Inicio > Congresos Online > III Bienal > Salud Mental y peligrosidad en Terry Gilliam > Salud Mental y peligrosidad en Terry Gilliam

Salud Mental y peligrosidad en Terry Gilliam

por Abelaira, Paula, Fernández Garbin, Nicolás Ezequiel

Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires

El cine ha sido, al menos durante el Siglo XX, de gran importancia para la transmisión de diversas concepciones culturales sobre las temáticas que circularon y aun circulan masivamente y sin mayor reflexión. La presentación de estereotipos con atributos de fácil identificación y acciones fantásticas e idealizadas, han sido fundamentales como referencia para replicar discursos hegemónicos a través del devenir de las generaciones. No han sido una excepción las diferentes problemáticas sociales propias de cada época y entre ellas la salud mental, que hoy nos convoca en estas breves líneas.

Sorprende y entusiasma encontrarse con materiales que exhiben de otro modo la complejidad de los entramados con los que sus ficciones se construyen y que dejan como saldo al menos la posibilidad de quedar interpelados como espectadores.

Terry Gilliam desde fines de los ’80 en adelante dirigió una serie de películas en las que propone mundos donde la locura cobra un protagonismo central y con el tratamiento narrativo que hace de ella sitúa, de un modo muy preciso, conceptos de la salud mental que se encuentran en sintonía con los desarrollos teórico-políticos desde una perspectiva de derechos, como herramientas para la protección jurídica de las personas con padecimientos mentales.

Por un lado, explora la relación establecida casi por default entre las problemáticas de salud mental y la peligrosidad. Propone siempre en serie a la cárcel y al manicomio, en un continuo donde lo sanitario se confunde con el encierro. Graficado explícitamente en Brazil, hace clara referencia a la crítica foucaultiana sobre las coordenadas de la sociedad panóptica y el papel que juega la medicina psiquiátrica, modelo asilar-manicomial, como agente de control y seguridad. También en 12 Monkeys, un criminal recluso en una suerte de correccional dirigido por una junta médica viaja al pasado donde lo detiene la policía y es encerrado en una institución psiquiátrica.

Paralelamente, el guion de estas películas nos muestra las coordenadas por donde la sociedad concibe a la locura, es decir su relación a la peligrosidad y el orden social. Pero ¿quién es finalmente el peligroso?

En Brazil, el foco de la trama queda enmarañado en el accionar neurótico de Sam Lowry y en los efectos tan nocivos para sus semejantes, que concluyen con el destino trágico de su partenaire interrumpiendo drásticamente su idilio. En The Fisher King, a vuelo de pájaro podría decirse que el “peligroso” es Parry, un delirante vagabundo que vive entre los caños desde el asesinato de su mujer pero que, sin embargo, quien atenta contra cada uno de los personajes es Jack Lucas con un intento de redención de su culpa neurótica tras el derrumbe de su propio narcisismo. En esta misma línea se ve reforzado el modo en que presenta a la locura en 12 Monkeys y en Tideland, en donde por un lado Jeffrey Goines, compañero de Cole en el neuropsiquátrico se muestra más florido en su sintomatología, siempre desde un lugar disruptivo y por ende es a quien consideran el más peligroso. Por otro lado Dickens, un muchacho con claras manifestaciones psicopatológicas, incluso en su modo de moverse, de interactuar y de sufrir, pero que no se aleja de la locura del resto de los personajes: los padres de Jeliza-Rose con severas problemáticas de consumo, la vecina con su relato delirante. Distintos modos de violencia frente a los que queda expuesta Jeliza-Rose que quedan algo diluidas en una primera lectura frente al riesgo en el que se encuentra en los momentos en que está junto a Dickens.

¿Qué vehiculiza esto?

El miedo, nuestro rechazo como espectadores, no frente a la locura, sino de cara a estos modos de presentación tan ruidosos, donde hasta morfológicamente hay una distinción, en los movimientos, en las jorobas, en ciertas deformidades cercanas a lo monstruoso que permiten sostener una diferencia entre “nosotros, los sanos y ellos, los enfermos”. La figuración de un otro monstruoso que amenaza mi integridad como persona y que surge a flor de piel en estas concepciones que circulan sobre la salud mental pero que, además, son también la base de todo discurso xenófobo. Ese ruido que nos captura imaginariamente y que nos invita a perder de vista lo peligroso que resultan las acciones de la “gente normal”.



NOTAS




FORUM

moderación a priori

Este foro es moderado a priori: su contribución sólo aparecerá una vez validada por un/a administrador/a del sitio.

¿Quién es usted?
Su mensaje

Este formulario acepta atajos SPIP [->url] {{negrita}} {cursiva} <quote> <code> código HTML <q> <del> <ins>. Para separar párrafos, simplemente deje líneas vacías.



Película:

Título Original:

Director:

Año:

País:

Otros comentarios del Autor: