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Descongelar el deseo. Una lectura sobre frozen

por González, María Florencia

Universidad de Buenos Aires

Resumen

El propósito de este trabajo es realizar un análisis acerca de la película “Frozen. Una aventura congelada” (2013) tomando a una de sus protagonistas, Elsa, la princesa de Arandelle para indagar acerca de las coordenadas subjetivas que la movilizan a deshacerse y desasirse de los mandatos sociales que la oprimían. A su vez se pretende desplegar cuestiones acerca del acto ético y si es posible un deseo que se sostenga por fuera del lazo al otro. Se intentará dar algunas posibles respuestas, sosteniendo la tensión intrínseca a la particularidad del caso.

Para ello se tomarán autores tales como Lacan, J. en sus enseñanzas del Seminario VI y Seminario VII así como también a Fariña, J.M. y sus aportes sobre el acto ético, entre otros.

La metodología de la investigación será de tipo cualitativa, utilizando como técnica la recopilación de datos bibliográficos y el análisis de la película que será construido y analizado según la lógica y los conceptos psicoanalíticos.

Palabras Clave: acto | ética | deseo | sujeto

Thaw desire. A read about frozen.

Abstract

The purpose of this work is to carry out an analysis about the movie “Frozen. A frozen adventure” (2013) taking one of its protagonists, Elsa, the princess of Arandelle to inquire about the subjective coordinates that mobilize her to get rid and detach from the social mandates that oppressed her. In turn, it is intended to display questions about the ethical act and if possible a desire that is sustained outside the bond to the other. An attempt will be made to give some possible answers, maintaining the intrinsic tension to the particularity of the case.

For this, authors such as Lacan, J will be taken in their teachings from Seminar VI and Seminar VII as well as Fariña, J.M and their contributions on the ethical act, among others.

The research methodology will be qualitative, using as a technique the compilation of bibliographic data and the analysis of the film that will be constructed and analyzed according to logic and psychoanalytic concepts.

Keywords: ethics | act | desire | subject
 

La película Frozen. Una aventura congelada (2013) propone pensar algunas preguntas en relación al acto ético, el deseo y el lazo al otro. De esta manera se delinean algunas cuestiones: ¿Es posible que un deseo se sostenga en soledad, sin el lazo a otros? ¿Es el deseo un recorrido en soledad al igual que el acto ético? ¿Es vía un acto ético que Elsa se diferencia de los estereotipos sociales de las princesas Disney? ¿Existe un acto ético en ella?

Elsa es una de las princesas de Arendelle y tiene poderes extraordinarios para generar hielo con sus manos. En el transcurso de su primer infancia utiliza esos poderes para jugar con su hermana, la otra princesa de Arandelle, llamada Anna. Fue de ese modo, jugando, que Elsa hiere accidentalmente a Anna. Sus padres se ocupan del asunto y llevan a sus hijas a la tierra de los Trolls, donde uno de sus líderes cura a Anna y sentencia que por su bien borrará los recuerdos de Anna con su hermana. A su vez aconseja a Elsa, que era la mayor de las dos, que debe controlar sus poderes. Sus padres, reyes de Arendelle, aíslan a sus hijas del resto del pueblo y entre ambas princesas se distancian, Elsa atravesará el resto de su niñez y la adolescencia ignorando a su hermana con el objetivo de no hacerle daño, ya que no podía controlar su poder.

Pero cada vez más se sentía ajena a si misma ya que en vez de intentar integrar y hacer algo con su magia, la fue evitando, reprimiendo y suprimiendo, cargándose de culpa y dolor. De acuerdo con Freud (1917) podríamos describir a Elsa del siguiente modo:

“El Yo se siente incómodo, tropieza con límites a su poder en su propia casa, el alma. De pronto, afloran pensamientos que no se saben de dónde vienen; tampoco se puede hacer nada para expulsarlos. Y estos huéspedes extraños hasta parecen más poderosos que los sometidos al Yo; resisten todos los ya acreditados recursos de la voluntad, permanecen impertérritos ante la refutación lógica, indiferentes al mentís de la realidad. O sobrevienen impulsos como si fueran de alguien ajeno, de suerte que el Yo los desmiente, pese a lo cual no puede menos que temerlos y adoptar medidas preventivas contra ellos. El Yo se dice que eso es una enfermedad, una invasión ajena, y redobla su vigilancia; pero no puede comprender por qué se siente paralizado de una manera tan extraña”. (Freud, 2008, p.133)

