Inicio > Congresos Online > Congreso Online 2020 > Días de odio > Silencio y soledad en Emma Zunz

Silencio y soledad en Emma Zunz

por Escande, Martin, Rivas, Matias

Resumen

En el siguiente trabajo abordaremos la película Días de odio (1954) de Leopoldo Torre Nilsson, una adaptación del cuento Emma Zunz, la cual contó con la colaboración del propio Jorge Luis Borges en la elaboración del guión. El interés está puesto en la subjetivación de una acción que lleva a cabo Emma Zunz, alejándonos de lecturas morales o jurídicas, que trabajaremos sirviéndonos de los tres tiempos lógicos del circuito de la responsabilidad subjetiva, la metodología propuesta en La transmisión de la Ética. Clínica y Deontología. Volumen I: Fundamentos. Creemos que la película expone algunos de los temas cruciales de la ética: su diferencia respecto de la moral; el anudamiento entre emergencia del sujeto y acto singular; las implicancias de la irrupción de lo singular en relación a la moral y el orden jurídico; el vínculo entre saber y verdad; la soledad y el silencio como instancias del sujeto. El trabajo no desestimará los aportes que puedan extraerse de la versión literaria.

Palabras Clave: ética | responsabilidad | psicoanálisis | cine

Silence and loneliness in Emma Zunz

Abstract

In the next work we will adress the movie Días de odio (1954) by Leopoldo Torre Nilsson, an adaptation of Jorge Luis Borges’s short story Emma Zunz, which had the collaboration of Borges in the script. Our aim is examina the subjectivation of an action carried out by Emma Zunz, avoiding from moral or legal readings. To do so, we will work using the three logic times of the subjectivity responsibility circuit, the methodology proposed in La transmission de la Ética. Clínica y Deontología. Volumen I: Fundamentos. We think that the movie shows some of the crucial issues of the ethic: its diference with moral;
the knotting between the emergence of the subject and the singular act; the implications of the irruption of the singular in relation with moral and juridical order; the link between truth and knowledge; the loneliness and the silence as constitutives instances of the subject. The work will not reject the contributions that can be extracted of the literary version.

Keywords: ethic | responsibility | phsychoanalysis | movies
 

Breve introducción al circuito de la responsabilidad subjetiva

El circuito de la responsabilidad es una metodología de trabajo que permite ubicar el recorrido del sujeto en una determinada situación, y que expone las relaciones del mismo con la responsabilidad por su existencia, responsabilidad ligada a la ética. Cuenta con tres tiempos: en el tiempo 1 el personaje lleva a cabo una conducta con determinados fines y su acción está determinada por el universo del discurso en el que el sujeto está inmerso. Este primer tiempo tiende a confrontar con un tiempo 2, en el cual el sujeto se ve interpelado: esto es lo característico de esta etapa. Se produce un exceso que hace tambalear al universo de saber que se presentaba, hasta el momento, cerrado en sí mismo. El universo particular se quiebra posibilitando la emergencia de una pregunta que indica el punto de inconsistencia del universo y produce la caída de los ideales con los cuales el sujeto se orientaba. El tiempo 2, entonces, resignifica el tiempo 1. En otras palabras, lo que se presentaba como un universo cerrado en sí mismo sufre la irrupción de una singularidad, aquella que sostenía el universo en su condición de saber insabido o verdad de la situación. Por lo tanto, el sujeto debe responder por su accionar, no jurídica ni moralmente, sino subjetivamente. Este respuesta subjetiva será a partir, no ya de una conducta o una acción, sino de un acto que presentifica al sujeto, aquel que se escabulle constantemente, y que, al mismo tiempo en el que se alcanza, vuelve a desaparecer. En la puesta en acto del sujeto éste se sustrae de dormir en los signos del guion ajeno (Crf. Ariel 2001), de ese primer tiempo en donde todo se presenta como establecido: sustracción que implica que el sujeto se enfrente a su existencia, constituyendo esto el tiempo 3.

