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Segregación en la era digital

por Carballido, Camila

Universidad de Buenos Aires

Resumen:

El fenómeno de la cultura de cancelación se propaga a la velocidad en que la información circula a través de las redes sociales, generando una vigilancia voluntaria que promueve la censura de artistas, docentes, obras literarias y cinematográficas. La construcción ilusoria de una dicotomía entre el bien y el mal da lugar al enfrentamiento que busca eliminar a aquellos sujetos que encarnan los supuestos males, un silenciamiento que no permite la presencia de la torpeza, la ambigüedad o el debate. Se propone la interlocución entre “Jagten” y “White bear” con la finalidad de desplegar los mecanismos que subyacen a la eliminación simbólica de los sujetos en el espacio virtual, estableciendo así una lectura en relación con las propuestas freudianas de la constitución libidinal de las masas, la segregación como un elemento fundamental en la estructuración subjetiva y establecer una posible relación con los fenómenos segregativos contemporáneos. En última instancia, se explora la deslocalización del mal, vinculada estrechamente a la hipercomunicatividad actual y a los límites difusos entre el interior y el exterior del sujeto. En un mundo donde se proclaman discursos en Nombre del Bien, es necesario cuestionar cuánto espacio se brinda a la tolerancia hacia lo verdaderamente diferente.

Palabras Clave: Cancelación | Cacería | Segregación | Era-digital

Segregation in the Digital Era: Exploring Cancel Culture

Abstract:

The phenomenon of cancellation culture spreads at a speed at which information travels through social networks, creating a volunteer surveillance that promotes censorship of artists, teachers, literary and cinematographic works. The illusory construction of a dichotomy between good and evil raises the confrontation that seeks to eliminate those subjects who embody the supposed evils, a silencing that doesn’t admit clumsiness, ambiguity or discussion. The dialogue between "Jagten" and "White bear" is suggested with the purpose of deploying the mechanisms that underlie the symbolic elimination of the subjects in the virtual space, thus establishing a reading in relation to the Freudian proposals of the libidinal constitution of the masses, segregation as a cornerstone of subjective structuring and establish a possible relationship with contemporary segregative phenomena. Ultimately, the relocation of evil is explored, closely linked to the current hyper-communicativeness and the diffuse limits between the inner and outer of the subject. In a world where speeches are proclaimed in the Name of Good, it is necessary to question how much space is given to tolerance towards what is truly different.

Keywords: Cancellation | Hunting | Segregation | Digital-era

Introducción

En el marco de la Práctica de Investigación: Cine y Subjetividad, el presente trabajo tiene como objetivo realizar un análisis del fenómeno de la cultura de la cancelación, considerando los elementos que conforman esta manifestación en el ámbito digital. Para ello, la interlocución entre “Jagten" (Thomas Vinterberg, 2012) y el capítulo de la Serie Black MirrorWhite bear” (Brooker, 2013) nos permite situarnos en el umbral del acto, trascendiendo la mera construcción de un escenario argumentativo y propiciando el diálogo entre conceptos del psicoanálisis.

La cultura de la cancelación es un fenómeno conceptualizado en el siglo XXI que consiste en rechazar de forma tajante actos y dichos que transgredan ciertas reglas establecidas concernientes a cuestiones de género, discriminación o consideraciones morales, a través del uso de redes sociales. Dicho de otro modo, se trata de una adaptación macabra del principio de la ley del Talión, que establece que el castigo por un delito debe ser idéntico en naturaleza y magnitud del daño causado por el acto criminal, a la era digital. En los tiempos del paradigma informacional, que integran el conjunto de medios que permiten el acceso, producción y comunicación de información presentada en diferentes códigos: texto, imagen y sonido, todos los aspectos de la vida social encuentran su correlato en el mundo virtual (Bastus, 2020). Dicho fenómeno inicia en Estados Unidos, en relación con la defensa de los derechos humanos donde los dispositivos judiciales no dan respuesta: el racismo. Consecuentemente, se extiende a diferentes movimientos que abogan por los derechos en todas partes del mundo en paralelo con el auge de las luchas de los movimientos feministas: “Me too”, “Yo sí te creo”. Aquello que comenzó en aras del bien y otorgó voces, palabras y denuncia pública a actos violentos, con el propósito de convocar la aparición de la justicia, se sistematizó de tal manera que se halla en espacios donde no se configuran este tipo de escenas –violentas, delictivas y denunciables jurídicamente–. En su lugar, el repudio público funciona como un dispositivo de eliminación del principio de alteridad (Prueger, 2021). La condena social surge como un castigo o pena de carácter inmediato, certeza plena y único sentido: no hay matices, posibilidad de aprendizaje o defensa. ¿Cuáles son los mecanismos que impulsan a una comunidad a señalar, perseguir y generar fenómenos segregativos en el contexto de la cultura de la cancelación?

