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Entre la bolsa o la vida, la elección del parricidio

por Suque Stecklein, Valeria

Un paisaje medieval nos traslada a una época sin precedentes, aquella en la que todo es posible, en la que adviene lo sobrenatural pero también lo humano, quizá la parte más cruel y cruda del ser humano por conseguir aquel Trono de Hierro, aquel que gobierna por sobre todo el continente en el que se desarrolla la ficción. Los dioses se entremezclan con la humanidad, donde siguen su curso a través de ella. Lo ancestral adviene actual. El linaje es primordial, define identidad, te dice quién eres y qué debes hacer. El linaje da pero también quita, genera deuda. Una deuda por la cual se debe responder, responder por el nombre, responder al nombre.

Este es el escenario que propone George R. R. Martin, en su serie de novelas titulada “Canción de Hierro y Fuego” llevada a la pantalla chica bajo el nombre de “Game of Thrones” (Juego de Tronos) creada por David Benioff y D. B. Weiss para la cadena HBO.

Entre las distintas familias que luchan y pelean por el poder, se encuentra una que se caracteriza por pagar sus deudas. Se trata de la Casa Lannister cuyo emblema es un León, su lema es “Oye mi rugido”. Allí encontramos a Tywin Lannister, el Señor de Roca Casterly, Escudo de Lannisport y Guardián de Occidente. Quien estuvo felizmente casado con Joanna Lannister, su prima. Tuvieron 3 hijos, los mellizos Jaime y Cercei, y el pequeño Tyrion cuyo origen tuvo lugar en el momento exacto de la muerte de su madre. Momento por el cual el pequeño ha sido condenado desde su nacimiento a la muerte y al desprecio. Además de ser considerado un fenómeno ya que padecía de enanismo.

Desde este entonces, la vida de nuestro personaje ha sido marcada por su origen. El hecho de “haber matado” a su madre lo hacía merecedor de una vida llena de miserias. Aquí se enmarca el odio y desprecio que le tiene su hermana y por sobre todo, su padre. Éste, ha reconocido a sus hijos aun cuando éstos viven una relación incestuosa. Pero nunca ha reconocido a Tyrion como hijo, sólo lo ha aceptado porque lleva su apellido. El peso de ser un Lannister recae en Tyrion, lo salva de la muerte pero no de una vida miserable.

Desde la antigua fórmula jurídica, «pater semper incertus est», el padre es siempre incierto, mientras que la madre es «certissima» (Freud, S. 1909). Siguiendo esta misma línea, podemos precisar que “un hombre llama «padre» no sólo a quien lo engendró, sino a cualquier otro hombre que de acuerdo con los estatutos tribales habría podido casarse con su madre y de ese modo ser su padre; y llama «madre» a cualquier mujer, no sólo a la que lo dio a luz, sino a todas las que sin violar las leyes tribales habrían podido serlo” (Freud, S. 1913, p. 16). Mientras que el padre no es cierto, la paternidad será verdadera. La paternidad se sitúa entonces -ya no desde el orden jurídico- en tanto función, siguiendo lo propuesto por Carlos Gutiérrez, “se reconoce en un doble movimiento. El hijo puede reconocer a su padre sólo si éste lo ha reconocido previamente” (2000, p 61). Si pensamos que el padre es incierto, se abre el interrogante de qué lugar ocupa Tywin en la vida de Tyrion. En el orden jurídico, le concede su apellido, lo introduce en un linaje, en una cadena generacional, pero ¿qué sucede con ese doble reconocimiento? ¿cómo podemos pensar la paternidad aquí cuando el padre no lo ha reconocido como hijo?