En conversaciones con sus padres, Elsa les dice: - “Tengo miedo, seguirá creciendo”. Luego de un tiempo, ya de adolescentes, sus padres fallecen y 3 años más tarde, Elsa cumple 21 años y tiene que asumir la corona de Arendelle. Un evento que la llena de temor a que sus poderes se muestren delante de todos. En las canciones dice, intentando convencerse, pero a su vez, dialogando con su voz interna:

Un movimiento en falso y lo sabrán.
Pero es hoy y nada más,
La angustia de existir.
No has de abrir tu corazón

Esas fueron las palabras que sentenciaron su infancia, a modo de mandato superyoico sus padres dijeron que debía ser una “Buena chica” y “no abrir su corazón”.

El castillo reabre sus puertas para la Coronación de Elsa, entre ellos el príncipe Hans, del que Anna se enamora. Al pedir su mano, Elsa se niega a conceder este matrimonio, Anna se enoja y le quita el guante que cubría su mano para impedir desatar el hielo, guantes que había puesto su padre para que contuviese esa magia.

Sin el guante impuesto por su padre y retirado por su hermana de su mano, ¿qué podría impedir que se desate su poder y ocurra una catástrofe? Intentando controlar esto Elsa termina con la fiesta y Anna, la increpa delante de todos “¿Por qué rechazas a todos? ¿Por qué te da tanto miedo?”. Desata así la furia del poder, y sin su guante, frena a todos con hielo congelando también el castillo y a su pueblo. A los gritos de “es un monstruo, atrápenla”, Elsa sale corriendo, avergonzada y bajando la mirada frente a su pueblo, huye de allí dejando al reino en un eterno invierno.

Va construyendo un camino de hielo sobre el agua del mar que rodeaba el pueblo, de este modo Elsa renuncia a su corona y una vez que ha dejado atrás Arandelle, ya en las altas montañas canta Libre soy, de donde se puede subrayar una frase particular “El frío es parte también de mi”.

Se siente libre, dejando su historia de vida atrás, los mandatos paternos y sociales, y al cantar relata que también atrás ha dejado los miedos que la ataban. Probará qué puede hacer, sin limitarse, mientras va creando un hermoso palacio de hielo donde comenzará una vida distinta y en soledad, solo la acompaña Olaf, un muñeco de nieve que habían construido ya desde la infancia junto a Anna.

Es un momento de la película donde se imprime el carácter de lo heroico, Elsa comenzará a sostener su vida con esa creencia de ser libre y a vivir de acuerdo a ella misma, integrando ese lado distinto de su existencia, el hecho de poder hacer hielo con sus manos. Es un acto que es realizado en soledad y que se desprende de las exigencias que ha tenido sobre ella misma a lo largo de su vida.

Surge la pregunta acerca del acto o el accionar de Elsa, por un lado: ¿es un acto ético esta huida de Elsa hacia su “libertad”? ¿O un simple accionar de una adolescente que se rebela frente a los mandatos impuestos?

Parafraseando a Fariña (2002), un acto ético se conforma siempre en soledad, lo cual no significa que no se pueda estar acompañado por otros, sino que interpela al sujeto en su más íntima reflexión, es un acto que resiste a cualquier generalidad y por eso toma un carácter suplementario de lo moral, no la complementa, sino que la suplementa. Se trata de la puesta en juego del singular-universal de la especie humana, allí es donde se despliega la ética.

A lo largo de esta primera parte del film, cada vez que ella es interpelada por su voz interior, la niega rotundamente, la hace callar, redoblando así la rigidez superyoica. Su padecimiento es tan grande que no logra animarse a sostenerse interrogada, ni siquiera a cuestionar a los otros (a sus padres, por ejemplo). Si consideramos las coordenadas donde encontramos el acto ético, Elsa huye creyendo que en soledad encontrará su libertad. Es notorio, a partir de este accionar, cómo ella logra hacer del hielo un castillo, un muñeco y despilfarra magia por doquier. Pareciera que esa “liberación” que la tenía encadenada ahora se pusiera a jugar en otra dimensión, es quizás entonces desde ese lugar adolescente que se rebela contra las normas y la moral de su comunidad, los mandatos paternos, como puede en un primer momento dejar atrás aquello que la habitaba como monstruo, aquello que la intranquilizaba, para desde ahí mismo comenzar un acto creativo, una sublimación de su poder.