En la obra freudiana se define la cultura como aquella que adquiere forma mediante una estructura libidinal, da lugar a la pérdida de cierta autonomía por parte del individuo y establece el elemento que regula los vínculos recíprocos entre los humanos. La cultura, en su afán por regular las interacciones sociales, genera frustración en el sujeto y le impone exigencias. Para su mantenimiento se requiere un sistema jurídico y que el individuo restrinja sus posibilidades de satisfacción, ya que “[...]el poder de esta comunidad se contrapone, como «derecho», al poder del individuo, que es condenado como «violencia bruta»” (Freud, 1930, p.94). Asimismo, Freud atribuye a la masa psicológica la particularidad de ligarse mediante una identificación con el Ideal del Yo compartida por sus miembros, lo cual implica que todos ellos colocan al mismo sujeto en el lugar del ideal, como sustituto de la función paterna (1921). De esta manera, el Ideal del Yo, como una instancia privilegiada del “Otro", se convierte en la referencia de las formaciones colectivas, las cuales pueden ser personificadas por un líder o reemplazadas por una idea, como se observa en la Cultura de la Cancelación. Los semejantes se oponen a la alteridad, a lo diverso; acercándose al ideal repelen lo extranjero. Lacan distingue el origen del fraternalismo:

Simplemente, en la sociedad [...] todo lo que existe se basa en la segregación, y la fraternidad lo primero. Incluso no hay fraternidad que pueda concebirse si no es por estar separados juntos, separados del resto, [...] hacer como si no fuera verdad debe tener, por fuerza, algunos inconvenientes (1992, p.121)

Aquel que introduce la diferencia confronta al sujeto con la proximidad del goce del Otro. El odio se erige al no soportar el goce del Otro. De esta forma, la agresividad imaginaria al semejante revela una cuestión simbólica subyacente, mediante la conceptualización de la “extimidad”, que sitúa lo más íntimo en el exterior, se desenmascara esta dinámica (Miller, 2010). En la cultura de la cancelación es el otro quien se convierte en extranjero y debe ser eliminado, produce horror e indignación en tanto reanima unos complejos infantiles reprimidos al confrontar al sujeto efectivamente con la sustracción de su propio goce.

Desarrollo

"Jagten", La Caza, (Thomas Vinterberg, 2012) nos presenta a Lucas, un maestro que se encuentra luchando por la custodia de su hijo tras un complicado divorcio. Vive en un pequeño pueblo danés y tiene un grupo cercano de amigos. Lucas trabaja en una guardaría al momento que es culpabilizado bajo acusaciones falsas de haber cometido abuso sexual a una niña, Klara. La niña, que asiste a la guardería donde él trabaja, es hija de su mejor amigo. A medida que la comunidad del pueblo lo señala y lo excluye, Lucas se convierte en un blanco de agresión y persecución por parte de sus vecinos, a pesar de que no se pruebe su culpabilidad. Un hombre inocente sufre el juicio de la fuerza social y le suplica a su amigo de toda la vida: "Mírame a los ojos. Mírame a los ojos. ¿Qué ves? ¿Ves algo? Nada. No hay nada. No hay nada."