Desde entonces, Tyrion ha destinado su vida al derroche y al desborde en la bebida y en las mujeres. Hasta que reaviva sus ansias de demostrar-se y demostrarles quien es, que es lo que puede ser. Esto lo lleva hasta el campo de batalla, donde es el único Lannister que se disputa entre la vida y la muerte con una espada. Demuestra que las guerras no sólo se ganan con valentía, sino también con estrategia. Creando una, salva a su reinado de la devastación. Aun así, su familia presa del terror de lo que podría haber sucedido, no reconoce los méritos de Tyrion. Nadie se atreve a reconocer allí a un ganador ni a un héroe. Nadie puede serlo si ha matado a su madre primero.

En medio de estrategias para gobernar el Norte, Tyrion es obligado por su padre a casarse con Sansa Stark. Poco después es acusado de asesinar a su sobrino y actual Rey Joffrey. Declarado culpable, solicita un juicio por combate. Dos grandes oponentes se juegan la vida para dirimir si Tyrion es culpable o no. Quien se ofrece como campeón de éste es Oberyn Martell, quien ha llegado en busca de venganza por un crimen en su familia cometido por los Lannister. En la celda, se da el siguiente diálogo [1]:

Oberyn - Nos conocimos, tú y yo. Hace muchos años.
Tyrion - Creo que lo habría recordado.
Oberyn - No lo creo. Recién habías nacido. Nuestro padre nos llevó a mi hermana Elia y a mí en una visita a Roca Casterly. Mi primera vez lejos de Dorne. No me gustaba nada de la Roca. Ni la comida, ni el clima, ni sus acentos. Nada. Pero la más grande decepción...tú. Tú y mi familia tienen más en común de lo que admiten. Todo el camino desde Dorne todo de lo que hablaban era del monstruo que había nacido de Tywin Lannister. Una cabeza dos veces más grande que su cuerpo, una cola entre sus piernas, garras, un ojo rojo, las partes privadas de niño y niña. Eso hubiera hecho las cosas mucho más sencillas. Cuando conocimos a tu hermana, nos prometió que nos llevaría a verte. Cada día preguntábamos. Cada día nos decía, "pronto". Entonces ella y tu hermano nos llevaron a tu habitación y...ella reveló al fenómeno. Tu cabeza era un poco grande. Tus brazos y piernas eran un poco pequeñas, pero sin garras. Sin un ojo rojo. Sin una cola entre tus piernas. Solo un pequeño pene rosado. No intentamos esconder nuestra decepción. "Eso no es un monstruo". Le dije a Cersei. "Es solo un bebé." Y ella dijo, "Él mato a mi madre". Y apretó tu pequeño pene tan fuerte, que pensé que lo arrancaría. Hasta que tu hermano la detuvo. "No importa", nos dijo. "Todos dicen que morirá pronto. Espero que tengan razón. No debió haber vivido tanto".

El destino de Oberyn fue consumido por su sed de venganza la cual lo dejó desfigurado en el suelo. Muerto el campeón, Tyrion es condenado a muerte. Antes de que esto suceda, Jaime lo libera de las celdas [2]. Éste, en su huida, asesina a su amante Shae, quien lo traiciona en el juicio, develando su relación con él y confabulando en su contra. Pero sin duda traiciona su corazón. Luego de despedirse de Jaime, va a la habitación de su padre. Allí se encuentra con una gran decepción que lo lleva quizá a cometer brutal acto. Encuentra a Shae en la cama preguntando: “¿Tywin? Mi león”. Apodo que recibía Tyrion en sus noches de pasión. Pero ahora el llamado respondía a alguien más. Sus ojos demuestran la triste traición. Enseguida entendemos que Shae ha encontrado un nuevo amante que le ha perdonado la vida. Recordemos que ella era prostituta, y seguramente consiguió seguir con vida por difamar calumnias contra Tyrion. Ha trocado traición por vida. Traición que le ha costado la vida.

