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La división subjetiva

por Rozenzon, Milena

Universidad de Buenos Aires

Resumen:

El objetivo de este trabajo es relacionar la propuesta de la serie de ciencia ficción “Severance” con los desarrollos lacanianos sobre la subversión del sujeto, las formaciones del inconsciente y otros conceptos tales como la angustia, el deseo y la demanda, entendiendo que se trata de una crítica a diversos problemas sociales en los cuales habría un objetivo por anular la subjetividad con el desarrollo de la tecnología.

Palabras Clave: Angustia | Defensa | Inconsciente | Tecnología

The Human Division in the Identity Imperative

Abstract:

The aim of this work is to relate the proposal of the science fiction tv show "Severance" with the Lacanian developments on the human or subject subversion, the formations of the unconscious and other concepts such as anguish, desire and demand, understanding that it is criticizing a variety of social problems in which there would be an objective to cancel or deny subjectivity with the development of technology.

Keywords: Anguish | Defense | Unconscious | Technology

Introducción

¿Cómo sería la vida sin trabajar? Sin dudas se trata de una fantasía que ha aparecido en la mayoría de los individuos. Esta producción reflexiona y problematiza cómo sería el mundo en el cual el trabajo, el empleo, se encuentra tajantemente separado de la vida privada. Seguimos así las historias de un grupo coral de personajes, en el cual se destacan las de Mark, Helly e Irving.

En esta ficción nuestros personajes han decidido someterse a una cirugía la cual produce que, dentro de la oficina, no exista la posibilidad de tener ningún recuerdo o conocimiento sobre la vida privada, ni siquiera el nombre propio. Sólo se cuenta con memoria procedural, por ende, pueden ejecutar las tareas acordes para cada puesto (como, por ejemplo, utilizar una computadora).

La empresa que ofrece estos servicios, Lumon, expresa que se trata de un servicio el cual ayudaría a las personas a mantener su vida privada separada del trabajo. Así, nos interrogamos qué es lo que lleva a los personajes a tomar esta decisión, ya que si bien esta propuesta se vende con el fin de solucionar los problemas que emergen de la relación entre el sujeto y su empleo, el costado distópico de este avance tecnológico no tarda en aparecer.

El título de esta ficción alude a la separación, la cual refiere a que un mismo cuerpo se someta a la división, como ellos plantean, de la conciencia. Sin embargo, desde una perspectiva lacaniana se podría pensar que se trata más bien del sujeto dividido, es decir, de un sujeto atravesado por un desconocimiento. A lo largo de los capítulos se puede pesquisar cómo se va construyendo una verdad, algo del orden del deseo, cuando estas otras versiones de los personajes empiezan a vincularse y definirse como sujetos dentro de un espacio en el cual se les exigía ser justamente todo lo contrario.

La tecnológica defensa ante la angustia

En primer lugar, situamos que si bien la mayor parte de la trama sucede dentro de la oficina, podemos ver el mundo real de Mark, nuestro personaje principal. Al entrar a trabajar, desconociendo quién es, si tiene familia, intereses, o cualquier tipo de información de su presente o su pasado, se muestra como una persona simpática, alegre, asertiva. Todo cambia cuando baja por el ascensor del edificio de Lumon; su expresión se trastoca radicalmente. Fuera del trabajo, Mark se encuentra automatizado, bebe alcohol con frecuencia, apenas se relaciona con gente. Se lo ve, sin dudas, angustiado.

Prontamente nos enteramos que ha quedado viudo, que su esposa falleció en un accidente, y si bien intentó continuar enseñando en la universidad, según su hermana, no lo logró. Para poder seguir consiguiendo dinero –ya que debía seguir trabajando– se sometió al procedimiento de severance. Su entorno, como por ejemplo su cuñado y amigos de éste, lo juzga, siendo su hermana quien lo apoya incondicionalmente, sin dejar de manifestar su opinión al respecto.

En Duelo y Melancolía (1917) Freud explica que no hay que considerar al proceso del duelo como un estado patológico; “Confiamos en que pasado cierto tiempo se lo superará, y juzgamos inoportuno y aún dañino perturbarlo” (p. 242). El trabajo del duelo demuestra que el sujeto es reacio a abandonar una cierta posición libidinal, pero eventualmente el yo puede hallarse libre nuevamente. En el mundo real Mark pierde a su esposa, y hay algo de ese real que no puede soportar. Su hermana lo resume con mucha simpleza: “Sólo pienso que olvidarse de ella por ocho horas al día no es lo mismo que sanar” (Stiller, 2022). Podemos ver así como el proceso de duelo es interrumpido, minimizando el tiempo en el cual se daría un trabajo de simbolización para elaborarlo.