Por otro lado, "White bear", Oso Blanco, es un episodio de la serie de televisión "Black Mirror" (Charlie Brooker, 2013), que nos da a conocer a Victoria, quien despierta en una casa sin recuerdos y al salir de ella es perseguida por sus vecinos que la filman con sus celulares, mientras un grupo de “cazadores” portan armas e intentan alcanzarla. Hacia final del capítulo descubre que está atrapada en una puesta en escena teatral, donde todas las personas con las que se cruzó son actores, actrices y residentes voluntarios que participan en la tortura como castigo por ser cómplice de un homicidio cometido por su pareja. La narrativa examina las consecuencias de la agresión en un mundo obsesionado por el entretenimiento y la vigilancia.

I. La cacería en la cultura de la cancelación

“Lo igual carece del contrincante dialéctico que lo limitaría y le daría forma: crece convirtiéndose en una masa amorfa." Byun-Chul Han, 2022.

Jagten (2012) y White bear (2013) se entrelazan en una misma metáfora: la cacería. En ambos medios fílmicos se observan referencias estéticas de la actividad, como sus componentes amenazantes: la mirada y la persecución. Se desplegará un análisis en torno a los fenómenos segregativos que se dan en las masas, emprendiendo un viaje que alcance elementos actuales de la cultura de la cancelación. Según Freud “Hoy los seres humanos han llevado tan adelante su dominio sobre las fuerzas de la naturaleza que con su auxilio les resultará fácil exterminarse unos a otros, hasta el último hombre.” (1930, p.140), afirmación que atraviesa el paso del tiempo hacia las problemáticas actuales donde el desarrollo tecnológico en manos del humano ha hecho un traspaso del poder de los cuerpos al poder de las almas, Byung-Chul Han conceptualiza la psicopolítica en el cual los sujetos se someten a sí mismos por un proyecto propio que le sirve de disfraz a la ilusión de libertad del neoliberalismo, “se ajusta a la psique en lugar de disciplinarla y someterla a coacciones y prohibiciones. No nos impone ningún silencio. Al contrario: nos exige compartir, participar, comunicar” (2014, p.21). En Jagten el personaje principal, Lucas, es culpabilizado bajo acusaciones falsas de haber cometido abuso sexual a una niña. Si bien, la comunidad del pueblo plantea desde el inicio un ’protocolo’ para llevar a cabo el caso, se halla un forzamiento a la exclusión y desestimación de la justicia: si bien Lucas es denunciado no se prueba su culpabilidad. Sin embargo, es la sociedad la que mantiene su creencia como valor de prueba y decide dirigir sus impulsos más agresivos hacia el protagonista. Se desoye a la niña que en reiteradas escenas confiesa haber inventado dicha situación y revela que Lucas no ha hecho nada. Bajo el carácter moralizador y universal de «los niños solo dicen verdades» se coagula la posibilidad de intervención y con ella la oportunidad de una singularidad situacional, aquella regla es la ley del todo que no admite que ingrese lo singular (Lewcowicz, 1998). En palabras de Byung-Chul Han “Sin darle más vueltas, nos dejamos llevar por el: esto es así y punto” (2022, p.14). Actualmente, la cultura de la cancelación en la sociedad emerge como regulatoria en relación a la medida de la moral en términos de particularismo “cuando una parte del universo pretende imponer su regla particular como ley del todo” (Lewkowicz, 2004, p.4). Se traza en la misma línea White bear, donde Victoria despierta en una casa sin recuerdos acerca de su vida, y al salir de ella es perseguida. A medida que avanza el capítulo, se revela que esta persecución es en realidad una representación teatral diseñada para torturar a la protagonista. El castigo al que se ve sometida no afecta su cuerpo físico, sino que está dirigido hacia su alma, en términos de la psicopolítica. Victoria es acusada de ser cómplice de un homicidio que cometió su pareja. El copartícipe se suicidó, por ende, para no dejarla escapar de su destino mortificante la obligan a revivir una y otra vez aquella tortura borrando su memoria, de esta forma, es quien recibirá toda la violencia que la sociedad tiene para depositar en su figura externa. El anonimato se conserva en la masa, y más específicamente detrás de la pantalla; el elemento más perturbador quizá sean los espectadores que la observan desde sus celulares, se aproximan con sus cámaras y recrean el escenario íntimamente distante de los tiempos tecnológicos actuales.