Yankelevich (2016) ubica que:

“Sólo una disminución de la idealización puede permitir, eventualmente, la sublimación. Allí el sujeto puede emerger y producir un saber de sí que no desconocía enteramente, pero que ahora sí puede ser llevado a sus consecuencias. Esta articulación lógica en acto es lo que permite una ética. La segunda sin la primera es parloteo necio, la primera sin la segunda es hacer de aprendiz de hechicero”.

Siguiendo esta línea, podríamos pensar que ese momento tan excitante del film de Disney, que pretende mostrar una Elsa “liberada”, lo es en un sentido, pero no comporta lo que se considera un acto ético. La ética no se sostiene de meros pensamientos, en el sujeto del pensamiento y la reflexión, la ética precisa del acto “es la posición del sujeto frente a su soledad, (…) a lo que está dispuesto a afirmar y firmar” (Ariel, 1994), una dimensión del acto donde el Otro no existe. De este modo se ubica así un segundo momento, Elsa construyendo su castillo, un lugar para habitar, donde vivir en soledad incluyendo, como ella dice, al frío que también la habita.

Se puede decir que el accionar de Elsa luego del momento de la Coronación es impulsado por una desidealización que opera como empuje, la del mandato paterno y los imperativos sociales. Escena siguiente, se la observa cantando, en soledad y aliviada produciendo un saber-hacer con el hielo otorgándole otro sentido, otra forma. Es aquí mismo donde ubicamos el pasaje subjetivo de Elsa: de monstruosa a mágica.

Sin embargo, su hermana Anna comienza una búsqueda incesante, al encontrarla le dice que ha dejado el invierno eterno en Arandelle y que debe volver para restablecer las cosas. Y cuando veíamos en Elsa a nuestra gran heroína, liberada de sus ataduras y habiendo conformado un saber-hacer con su magia, hecha a Anna del castillo de hielo y para callarla, congela sin querer su corazón. Elsa, consternada, se pregunta qué hacer, habla consigo misma y se dice “yo nunca libre voy a ser”. Es en este punto donde nos encontramos con nuevos interrogantes, por un lado, si el deseo de Elsa era despojarse de sus antiguos miedos y rearmar su vida en soledad, sin su hermana, ni su pueblo, ¿Es posible sostener un deseo sin el lazo al otro? Por otro lado, ¿qué responsabilidad le atañe a Elsa por el congelamiento del corazón de su hermana?

Intentaremos responder ambas preguntas realizando un recorrido por los conceptos de deseo, sujeto y responsabilidad.

El deseo en sus orígenes es pérdida, pero la vuelta lacaniana es que el deseo es el deseo del otro, esto es, no hay deseo sin otro. Para poder pensar el lugar del deseo en Elsa debemos en primer lugar hablar del lugar del sujeto, ya que no es desde el Yo que se desea, el deseo encuentra hospedaje en el sujeto del inconsciente.

Comencemos diciendo que encontramos dos ordenamientos en el sujeto, por un lado, lo que se puede nominar como un sujeto autónomo (Salomone, 2010) y por otro el sujeto del inconsciente.

El sujeto autónomo es el sujeto del Derecho, somos todos nosotros, ciudadanos, por ejemplo, que circulamos sabiendo las Normas que rigen nuestra sociedad. A su vez, podemos ubicar a este sujeto del lado de la moral, del lado del campo Normativo, de lo que se contempla como un “para todos”. Este sujeto autónomo, por ejemplo, tiene una responsabilidad jurídica, conocer sus derechos y obligaciones.

En cambio, el sujeto del Inconsciente está sujetado entre significantes a su inconsciente, el cual también tiene sus leyes pero que no contemplan un “para todos” sino a lo más singular de cada quien.

Es en este campo que nos ubicamos en la dimensión de la emergencia de lo diverso, lo que se encuentra abierto a que aparezca algo distinto, a que emerja un singular. Por eso podríamos decir que estamos también en el campo del No-todo.