Este trabajo ubicaría algo de lo real, de una dimensión la cual Mark no podía afrontar, pues se trata de algo que no entra en el orden de los significantes. Entre las múltiples definiciones que Lacan dio de lo real, hay una que cobra sentido ante la pérdida del objeto de amor; tratándose de aquello que no engaña en el mismo orden que el afecto de la angustia. Así, nos interrogamos cómo podría darse un trabajo simbólico para elaborar ese real al someterse a una cirugía que anularía la capacidad de ser uno mismo con el fin de taponar esa angustia.

Siguiendo esta línea, ¿acaso no se trataría de una modalidad privilegiada de la defensa? En el mecanismo de la formación de síntomas, una técnica sustitutiva que se subroga de la represión es la de aislar, la cual consiste en un esfuerzo por impedir asociaciones o determinados pensamientos. Esta corresponde de un yo que, sumamente vigilante, encuentra un conflicto entre el superyó y el ello (Freud, 1926). Si bien el análisis tiene el objetivo de que el yo abandone parcialmente esa posición de control o vigilancia, la angustia insiste, motoriza esta defensa siendo así también referente del síntoma.

Cuando nos referimos a la empresa que ofrece estos servicios, Lumon, hablamos de una entidad que se encarga de divulgar información sobre el procedimiento del Severance y su promoción. Pareciera que dentro de la oficina uno podría tener una nueva vida, y debido a que no hay recolección alguna de lo que sucede allí, al final de cuentas se trataría de una forma de vivir en la cual no se trabaja. A primera vista, se plantea como una solución para un malestar propio de los tiempos actuales, una forma de detenerse. Con un sólo cuerpo se podrían alcanzar dos modos de vida, provocando que el del trabajo, el que causaría malestar, quede por fuera. Sin embargo, como mencionamos, paradójicamente se utiliza para suprimir, reprimir, otro tipo de malestar: aquel que se relaciona con la angustia, en este caso, ante la pérdida del objeto de amor. Con este avance tecnológico el yo, teóricamente, lograría aislar por completo aquellos pensamientos inconciliables.

Empero, no hay que olvidar que si hay represión, es decir, defensa, hay retorno de lo reprimido.

La división en la apariencia de lo absoluto

La historia de Mark nos permite pensar que él no sería el único empleado que esconde profundas razones para haber elegido realizarse esta intervención. Al ver su cambio radical de actitud –teniendo en cuenta que se trata de la misma persona, o al menos del mismo cuerpo– uno se interroga qué llevó a los demás a estar allí.

Esto se refleja en Helly, quien desde el primer momento manifiesta su descontento al encontrarse allí. No sólo percibe las tareas como profundamente aburridas y sin sentido, sino que también le molesta de sobremanera no saber cómo comenzó a trabajar ahí. Además, suele señalar la inmensa cantidad de restricciones a las que están sometidos los empleados pero que parecen, según ella, normalizar. Desde la varias zonas por las cuales no tienen permitido circular, o el hecho que no puedan relacionarse con empleados de otras áreas, y menos tener conocimiento de sus vidas por fuera del trabajo.

Cuando comenta que quiere renunciar, le informan que eso no es posible ya que la decisión no la toma ella, sino su outie. Se encuentra agarrada, gobernada por las decisiones que toma su yo de afuera, es decir, su yo.

Conforme a esto, se puede hacer una relación con los desarrollos alrededor de la teoría del estadio del espejo. Esta alude a la percepción de una unidad corporal, en comparación con una percepción fantasmática de un cuerpo fragmentado, previa al reconocimiento de la propia imagen en el reflejo. Así, habría una concordancia entre la unidad del cuerpo y la formación del yo, cosa que se relaciona directamente con el nuevo acto psíquico dado por la introducción del narcisismo (Dor, 1995). El aporte novedoso de Lacan tiene que ver con el sostén simbólico, con la identificación simbólica que caracteriza, míticamente, que el lugar del gran Otro marca al sujeto señalando que él es él. El yo deviene como una formación que ortopedicamente otorgaría una suerte de unidad.