En “Psicología de las masas y análisis del yo” se considera que la característica unificadora de la masa son las ligazones libidinales. Además, se distingue entre las masas que tienen un líder identificable y aquellas que carecen de uno; en el caso de las últimas, es posible que se pueda sustituir al líder “por una tendencia compartida, un deseo del que una multitud pudiera participar.” (Freud, 1921, p.95). Freud plantea que esta idea conductora podría ser el odio hacia una persona o institución, de manera que producirá iguales ligazones afectivas que las dependencias positivas, el odio es lo que hallamos en las redes sociales donde se generan comunidades digitales sin experimentar el encuentro con alguien distinto siendo adoctrinados por nuestras propias nociones (Byung-Chul Han, 2022). Se configura la intolerancia digital a todo aquello que difiere de nuestras propias creencias. Freud conceptualiza la ligazón libidinal de las masas por identificación donde se coloca a un objeto en el lugar de su Ideal del Yo, de esta forma se identifican entre sí en su yo (1921). Le Bon afirma al respecto que el sujeto “Aislado, era quizás un individuo culto; en la masa es un bárbaro, vale decir, una criatura que actúa por instinto. Posee la espontaneidad, la violencia, el salvajismo y también el entusiasmo y el heroísmo de los seres primitivos” (Freud, 1921, p. 73). Se establece una analogía entre el sujeto que integra la masa y la manifestación del salvajismo, lo primitivo. Si bien, el humano dista de poseer las características anímicas del animal en manada, la metáfora tiene la finalidad de poner de manifiesto una regresión a momentos anteriores del psiquismo en la ligazón de la masa. Se observa el intento de captura de un sujeto como si fuera una presa en ambas películas, la masa que persigue al sujeto actúa como aquel grupo que caza un animal; inmiscuida en el interés colectivo despliega sus impulsos más agresivos contra su presa tentado a devorarla (eliminarla). De esta forma, el fenómeno de la cultura de la cancelación nos digitaliza la cacería de los filmes; al alcance de nuestros dispositivos digitales se puede predicar la eliminación de un sujeto, su borramiento tanto en el espacio virtual como su participación en la comunidad, el celular es el dispositivo de puntería donde se esconde la mirada. En Jagten, a Lucas no le permiten el ingreso al supermercado del pueblo, la condena social carece de consideraciones sobre derechos y justicia, ya que su objetivo final es la expulsión. Mientras que en White bear, parte del enigma gira en torno a una señal televisiva que se emite en todas las pantallas. Esta señal plantea la pregunta de por qué los espectadores se convierten en cómplices y no hacen nada más que observar.

–Victoria: “Entonces la señal es lo que los hace actuar así?”
–Jem: “Supongo que siempre fueron así en el fondo. Solo necesitaban que las reglas cambien, que nadie intervenga”.

O en verdad, que todos participen. Es así que Byung-Chul Han afirma “La técnica de poder propia del neoliberalismo adquiere una forma sutil, flexible, inteligente, y escapa a toda visibilidad” (2014, p.20).

II. La mirada condenatoria

“El caníbal, como es sabido, permanece en esta posición; le gusta [ama] devorar a su enemigo, y no devora a aquellos de los que no puede gustar de algún modo” Freud, 1921.