La carta y el plan

La indicación freudiana es escuchar la verdad que se produce en su decir y que compromete al sujeto, aún más en esos puntos donde el yo –que se pretende autónomo– no puede dar cuenta
Gabriela Salomone

Sólo en la medida en que los hombres pertenecen al son del silencio son capaces de un modo que a ellos le es propio, del hablar que hace sonar al habla
Martin Heidegger

Emma Zunz recibe una carta que le indica que su padre ha muerto. La causa, según el emisor, un compañero de pensión, fue la ingesta excesiva de barbitúricos por error. El padre de Emma Zunz –ahora Manuel Maier, antes Emmanuel Zunz (dato que extraemos de la versión literaria)– había decidido escapar a Brasil, abandonando así a su hija, perseguido por la Justicia argentina, acusado por el delito de desfalco en la empresa en la cual trabajaba. Emmanuel Zunz (o Manuel Maier) murió en tierra extranjera, sin rendir cuentas en la Justicia. Emmanuel Zunz murió en deuda y alejado de su hija. Sin embargo, un secreto lo liga a Emma Zunz: la confesión de aquel sobre su inocencia y, a su vez, sobre el verdadero culpable del crimen. Allí, en ese secreto, en ese saber compartido, es donde se eterniza y sigue viviendo el padre de Emma Zunz. Emma Zunz es, entonces, portadora de un saber. Es aquí en donde ubicamos el Tiempo 1 del personaje de Emma Zunz, previo a recibir la carta. Este saber porta una deuda que Emma hereda, y por la cual contrae culpa. El saber y su verdad, en su compleja relación, engendran un deseo, que será el que permita el movimiento del sujeto por el circuito en sus distintos tiempos. En este primer tiempo, en el cual el universo de Emma Zunz se encuentra cerrado, imperturbable, el deseo se presenta como deseo de no saber. Pero el saber, al mismo tiempo que muestra y produce saber, también oficia de pantalla, oculta. ¿Qué está dispuesto a velar este saber? Lo que vela es la culpabilidad del padre en tanto que el saber es sobre su inocencia. Porque la culpa es lo que hereda Emma como hija, una deuda que la va a obligar a responder por la recepción de la carta, siempre exitosa en su función de llegar a destino, ya que el destinatario se produce como tal al recibirla.

La carta indica una muerte y una causa, y es aquí, en la causa, en donde el saber que detenta Emma la interpela, ya que la atribuye a un suicidio y no a una “ingesta accidental”. La muerte de su padre como agujero en lo real hace emerger el saber que porta el secreto que él le transmitió. Ahora que su padre no está lo que queda es su deuda, encarnada en el secreto. A partir de esto, Emma urde un plan que incluye asesinar al culpable que indica el secreto y tener relaciones sexuales con un extraño para atribuirle un abuso al asesinado y alegar defensa propia. De esta manera, responde desde una posición moral ya que “… la responsabilidad por una decisión moral se reduce a ser amado o no por los otros significativos de un sujeto” (Ariel 2001) En este caso, amor al padre: mataría y entregaría su virginidad a cambio de su amor. Es la posición oblativa del neurótico, que, dando un paso más, se instrumentaliza para escapar de su padecimiento por la pregunta “¿Qué quiere el Otro de mí?” (Cfr. Calligaris 1987). En su acción, Emma intenta sustancializarse en la cláusula “Yo soy” para responder a la pregunta. Siendo lo que el Otro demanda que sea, respondiendo así de forma alienante a la pregunta por el ser, ¿qué lugar cabe para la responsabilidad? La alienación de la forma es por su apuesta al sentido que viene del Otro, en lugar de soportar el punto de inconsistencia, el no saber. La solución que da la instrumentalización es saberle un saber al saber paterno en lugar de suponerlo. Entonces, si hay un saber sabido y compartido, el neurótico sabe qué hacer. En otras palabras, si hay un saber sobre la inocencia de Emmanuel Zunz, Emma Zunz sabe que tiene que vengarlo. Asimismo, hay que dejar en claro que a lo que se tiene acceso no es al saber paterno –que no está escrito en ningún lugar– sino a un semblante que de él se construye. Aquí, Emma se instrumentaliza como el instrumento del Otro de la justicia divina, haciendo lo que hay que hacer. Esta lógica necesita de un sujeto que corra detrás de la deuda del padre, en un intento infinito por cancelarla con algo que se le aparece siempre como el pago definitivo para librarse de ella cuando, en efecto, lo que ocurre es justamente lo contrario. Al decir de Lacan: “…destino particular, el cual exige con insistencia que la deuda sea pagada y vuelve, retorna, nos remite siempre a cierto surco” (Lacan 1988: 380). Este surco es el que traza la moral, el que exime de la responsabilidad y que, a cambio, soborna con la culpa de la cual goza. Es un circuito que se repite monótonamente porque siempre va a haber otro “pago final”. No hay verdaderamente un sujeto en el asesinato, en la muerte que demanda el Otro. El acto no se determina por la radicalidad de la acción que, en última instancia, lleva los signos de una moral. Porque en ese asesinato la respuesta la busca en la significación que liga el S1 y el S2, es decir, en el Otro. Esto no haría más que suturar la pregunta por la causa –su causa: la propia– que abre la muerte del padre. Lo que la re-ligión –Otro divino– re-liga es al servicio de postular una causalidad, una determinación total de la acción. El sujeto nace una millonésima de segundo antes en lalengüa –espacio libre de toda legalidad, de toda gramática: espacio de la contingencia– que en las relaciones que lo determinan, y allí radica su libertad y su consecuente responsabilidad. Lo que sostenemos por nuestra parte, es que no hay determinación significante ni determinación superyoica que preceda a la singularidad del sujeto en su acto: hay acto porque el sujeto se distingue de estas determinaciones (Cfr Mosca 1996). Hay acto porque hay sujeto, y hay sujeto porque hay azar.