Y ¿cuándo emerge lo distinto en Elsa? Claramente, echar hielo desde las manos es sobrenatural, es algo distinto. Elsa tiene el poder para generar hielo: congelar una ciudad y a sus habitantes y también construir castillos y muñecos. Por lo tanto, podemos plantear aquí que la libertad a la que aspira Elsa no va de suyo, tendrá que ir a la búsqueda de un deseo en ella que sostenga en el devenir de los pasos de su vida qué hacer con eso singular que la habita.

Elsa pretende en ese momento que ubicamos como la huida creer que al fin encontró la libertad. Es importante a su vez mencionar que este accionar la deja en otra posición, en un lugar solitario, que al menos le permitirá encontrar en la oscuridad una posibilidad, encontrar en el vacío de la soledad, qué es lo que hay en potencia. Entiendo este momento como un tiempo de producción de vacío para que emerja luego un acto: un saber-hacer con su parte más potente y aterradora, el lugar de la invención, la creación; una dimensión suplementaria y no complementaria de lo que la moral, las leyes, etc. puedan decir.

Mas adelante, Elsa es atrapada por los guardias que habían tomado el control de Arandelle. Anna con el corazón helado está próxima a morir y Elsa atrapada en una cárcel en el reino, con las manos atadas, sin poder hacer demasiado. Hacia el final de la película, Anna sabía que solo un acto de amor podía deshacer el hechizo del hielo y así evitar morir, ella impide que maten a Elsa y queda congelada, Elsa abraza a su hermana quien ahora se ha convertido en hielo, llora desesperadamente y Anna revive. Elsa le dice: - “Te sacrificaste por mí”. Uno podría pensar que el acto de amor de Anna por su hermana Elsa, impedir que la maten, la salva a ella misma. Así Elsa descubre que solo un acto de amor descongela el hielo. ¿Amor a quién? ¿Al prójimo? ¿A ella misma? ¿es el accionar de Anna (el de impedir la muerte de Elsa) un acto de amor hacia su hermana o hacia ella misma?

Actuar para el bien del otro no nos salva, sino que hace más grande la factura, la cuenta a pagar, a pesar de todo nuestro deseo retorna. Lacan lo llama “Ceder en su deseo” y lo deja asociado al sentimiento de culpa. Acompaña siempre el destino del sujeto de alguna traición. O se traiciona a si mismo o tolera que alguien lo traicione. Lacan sostiene de este modo una pregunta ética “¿Has actuado conforme al deseo que te habita?” (Lacan, 2011, p. 381).

Podemos decir que si bien el deseo se hace un lugar en lo más singular de cada quien no es sin el Otro que se sostiene. El film da cuenta de esto y la escena final lo firma y sella: no nos salva actuar para el Soberano Bien ni el Bien del Otro, sino más bien la posibilidad de que emerja un sujeto del inconsciente que se sostenga en una identidad deseante, es solo desde allí desde donde podemos vivenciar la experiencia de lo amoroso (en el film, lo que iba a salvar a Anna de la muerte era solo un acto de amor), de un acto que nace en uno mismo, en soledad, interpelándonos y atravesándonos, el cual no será sin efectos sobre los otros, como buscando en ellos un pedacito nuestro, y haciendo que nos reencontremos cada vez.

Referencias

Ariel, A. (1994). Una poética del estilo. En El estilo y el acto. Buenos Aires: Editorial Manantial.

Lacan, J. (2011). El seminario VII: La ética del Psicoanálisis. Buenos Aires: Editorial Paidós.

Salomone, G. Z. (2006). El sujeto autónomo y la responsabilidad. En La transmisión de la ética. Clínica y deontología. Vol. I: Fundamentos. Buenos Aires: Editorial Letra Viva.

Salomone, G. Z. (2006). El sujeto dividido y la responsabilidad. En La transmisión de la ética. Clínica y deontología. Vol. I: Fundamentos. Buenos Aires: Editorial Letra Viva.

Fariña, M. J. (2002). Del acto ético. En Ética: un horizonte en quiebra. Buenos Aires: Editorial Eudeba.

Fariña, M. J. (2002). Ética: un horizonte en quiebra. Buenos Aires: Editorial Eudeba.