Los vecinos de la comunidad de White bear y el pueblo dinamarqués nos permiten afirmar que algo íntimo deberá jugarse en el sujeto de la masa que libra sus odios hacia el exterior. Bajo la fórmula del “narcisismo de las pequeñas diferencias” Freud (1930) postula la vertiente narcisista que le permite abordar el antisemitismo; se interroga acerca de los fenómenos de sociedades y pueblos vecinos que tienden a desarrollar relaciones de odio y aversión entre sí. Hay una tendencia al odio y conflicto, donde la creación de un enemigo en común logra una mayor cohesión en las ligazones libidinales de la masa. «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» es el mandato que retoma para evidenciar las contradicciones que surgen en amar aquello que se encuentra próximo. Tanto en el capítulo de Black Mirror como en Jagten la cercanía del semejante es lo que personifica al gran cazador; Victoria despierta en un barrio donde todos sus vecinos corren tras ella, mientras que a Lucas, sus amigos más íntimos y compañeros de trabajo le confieren sus peores impulsos. El odio encuentra su objeto en el campo de lo vecinal, de lo próximo, de lo semejante. Las pequeñas diferencias que fueron pretexto discriminatorio con relación a la etnia y el origen, se extrapolan en tiempos de hiperconectividad a lo discursivo: en la cultura del escrache prima la diferenciación ideológica, el uso moralmente adecuado o inadecuado para la sociedad de determinadas palabras o expresiones, en nombre del bien los sujetos se lanzan a la pesca del detalle que será motivo incriminatorio para establecer la diferencia. Las exposiciones voluntarias en las redes sociales le prestan servicio a mecanismos invisibles de exclusión donde las pequeñas diferencias se encuentran en el plano discursivo, algunas son tomadas como rasgos del Ideal del Yo, que conmueven al sujeto en su posición. La existencia de un extranjero que se ubica en lo políticamente incorrecto permite a los sujetos acortar la distancia con el Ideal, siendo el odio el hechizo que unifica. Victoria se quiebra en un factor particular y elemental de la trama: desespera al ver dos personas grabando su padecimiento. Intenta reducir la distancia, golpea sus celulares para lanzarlos al piso, dirige su mirada a los ojos de aquellos y exclama “soy un humano”. La salvación es que la miren, y en esa mirada cause efecto el reconocimiento de ser de su misma especie; a su imagen y semejanza. Los celulares median entre la imagen nítida e inabarcable de la realidad, enmarcan la escena, la recortan a medida de la ilusión de que todo puede ser visto a través de su pantalla, en paralelo con posibilitar la desensibilización frente al dolor del prójimo. Caen los celulares de aquellos espectadores y ante la exposición sin edulcorante del sufrimiento, huyen sin devolverle la mirada. Los usuarios de las tecnologías de la comunicación apoyan movimientos de exclusión refugiados bajo su manto de invisibilidad, que lejos de acercarnos, nos convierte en meras piezas a ser tomadas como objetos de goce dentro de la cultura. En la era del linchamiento digital, son las pequeñas diferencias las que se asumen como una brecha insalvable y conforman nuevas modalidades de fenómenos segregativos.

Para el psicoanálisis es la segregación un componente originario y fundamental en la estructuración subjetiva; hay un rechazo primordial que expulsa algo de sí mismo hostil “A partir de esa repulsa primordial se construirán los límites, límites siempre imprecisos entre interior y exterior”. (Mozzi, 2012, p.542). Segregar proviene del latín segregare, que significa apartar de un rebaño, bajo la óptica psicoanalítica será volcar afuera algo que fue concebido adentro. A diferencia del capítulo de la controvertida serie, Jagten nos hace saber desde sus comienzos que Lucas es inocente, sin embargo, no se preocupa por incluir en la narrativa el eje judicial. Nos deja en conocimiento de que la denuncia es efectuada pero no aparece en escena: vemos a Lucas irse en un auto policial, nos enteramos a través de un llamado que resulta inocente ante la ley, acto seguido lo vemos reencontrarse con su hijo. El filme no se detiene allí, en tanto no coloca las nociones de culpabilidad o inocencia como conceptos que discierne y otorga la justicia. No aguardamos el juicio, no escuchamos alegatos, la condena ya está hecha mucho antes de que el personaje suba al auto policial. El dictamen es la mirada de la sociedad. Freud postula la pulsión de muerte, como representante de la tendencia a la destrucción íntimamente ligado al afecto del odio. La fuerza destructiva que vehiculiza toda la trama implica considerar la tendencia agresiva freudiana originaria: en la estructuración subjetiva lo exterior en un primer momento es causa de repudio. Por ende, dicho afecto será indivisible del sujeto. Se observan en los fenómenos segregativos la tendencia a formar grupos con fronteras, para poder colocar a un otro extranjero como solución para no renunciar a pulsiones agresivas primitivas:

