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La naturaleza del juego del calamar

por Smud, Martín

Resumen:

“El Juego del calamar” es una serie que arrasó por su masividad de visionado en el planeta y rápidamente se constituyó en un fenómeno, ¿cuáles son algunas de las razones para que se constituyera en una serie adictiva tan propensa a maratonear? Una primera razón: el espectador está incluido, sin saberlo, como participante del juego. Y eso es condición de lo atrapante.

Palabras Clave: Crueldad | juego | exterminio

The Nature of the Squid Game

Abstract:

"The Squid Game" is a series that swept the planet due to its massive viewing and quickly became a phenomenon. What are some of the reasons why it became an addictive series so prone to binge-watching? A first reason: the spectator is included, without knowing it, as a participant in the game. And that is the condition of the captivating.

Keywords: Cruelty | gambling | extermination

“El Juego del calamar” es una serie que arrasó por su masividad de visionado en el planeta y rápidamente se constituyó en un fenómeno, ¿cuáles son algunas de las razones para que se constituyera en una serie adictiva tan propensa a maratonear? Una primera razón: el espectador está incluido, sin saberlo, como participante del juego. Y eso es condición de lo atrapante.

Te convocan y te llevan a la isla como a los Vips, con la diferencia que no necesitas ser rico sino simplemente tener la plataforma de streaming que no es poco en este mundo desigual, no sólo estás para observar cómodamente la experiencia de exterminio con fachada de juegos infantiles sino que, desde el primer capítulo, debes tomar una decisión crucial: seguir adelante o dejarla.

Desde el primer capítulo, sabés lo que vendrá, se saltearán los límites, la crueldad al desnudo realizará su descripción más íntima. Si decidís continuar ni siquiera serás raptado como a esa gente desesperada con deudas impagables, pobres de toda pobreza, miserables ladronzuelos, seres dejados a un costado por el sistema capitalista que “tan bien funciona” sino que elegirás estar cómodamente sentado mirando; te horrorizarás o sonreirás frente a esa promesa de que uno y sólo uno se volverá millonario luego de que “jueguen” al juego de la bolsa o la vida, aún peor deban obedecer al exterminio puntillosamente planificado por el director enmascarado de la isla.

La canallada no tiene límites, en un juego que tiene varios niveles, el de los participantes, el de los guardiacárceles, el del tráfico de órganos, el del policía infiltrado que busca que ha pasado con su hermano desaparecido. Ver esta serie en la Argentina agrega este condimento extra de pesadilla, los participantes son hechos desaparecer pero existe la tercera regla, la “democrática”, cuando se pongan de acuerdo, por mayoría simple, el juego se termina y reaparecerán “sanos y salvos a sus casitas” pero sin un yuán.

Algunos sostienen que este tipo de series deberían ser prohibidas, al menos, para menores de 18, otros se escudan en el término ficción, como si ésta no representara la realidad humana y fuera excusa para minimizar las escenas de radical crueldad y de que esta serie existe y es furor en el planeta.

Para reflexionar acerca de la crueldad en la naturaleza humana, se conoce una crucial experiencia científica llevada a cabo en 1963: la experiencia Milgram. Otra experiencia de la crueldad donde el que observa también está incluido. Esto está magistralmente representado en una película “I como Icaro” cuando el doctor en psicología Milgram le muestra al fiscal, que investiga el asesinato de Kennedy, en cámara gesell la experiencia científica que llevaba adelante, y en un momento el fiscal se levanta diciendo que no era legal lo que estaba haciendo, todavía sin saber que no se trataba de descargas eléctricas reales. Milgram le marca que sólo había “saltado” a una cantidad enorme de electricidad, y le dice que aún el fiscal mirando, era responsable, y era parte de la investigación.

La experiencia Milgram en 1963 se realizó dentro de una universidad norteamericana, luego de esta experiencia, por las consignas engañosas que superaban códigos deontológicos de investigación con seres humanos que serían rubricados con posterioridad, y porque conllevaba “stress psicoemocional extremo”, o sea crueldad, el experimento no se pudo volver a realizar dentro del campo de la ciencia. No hay Milgram después de Milgram. Sólo la pudo replicar cuarenta años después, una serie televisiva, la de Derren Brown (2006) y luego una serie francesa de 2010 llamada “El juego de la muerte” y varias películas como “Los juegos del hambre”, y “Batlle Royale”. La televisión, el cine y ahora las plataformas streaming pueden sortear límites deontológicos que, para muchas ramas del ser humano, estarían totalmente prohibidas. Y todas fueron éxitos rotundos en cuanto audiencias.

