Inicio > Congresos Online > Congreso Online 2022 > Cruella > Identidad y repetición: La responsabilidad por la crueldad

Identidad y repetición: La responsabilidad por la crueldad

por Bronstein, Pablo

Resumen:

Entre Joker (Phillips, 2019) y El diablo vista a la moda (Frankel, 2006), la producción de Disney, protagonizada por Emma Stone y Emma Thompson, Cruella (Gillespie, 2021), retoma las líneas argumentales de la clásica 101 Dálmatas (Herek, 1996) que entronizó a Glenn Close en el personaje de Cruella de Vil. La cuestión del linaje de Stella, la protagonista del film, aparece causando una reflexión sobre el tema de la filiación y la repetición. El objetivo del siguiente trabajo es articular los conceptos de repetición e identidad, para elaborar una hipótesis clínica en torno a la responsabilidad de la protagonista en relación a su posición subjetiva.

Palabras Clave: Repetición | Identidad | Responsabilidad

Identity and Repetition: Responsibility for Cruelty

Abstract:

Between Joker (Phillips, 2019) and The Devil Wears Prada (Frankel, 2006), the Disney production, starring Emma Stone and Emma Thompson, Cruella (Gillespie, 2021), takes up the plot lines of the classic 101 Dalmatians ( Herek, 1996) that enthroned Glenn Close in the character of Cruella de Vil. The question of the lineage of Stella, the film’s protagonist, appears causing a reflection on the theme of filiation and repetition. The objective of the following work is to articulate the concepts of repetition and identity, to elaborate a clinical hypothesis about the responsibility of the protagonist in relation to her subjective position.

Keywords: Repetition | Identity | Responsability

La entrada en situación: Stella con Edipo

La referencia al mito de Edipo es incuestionable: así como Layo manda a matar a su hijo, la Baronesa, mujer cruel e ícono de la moda de alta costura londinense, queda embarazada de una niña que al nacer manda a eliminar. Pero el piadoso verdugo se la entrega a una empleada doméstica de la mansión, Catherine, quien la cría como hija propia bajo el nombre de Stella. La marca en el cabello, lo que podemos ubicar como lo transmitido genéticamente, definirá el estilo singular de quien luego será Cruella: el cabello natural mitad blanco, mitad negro; signo también de una escisión del ser. El cabello siempre fue un elemento que la moda ha considerado para la marca de tendencias en sus diversas formas y colores. Y no es la única marca: la pasión por la moda y la tendencia a la crueldad también se presentan como significantes que insisten, desde el remotísimo lugar del origen, para denunciar un crimen filiatorio; Stella ha sido inscripta con otra identidad. No cabe duda de que las buenas intenciones de salvar a la niña existan en el acto de criar a una hija como propia pero sin serlo. Pero estamos hablando de una filiación falsificada. Teniendo en cuenta que hoy en día la transgresión de la filiación, y en consecuencia la vulnerabilidad del derecho a la identidad, es, como dice María Elena Domínguez (2021) un estrago mundial, no es llamativa que una producción de Disney deje este tema en un muy segundo plano y casi sin cuestionarlo. La naturalización de esta realidad es realmente un fenómeno para reflexionar. Las buenas intenciones del rescate que hace Catherine con Stella, no la salva del destino que la espera cuando, al devenir Cruella, como un acto de venganza, queda completamente alejada de una posición ética sobre la pregunta por su identidad. Cruella entre dos madres, se quedará sin madre y atrapada entre dos significantes que no la representan en su esencia.