Con lágrimas en los ojos la mata diciendo un “lo siento”. A partir de allí, aparece la posibilidad de matar al padre. Si pudo con su amada a quien entregó su cuerpo y alma, puede enfrentarse a aquel que le ha generado tanto odio y que sin dudas, se ha quedado con su mujer. Pero pronto pesquisamos que en esa sed de venganza hay algo más. Siempre que hay odio es porque también hay amor en juego. Una vez más se dirige al padre en busca de amor. Ya Freud nos advierte sobre el sentimiento ambivalente de amor-odio al padre. Hay una lucha entre el amor al padre y la hostilidad hacia él a consecuencia de su papel de competidor ante la madre. Este amor advierte el carácter incestuoso de la relación, por eso es condenado a la represión. Podríamos pensar que la hostilidad aquí se configura no por ser competidor ante la madre, sino por el hecho de no ser reconocido ante él. Y por qué no pensar que este odio se acrecienta ya que su padre se queda con su mujer. Mujer que ha conquistado el corazón del pequeño Tyrion, pero que su padre considera una simple prostituta.

Se da la siguiente escena:

Tywin - Tyrion. Deja la ballesta. ¿Quién te ha puesto en libertad? Tu hermano, espero. Siempre tuvo una debilidad por ti. Ven, vamos a ir a hablar en mi despacho. Esta es la forma en que quieres hablar conmigo, ¿eh? Avergonzar a tu padre siempre te ha dado placer.
Tyrion -Toda mi vida, que has querido verme muerto.
Tywin - Sí. Pero te negaste a morir. Yo respeto eso. Incluso lo admiro. Peleas por lo que es tuyo. Nunca dejaría que ellos ejecutan. ¿Es eso lo que temes? Nunca dejaré que Ilyn Payne tome tu cabeza. Eres un Lannister. Eres mi hijo.
Tyrion - Yo la quise.
Tywin - ¿Quién?
Tyrion - Shae.
Tywin - Oh, Tyrion. Deja esa ballesta.
Tyrion - Yo la maté. Con mis propias manos.
Tywin - No importa.
Tyrion - ¿No importa?
Tywin .Ella era una puta.
Tyrion - Decí esa palabra otra vez ...
Tywin - ¿Y qué? ¿Matarás a tu propio padre en el retrete? No. Eres mi hijo. Ahora, basta de tonterías.
Tyrion - Yo soy tu hijo y me condenaron a morir. Tú sabías que yo no envenené Joffrey, pero me condenaste de todos modos. ¿Por qué?
Tywin - Suficiente. Volveremos a mi habitación y hablaremos con un poco de dignidad.
Tyrion - No puedo volver allí. Ella está ahí.
Tywin - ¿Tienes miedo de una prostituta muerta? (le dispara) Me disparaste. Tú no eres hijo mío.
Tyrion - Yo soy tu hijo. Siempre he sido tu hijo.

En esta búsqueda de amor y de reconocimiento, se despliega la pregunta que Lacan en ciertas ocasiones formula como un “Che vuoi?” (1960, p. 795). El ¿Qué me quieres?, ¿Qué soy para el deseo del Otro?.

Tywin reconoce que siempre quiso verlo muerto, esta vez no iba a escapar de la condena a muerte aun cuando no haya cometido el homicidio. Para salir de esa situación afirma “Eres mi hijo”, desestimando la posibilidad de que éste lo mate. Sólo adviene esa posibilidad y ese miedo cuando escucha que ha matado a Shae. Cuando le dispara dice lo contrario. Adviene lo que siempre estuvo vedado pero mostrado todo el tiempo: nunca lo consideró un hijo. En su condición de hijo le dispara, reafirmando quién es para el Otro. En este sentido, sólo un hijo puede matar al padre, es decir que sólo puede hacerlo en su condición de hijo, por eso su última frase: “Yo soy tu hijo. Siempre he sido tu hijo”.

Este parricidio nos remite sin duda al mito de la horda primordial darwiniana en donde se da muerte a ese padre tiránico, violento, celoso, temido. Ese padre que se presentaba como perturbador del goce. He aquí las palabras de Robertson Smith: “El asesinato y el incesto, o transgresiones de índole similar contra las sagradas leyes de la sangre, son en la sociedad primitiva los únicos crímenes de los que toma conocimiento la comunidad como tal” (1927, p. 419).