La razón humana se ocupa de explicar las razones de porqué el ser humano no sólo cumple órdenes aberrantes como el matar a otro (que no le ha hecho nada) sino cómo una población es capaz de llevar adelante una intrincada logística que implicaba a miles y miles de acciones que llevan a “participantes” a los campos de exterminio de los diferentes genocidios reales ocurridos durante el siglo XX y “virtuales” del siglo XXI.

Milgram y ¿por qué no? el juego del calamar son experiencias científicas extremas que explican lo extremo, la obediencia a la autoridad de personas sin patologías mentales o, al menos, sin ser sádicos manifiestos fueran capaces de seguir ordenes aberrantes como matar, o ayudar a matar a miles de personas. Los resultados en 1963, son rayanos a lo incomprensible, el 65% por ciento de las personas tomadas al azar, serían capaces de matar para obedecer a la autoridad que les exige de diversas maneras continuar con la tarea. En el juego del calamar, el porcentaje sube al más del 95% pero no son personas “comunes”, ni sádicos, ni personas con trastornos mentales son endeudados seriales, desechables del sistema capitalista ligada en estos tiempos del panóptico digital, como sostiene Varsasky [1], o de sociedad del cansancio según Chul Han [2]. Una época que funciona con una lógica seductora, donde un ardid ideológico hace coincidir la idea del trabajo con la de libertad. Como decía a la entrada del centro de exterminio Auschwitz: “El trabajo nos hará libres”. Y al regreso, para el segundo juego, los participantes dicen: “Somos libres de irnos a matar a una isla para ganarnos la vida”.

Lo lúdico vuelve siniestra la trama, en el primer juego “Luz roja, luz verde” en la que somos descubiertos moviéndonos, es la naturaleza movediza del ser humano, el mito de la medusa donde se entrecruza no sólo el acto creador (moverse) sino también la crueldad desnuda (ser descubierto) que no fue resaltada en la experiencia Milgram y resulta necesaria para comprender lo atrapante y seductor de esta serie.

Winnicott en el libro “Realidad y juego” separa al jugar del juego, separando el juego reglado del juego espontáneo. Separaba el juego (game) del verbo jugar (to play). El juego es eso reglado que al infringirse alguien se detiene y te encara: ¡no sabés las reglas, ¿no?!, en cambio el jugar merece una lectura antropológica, tiene una importancia psicológica estructural como demostró Freud con la experiencia del Fort-da, se trata de una experiencia cultural, un espacio potencial que existe entre el individuo y el ambiente de un vivir creador. Esa articulación primaria del “Fort” cuya traducción sería lejos, distante, desaparecido y donde muchos han explicado como un gran logro el tolerar la espera por la ausencia materna que para el bebé implica pensar que la madre no lo ama, ha desaparecido, no existe más. Antes de realizar esa pareja “no está-está”, la madre no estuvo, en esta primera experiencia mítica, el jugar el juego del carretel no deja de implicar lo traumático, la afirmación de la crueldad en el inconsciente para que la muerte no tiene existencia. Y acontecida la represión, toma su lugar la lástima.

De aquí en adelante, no es recomendable seguir leyendo para quienes no hayan aún visto la serie, entonces sigo después de la advertencia de “espoiling”. En la serie existen tres reglas, la tercera implica que se pueda detener el juego, esa regla lo convierte en un juego, por eso en el primer juego, sólo en ese, acontecen escenas de pánico, luego de que regresan para el segundo juego, esa regla queda inservible, ya tampoco hay escenas de pánico, ya no existe juego (game) sino un jugar (to play) con lo traumático, no hay carretel, ya no se trata de un vivir creador sino del “fort”, el otro tiene que ser alejado, distanciado de la condición humana, no se trata de un llamamiento a otro sino matar porque el otro tampoco tiene un otro. Sólo nos mantiene dentro de lo humano, la lástima.