La niña Stella sabe que existe un costado cruel que tiene que callar porque le trae, la más de las veces, problemas de conducta, sobre todo en el colegio. Así, Stella aprendió que cuando aparece Cruelita tiene que conjurar las palabras “Gracias por venir, pero ya puedes irte”. Es la propia Catherine, la que pretende eliminar lo que retorna de lo real. Por supuesto, no es lo que le sale hacer a la niña y es así como termina siendo expulsada del colegio. Luego de esto, deciden irse a vivir a Londres para forjar una vida mejor, y así Stella pueda seguir su gran anhelo de convertirse en una diseñadora de modas, tal como lo es su progenitora, de la que nada sabe: lo no sabido pero inscripto en la historia como repetición, retorna, como decía Freud, demoniacamente. Aquella, a quien Stella reconoce como su madre, le promete que lo primero que harán cuando lleguen a la ciudad será ir a la fuente del Regent´s Park, y Stella jura ser menos problemática. Pero Catherine tiene que hacer una parada obligada en la mansión de la Baronesa para extorsionarla y conseguir dinero para ir a la gran ciudad. Allí Catherine le cuenta la verdad de lo sucedido con su hija Stella, pero la cruel Baronesa, termina, a través de sus perros Dálmata tan crueles como ella, asesinándola. La pequeña Stella logra escapar, extraviando en la mansión el collar que su madre le había dejado minutos antes de su asesinato. Será este mismo collar (el guiño de ser un accesorio de moda no pasa desapercibido) el que opere produciendo, en el azar de las cosas, un reencuentro con esta otra madre cruel, aquella que la quiso muerta.

No hay cesión alguna en la Baronesa respecto de la recién nacida, no hay lugar en el deseo desde el cual producir significantes que alojen a la recién llegada, pero no solo no hay lugar en su deseo sino que su posición exageradamente narcisista, exige que no haya absolutamente ningún lugar para esa criatura en este mundo. Este es el significante que la esperó a Stella al nacer. Se trata de un acto delictivo, en el que la Baronesa usurpa el lugar de la Ley desde el cual legisla a su antojo, reduciendo al otro constantemente a la dimensión de un objeto detestable, desechable, eliminable.

La niña Stella logra forjarse una familia con otros dos niños en su misma condición: solos y huérfanos. Con enojo frente a tan hostil realidad, toma la decisión de teñirse el pelo de rojo, en un intento de borrar las marcas de un linaje para ella desconocido. Con estos niños crece hasta convertirse en adultos, y organizan una sociedad del robo y la estafa y Stella diseña y elabora fabulosos trajes que le permiten montar la puesta en escena para el robo: trajes de alta alcurnia, trajes de conserjes de hotel y encargadas de la limpieza. Pero lo que vemos es que no solamente es un medio de subsistencia, sino que Stella goza de la actividad delictiva, o más bien, de ser siempre otra, aunque la misma.

El retorno de lo igual se consuma: Stella deviene Cruella

Pero la pregunta sobre quién quiere ser insiste: “aunque la vida era buena, sentía que había algo más para mí, que mamá habría deseado más para mí, pero no sabía qué”. Y aquí hace un movimiento y comienza a trabajar como empleada doméstica en la marca de diseño de la Baronesa, y encuentra allí una oportunidad para acceder a su trabajo largamente anhelado desde niña: ser diseñadora de modas. Por orden de un destino inevitable, termina siendo asesora de moda de aquella que, sin saberlo aún, no la quiso hija. ¿Se nota aquí como Stella termina ocupando los roles que ocupaban sus dos madres? la empleada doméstica y la diseñadora de modas. Pero esta escisión, como veremos, no produce lo otro, la diferencia, sino qué repite el pasado. Ya siendo una persona de confianza de la malvada Baronesa (de quien no se salva por ello de los constantes maltratos) ve colgado en su cuello, aquel collar que Catherine le había dejado antes de morir y que ella había extraviado aquella noche del asesinato. Frente a esta revelación, Stella decide junto a sus amigos, esa otra familia, armar un plan para robar y recuperar la joya durante la noche del “Baile de blanco y negro”. El clan del robo organizado regresa para recuperar el collar y Stella vuelve a diseñar los trajes para el plan y, no azarosamente, recupera su pelo mitad blanco, mitad negro para presentarse allí ante la Baronesa como Cruella, una villana con gran estilo. Mientras sus colegas intentan robar de la caja fuerte la joya, Cruella entretiene a la Baronesa, quien llama su atención notablemente y le pregunta “¿Qué quieres?” y Stella, para hacer tiempo responde “Quiero ser como tú. Eres una mujer muy poderosa”, pero su mentira reveló su verdad. A partir de este momento, Stella deviene Cruella para vengar la muerte de su madre, certidumbre yoica que se resquebraja yendo más allá de esa venganza, para ocupar el lugar de su progenitora.