En Tótem y Tabú, Freud hace un despliegue respecto del totemismo considerándolo tanto como un sistema religioso como un sistema social. Allí cita a Frazer, quien expresa “los tótems fueron originariamente sólo animales, y eran considerados los antepasados de cada linaje” (1913, pp. 109-110). Habría una necesidad de los linajes de diferenciarse entre sí por medio de nombres. En este sentido, podríamos ubicar en esta ficción un retoño de esta cultura totemista, ya que poseen como emblema al León. Este animal protege y representa a los miembros del linaje, les brinda identidad respecto de las demás Casas. Se ven identificados con esa figura del animal rugiendo. Freud en el escrito mencionado, considera lícito remplazar el animal totémico por el padre, con lo cual aquí podemos pensar una equivalencia entre matar al padre y matar al tótem. Podríamos animarnos a esbozar la conjetura de que las palabras de Shae dan cuenta de esto: “Mi León”.

En el parricidio vemos el triunfo de las mociones hostiles por sobre aquellas mociones de sentimientos tiernos del hijo. Se evidencia aquí uno de los tabúes fundamentales del totemismo, que, junto con el incesto coinciden con los dos deseos reprimidos del Complejo de Edipo. “Si el animal totémico es el padre, los dos principales mandamientos del totemismo, los dos preceptos-tabú que constituyen su núcleo, el de no matar al tótem y no usar sexualmente a ninguna mujer que pertenezca a él, coinciden por su contenido con los dos crímenes de Edipo” (Freud, S. 1913, p. 134).

Respecto de la definición de tabú, podemos decir, siguiendo el texto de Freud, que “se trata, pues, de una serie de limitaciones a que estos pueblos primitivos se someten; esto o aquello se prohíbe, no sabemos por qué, y ni se les ocurre preguntarlo, sino que se someten a ello como a una cosa obvia, convencidos de que una violación se castigaría sola con la máxima severidad” (1913, p. 30).

El parricidio cometido sólo se castigará con la propia muerte, por ese motivo Tyrion huye para desaparecer, aunque no sabemos si para siempre. Ahora la condena de muerte es valedera ya que el acto, a diferencia del que se lo acusa, ha sido cometido por él. La elección de huir es lícito situarla como la elección obligada entre el ser y el sentido. Una elección que consiste en retener una cosa a sabiendas de que la otra se pierde irremediablemente. ¡La bolsa o la vida!, ¡la libertad o la muerte! Dicha alternativa será capciosa y sumamente engañosa ya que “Si elijo la bolsa, pierdo ambas. Si elijo la vida, me queda la vida sin la bolsa, o sea, una vida cercenada” (Lacan J.1964, p. 220). Esta elección conlleva sin duda una pérdida, pérdida que da cuenta del desvanecimiento del sujeto como puro efecto del significante. Tyrion eligió la vida, pero en todo caso será una vida cercenada, carente de libertad. No sólo huye de la condena que lo esperaba como el culpable del homicidio del Rey, sino que ahora huye de la condena de haber elegido la vida después de haber matado al padre. Habrá que ver cómo se las arregla con eso, cómo paga esa deuda por la que debe responder.

Referencias

Freud, S. (1913). “Tótem y Tabú. Algunas concordancias en la vida anímica de los salvajes y de los neuróticos”. En Obras Completas, Tomo XIII. Amorrortu Editores, Buenos Aires.

Freud, S. (1909). “La novela familiar de los neuróticos”. En Obras Completas, Tomo IX. Amorrortu Editores, Buenos Aires.

Freud, S. (1909). “Análisis de la fobia de un niño de cinco años”. En Obras Completas, Tomo X. Amorrortu Editores, Buenos Aires.