Este Otro es la sede de los significantes pero no puede significar, definir, al sujeto en su totalidad. En otras palabras, el sujeto no puede nombrarse en este gran Otro (Lacan, 1959). Así, entendemos que los significantes provocan el efecto sujeto: este se encuentra barrado, porque ningún significante lo define como ser. El yo es una formación que sólo mostraría unidad de manera ilusoria y la cual, en pos de eso, niega la castración. El conflicto no sólo surge porque la falta es inherente al sujeto mismo, sino también porque no se puede pensar en el deseo sin esta falta.

De esta forma podemos pensar que Helly, en su constante manifestación de descontento, demostraría, en parte, lo ilusoria que es la unidad del yo. Trabajar para Lumon implica permanecer en un lugar donde la obligan a ser una sola cosa, una empleada devota a su trabajo, quien ni siquiera puede circular libremente por los pasillos del edificio. La idea de sostener un ser de pura identidad se cae cuando Helly despierta en la primera escena, ya que gracias a su inherente división demuestra cómo no puede identificarse de forma absoluta con un sólo significante, en este caso, el que se relaciona con ser una empleada en Lumon y ya. Así, ella utiliza su cuerpo para avisarle a su outie –es decir, a su yo– que se niega a trabajar allí. Intenta elaborar diferentes mensajes para su yo y hasta la amenaza directa a su jefa con cortarse los dedos con una guillotina de papel. Un significante tras otro que gritaban ayuda, que revelaban una verdad y algo del orden del deseo.

Se puede situar algo similar en Irving, uno de los empleados más rectos y reacios a romper las reglas. Manifestándose en general con seriedad, admiraba a los múltiples CEOs y fundadores de Lumon, citando ocasionalmente algunas de sus célebres frases. Representaba así lo que la empresa más demandaba, un empleado trabajador y fiel a la filosofía empresarial. Sin embargo, la división subjetiva no tardó en hacerse ver. En medio de una contingencia –la cual emergió, por más que la empresa se empeñaba en que estas no aparezcan– conoce a un hombre de otro departamento, Burt. La historia de amor que surge entre ambos, de una forma muy orgánica, como un flechazo, es prohibida. Al no poder circular por el edificio y relacionarse con empleados de otras áreas –y menos aún, establecer vínculos amorosos– las condiciones están dadas para que no surja ni la más mínima posibilidad de establecer cualquier tipo de vínculo con un otro semejante.

No obstante, ellos hacen lo imposible para encontrarse. Siempre había una excusa para salir a dar una vuelta por la oficina, aunque en años nunca las hayan encontrado. El nacimiento del sujeto se puede ubicar no sólo por la extrañeza del enamoramiento, sino también por algo que ubica Lacan (1960) en relación a la posibilidad de utilizar los significantes para significar algo altamente diferente de lo que se piensa. Los animales tendrán un sistema de comunicación, pero en este no entra la posibilidad de mentir, del equívoco. El lenguaje del animal es total: “No produce huellas cuyo engaño consistiría en hacerse pasar por falsas siendo las verdaderas, es decir, las que darían la buena pista. Como tampoco borra sus huellas, lo cual sería ya para él hacerse sujeto del significante" (p 768). No habría nada más humano, ni más alejado del instinto, que acudir a la mentira para encontrarse con alguien que despierta el deseo.

La ira de Irving estalla cuando se entera que el outie de Burt, es decir, el yo de Burt, decide que es hora de jubilarse. Ambos se encuentran muy anonadados al respecto, pero el único que viviría con la angustia por la falta de ese amor sería Irving. El hombre que él había conocido se iba a morir para él, y este no iba a contar con recuerdo alguno de su existencia.

A esto le podemos agregar el verdadero antes y después en la trama, cuando Helly lleva el uso de su cuerpo al extremo con el intento de suicidio. Al haber desaparecido varios días, tanto sus compañeros como ella –su innie– se vieron sorprendidos al ver que había vuelto. Si bien antes sus tres compañeros (entre ellos Dylan, quien no solía tener un papel muy llamativo) trataban de convencerla con que el trabajo no era tan terrible y, de diversas formas, provocar que su estadía allí no sea insufrible –aunque nunca dejando de hacer hincapié en que ella estaba allí para trabajar– tras su intento por quitarse la vida mostraron una genuina compasión y sensibilidad que antes no habían demostrado.