El que lleva la camiseta número 1 no es parte del juego, protagoniza la experiencia de la propia muerte y antes de morir quiere llevarse consigo a más de cuatrocientos personas y sigue apostando en su lecho de muerte. ¿Cuál es la épica del juego del calamar? La lástima para con un viejo, Ggambu que tiene tumor cerebral y el vínculo con el último que entra, el 456, Seong Gi-hun. Pero aun cuando Gi-hun hace trampa para matar al viejo, en el juego 4, aprovechándose de su supuesta demencia, no nos dejan abandonar la lástima por ese viejo que se deja ganar por su demencia o por ser el más astuto. El viejo es el personaje principal, el que gana el juego, el que muere en paz, apostando hasta el último instante y siempre ganando porque muere antes de percibir que ha perdido. En el último capítulo, la aguja del minutero del reloj alcanza las doce y justo cuando piensan que nadie va a acudir a la ayuda de un indigente congelándose, un coche patrulla aparece y una serie de agentes lo asiste. Girándose Gi-hun hacia el anciano para recalcar su victoria en esa última apuesta, descubre que el viejo ha fallecido en ese preciso instante.

La serie muestra el escepticismo extremo, ni aún la salida democrática, la de la mayoría simple, detendrá la matanza. Pero hay algunas esperanzas. Luego del primer juego, sólo por un voto deciden regresar a sus casas de los 456 iniciales, 201 participantes (o sea que mueren en el primer juego, el más sencillo y el más mortífero 255 personas). Luego de volver a sus lugares, de esos 201 retornan 187, esos trece son la esperanza de la humanidad, una mínima cantidad. Para los que regresan, ya no hay reglas porque la regla tercera queda perimida. Se pasa del juego al “jugar”. Y entonces el jugar se convierte en jugársela, lo traumático, el fort, sos expulsado, asesinado sino asesinás. ¿Qué clase de juego sería el que representara esta alternativa? ¿Sería un jugar?

En el límite de la condición humana, en el retorno, se trata de sobrevivir como sea, vale todo, y entre juego y juego, vale todo, es un juego no numerado, sólo el líder detiene la matanza entre los que volvieron, “apuremos el juego, total, matándonos entre nosotros, al menos gana el más fuerte”. Los participantes hacen un intento de que no dependan sus vidas de lo que proponga el otro. Un tema importante de análisis sociológico sería éste: cuando la acechanza del mal viene de afuera, esto propicia “el sálvese quien pueda”, la ley del más fuerte, la matanza indiscriminada, la falta de solidaridad.

Y vienen todavía en forma progresiva las escenas de mayor crueldad. El juego cuatro es el más violento pero desde el comienzo la violencia es tan infundada, despiadada y atrapante que superado ese límite, cada vez más, no se puede volver atrás, ya se matan por matarse, se matan por no ser muertos, olvidándose de esos millones que se suman y suman por cada muerte, por arriba de sus cabezas. El ganador Gi-hun no utiliza los millones que “ganó” y sigue pidiendo las monedas para el colectivo.

Este es el juego del calamar, olvidemos el juego coreano de los setentas, pensemos en el calamar, un molusco que posee células pigmentarias llamadas cromatóforos, que permiten cambiar su color externo. Lo utilizan para pasar desapercibidos. El calamar es el viejo que lleva en su camiseta el 1, que pasa desapercibido hasta el final.

Se ubica la parte enaltecedora de lo lúdico, lo que tiene que ver con el juego reglado y con el jugar espontáneo, con la diversión y la creatividad, pero aquí aparece la otra parte, el juego como una manifestación de la crueldad. ¿Por qué vuelven? Tienen 1 en 186 oportunidades, mucho más sencillo que cualquier lotería. Mientras el número 1, el viejo (es el menos uno) nos dice que no hay comparación entre observar el juego del calamar que jugarlo. Protagonizar la experiencia lúdica de la vida o la muerte, es una experiencia incomparable. Vuelven porque se justifican que afuera es igual o peor que en la isla y sin esperanza de esos millones de yuanes.

¿Qué hay en la criatura humana para participar en estas experiencias tan siniestras, empezando por nosotres que la miramos hasta el final y que estamos preocupados de no espoiliar el final cuando seguramente ya la mayoría la hemos visto? Esta serie se convirtió en la número 1 de Netflix, la señal de streaming más lucrativa y multitudinaria del mundo, ¿qué esperanza nos queda aunque desde la antigüedad, siempre la esperanza se esconde al final de la caja de Pandora? Sólo nos queda la comprensión de la naturaleza humana.

Referencias:

Varsasky, Julián: Nota aparecida en Página 12, el día 8 de octubre 2021, https://www.pagina12.com.ar/373345-el-juego-del-calamar-la-ruleta-rusa-surcoreana

Chul Han: La sociedad del cansancio, ediciones Herder.


