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Incluso tiene tus ojos

por Abelaira, Paula, Fernández Garbin, Nicolás Ezequiel

Facultad de Psicología Universidad de Buenos Aires

Resumen

La producción fílmica Incluso tiene tus ojos, nos trae con su argumento la posibilidad de desentramar la noción de “duelo genético”, el cual cobra relevancia en el análisis de casos donde las nuevas formas de parentalidad (específicamente en la subrogación materna y donación de gametos) amplían sus márgenes para pensar los parámetros de análisis en el caso de las adopciones.

Palabras Clave: filiación | duelo-genético | adopción | TRHA

Nuevamente el cine nos ofrece su magia a través de historias y escenas para pensar los avatares de la humanidad. Las diversas conformaciones familiares que atraviesan nuestra época indican que pese a los avances en materia de derechos y comprensión de que la complejidad humana va más allá de lo biológico, esto último continúa teniendo un gran protagonismo a la hora de pensar los lazos filiatorios. La relación entre parentalidad y genes se ve potenciada a partir de las nuevas técnicas reproductivas pese a que el trabajo realizado para su usual implementación haya ido en sentido contrario. Con esto nos referimos a que si bien la aparición de conceptos y hechos como la voluntad procreacional, la gestación por sustitución o la donación de gametos han señalado una hiancia entre la parentalidad y la biología, la realidad de los sujetos muchas veces avanza en dirección contraria –confundiendo, incluso, genética con rasgos fenotípicos–. Nos preguntamos entonces cuál es la importancia del dato genético en la constitución de lazos filiatorios y cómo se juega el tan en boga “duelo genético”, tanto en las tecnologías de reproducción humana asistida (TRHA) como en las adopciones.

Escenas de la vida cotidiana

Es el film de Lucien Jean-Baptiste Incluso tiene tus ojos (2016) donde Paul y Sali, una pareja francesa de ascendencia africana, hace mucho tiempo esperan convertirse en una familia, estando en la lista de espera de adoptantes del servicio social.

Al convocarlos con la noticia de la posibilidad de un niño para adoptar nos encontramos con el primer detalle en la sala de espera del Servicio Social: Paul y Sali sentados entre la gigantografía de una feliz y blanquísima pareja brindándole todo su amor a una sonriente niña negra, y un divertido chinito sostenido en alza por sus flamantes padres caucásicos.

Valernos de los avatares de la vida de esta pareja, nos permite pensar en la vía por la cual orientarnos al momento de analizar, en situación, los dilemas que se presentan dentro del campo de intervención que nos compete.

El momento en el que el plano toma como protagonista al bebé, intencionalmente aunque no tan sorpresivo, advertimos que Benjamín es un niño blanco con unos grandes ojos azules.

Luego, con el trascurrir de la película vemos algunas escenas donde los padres deben dar explicaciones acerca del vínculo con su hijo. Por ejemplo, cuando Sali lleva al pediatra al niño y su secretaria la confunde con la niñera de Benjamín. Ella debe explicarle que en verdad es su madre y luego, ante la sorpresa de la secretaría, aclarar que es su madre por adopción.

Desde el trabajo del servicio social encontramos, además de cierta incomodidad y grandes dudas, un comportamiento al menos excesivo para con este caso. En una conversación con otros padres adoptantes, Sali se da cuenta que la trabajadora social había estado visitándolos un número exagerado de veces. Además de haber estado visitando a sus parientes para “descifrar” si había en la familia aceptación del niño, cosa que no estaba dentro del protocolo de control. Esto enoja mucho a Paul y a Sali, por lo que deciden denunciar a la trabajadora social en el departamento de adopciones.

¿Qué exceso está denunciando la película?

A simple vista, podríamos recurrir a cualquier serie de explicaciones racionales de la mano de la higiene y profilaxis mental, donde en la búsqueda del mayor bienestar posible para el niño, se vean justificadas todas aquellas intervenciones que salvaguarden la integridad del adoptado, por lo que podría verse apoyada esta decisión de saltarse los protocolos desde la moral, las buenas costumbres y las mejores intenciones. Pero mejor aún, en la cinta se muestra algo más particular y concreto, esto es, cuál es la definición de maternidad/paternidad-filiación que subyace en la sociedad, y por lo tanto orienta la actividad profesional.