Silencio y soledad: destellos de existencia

En nuestro texto la hora del sujeto llega en la acción del asesinato. Entendiendo al tiempo como cronológico, es en el mismo momento que el asesinato, se confunde con la acción. Pero bajo la metodología que bien fue planteada en el primer apartado, a partir de pensar los Tres Tiempos como tiempos lógicos, ubicamos el Tiempo 2 en el silencio que va al lugar de lo que debería haber sido la lectura de la sentencia y la admisión de la culpa por parte del asesinado según el plan de Emma, estratagema que la habría petrificado en el lugar de instrumento de la justicia divina. Citamos a Borges en el cuento: “Desde la madrugada anterior, ella se había soñado muchas veces, dirigiendo el firme revólver, forzando al miserable a confesar la miserable culpa y exponiendo la intrépida estratagema que permitiría a la Justicia de Dios triunfar de la justicia humana. (No por temor, sino por ser un instrumento de la Justicia, ella no quería ser castigada.) Luego, un solo balazo en mitad del pecho rubricaría la suerte de Plesner. Pero las cosas no ocurrieron así.” (Borges 1948) En esta última frase se cifra la castración, la lógica del no-todo, la caída de la omnipotencia del yo: el plano de la existencia yoica se ve atravesado por el deseo (Salomone 2006). En esta vacilación se produce el sujeto en acto. Vacilación que viene de un vacío que se puede nombrar de muchas maneras: falla, resto no calculable… inconsciente. Porque el inconsciente se manifiesta siempre como tropiezo, como fisura. El sujeto, en acto, es llamado a responder acerca de lo real de su deseo. Real que lo marca con lo indecible pero que, en ese mismo movimiento, funda la posibilidad de que diga, de que se posicione con respecto a eso. Es este posicionamiento novedoso en lo que consiste el Tercer Tiempo. El silencio se aísla como objeto que cae de la escena con la cual Emma pensaba exculparse, des-responsabilizarse, y la enfrenta con la falta. Porque el que muere es un Otro que no sabe, que no comprende, al que ella ya no puede completar porque algo se salió de sus cálculos. Emma había calculado fríamente todos los detalles para encontrarse con su ser, con su identificación última: ser instrumento. Paradójicamente se encuentra con su ser, pero en coordenadas completamente diferentes. Lo hace en lo más propio que es, a su vez, lo más ajeno, porque allí se desconoce. Citamos a Gabriela Salomone: “Tal ajenidad no es tomada por Freud como causa de inimputabilidad; por el contrario, es a ese punto donde dirige la responsabilidad” (Salomone 2006: 125). Si irresponsable es el que se somete al Otro, entonces responsable es el que troca ese sometimiento, entendiendo al acto como sin otros. Emma no tiene la intención de trocarlo, más bien diríamos que lo refuerza en tanto que su acción responde a la demanda del Otro. Sin embargo, al no poder proferir la sentencia, hiere al Otro en su consistencia, le señala su falta, la des-vela y, en ese desvelamiento, esta retorna sobre el sujeto. De este azar y contingencia se desprende la cuestión acerca del deseo, porque si de algo es responsable el sujeto es del deseo que se inscribe en el acto que lo funda. Por más que el deseo provenga del Otro contrabandeado como demanda, el deseo es del sujeto y, por ende, debe responder. Creemos que vale la pena detenerse en el silencio como articulador clave de nuestro desarrollo. Partimos de Ariel para decir que el silencio es lo más propio que irrumpe en el sujeto. No había forma de anticiparlo. Todo suena: los tres balazos estallan, el perro de Plesner ladra…menos el silencio que, impar, singular, recortado, es el que hace surgir al ruido como telón de fondo. El silencio expresa aquello último, lo más propio, donde las palabras ya no asisten y el sentido se agota. Frente al silencio no hay otra alternativa que la respuesta del sujeto: el silencio es sin-coartadas. Es el tiempo de separación, en el cual se superponen las faltas (la del Otro y la del sujeto) y en donde el sujeto apuesta –instado por la responsabilidad– a su verdad y no al sentido del Otro, sino más bien a un punto de sin-sentido, asiento del inconsciente, que debe portar y so-portar la división. Donde había una significación proveniente del Otro en la ligazón S1-S2, hay en este tiempo disyunción S1//S2. Citamos a María Elena Domínguez: “Si la hipótesis clínica como interpretación solo liga S1 y S2 produciendo significación, se ahondaría en la idea de un inconsciente que con su ligadura tapona la brecha abierta en el tiempo 2 y, en este sentido, no se podría leer la producción de un sujeto barrado en el T3” (Domínguez 2006: 138). Con esto decimos que el silencio no es un fallido: es un acto logrado, una realización de deseo expresado en un tropiezo porque es así como se manifiesta el inconsciente en el sujeto.