Algo de este orden trataba de instaurar Lumon con su precario departamento de Recursos Humanos, pero nunca lo lograban. El señor Milchik, hombre que siempre se mostraba sonriente y alegre, siguiendo las órdenes de la jefa, la señora Cobel, se encontraba constantemente dando incentivos, refuerzos positivos, para los empleados. Desde desayunos exóticos hasta momentos de baile, pero ninguno de estos eventos lograba que Helly se convenciera de que se trataba de un gran empleo, o mucho menos, que se sienta mejor. A la señorita Cassey, otra empleada, le encomendaban que la vigile y esté atenta a sus conductas con el fin de asistirla si la veía deprimida, angustiada. Se acercaba y le preguntaba cómo estaba, siendo así la primera representante de la empresa en manifestar algún tipo de interés en ella. Sin embargo, su acercamiento era robótico, sus técnicas para que esté mejor consistían en simples abrazos o paseos por el edificio con el fin de distenderse. Se trataba de una serie de técnicas que, utilizadas para retenerla allí a toda costa, se empleaban para que eventualmente pudiera adaptarse a ese clima laboral, para subir su ánimo, en verdad, con el fin de fortalecerla. Se puede pensar que se trataría de múltiples maniobras que son útiles para engrandecer al yo, apuntando a un éxito adaptativo el cual, en términos del análisis, caracteriza un desvío de la dirección de la cura (Lacan, 1960).

El inesperado efecto subjetivante

El contexto de Mark demuestra que se trata de un sujeto tomado por una angustia que no puede sortear, por lo que el papel de la cirugía como herramienta para una defensa se presenta al ver que, gracias a esta, el tiempo para que la angustia se despliegue y funcione como una brújula se reduzca a las pocas horas de su vida que no se encuentra trabajando.

En esta modalidad privilegiada de la defensa, el desarrollo tecnológico juega un papel clave ya que se podría pensar que gracias a su uso, como mencionamos, el espacio para que surja la angustia y así, algo del orden del deseo, se desvanece cada vez más. Para Lacan, el deseo se manifiesta sólo si la castración está involucrada –tratándose así del gran descubrimiento freudiano (Lacan, 1959)– encontrándose entre los significantes. De esta forma, podemos pensar que esta cirugía sería una modalidad de defensa específica de la época la cual se emplea con el objetivo de velar la castración a niveles extraordinarios, involucrando al cuerpo. Nos referimos a un desarrollo tecnológico que, si bien parece lejano, desde nuestra perspectiva tiene un empleo que no dista demasiado con la tecnología que nos rodea en la actualidad. ¿Acaso no se utilizarían ocasionalmente, por ejemplo, los celulares, computadoras y consolas de juegos con objetivos similares?

En una época en la cual la productividad es imperativa, el tiempo para detenerse es escaso, por lo que este avance tecnológico se realiza con el fin de brindar una ilusión de pausa. Sin embargo, lo llamativo de su uso es lo que lo vuelve un elemento propio de una distopía, ya que serviría para anular aquello que más caracteriza a los seres humanos, su división.

En Función y Campo de la Palabra en Psicoanálisis (1953) se desarrolla cómo las formaciones del inconsciente, regidas por las leyes del significante –la metáfora y la metonimia– en la ocasión que estas sean puntuadas y oídas debidamente, revelan, hacen emerger una de las tantas verdades propias del sujeto. Lacan dijo que “El inconsciente es el discurso del Otro” (p. 774) precisamente porque cuando aparece el lapsus, la agudeza del chiste o el sueño, no es el yo el que emite ese enunciado. El lenguaje tiene la tarea de hacer de muro de estas formaciones, cosa que tiene que ver con el eje imaginario, allí donde el yo habla y habla, sumergido en su narcisismo (Rabinovich, 2005). El discurso del yo no es irrelevante, pero su sostén es pobre: como mencionamos, este es tan sólo una ilusión de unidad, pues tiene un desconocimiento crónico que no deja de negar. A estos enunciados, la palabra vacía, no hay que desoírlos, pero la verdad del sujeto sólo emerge cuando a este se lo hace hablar bajo su ignorancia, es decir, en la asociación libre.