La película, que ya había otorgado algunos anticipos, nos muestra cómo estás dos mujeres se convierten en adversarias, sin aun saber sobre el lazo filiatorio que las une. Cruella, con provocador estilo, le hace la vida imposible a la Baronesa, para quitarle prestigio y presentarse como una fuerte oponente. Pero la verdad se revela inexorable y Stella se entera sobre su verdadera identidad: es hija de la Baronesa, su partida de nacimiento lo confirma. Cruella no es más Stella y la repetición de lo igual se consuma; la identidad de Cruella se confunde con la Baronesa al tomar su lugar. Aquí el concepto de repetición nos auxilia para deliberar sobre la posición subjetiva de Stella. José Milmaliene (1993) nos indica, sobre el concepto de repetición, que:

“El trauma originario -injuria real inasimilable- insiste una y otra vez bajo el modo siniestro del accidente fortuito y la desgracia azarosa. Así a través del movimiento circular de la repetición, se intenta recuperar tanáticamente el núcleo de goce primordial” (p. 112)

La repetición aquí no logra inscribir ninguna diferencia, Cruella no se pregunta sobre quién es, o quien puede ser, sino que, en su intento de despojar a la Baronesa de su posición, será ella quien ocupe entonces ese lugar produciendo así que quede atrapada en una posición pasiva del lado del goce del Otro, ubicando en el destino el lugar de la causa. En La expulsión de lo distinto (2017) Chul Han diferencia lo mismo de lo igual, ofreciéndonos otra manera de pensar los efectos del retorno de lo igual:

“Lo igual carece del contrincante dialéctico que lo limitaría y le daría forma: crece convirtiéndose en una masa amorfa. Una mismidad tiene una forma, un recogimiento interior, una intimidad que se debe a la diferencia con lo distinto. Lo igual, por el contrario, es amorfo. Careciendo de tensión dialéctica, lo que surge es una yuxtaposición indiferente, una masa proliferante de lo indiscernible” (p11)

Si desde el Psicoanálisis la identidad implica que el sujeto quede inscripto por los padres en un sistema de parentesco reconociendo la igualdad y la diferencia (Lo Giudice, 2006), se abre la pregunta acerca de la responsabilidad de Cruella sobre su identidad, ya que su acto de venganza la deja confundida con su progenitora, la Baronesa, al tomar su lugar completamente.

La salida situacional: la no responsabilidad por la identidad

Eduardo Laso propone pensar el concepto de repetición aplicado al análisis del film El día de la marmota (Remis, 1993). Se trata de un trabajo titulado La responsabilidad por la repetición (2012) en el cual el autor reflexiona acerca de la responsabilidad y la posición ética del sujeto frente a su incesante y repetitivo destino de vivir todos los días el mismo día. Se trata del personaje de Phil, un meteorólogo que queda atrapado en un eterno 2 de febrero, el día de la marmota, en el que todo vuelve al mismo lugar a partir de las seis de la mañana; salvo para el protagonista, no hay registro en el resto de los personajes de la repetición de ese día. Allí Eduardo Laso, a partir del principio de la identidad de los indiscernibles de Leibniz, explica que para que haya repetición es necesario introducir en la misma la diferencia que permita romper con la identidad, y va a ser el propio Phil quien encarne esa diferencia en tanto sujeto a partir de su relación con el deseo que lo habita; allí radica su responsabilidad.