NOTAS

[1Varsasky, Julián: Nota aparecida en Página 12, el día 8 de octubre 2021, https://www.pagina12.com.ar/373345-el-juego-del-calamar-la-ruleta-rusa-surcoreana

[2Chul Han: La sociedad del cansancio, ediciones Herder.




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COMENTARIOS

Mensaje de Maria Laura González   » 23 de agosto de 2022 » mlauragonzalez@hotmail.es 

Muchas gracias por este análisis, la verdad me llamo la atención de como podría ser interpretado este film "El juego del calamar" y podría ser analizado. Sintonizandome con esta película coincido en que es una serie adictiva, es decir como espectador uno quiere seguir viendo la serie, puede ser como bien establece el autor que somos también jugadores espectadores, por tal motivo nos vemos impulsados a seguir viendola, si bien la trama conlleva dolor, sufrimiento, hechos macabros es de cuestionarnos, si la era digital, el capitalismo, la sociedad de consumo, la modernidad, el egoísmo nos está transformando en seres menos sensibles más iracundos e inhumanos dónde lo macabro tiene un sentido más placentero. Actualmente vivimos en una sociedad donde ocurren actos delictivos a cada hora, a cada momento por tal razón no es de sorprendernos que estás series crueles, fuertes sean de nuestro agrado. Es como lo que sostienen los surrealistas para la locura, el loco es un poético es arte. Una pregunta "En este caso la matanza, la crueldad podría ser considerado por los surrealistas como algo poético? Es una pregunta que nos deberiamos cuestionar cómo seres reflexivos, estudiantes de psicología y futuros profesionales de la salud mental.
Muchas gracias.



Mensaje de Anahi Stecyk  » 23 de agosto de 2022 » anahistck@gmail.com 

Me pareció muy interesante el análisis del autor y como la serie nos invita a reflexionar sobre la naturaleza humana. ¿Hasta dónde es capaz de llegar una persona por ambición, poder o simplemente sobrevivir?. Se podría pensar que sólo es ficción, pero es llamativo que una serie extremadamente violenta, sangrienta, y sádica fuera una de las series más exitosas y más vistas a nivel mundial. ¿Qué es lo que atrapa tanto al espectador?. Se podría pensar que lo atrapante pudiera ser, como dice el autor, que la serie nos incluye al espectador como un participante más, sorprendiéndonos junto con los participantes, sobre lo macabro y perverso de los juegos, pero aún así queremos seguir mirando, aterrados, pero eso sí, sin soltar los pochoclos. Tal vez sea que vivimos en una sociedad donde ocurren hechos muy aberrantes todo el tiempo, y ya estamos tan insensibilizados, tan anestesiados que buscamos emociones fuertes que nos sacudan y nos impacten.
También lo que me parece interesante de la serie es que podría leerse como una crítica a la sociedad moderna y al sistema capitalista. Donde se representa el poder a través de la sociedades de control, donde a través de lo digital, en esta era de la informática, se controla, se vigila, se manipula el comportamiento humano, usándolo como un instrumento de consumo. Donde los empleados del juego, usan máscaras con figuras geométricas que podría representar las jerarquías en la sociedad, controlando y manipulando a los participantes en el juego, que representaría el sistema capitalista, si perdés o no sos parte del sistema, entonces no existís, estás muerto. También es llamativo cuando muestran en primer plano el libro del líder del que está al frente de la competencia, que subtitulado aparece como la Teoría del Deseo de Lacan, tal vez podría leerse como que todo el sistema al igual que el juego, está creado teniendo en cuenta esta falta, esta ausencia que todos buscamos llenar, satisfacer, un sistema que crea a través de la sociedad del consumo. esa supuesta falta, que nos hacen creer necesitar, para “ser felices’’.