No sabemos por qué habría de tenerse tan gran sensibilidad frente a estas particularidades de la diferenciación; pero es innegable que en estas conductas de los seres humanos se da a conocer una predisposición al odio, una agresividad cuyo origen es desconocido y que se querría atribuir a un carácter elemental. (Freud, 1921, p.97).

La vida en comunidad implica la renuncia a aquellas fuerzas destructivas pulsionales, en tanto se posibilite dirigir sus impulsos hacia otras metas. Sin embargo, si una comunidad puede servirse de la noción de culpabilidad para impartir sus propios deseos de destrucción por sobre el sujeto acusado, en tanto no hay un ordenamiento de la ley como organismo que debiese tomar partido, emerge el individuo digital que posee en las herramientas mismas del sistema cibernético la chance de no renunciar a esas pulsiones. White bear, de forma ingeniosa no nos desliza la información de quién es o qué hizo Victoria sino hacia el final del capítulo: fue cómplice de un delito. El pasado de Victoria, tanto para ella como para nosotros, es un enigma. Lo único que nos acerca a ella es el carácter de pertenecer a la misma especie, de forma que no establezcamos una distancia con ella, “la criminal”, nosotros mismos. Para Victoria el castigo tiene carácter de continuidad cíclica, el desenlace nos muestra un calendario que tacha el decimoséptimo día de pena. La reinserción social o la educación en materia de delito no es una cuestión por tratar, sino más bien le borran la memoria para poner en acción el show del castigo de forma ilimitada, sirviendo a la comunidad como mecanismo de satisfacción pulsional. Miller interroga “¿Cuál es, pues, ese otro con el cual estoy más ligado que conmigo mismo, puesto que en el seno más asentido de mi identidad conmigo mismo es él quien me agita?” (2010, p.18)

III. Más allá del discurso

“El pensamiento que supone consistencia lógica busca en cualquier paradoja un error o truco. Eso se le pide al mundo: que sea consistente.” Lewkowicz, 2004.

Históricamente las conceptualizaciones del bien y el mal han sido antagónicos imaginarios que se introducen en los vínculos recíprocos de los sujetos, que en su fórmula están hechos de la misma sustancia:

Hay una inercia de lo imaginario que vemos intervenir en el discurso del sujeto, inercia que enturbia este discurso y hace que no me dé cuenta de que, cuando le deseo el bien a alguien, le deseo el mal, cuando lo amo, es a mí mismo a quien amo, o cuando creo amarme, en ese preciso momento amo a otro. (Lacan, 1954, p.143).

A través de las conceptualizaciones freudianas en su indagación acerca de la rivalidad entre ciudades se halla que se coloca el mal en el lugar que ocupa el extranjero, el Otro. La hipercomunicación, impulsada por el avance de las tecnologías de la información, crea conexiones superficiales y debilita las relaciones genuinas. (Byung-Chul Han, 2014). En la esfera actual el mal no se localiza en grupos o etnias delimitados por su localización geográfica u origen, sino que la hipercomunicatividad implica que las fronteras desaparezcan, ya no hay fraternidades antagónicas sino otros contra otros, confrontando al sujeto con la posibilidad de que continuamente cualquier sujeto singular es y puede convertirse en el mal, Freud refiere “los dos procesos, el del desarrollo cultural de la multitud y el propio del individuo, suelen ir pegados, por así decir. [...] El superyó de la cultura ha plasmado sus ideales y plantea sus reclamos” (1930, p.137).