Llegados a este punto, si bien el medium del psicoanálisis es la palabra (Lacan, 1960) nos permitimos jugar con la idea de que la verdad inconsciente que puede nacer en el marco analítico se podría comparar con lo que los empleados de Lumon demuestran cuando están trabajando. Allí dentro, articulan significantes, característica propia de la división subjetiva, cuando la premisa inicial de la empresa estipula que eso no puede ser posible, ya que a través de un procedimiento que involucra la modificación de algo del orden del organismo cambiaría en consecuencia su conducta. Podemos pensar que es en estos actos –en la constante manifestación del descontento de Helly o en la revelación amorosa de Irving– donde se manifestaría el retorno de lo reprimido, donde habría una verdad naciendo en estos significantes.

Es en el eje imaginario donde se ubica lo engañoso, la ficción de la conformidad del yo, el cual actúa dirigiendo al sujeto por el lado contrario del deseo. Esto se refleja en la vuelta de Helly al trabajo tras el intento de suicidio, ya que su yo insiste en seguir acudiendo a un lugar en el cual su innie está sufriendo, y en Mark, quien con tal de no pensar en su pérdida se interna horas y horas trabajando desconociendo completamente quien es. En este orden ubicamos la nesciencia en la que se ubican los sujetos en concordancia con su deseo, pues se trata de un saber no sabido, una ignorancia –valga decir que no es consciente– ya que este presenta justamente algo que va en contracorriente, a la negativa de lo que el yo enuncia (p. 775).

A medida que avanza la trama se va revelando este saber no sabido en cada uno de los personajes, pues lo reprimido que retorna no cesa de hacerse oír, asomándose así una revolución. Un momento nodal que termina de unir al equipo de Macro Data Refinement, más cercano al final, se da cuando Dylan, quien demostraba ser de los más entregados, un poco por comodidad, otro poco por pereza, a las reglas de la empresa, descubre que tiene tres hijos. Esta revelación, la cual se dio sin querer en una contingencia a contratiempo (la cual consistió en despertar a su innie en el mundo real) provocó un giro radical en lo que tocaba a su relación con el Severance, puesto que no podía concebir la idea de no poder saber nada de sus hijos, contactarse con ellos, estar, de alguna manera totalmente ausente para ellos por tantas horas del día. Es gracias a este hecho no planeado que el grupo acaba uniendo fuerzas para por fin escapar de allí, ya que han descubierto que Lumon puede controlarlos por fuera del espacio de trabajo al tener el poder de activar sus innies en la vida real.

Como ya lo han anticipado las historias de Helly y Burt, para escapar, la única salida es que su yo, su outie, dé el consentimiento de renuncia. En definitiva, que se sepa la verdad de cada uno. Así, tras el suceso de Dylan, se organizan para despertar a sus outies fuera del horario laboral.

Cuando este esperado momento sucede, Mark se encontraba en una celebración en la casa de su hermana. Para el alivio de la audiencia, alcanza rápidamente a explicarle que él era en ese instante su innie, y que en Lumon sucedían cosas terribles. También descubre que su esposa estaba viva, ya que ve una foto de ella y se da cuenta que se trataba de la señorita Cassey, hallazgo tétrico que da lugar a muchas dudas en lo que toca a la trama, más del lado de la ciencia ficción.

Son las revelaciones de Irving y Helly las que sorprenden debido a que por primera vez hay un atisbo de quienes son en la vida real. Respecto al primero, nos encontramos con que podría haber sido un ex militar –se invita a pensar que podría haberse tratado de su historia o la de su padre– ya que se lo muestra en su casa tranquilo, por lo que empieza a buscar objetos que le cuenten un poco su historia. Por otro lado, en lo que toca a Helly, ésta despierta en un lujoso evento. Es aquí cuando se le revela que ella es Helena Eagan, hija del CEO de Lumon y nieta del fundador. El destino de Helly como dueña de la empresa se muestra así ineludible, y pareciera que la respuesta a por qué decidió realizarse esta cirugía se puede esbozar en el orden de un mandato superyoico, familiar. Aparentemente, este evento tenía el objetivo promocionar el Severance, y ella, siendo la gran heredera de la empresa, hablaría de su experiencia a la prensa.

Dicho esto, que el deseo sea el deseo del Otro nos permite pensar que al interrogarse por el deseo se indaga desde donde se desea, entendiendo así que se trata de un lugar –el gran Otro– que antecede y barra al sujeto antes de poder constituirse como total, ubicándolo en verdad, lógicamente, como objeto (Rabinovich, 1993). Ante la pregunta de “¿Qué me quiere el Otro?” situarse como objeto de la demanda del Otro, fantasmáticamente, es una de las respuestas posibles ante la castración y el desconocimiento crónico que caracteriza a los seres humanos.