Freud, S (2008). Una dificultad del psicoanálisis. En Obras Completas, Tomo XVII. Buenos Aires: Argentina. Editorial Amorrortu.

Yankelevich, H. (2016). El acto analítico en Freud y Lacan. Disponible en: https://www.letrasopacas.org/2016/03/el-deseo-que-el-analista-hace-existir.html



NOTAS



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COMENTARIOS

Mensaje de Rosario Gaya Pardo  » 30 de agosto de 2020 » rosario.gaya.pardo@gmail.com 

Siempre que veo esta película hay algo que no puedo dejar de ver y es la liberación de Elsa, ese momento en el que deja todo y no mira atrás. Pero ¿Se puede escapar de todo sin que haya consecuencias de los actos? ¿El pasado no vendrá en algún momento a cobrar lo que paso? Creo que no y este articulo me ayudo a responder algunas de estas preguntas. Elsa aprendió a hacer algo con lo que ella tenía y poder pasar de ser ese monstruo a esa reina mágica a la que Disney nos acostumbra, pero no sin antes atravesar algunas etapas de auto reflexión y auto enfrentamiento. Cuando se ve ella en la soledad de su castillo nuevo pero en total silencio y desolación, no hay nada más que hacer que enfrentarse a eso que ella pensó que dejo atrás, enfrentarse a lo que esperan de ella y eso que ella quiere ser.

El pasado no se puede olvidar por completo, no lo podemos borrar y hacer como si no existiera porque en algún momento va a volver y siempre lo hará en el momento en el que pensamos que por fin podemos estar en paz, liberados, pero el vuelve y cuando menos lo esperamos toca a nuestra puerta (o castillo de hielo) y nos reclama los actos que hicimos. No debemos escapar, debemos aprender a hacer algo con eso, debemos aprender a ser libres teniendo en cuenta todo de nuestro ser sin negar nada y, a pesar de que parece difícil, la compañía de los otros puede ser de gran ayuda.



Mensaje de Melina Francisco  » 29 de agosto de 2020 » meli_francisco@hotmail.com.ar 

Antes que nada, celebro la elección de Frozen para un análisis de estas características. Muchas veces sucede que se tilda a los films animados como “una película para chicos” desde un lugar despectivo y prejuicioso, dando por hecho que se tratará de algo meramente superficial. Por el contrario, considero que podemos encontrar ahí mucha riqueza y profundidad. Algo similar sucede con “las películas de princesas de Disney”, cuyas protagonistas ocuparon largamente un lugar pasivo y de sumisión, que respondía sin dudas a estereotipos de cierta época. Sin embargo, creo que de un tiempo a esta parte esto se ha ido modificando y, en consonancia con la lucha social de las mujeres, encontramos personajes más ricos en su construcción, diversos, mujeres que buscan activamente su propia voz y deseo.
Me resultó muy interesante la lectura propuesta por la autora del trabajo. Quizás la mayor oposición que encuentro entre las dos hermanas es que Anna parece siempre dirigir sus acciones, con una posición de cierta comodidad incluso, desde el lugar de “lo que hay que hacer”: casarse rápidamente, ir en busca de su hermana por considerarse la culpable de su huida, salvarla en la escena final (siendo esto también lo que era necesario para salvarse a sí misma). Mientras que lo que sucede con Elsa va más allá de esto. Ella ha estado durante mucho tiempo pretendiendo ser la “buena chica”, digna heredera del trono, pero algo de eso se quiebra precisamente el día de la coronación. Si bien es cierto que escapa de Arendelle por la persecución que algunos inician en su contra, creo que eso no es más que la causa circunstancial, y que detrás de ese hecho está lo que podríamos llamar la coyuntura dramática. Es posible aventurar que Elsa al abandonar el reino ha actuado, quizás por primera vez en mucho tiempo, conforme al deseo que la habita.
Pudo haber repetido el patrón al que estaba acostumbrada, escondiéndose en las montañas para tratar de reprimir su poder. Por el contrario, construye un gran castillo de hielo. Pero rápidamente vemos cómo el deseo no se sostiene sin el lazo al otro. Eso que parecía tan fuerte tambalea nuevamente en cuanto Anna aparece allí, casi como representante del resto del pueblo que considera a Elsa un monstruo por haber congelado Arendelle. Será recién al final de la película que Elsa desde una identidad deseante logrará aceptar su poder sabiendo ahora verdaderamente de lo que es capaz, tanto de lo bueno como de lo malo, y esta vez lo hará en una dimensión que contempla al Otro. Ella se acepta a sí misma a la vez que se abre ante los demás y ese acto de amor que tiene efecto sobre los otros al descongelar todo el reino.
Sería interesante continuar esta línea de análisis desde el abordaje de la segunda entrega de esta saga, estrenada a fines del año pasado.