La relación automática entre parentalidad y genes se desplaza entonces a que al menos se me parezca, lo que podría traducirse con que al menos algo vaya a ese lugar vacío que descompleta mi yo imposible de completar, acercándonos a la definición de duelo.

Duelo Genético

El duelo genético en las TRHA nos sirve como eje de análisis para pensar cuáles son los procesos por los que circula la filiación desde una de las formas de parentalidad como lo son las adopciones.

En la especificación de duelo genético, vemos la aparición de una nueva ficción de la que nos servimos para abordar casos en los que la felicidad pareciera venir bajo el brazo de un nuevo integrante en la familia. Para acercarnos a la noción de duelo genético es preciso, en primer lugar, delimitar con qué concepto de duelo trabajamos, concepto del cual nos valdremos para trazar a partir de allí algunas coordenadas teóricas que vehiculicen un posible análisis de cara a su incidencia en el caso por caso de la utilización de las técnicas de reproducción asistida.

Para hacer un esquemático resumen, Freud en Duelo y melancolía (1915) propone al duelo como un afecto normal, refiriéndose a un proceso psíquico por el cual se elabora anímicamente la pérdida de “una persona amada o de una abstracción que haga sus veces, como la patria, la libertad, un ideal, etc”. Con esto, a su vez, define a la melancolía como la manifestación de un duelo al cual se le agregan otras características y en donde el protagonismo lo cobra el narcisismo. No sólo anuncia al principio del texto que en la melancolía podría tratarse de una disposición enfermiza de este afecto normal, sino que así lo define. “Por un lado, como el duelo, es reacción frente a la pérdida real del objeto de amor, pero además depende de una condición que falta al duelo normal o lo convierte, toda vez que se presenta, en un duelo patológico. (…) La sombra del objeto cayó sobre el yo, quien, en lo sucesivo, pudo ser juzgado por más instancia particular como un objeto, como el objeto abandonado.” La melancolía, dice, toma prestados una parte de sus caracteres, sumado a una regresión desde la elección narcisista de objeto hasta el narcisismo. Concluyendo con que “las ocasiones de la melancolía rebasan las más de las veces el claro acontecimiento de la pérdida por causa de muerte y abarcan todas las situaciones de afrenta, de menosprecio y de desengaño. (Freud, 1915)

Como concepto específico Freud reelabora al duelo logrando iluminar otro concepto, tan trillado como extraño, como lo es la conformación del yo. Explicar la introducción del narcisismo en la teoría del psicoanálisis a partir del duelo y la melancolía es, creemos, la vía que habilita un pequeño espacio en el cual se sostienen las problemáticas a las que nos dirigimos en este recorrido.

¿Cuál es la estofa que bulle en el atravesamiento de una pérdida de la vida?

Siguiendo estos desarrollos sobre el duelo, resulta interesante el planteo que nos trae Allouch en Erótica del duelo en tiempos de la muerte seca, donde diferencia el estatuto de acto en el que se asienta el duelo, nombrándolo como la “subjetivación de una pérdida sin compensación”, del llamado trabajo del duelo, entendiendo a esta última como una elaboración sobre la apuesta fálica sobre el propio narcisismo, ese pequeño trozo de sí que requiere y con el cual se cerraba la homeostasis de algún circuito psíquico y que ahora no está más, o como aclara Freud: cuando sabe a quién perdió, pero no lo que perdió en él.

Duelo genético: ¿afecto normal o disposición enfermiza?

Son escasas al momento las producciones científicas que mencionan al duelo genético como una herramienta propia para la intervención en el campo que se abre en el cruce entre la implementación de tecnologías aplicadas a la reproducción humana y la salud mental.