Concluimos que mientras que con Irving se puede pensar que, de forma análoga con Mark, habría un afán por suprimir una angustia que se encarga de repetir algo del orden de lo traumático (Freud, 1926), que al estar en concordancia con lo real pareciera imposible de simbolizar, con Helly pareciera que se trata de una defensa ante un superyó hipermoral que la ubica como un objeto de la demanda de un Otro, otorgándole así un falso ser, pero un ser al fin. Se ubicaría, por qué no, como un sostén de un ideal ajeno, tratando de cumplir con una demanda la cual nunca se puede saciar por completo. La estrategia obsesiva la cual convierte al deseo en demanda del Otro se refleja en tanto Helly se ubica a sí misma como objeto, predicando con el ejemplo, siendo la primera en someterse al servicio que su propia empresa ofrece. En otras palabras, lleva el mandato al extremo no sólo por cargar con el negocio familiar, sino también por intentar que este sea su pura identidad.

Conclusión

Para cerrar, entendiendo que el género de la ciencia ficción con tintes distópicos tiene el objetivo de reflexionar acerca del uso de la tecnología en la vida cotidiana, denunciando cómo podría generar múltiples problemáticas sociales y subjetivas, ubicamos que en el caso de Severance se trata de un dispositivo que si bien se presenta como una posible solución para el imperativo de la productividad –tan propio de la época actual– acaba demostrando un oscuro costado en el cual el sujeto quedaría suprimido, ya que esté se emplea, como otros avances tecnológicos, como una herramienta privilegiada para la defensa ante lo inconciliable.

Se trataría de un invento que engrandece al yo, quien cree que puede controlarlo todo, cuando en verdad cada vez que este se nombra a sí mismo sólo se ubica como un objeto, pues su unidad es simplemente ficticia (parafraseo lacan subversión del sujeto). Con el fin de anular lo más propio de los seres humanos, el lenguaje, se utiliza para mantener alejada a la angustia y por ende, algo del orden del deseo.

De esta forma, si bien parece que puede resolver el malestar que circula alrededor de los problemas laborales, se revela que sirve como una herramienta que tiene el objetivo de anular al sujeto mismo, tratando de que este permanezca sin una barradura, completo, identificado con una sola característica, en este caso, el empleo. Gracias a la introducción del significante, la identidad está perdida.

Sin embargo, el giro se ubica en que la división subjetiva acaba haciéndose oír, ya que gracias a la introducción del lenguaje no sólo no todo puede ser dicho, sino que, como mencionamos, nada de lo dicho puede darle un ser al sujeto. Es en este no-todo, en esta división que se vislumbra dentro de las oficinas de Lumon, donde aparece una posibilidad para que el deseo se esboce. Cuando se interroga “¿quién habla?” en el marco analítico, quién enuncia la verdad a analizar en el sujeto no es el yo, sino más bien del discurso inconsciente, de un Otro.

Es así como se puede jugar con la idea que en Lumon aparecía así ese Otro, ese discurso ajeno pero propio, éxtimo, provocando el efecto sujeto. Si bien el yo puede defenderse creando la tecnología más avanzada, esta nunca podrá abordar todo el saber del sujeto porque siempre puede nacer, en los significantes, un saber no sabido. ya que ante la división del sujeto queda un resto producto de la introducción del lenguaje. Dicho esto, habría un acercamiento al deseo tras el anhelo de renunciar a este empleo, pues este, al implicar la falta en ser, no puede ser controlado con ningún avance tecnológico.

Referencias:

Dor, Joel (1995). Introducción a la lectura de Lacan: El inconsciente estructurado como lenguaje. En Buenos Aires, Gedisa, 1987.

Freud, S., (1917 [1915]) Duelo y melancolía. Obras completas. Tomo XIV. Buenos Aires. Amorrortu. 1990.

Freud, S. (1926). Inhibición, síntoma y angustia. En Obras completas, Buenos Aires, Amorrortu editores, 1976.

Lacan, J. (1958-1959). El Seminario. Libro 6: El deseo y su interpretación. Buenos Aires: Paidós, 1983.

Lacan, J. (1962-63) El Seminario. Libro 10: La angustia. Paidós, 2007.