Ambos films, en concordancia con los rasgos de la época actual, eligen darles forma a sus relatos con antagonismos de naturaleza puramente moral: aquellos que han cometido un delito (o se presume que lo han hecho) y aquellos que no. El pequeño pueblo dinamarqués presenta habitantes que mantienen cercanía y espacios de actividades compartidos en conjunto. Mientras que, en Oso Blanco los ciudadanos son voluntarios para actuar de vecinos en el castigo a Victoria, para construirle su propio escenario siniestro. La persecución de quienes transitan por sus propias calles y concurren a los mismos negocios determina que en ambos casos, el terror y la agresión perfilan la calidez familiar de sus acechadores. Miller toma el concepto de extimidad lacaniano para echar luz a la ingenuidad propia del sujeto acerca de su desconocimiento sobre los límites entre el exterior y el interior, “la extimidad es para nosotros una fractura constitutiva de la intimidad. Ponemos lo éxtimo en el lugar donde se espera, se aguarda, donde se cree reconocer lo más íntimo” (2010, p.18), en aquello que se odia del exterior y está estrechamente vinculado a mí más que yo mismo, se resguarda lo más íntimo del sujeto; su propio goce y la proximidad con el goce del Otro. Lo que se rechaza es aquello que tiene modos de goce que difieren con el propio.

En la cultura del escrache que va a la caza del discurso políticamente correcto se descubre que no es la posición ideológica ideal para nuestro momento histórico ni la elección de las palabras moralmente correctas lo primariamente juzgado y rechazado, sino que tal acepción nos coloca ilusoriamente en un conflicto que podría referirse únicamente a problemáticas del lenguaje o modos de razonar. Sin embargo, se observa un plus del plano discursivo que insiste en el borramiento del que introduce la diferencia. Para Lacan el significante es incapaz de dar directamente con el significado, hablar siempre es desplazar, por ende, hay algo que incumbe a lo que en el discurso no es lenguaje, el discurso que cumple la función de organizar los modos de gozar (Lacan, 1954). En este sentido, se introduce el plano simbólico, de manera que no es puramente una cuestión imaginaria del uno a uno, sino aquello que reduce las distancias con el goce del Otro confronta al sujeto mismo a su propio modo de gozar, articulando una relación íntima con el Otro al que se desea exterminar. Freud toma como ejemplo el ataque epiléptico donde el cuerpo propio reacciona y se mueve de forma que le es impredecible al sujeto configurando un aspecto siniestro en tanto surge en lo más familiar para el individuo mismo, de modo que conceptualiza aquella impresión perturbadora como “lo ominoso” (1919). Aquel aspecto de lo familiar refiere a lo antiguo de la vida anímica que “[...] destinado a permanecer en lo oculto, ha salido a la luz” (p.241). Por este motivo, la agresión a aquello que emerge en el exterior es lo más éxtimo del sujeto, lo confronta con una vertiente íntima, de forma que la perturbación ominosa que le genera al sujeto tiene que ver con su propio modo de gozar. El ser digital es carismático y políticamente correcto, su actividad principal es acusar de forma sistemática, dicha inclinación es a costas de su propia incomodidad con aquello que se le presenta como disruptivo, donde todos los Otros pueden ocupar ese lugar.

Oso Blanco y Jagten configuran la tortura en el siglo XXI, las agresiones físicas son reemplazadas por la tentación del borramiento del sujeto, de la censura del ser mismo. Hacia el final de Jagten se produce un salto en el tiempo, donde muestra a Lucas en reunión con sus amigos nuevamente, su exclusión parece haber cesado. Observamos al personaje que se dirige a cazar con su antiguo grupo y participa en una ceremonia que marca el inicio de su hijo como cazador. A los pocos minutos de permitirle al espectador del filme recobrar el aliento, emerge una silueta en el resplandor solar que empuja a Lucas hacia el piso y lo apunta con un arma, él sigue siendo el ciervo. La condena social amordaza el cambio de posición. Como da inicio Byung-Chul a su libro “Los tiempos en los que existía el otro se han ido. El otro como misterio, el otro como seducción, [...] el otro como infierno” (2022, p.9).