Gutiérrez, C. (2000). “Restitución del padre”. En La encrucijada de la filiación. Tecnologías reproductivas y restitución de niños. Lumen/Humanitas, Buenos Aires.

Lacan, J. (1964). El seminario. Libro 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Paidós, Buenos Aires.

Lacan, J. (1960). “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano”. En Escritos 2, Siglo veintiuno, México.

Smith, R. (1927). Lectures on the Religion of the Semites. Fundamental Institutions. Third edition. Meridian Library, New York.



NOTAS

[1Game Of Thrones, Temporada 4, Episodio 7.

[2Game Of Thrones, Temporada 4, Episodio 10.





COMENTARIOS

Mensaje de Agustin Fernandez  » 31 de octubre de 2014 » agustin.fernandez83@gmail.com 

Antes que nada, me encanta la serie! ja! Creo que por eso tienen un sabor especial este tipo de congresos, que involucran el arte. En cuanto al trabajo, me resultó muy disfrutable también, en como fuiste narrando los acontecimientos e introduciendo las preguntas. Me quedo con esta pregunta: si el precio que paga tendrá que ver con la renuncia a recibir, algún día, la aprobación del padre.



Mensaje de Valeria  » 22 de septiembre de 2014 » val9_2004@hotmail.com 

Gracias Rosana por el comentario!

Coincido con lo que mencionas, aunque no hay que olvidar que Tyrion tiene que pagar con su vida por un crimen que no ha cometido. Aquí, la ley social (comandada de manera interesada por Tywin) no sería justa. Si mal no recuerdo, Hobbes menciona que la sociedad civil se diferencia del estado de naturaleza vía la legalidad, la cual pone freno a la venganza, al todos contra todos. Cuando se viola esta legalidad, hay lugar para que se despliegue la venganza. Es probable que esto haya sucedido en dicha ficción.

Tywin se las ha ingeniado para condenar a su hijo. Con su interés y vía la mentira estaría infligiendo una justicia poco justa. Por ende habría que interrogar quién es el que transgrede y desde qué lugar. Además, ante la disyuntiva en la que se ve envuelto Tyrion, podemos pensar que no puede hacer otra cosa más que transgredir la ley, en la cual él es culpable. Ya que la alternativa que le da su hermano es huir. De lo contrario estaría pagando con su vida un crimen que no ha cometido.

Gracias nuevamente, tu intervención es muy oportuna para seguir pensando sobre dicha ficción

Saludos,
Valeria



Mensaje de Rosana L. Brizuela  » 18 de septiembre de 2014 » rlbrizuela@gmail.com 

Comparto con el autor del presente articulo la idea de que el personaje de Tyrion Lannister visibiliza los beneficios y la deuda que pertenecer a una familia conllevan.
En el caso de Tyrion, esto se vislumbra claramente ya que el hace uso de su poderio economico casi de manera obsena, gastandolo en mujeres y alcohol.
Por otro lado, en las diferentes temporadas, se puede ver que Tyrion, cuando es convocado a resolver situaciones y sobrellevar peligros, lo hace de manera excepcional y brillante, generando la sorpresa y admiracion de quienes lo rodean, excepto de su padre y su hermana, que siempre lo devuelven a un lugar desvalorizado.
En la frase “Yo soy tu hijo. Siempre he sido tu hijo” podemos ver el fracaso de Tyrion, quien habia tenido una mirada critica a los excesos de su familia y habia logrado no quedar atrapado a ciertos mandatos del padre, como por ejemplo, al tomar la decision no tener un hijo con Sansa Stark.
Es verdad que solo un hijo puede matar al padre, pero haciendolo, queda totalmente tomado por el Otro. Tyrion, al matar al padre, se confirma a si mismo que hay una unica forma de ser un Lannister. Es decir, trangrediendo la Ley.




Película:Game of Thrones

Titulo Original:Game of Thrones

Director: Creators: David Benioff, D.B. Weiss / HBO

Año: 2011-

Pais: Estados Unidos