Siguiendo lo trabajado por Ormart-Abelaira en Clínica psicoanalítica de la infertilidad: Epigenética y duelo (inédito, 2019), tomamos aquí los dos puntos centrales en los que bascula su elaboración: subrogación materna, por un lado; donación de gametos por el otro.

El duelo genético es tomado aquí como una serie de instancias ligadas al trayecto a recorrer en la utilización de TRHA. Instancias de qué sino de las diferentes pérdidas a las que se queda expuesto en relación a la maternidad, a la paternidad y a los ideales e ilusiones que sobrevuelan los proyectos tanto de ser padres como de tener un hijo. Pérdidas que, siguiendo a Freud, radican en la más profunda superficie de la conformación narcisista.

Se los entiende entonces, como el atravesamiento de una instancia donde se busca inscribir a nivel psíquico una pérdida. En el caso de la subrogación, se hace referencia al duelo por la pérdida de la posibilidad de gestar el embrión; en el caso de la donación de gametos, por la ausencia del material genético propio aportado.

¡Cómo ha de ser mío cuando ni siquiera carga con mis genes!

Lo que queda establecido de este modo, es una relación automática entre parentalidad-filiación y genes. Que lleve mis genes lo hace más hijo mío. La ilusión de que la paternidad/maternidad se sustenta en la transmisión genética es una de las llaves principales para el abordaje de estos casos, ya que este punto deja expuesto un borde, un delgado límite en el que pueda escucharse qué lugar se está preparando en esa familia para el hijo que viene.

El hilo de análisis propuesto para este nuevo recorrido está situado desde un concepto tan particular como inventado, acuñado como todo nuevo elemento teórico, sobre la base de un concepto tan sólido como profundo y que harta literatura lo rodea, el duelo.

Se abre entonces, un margen para pensar en los casos de adopción qué papel juega el duelo genético. Podríamos decir que no hay filiación que no sea por adopción. Creer en una filiación sin adopción, o sea, pasar por la desmentida o la anulación del desfasaje entre el significante y el objeto, la completud de la imagen y lo que intenta representar como unidad de cuerpo, queda del lado de la experiencia de la locura donde la ilusión de un cuerpo todo propio queda pregnado a la concepción de un hijo.

Volviendo al planteo de Allouch, el duelo entendido como acto, porta en su disolución la inscripción psíquica de la pérdida como marca de una imposibilidad, donde esa subjetivación sin compensación es el aggiornamiento de un yo que sacrifica su ilusión de completud gratuitamente (pero no tanto).

Referencias

Allouch, J (2011) Erótica del duelo en tiempos de la muerte seca – 1° ed. Buenos Aires, El cuenco de plata.

Freud, S. (1915) Duelo y Melancolía . Obras Completas Tomo XIV. Amorrortu Editores.

Ormart, E & Abelaira, P (2019) Clínica psicoanalítica de la infertilidad: epigenética y duelo. (Inédito)



NOTAS





COMENTARIOS

Mensaje de Rosana Laura  » 31 de octubre de 2019 » rlbrizuela@gmail.com 

Coincido con los autores en que “lo biológico (…) continúa teniendo un gran protagonismo a la hora de pensar los lazos filiatorios’’, especialmente al velar, en mi opinión, la otredad de un bebé/hijo representa en aquellos que lo trajeron a su mundo, más allá del recurso empleado para tal fin.
Lo interesante de esta película es que visibiliza el trabajo que requiere para una mujer o un hombre y su familia también, la incorporación de un nuevo integrante a la dinámica familiar.



Mensaje de eormart  » 28 de octubre de 2019 » eormart@gmail.com 

La idea de la paternidad como adopción es más común y aceptada que la de la maternidad por adopción . Me refiero a que en la lógica del artículo,las funciones parentales son formas de adopción en tanto pérdida de la complejidad narcisista que abre la brecha del encuentro con la otredad




Película:Hasta tiene tus ojos

Titulo Original:Il a déjà tes yeux

Director: Lucien Jean-Baptiste

Año: 2016

Pais: Francia | Bélgica