Entre lo idéntico y lo doble se debate la trama de este film. Stella deviene en la villana Cruella para enfrentarse con su “madre”, también villana. Se trata de un enfrentamiento especular, de un enfrentamiento entonces moral, allí donde Cruella hace pagar a la Baronesa con la misma moneda con la que ella años atrás mató a su otra madre, la de crianza, y quiso deshacerse de ella misma. No hay acto del lado de la ética, del lado de una pregunta que, en el caso de Stella/Cruella (pues ambas, como efecto de lo igual, quedan indiferenciadas), apunte a hacer algo con esas marcas del linaje que la quisieron muerta. Es decir, ese saber sobre el deseo del Otro en el que no había lugar para ser alojada, tiene el efecto de producir un acto de venganza que consuma el retorno de lo igual. En esta repetición de lo idéntico, el acto de venganza deja a Cruella en el mismo sitio que su verduga madre biológica, toma su lugar en la mansión y hasta se nombra con la característica sobresaliente de ella: cruel. ¿Se habrá dado cuenta Cruella de semejante repetición? Desde la óptica del psicoanálisis la repetición de lo idéntico atenta contra el deseo, tal como lo ejemplifica Freud con el caso de aquella mujer que acompañó a tres maridos hasta el lecho de sus muertes (1920). Ahí ubicaba en Más allá del principio del placer (1920) la compulsión a la repetición del lado de la pulsión de muerte. Allí el concepto de repetición toma un protagonismo esencial para dar cuenta de la compulsión de repetición, que Freud va a ubicar excediendo el principio del placer, al presentar la hipótesis fundamentada en la idea de que la existencia de fuerzas que contrarían la búsqueda del placer echan por tierra su anterior suposición de que el imperio del principio del placer gobierna los procesos anímicos. La compulsión de repetición devuelve vivencias pasadas que no contienen ninguna posibilidad de generar placer en el yo sino más bien displacer, por ello la ubica más allá del principio del placer, no contradiciéndolo, porque lo que es displacer para un sistema será al mismo tiempo placer para el otro. En el mismo texto Freud advierte que para comprender la compulsión de repetición hay que librarse del error que implica considerar que toda resistencia es de lo inconsciente, ya que lo inconsciente “no ofrece resistencia alguna a los esfuerzos de la cura; y aun no aspira a otra cosa que a irrumpir hasta la conciencia” (1920, p.19). Es decir que Freud ubica algo que retorna y que no es reprimido, o más bien que el inconsciente reprimido le hace límite a esta compulsión de repetición, precisamente porque no se trata de la insistencia del significante, sino lo que aparece como no ligado de ninguna manera posible. Por ello Milmaliene nos dice que:

“La compulsión a la repetición no implica por lo tanto ninguna reiteración conductual, que provendría de la interioridad subjetiva, sino de la incidencia implacable de la exterioridad de lo real. De allí entonces que no se deba pensar este orden de repetición como signado exclusivamente por el determinismo inconsciente -en tanto retorno de lo reprimido-, desconociéndose por lo tanto, los efectos destructivos que origina el retorno reiterado de lo originalmente forcluido” (p. 112).

Stella al devenir Cruella se convierte en la nueva Baronesa negando así cualquier posibilidad de la pregunta sobre su identidad, sobre aquello que lograría diferenciarla de quien la quiso muerta. A costa de tomar venganza, Stella no hizo otra cosa más que repetir el destino trágico, enviando al limbo del olvido la metaforización de su deseo. María Elena Domínguez (2021) propone pensar una vuelta de tuerca al Derecho a la Identidad y al concepto de identidad: “pues se trata, ahora, para cada cual, de la creación de una identidad nueva con lo que hay, no con lo que queda de la devastación de saberse no hijo de quienes hasta ese momento creía sus padres” (p.77). Así, esta nueva idea para pensar la identidad, tiene una fundamentación ética que en el caso de Cruella queda en déficit ya que no puede preguntarse por esa que creyó su madre, y no puede más que vengarse de aquella que siendo su madre biológica no le alcanzó con no desearla sino que además intentó asesinarla. A este mismo lugar de una mujer que no se desea más a sí misma narcisisticamente, viene Cruella.