Reflexiones finales

Junto con el avance tecnológico se están configurando nuevas modalidades de segregación. En este contexto, la posibilidad de la comunicación sin fronteras permite que las ideas segregativas se conviertan en líderes que unen y guían a los individuos que forman parte de ellas, deslizando así el carácter originario e inherente de la conformación libidinal de masas a la hipercomunicatividad actual. La era digital construye mundos virtuales donde los sujetos participan de forma voluntaria y activa, de modo que al no existir un organismo que medie aquellos intercambios se encuentran librados a las satisfacciones pulsionales de cada individuo. La pretensión de convocar a la justicia y la posibilidad de la masificación que brindan los medios de comunicación digitales dialogan de tal manera que los usuarios, en su relación individual con su propio mundo virtual, son quienes dictaminan construcciones acerca de la verdad y lo correcto en función de sus creencias personales. La cultura de la cancelación es totalizadora, pretende aniquilar la diferencia; en su lucha por predicar el “bien” exige el silenciamiento pleno del otro. Como si todo ya se hubiese pensado, pretende solidificar el discurso, aboliendo la posibilidad de estimular los debates a partir de las diferencias, cae en reduccionismos imaginarios que obturan la posibilidad de diversidad cultural. Las formas “correctas” y protocolares del decir no implican las maneras inclusivas del hacer. La localización del mal en las siluetas digitales que representan a los Otros crea, para el agente del escrache, una protección engañosa que los exime ilusoriamente de todo mal.

Cada época posee su malestar, por ende, el psicoanálisis como práctica del cuerpo singular permite habilitar la lectura de fenómenos contemporáneos. No se pretende caer en posiciones morales acerca de las dinámicas culturales actuales, sino configurar los mecanismos subyacentes que las componen. Continúa siendo pertinente indagar acerca de las consecuencias de la negación de la diferencia en los mundos virtuales, que tiene incidencia en la vida real de los sujetos, siendo la diferencia íntimamente necesaria para la construcción de la identidad. Para posibilitar los espacios educativos, los movimientos culturales y el tratamiento del sujeto en su padecer, es necesario estar alertas. Lacan nos señala nuestra ingenuidad al afirmar: “¡Si hay algo en lo que creen es en la gramática!” (1955, p.131), con el propósito de prevenirnos de caer en la tentación del más corrupto de los conforts: el intelectual.

Referencias:

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Lewkowicz, Ignacio (2004). Paradoja, infinito y negación de la negación.

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Message from Pablo Méndez  » 11 de septiembre de 2023 » licpablo@yahoo.com 

El capitulo de Black Mirror, Oso Blanco, resulta un tanto inquietante ya que al comenzar ya se plantea la persecución sufrida por la protagonista, donde todo parace una especie de juego macabro, donde ella es perseguida e intentan asesinarla junto a otros compañeros ocasionales, aunque todavía no sabemor por qué motivo. Se dan algunos fenómenos de masa, donde hay espectadores que miran y filman continuamente, pero sin involucrarse o ayudar a la víctima. Freud decía que en las masas el superyo tendía a ser menos severo, ya que somos como empujados o llevados por el grupo, y nuestra capacidad de juzgar puede verse reducida. Tal como analiza la autora del artículo, se puede ver el tema de la cancelación, y de la "supuesta justicia" hacia la protagonista en esto del "ojo por ojo diente por diente" ya que le hacen padecer una situación similar a la que ella hizo sufrir a una niña. Le preguntan si disfruta lo que está pasando, como esto de :_has visto lo que haz hecho, aqui tienes tu merecido. Finalmente algo de lo que sucede en las redes sociales, también se ve en el capítulo cuando la gente filma la persecución los límites entre lo público y lo privado quedan desdibujados.



Película:La cacería | Black Mirror: Oso blanco

Título Original:Jagten (The Hunt) | Black Mirror: White Bear

Director: Thomas Vinterberg | Carl Tibbetts

Año: 2012 | 2013

País: Dinamarca | Reino Unido

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