Lacan, J. (1953). Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis. En Escritos 1. Siglo XXI.

Lacan, J. (1960). Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano. En Escritos 2. Siglo XXI, 2008 (Ed. revisada).

Rabinovich, D (1993). La angustia y el deseo del Otro. Manantial, 2000.

Rabinovich, D (2005). Clase especial: Función y Campo de la Palabra en Psicoanálisis. Universidad de Buenos Aires.



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COMMENTS

Message from Andres  » 30 de octubre de 2023 » andres.lorences@hotmail.com 

Me gustó mucho la reflexión y el análisis realizado acerca del proceso de duelo – conceptualizado desde el psicoanálisis – partiendo de lo que la serie presenta, en relación a la posibilidad de contratar los servicios de Lumon. Es interesante pensar, en cómo la serie lleva a un extremo, si se quiere, algo que puede ocurrir en nosotros si pretendemos reprimir nuestro dolor, angustia o malestar a tal punto de alienarnos radicalmente de nosotros mismos por el hecho de no poder parar la vorágine productiva que nos empuja a seguir constantemente.



Message from Camila Carballido  » 20 de octubre de 2023 » camicarballido03@gmail.com 

Me parece muy interesante la articulación con respecto a Severance y el marco teórico psicoanalítico. Severance plantea cuestiones acerca de la identidad, en un mundo donde las tecnologías influyen cada día más en las subjetividades. Como menciona la autora, el imperativo de productividad es lo principal en estos tiempos, donde los tiempos para el malestar son cada vez son más acotados. Es así que el uso de esta tecnología se asemeja a una defensa privilegiada que busca anular la angustia y, por lo tanto, el deseo de los sujetos. Sin embargo, como indica la autora, la trama muestra cómo esta supresión no es completa, ya que la división subjetiva se manifiesta de manera subversiva, permitiendo que el deseo emerja a través de los significantes y el Otro.



Message from Luciana Rovner  » 28 de agosto de 2023 » luli.rovner@gmail.com 

Considero que la serie Severance resulta muy enriquecedora para pensar desde el psicoanalisis y a la vez interpelarlo. Creo que es muy interesante pensar el procedimiento de la cirugía como mecanismo auxiliar del yo, que se sirve de las tecnologías de la epoca, para defenderse de la angustia y creo que la serie retrata muy bien como el saber no sabido se va revelando de manera singular en cada uno de los personajes, pero que en todos termina apareciendo, ya que esa es la caracteristica del deseo, que insiste.



Message from Leila Moto  » 26 de agosto de 2023 » leila_moto@hotmail.com 

Me interesó mucho esta articulación, donde la autora se basa en la serie Severance, para explicar la incapacidad de Mark de poder simbolizar lo Real, que en este caso se representa como la muerte de su esposa, causa por la cual luego el personaje decide someterse a la cirugía, donde lo dividen en dos personas diferentes; una es aquella que trabaja para Lumon, y la otra es la que vive su vida fuera de la empresa. Tal como menciona la autora, dicho personaje se vale de la tecnología para interrumpir el trabajo de duelo, que le resulta insoportable. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de Mark para evitar su angustia, sabemos que esta es un afecto que no engaña. A lo largo de la serie vemos como a nuestro personaje se le dificulta llevar a cabo su doble vida, sin tener dudas, sentimientos o deseos. Rozenzon explica que, Mark, es tomado por esta angustia reprimida, que quiera él o no, le sirve de brújula para darse cuenta que no es feliz en este trabajo, cuestionando su propia voluntad de haberse sometido a la cirugía de la separación. Asimismo, como menciona la autora, el yo es solo una ilusión de unidad, este cree que lo puede controlar todo, pero vemos como termina siendo solo un objeto para la empresa, anulando la subjetividad de Mark y tratando de formar un sujeto sin barraduras, que se identifique solo con su trabajo en Lumon, o solo su vida fuera de la empresa.
A pesar de estar fragmentado, Mark logra hacer un movimiento subjetivo, y que algo de su deseo se haga presente, implicando la falta en ser, y tratando de diversas maneras que sus dos versiones logren sacarlo de ese trabajo. En definitiva, no es sin la falta que se puede pensar el deseo.



Película:Separación

Título Original:Severance

Director: Dan Erickson (Creador), Ben Stiller, Aoife McArdle

Año: 2022

País: Estados Unidos

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