Conclusión

Si bien es interesante la decisión que toma la protagonista hacia el final del film de enterrar a Stella y vivir como Cruella, es decir desalienarse de su identidad falsificada, no por ello logra apropiarse de las marcas del linaje para comenzar a escribir su propia historia, su propio relato, sino que su decisión la deja atrapada en el tiempo circular de una repetición que no inscribe la diferencia. Su nuevo ser-Cruella se afirma como sujeto de la venganza que no promueve la movilización metafórica para el encuentro (y desencuentro) con el deseo. Cruella será, en su sala del infierno, tan cruel como la Baronesa. Esta incidencia de lo real no logra subjetivar ninguna historización posible.

Concluimos este escrito con una pregunta de Milmaniene: “Así frente a la neurosis de destino, cabe preguntarse: ¿Podrá el sujeto repetir distinto -con diferencia- merced a un saber que devele las condiciones determinantes de toda compulsión?” (1993, p. 113).

Referencias:

Chul Han, B. (2018). La expulsión de lo distinto. Herder Editorial, S.L., Barcelona

Dominguez, M. E. comp (2021). Apropiación - Restitución y filiación falsificada: implicancias éticas y subjetivas. San Luis: Nueva Editorial Universitaria.

Freud, D. (1920). Más allá del principio del placer. En Obras Completas, Tomo XVIII. Buenos Aires: Amorrortu Editores, 2007.

Lo Giúdice, A. y Olivares, C. (2006). Identidad y responsabilidad. En Violaciones a los derechos humanos frente a los derechos a la verdad e identidad, Abuelas de Plaza de Mayo, Buenos Aires, 2006.

Milmaniene, J. (1995).?? La repetición: El goce y la ley. Buenos Aires: Paidós.


NOTAS




  • 1
  • 2


COMENTARIOS

Mensaje de María Ayelén Boscoscuro  » 16 de agosto de 2022 » ayelenboscoscuro@gmail.com 

Excelente análisis.



Mensaje de Lucas Schienke  » 16 de agosto de 2022 » yochienke@gmail.com 

Me parece brillante el análisis planteado por Pablo Bronstein sobre la película "Cruella". Comparto plenamente todo el desarrollo del presente trabajo en relación a la configuración de la identidad de Stella/Cruella: las marcas generadas por el crimen filiatorio, su relación con la venganza que la llevan a la repetición y como esto pareciera dejarla en una posición en la que poco puede preguntarse sobre su identidad. Sin embargo, hay algo de esto último que me hace ruido en relación a mi propia lectura de la película. Yo pienso que si bien Stella deviene Cruella y hay muchas similitudes entre ésta y la Baronesa, no considero esto como un retorno de lo igual. Para mí, Cruella no es un sinónimo de la Baronesa, sino más bien la construcción identitaria que la protagonista pudo realizar con lo que tenía, con su historia, es decir, una suerte de "combinación" propia de elementos de sus raíces. Y esto lo pienso en relación al desenlace de la película, ya que en su venganza, Cruella no actúa de igual manera que la Baronesa, sino más bien la Baronesa cae en su propia trampa, es su propia conducta la que la delata y la que habilita la venganza. Cruella simplemente la expuso y esto me parece que la posiciona en un lugar completamente diferente. Hay una frase de Cruella al final de la película que pienso que puede dar más fuerza a esta idea. Cuando está relatando lo ocurrido al caer del acantilado, dice: "Estella morirá al igual que su madre, pero no del todo, una falda resistente les salvará la vida chicas, no lo olviden". Stella no muere del todo, así como Cruella no es del todo la Baronesa, por lo que, desde mi humilde opinión, en el desenlace de la película si tiene lugar un cambio de posición subjetiva por parte del personaje, siendo Cruella una construcción identitaria más que una repetición.



Película:Cruella

Titulo Original:Cruella

Director: Craig Gillespie

Año: 2021

Pais: EEUU