Mensaje de Sofia Castano  » 22 de agosto de 2022 » sofia.castano@gmail.com 

Existe otra forma de considerar tanto el juego reglado como el jugar espontáneo: a partir de la voluntad. Si quien juega no lo hace por voluntad propia, entonces en realidad no juega (en los sentidos que le damos en la actualidad): trabaja, cumple con una obligación, realiza un ritual o, en el peor de los casos, es torturado. Hacer algo bajo amenaza tampoco es hacerlo voluntariamente. En este caso, la amenaza no necesita ser realizada por los organizadores del juego, ya que la desigualdad es su condición de posibilidad: es necesario que existan personas tan adineradas como para sostenerlo económicamente, y que existan personas tan desesperadas que consideren el exponerse a esta tortura como la única “solución” posible. Es decir, la desigualdad es constructora de la pobreza que obliga a unos a participar y de la riqueza que permite a otros pagar por el juego. Estos últimos son los que realmente juegan: lo hacen voluntariamente y obtienen placer tanto del espectáculo como de sus apuestas. Y los otros que juegan son los espectadores, si consideramos el arte como un juego, de reglas muy específicas: cada disciplina y a veces cada género tiene las suyas. No conocer las reglas del juego es lo que a veces nos impide disfrutar de una obra de arte, porque no sabemos qué esperar o cuáles son los objetivos del juego. En ese sentido, puede ser importante la advertencia sobre la edad mínima para ver contenidos violentos, ya que es muy importante reflexionar sobre a qué estamos jugando cuando vemos El juego del calamar.



Mensaje de Silvina Cepeda  » 21 de agosto de 2022 » cepedasilvina1984@gmail.com 

¿Qué hay en la criatura humana para participar en estas experiencias tan siniestras, empezando por nosotres que la miramos hasta el final? Esta pregunta, expresada casi al final del artículo, pero hizo pensar directamente en el texto freudiano de “Perturbaciones psicógenas de la visión”. Un escrito del año 1910 que ya nos alertaba sobre el placer de ver y la doble función del órgano. Esta serie ha resultado tan exitosa, ha sido vista y admirada incluso por niños menores de edad; posiblemente debido a la pulsión sexual que se pone en juego en la libidinización del órgano de la visión. Ello explica porque nos atrae en esta serie ver personas ensangrentadas, matándose unos a otros, atravesando los peores obstáculos (enmascarados en conocidos juegos infantiles) y nos involucramos así capítulo a capítulo en la decisión de seguir contribuyendo al propósito del juego del calamar; continuar hasta que solo quede uno (incluso habiendo sido expresada la posibilidad de que, si todos los participantes están de acuerdo, la crueldad puede finalizar). Obviamente, lo siniestro triunfó, nosotros como espectadores, como participantes pasivos, distantes; hemos dado el ok para que no sólo siga hasta el final, sino que también se planifique una nueva temporada próximamente. Hay una escena en particular que considero, apoya esto, me refiero al momento en que los participantes en el juego se dan cuenta de que pueden eliminarse incluso en circunstancias ajenas a los juegos propuestos y, por ejemplo, mientras duermen, algunos deciden matar a sus compañeros y bajar así el contador, incrementando el dinero a ganar. Es como si la raza humana tuviera tan reprimida estas pulsiones hostiles que, ante la mínima posibilidad de libre albedrío, sin dudarlo, dejamos salir lo peor de nosotros.



Mensaje de Aldana  » 19 de agosto de 2022 » aldana_duarte2014@hotmail.com 

Coincido con el autor de este artículo en que todo aquel que haya visto “El Juego del Calamar” es más que un espectador. Cada uno entra en el juego a partir de que comienza a empatizar con los actores participantes, por momentos podemos sentir compasión y lastima, en otros frustración, desilusión.

Por otra parte considero que es una serie que logró adentrarse en los hogares de miles de personas porque se realizó una increíble adaptación, en relación a vivencias y problemáticas actuales, que viven y sufren miles de personas en todo el mundo, desde la pobreza, el consumo, adicciones y que de esa forma te hacen sentir parte y que nadie estaría exento de caer en la tentación de un juego que promete para el ganador ser millonario.

También coincido con que es cuestionable o que merece ser analizado ¿por qué la crueldad llama tanto la atención? Y en este punto creo que por lo menos en la Argentina y me atrevo a decir que en muchos otros países del mundo suceden a diario hechos aberrantes, se cometen homicidios, violaciones, actos de extrema crueldad y sin embargo uno se lamenta al ver estos escenarios en las noticias pero seguimos con nuestras vidas, quizás nos detenemos un momento a pensar, a lamentarnos pero la vorágine de la vida cotidiana solo te permite eso ,un momento y se debe seguir el juego y esperar a que en el próximo noticiero, en el próximo capítulo no ser el protagonista de ningún escenario violento.

“El Juego del Calamar” con más o menos violencia podría plantearse como un reflejo de lo que somos muchas veces como sociedad.