Mensaje de Maria Agustina Vecchiarelli  » 29 de agosto de 2020 » agus_vec@hotmail.com 

Para comenzar me gustaría destacar el hecho de que el arquetipo histórico de las princesas de Disney siempre fue el de una princesa pasiva que espera ser rescatada por el príncipe. En un momento de empoderamiento de la mujer y de un fuerte movimiento anti-princesas, Disney propone una historia como Frozen en la que la protagonista Elsa lucha contra si misma, contra los mandatos paternos (“buena chica tu siempre debes ser, “no has de abrir tu corazón”), contra su propia tormenta interna.
Al principio de la película Elsa se muestra muy reprimida, hasta que finalmente abandona el castillo de Arendelle y libera sus poderes. Se puede ver un gran cambio incluso en su forma de vestir y el momento en que se suelta el pelo. Se la ve liberada.
Crea luego de eso, un castillo propio. Podemos pensar que es la primera reina que no hereda el castillo de sus padres, o que no lo obtiene a cambio de casarse con un rey, sino que ella misma lo crea. Pero como bien dice en el artículo, ¿Es eso suficiente? ¿Podría Elsa ser feliz sola en su castillo de hielo?
A su vez Ana, mucho más romántica y soñadora que su hermana, también es una mujer que intenta escapar a la pasividad típica de las princesas. Ella misa va en busca de su hermana atravesando la tormenta de nieve enfrentándose a lo desconocido. Podemos pensar que no es casual que esta sea la primera película de Disney escrita y dirigida por una mujer.
En cuanto a la escena final me gustaría decir que sorprende bastante, y creo que es lo que hace a esta película tan taquillera. Todos al verla por primera vez, y acostumbrados a la lógica de Disney, esperamos que sea el beso de Kristoff, lo que descongele el corazón de Ana. Pero no sorprendemos a ver que el acto de amor verdadero radica en el amor de hermanas. Finalmente, el corazón que debía descongelarse era el de Elsa.



Mensaje de Josefina  » 26 de agosto de 2020 » josefrecondo@hotmail.com 

Muy interesante la elección fílmica y el abordaje. En cuanto a la lectura de Elsa disiento en ciertos puntos. No considero que haya renunciado a su corona, más bien huye por ser descubierto su poder. Lo cual me resulta paradójico que luego cantase “Libre soy”. Tampoco hallo un acto ético en Elsa.
Huye hacia su libertad? Entiendo que huye por temor y ser perseguida, por no ser digna de la corona y por confirmarse maldita al haber sido expuesto su poder, ante la mirada del Otro.
Puesto que, la criaron enseñándole su peligrosidad por la cual debía temer y ocultar, encerrándola. A los 21 años cumplidos debe ser coronada Reina, el palacio abre sus puertas, y allí será que la princesa certifica que sola debe estar. Porque sus poderes y terror y rechazo sembrarán. Elsa huye de sus guardias hacia una colina, construye un castillo de hielo y canta. A lo que me pregunto, construye un castillo o una celda? Justamente ella sabe y lo sentencia “El frío es parte también de mí”. Congelar, un don o una cruz?
Por último, el denominador común que hallo en las Princesas de Disney, es la sumisión y sometimiento por la que éstas en algún momento han de vivir.
Sobre el carácter heroico, quizá podría ser leído en su hermana, ella sin prejuicio alguno, va en busca de su hermana, para salvar a Arandelle del eterno invierno. No le teme a su hermana ni a sus poderes, confía y hasta incluso cree en ella.




Película:Frozen: Una aventura congelada

Titulo Original:Frozen

Director: Chris Buck | Jennifer Lee

Año: 2013

Pais: Estados Unidos