Por último, nos interesa remarcar los efectos de este Tiempo 3 sobre el saber que se juega en el Tiempo 1. Lo que allí era un saber con el cual el sujeto usufructuaba a través de la culpa su cuota de goce, es, con el retorno del Tiempo 3 sobre él, lo que atañe a la dimensión de verdad del sujeto, que habilitará un decir propio sobre ella al entender la relación saber/verdad como la plantea Jacques-Alain Miller en el Banquete de los Analistas, en cuanto a que la verdad se encontraría debajo de la barra de la represión y el saber por arriba, funcionando como “mordaza” (Cfr. Miller 2000).

El cambio de posicionamiento subjetivo se cifra en la última frase de la protagonista saliendo de Tribunales, en la que habla de otra justicia, no ya la de los hombres (ni la divina, que es la de los hombres pero por otros medios) sino –conjeturamos– la propia: aquella a la que se responde con la propia existencia y en soledad.

Referencias

Ariel, A. (2001). La responsabilidad ante el aborto. Ficha de cátedra. Mimeo. Disponible en la página web de la cátedra.

Borges, J. L. (1948). Emma Zunz. Disponible en https://www.literatura.us/borges/emmazunz.html

Caligaris, C. (1978). La seducción totalitaria. En Psyché, 1987.

D’Amore, O. (2006). Responsabilidad y culpa. En La Transmisión de la Ética. Clínica y Deontología. I: Fundamentos, Letra Viva, Buenos Aires, 2006.

Dominguez, M. E. (2006). Los carriles de la responsabilidad: el circuito de un análisis. En La Transmisión de la Ética. Clínica y Deontología. I: Fundamentos, Letra Viva, Buenos Aires, 2006.

Lacan J.: (1988). Seminario 7. La ética del psicoanálisis. 1959-1960. Paidós, Buenos Aires.

Michel Fariña, J.J. (2000). The Truman Show: Mar abierto (un horizonte en quiebra). En Ética y Cine, Eudeba. Buenos Aires, 1998.

Miller, J-A. (2000). El banquete de los analistas. Paidós, Buenos Aires.

Mosca, J. C. (1998) Responsabilidad, otro nombre del Sujeto. En Ética: un horizonte en quiebra, Eudeba, Buenos Aires. 1998.

Salomone, G. Z. (2006) El sujeto autónomo y la responsabilidad. En La transmisión de la Ética. Clínica y Deontología. I: Fundamentos, Letra Viva, Buenos Aires, 2006.

Salomone, G. Z. (2006) El sujeto dividido y la responsabilidad. En La transmisión de la Ética. Clínica y Deontología. I: Fundamentos, Letra Viva, Buenos Aires, 2006.



NOTAS





COMENTARIOS

Mensaje de María Elena Domínguez  » 19 de agosto de 2020 » menadomin@gmail.com 

Más allá del odio que podría leerse como primera respuesta de la protagonista frente a la deuda, es fundamental la lectura de ese giro en donde esa otra justicia silenciosa la interpela para poner orden a lo que se ha desbaratado dando lugar a la emergencia de su propia existencia en soledad por la cual ella responde (responsabilidad)




Película:Días de odio

Titulo Original:Días de odio

Director: Leopoldo Torre Nilsson

Año: 1954

Pais: Argentina

Otros comentarios del mismo autor: