarrollar un brote psicótico? Él mismo responde a esta pregunta del Dr. Cofield: “Lo volvería a hacer. Creí que tenía razón acerca del sarpullido”.

Introducimos aquí la figura del médico auditor, que es relevante respecto del tema que nos ocupa.

Cofield ocupa el lugar del Derecho, de la norma preestablecida, aún tratándose de un médico que no actúa ante un organismo de justicia formal: se trata de un médico auditor. Mantiene varias entrevistas con los doctores del equipo de House, en las que se advierten los posicionamientos de cada uno. A Park, por ejemplo, le reclama el no haber actuado denunciando el comportamiento de House respecto de ensayar en el paciente una terapéutica aún experimental. Park se defiende revelando que sí actuó conforme a la norma, yendo a poner sobre aviso Foreman, la máxima autoridad médica del hospital. Vale decir, entre ellos el canal en el que dirimen la cuestión está básicamente alineado a la moral.

Chase sabe en qué consiste el rol de Cofield, tanto como los demás colaboradores: todos en las entrevistas han intentado autoinculparse con frases casi idénticas: “si lo que busca es un culpable, apunte hacia mí” (liberando de responsabilidad jurídica a House).

Aún convaleciente, el Dr. Robert Chase parece querer hacerle sentir al auditor su posicionamiento respecto de su tarea: ante el pedido expreso de señalar al que cree fue el responsable de la situación, responde con un contundente “¿qué importa eso?”. En el mismo sentido parecen ir los chistes que intercambian en la habitación como primer diálogo: Chase no consigue provocar gracia en Cofield, que arremete con otro chiste, al que el médico responde con la más incómoda seriedad, en clara actitud hostil.

Cofield: ¿Está en condiciones de responder algunas preguntas, Dr. Chase?

Chase: Como si pudiera levantarme y salir corriendo. [Cofield mantiene la seriedad] No fue mi mejor chiste.

Valdría traducir estas líneas como un “¿no ves lo que me pasó? ¡Estoy paralítico!”

Inmediatamente,

Cofield: …durante las 12 últimas horas me lo estuve imaginando con pelo naranja. [en alusión a una “broma” que le hizo House y que le costó una tintura de pelo].

Chase: Me volví a teñir. [con la más absoluta seriedad]

Estas líneas vienen en respuesta a las anteriores, podrían traducirse como “¿estás paralítico? ¡Fue por hacer de la Medicina un festival de bromas!

Luego veremos confirmada esta interpretación al finalizar la escena de la habitación.

Un hecho en la pantalla muestra cómo el personaje del auditor oscila entre actuar conforme al carril moral, ceñido a la norma, y la búsqueda de una posición diversa, intentando hallar un sentido que pueda dar cuenta de la particularidad de la situación en la que se desarrollaron los hechos y la de sus protagonistas: se trata del grabador, ese tercero de la pretendida objetividad jurídica con el que registra las conversaciones: es apagado por Cofield justo en el momento en el que, postrado, el Dr. Robert Chase pide saber cuál es su interpretación de la desobediencia a House. El corte en el registro marca el estar en otro campo. Fuera del tiempo de las resoluciones es cuando, off de record, el médico auditor le propone tres alternativas para pensar la situación: el desafío “descarado” a su jefe se debe a que estaba enojado por las bromas de House, o que él promueve ese tipo de comportamientos o que simplemente la Medicina se ha transformado en un juego compartido en el que Chase quiso ganar a su maestro.

Entonces, ¿estamos en presencia del tiempo 2 del circuito? ¿Es aquí interpelado Chase?

No exactamente. El circuito queda configurado de la siguiente manera: Chase decide desobedecer las órdenes de su jefe puesto que piensa que su compañera está en lo cierto respecto del diagnóstico, se dirige sin autorización de House hacia la habitación del paciente, provisto de los elementos necesarios para efectuar la prueba. Ese es el tiempo 1, la acción se agotaría en sus fines si pudiera llevarse a cabo sin más, sea cual fuere el resultado diagnóstico. Pero esto será puesto en cuestión cuando el paciente termine apuñalándolo, resignificando con sus consecuencias el hecho de la desobediencia: allí el tiempo 2.

Del orden del azar, como ya dijimos, es la localización de la herida (que luego, a pesar de ello, tiene consecuencias significativas) y del orden de la necesidad, el cuadro clínico que exhibe el paciente y su brote psicótico (inducido por esteroides, primer tratamiento prescripto por el equipo).

¿Qué lugar ocupa entonces la interpretación por fuera del ámbito jurídico, a grabador apagado, de Cofield?

El auditor cede ante el pedido de Chase: es éste quien demanda un sentido para lo ocurrido, develando en ello el momento de construcción de una modalidad de respuesta a adoptar.

La interpretación abre el juego. Chase no ha aparecido en escena luego de recuperar el conocimiento, por lo que no sabemos cómo ha respondido a los aconteciminentos. Tampoco sabremos si acepta la explicación, si asume alguna de las tres alternativas, o las tres, como verdaderas, pero lo cierto es que no desmiente ni impugna ninguna. ¿Qué estatuto tiene este movimiento? ¿Se trata de una apertura hacia un posible tiempo 3? Si bien es cierto que la interpretación sorprende a Chase, es decir, lo dispara hacia un nuevo sentido de su acción, lo que hace Cofield termina obturando el panorama: en cualquiera de las opciones es House el responsable/culpable/promotor de lo ocurrido. Si Chase adopta estas explicaciones (y conjeturamos que lo hace al menos parcialmente, al no refutarlas) estará proyectando de lleno en House la responsabilidad de lo ocurrido, racionalizando además con argumentos prestados por Cofield.

El capítulo finaliza luego mostrando a un Chase ofuscado y de muy malos modales hacia House, lo que confirma esta manera de pensar su respuesta. No acepta las disculpas de su jefe, quien contempla los intentos por recuperar la movilidad de las piernas.

No sabemos qué sucederá después, poco tiempo ha pasado desde el apuñalamiento. Por el momento Chase no parece encaminarse a advertir la posición que toma frente a este Otro amado/odiado y las razones por las que lo hace.



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