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Líder de las masas en la falta del Estado

por Cardoso, Florencia Agustina, Sueiro, María Milagros

Facultad de Psicología. Universidad de Buenos Aires

Resumen

A lo largo de este escrito se trabajará sobre el film Joker como recurso para indagar los conceptos concernientes a los escritos sociales de Freud, aplicándolos al contexto socio-económico neoliberal de nuestra época, tomando al neoliberalismo en tanto productor de subjetividades. En esta línea, analizaremos las consecuencias de la falta del Estado como garante, en el orden simbólico, de normas que regulen los vínculos entre las personas, para centrarnos en el personaje de Arthur Fleck con el objetivo de pensar la estructura psicótica y las particularidades que puede tomar la misma en este contexto.

Palabras Clave: Psicoanálisis | Neoliberalismo | Psicosis | Estado

Joker: Leader Of The Masses In The State Absence

Abstract

Throughout this writing we will work on the film Joker as a resource to investigate the concepts concerning Freud’s social writings, applying them to the neoliberal socio-economic context of our time, taking the neoliberalism as producer of subjectivities. In regard to this matter, we will analyze the consequences of the lack of the State as guarantor of norms that regulate the links between people -in the symbolic order-, to focus on the character of Arthur Fleck with the purpose of thinking about the psychotic structure and the particularities that it can have in this context.

Keywords: Psychoanalysis | Neoliberalism | Psychosis | State
 

Introducción

Joker (Phillips, 2019), renombrada película, con múltiples nominaciones a diferentes premios, reconocida por la actuación de quien interpreta el rol protagónico, Joaquín Phoenix. Para aquellos que no la conocen, la historia de dicho personaje es la del villano más reconocido de Batman, traducido al español como El Guasón, quien ha sido representado en múltiples versiones cinematográficas como Batman (Burton, 1989), interpretado por Jack Nicholson o Batman: The Dark Knight (Nolan, 2008), interpretado por Heath Leadger.

Joker es un personaje que ha pasado por diferentes actores y visiones artísticas que se han analizado desde múltiples perspectivas, como ser la correlación entre los comics y las adaptaciones cinematográficas. Sin embargo, algo diferente pasó con esta versión que, si bien algo similar ocurrió en la interpretación de Leadger del mismo, cuando hablamos de Joker de Phoenix algo no encaja dentro de las adaptaciones previamente realizadas. Sin duda podríamos hablar de un caso singular y, en tanto tal, la forma de representación del mismo no podría ser la misma que la de sus antecesores. Sin embargo, algo fue movilizado a la hora de generarse una representación colectiva del mismo.

Podríamos hacer la salvedad del concepto de la representación colectiva y a qué nos referimos con esto, pues no dudamos que haya una estadística de aceptación o afinidad al personaje luego de la salida de dicho film. Sin embargo, nos referimos a cómo resonó, resignificó esta película a las masas, al público al cual fue, o quizás no, dirigido la película.

No es casual el uso del concepto de masas, de la representación colectiva. La aparición de Joker habla de una necesidad de volver sobre los llamados textos sociales de Freud, volver a encontrarnos con ellos, darles una visión actual en relación a lo desarrollado sobre el malestar en la cultura, tomando el contexto capitalista como imperativo que aparece. Teniendo en cuenta las políticas neoliberales en las que se ubica el personaje para pensar los lugares del Estado, el lugar paterno y lo que finalmente podríamos pensar en torno a la identificación de las masas para algunos sujetos –en este caso, tomando como sujeto para el análisis a Arthur Fleck, también conocido como Joker en el film– cuando no existe esa referencia simbólica.

El malestar en la cultura actual

Cuando pensamos en los desarrollos freudianos, se tiende a orbitar los conceptos relacionados con las estructuras psíquicas, dado el desarrollo de Freud en su práctica clínica del psicoanálisis, para pensar en lo más particular de estos conceptos, en torno a la neurosis, psicosis y perversión para luego poder analizar el caso por caso de la clínica. Claramente este es un recorte muy breve del amplio contenido que desarrolló Freud mismo. Nos interesa hacer hincapié en esto para pensar que, si bien es desde allí que nos orientamos a la práctica clínica psicoanalítica, en múltiples oportunidades Freud también hizo mención al análisis de la época en la que se encontraba para dar explicación a aquellos fenómenos que podía ver y extrapolar a lo que él encontraba en el consultorio.

Los llamados textos sociales como fueron “Malestar en la cultura” (1992), “Totem y Tabú” (1991), “Psicología de las masas y análisis de yo” (1992) por mencionar algunos, tienen una doble función, ya que permiten pensar justamente estas categorías antes mencionadas en torno a la estructura psíquica, como también estos conceptos en un marco social.

Freud hace tempranamente una referencia en Malestar en la cultura (1992) hacia tres instancias en las que el sujeto habita pero que generan malestar, tomando el título elegido por el mismo como algo no azaroso. Esto lo enunciará de la siguiente manera:

“(...) la hiperpotencia de la naturaleza, la fragilidad de nuestro cuerpo y la insuficiencia de las normas que regulan los vínculos recíprocos entre los hombres en la familia, el Estado y la sociedad.” (Freud 1992. Pág. 85).

Cuando Freud desarrolla la “hiperpotencia de la naturaleza” y “la fragilidad del cuerpo”, entiende que éstas son inevitables, producto de ese punto inabarcable por la ciencia y el saber humano sobre la naturaleza y la finitud del propio cuerpo bajo esa misma lógica. En relación a esto, una de las primeras cuestiones que se ponen de manifiesto en el film es esta supuesta patología neurológica que sufre el protagonista, que se expresa en una risa exacerbada que escapa a su control, sucediendo en momentos en los cuales dicha risa no habría de tener lugar. Podemos decir inicialmente que esto es comparable con lo que el autor plantea, como ese resto que, dicho en lenguaje lacaniano, siempre escapa a la simbolización. En esta misma línea, en el texto se define la “fragilidad del cuerpo” de la siguiente manera: “nuestro organismo, él mismo parte de ella [la naturaleza] [1], será siempre una forma perecedera, limitada en su adaptación y operación.” (Freud, 1992. Pág. 85). A partir de esto entendemos que Freud se refiere al cuerpo en tanto biológico pero, analizándolo desde otra perspectiva, la fragilidad también podría referirse a la propia del cuerpo imaginario, la cual se pone de manifiesto en el semblante de Arthur.

El desarrollo de estos conceptos será continuado luego, pero en este momento nos gustaría hacer hincapié en el tercer punto que Freud plantea en relación al malestar: “la insuficiencia de las normas”. Si bien entendemos que el autor escribe ubicado en el momento socio-histórico que lo atraviesa, este concepto todavía sostiene su valor. El film, como hemos mencionado, se estrena en el año 2019 y muestra que la sociedad en la que vive el protagonista es una en la cual impera esta insuficiencia de las normas. No azarosamente el director eligió no representar un escenario similar al de películas anteriores en donde ha aparecido este personaje, sino –y que justamente fue uno de los aspectos que resonó en los espectadores– utilizar un escenario que fuera aprehensible para aquellos que la miraran, es decir, cercano o familiar. Si bien no está especificado o nombrado fehacientemente, podríamos pensar que el contexto socio-económico que desarrolla el film corresponde al modelo neoliberal actual. Pese a que no nos detendremos en caracterizar dicho modelo de manera detallada, sí nos gustaría esbozar aquellos aspectos que se pueden ver reflejados en el film, para pensar esta idea freudiana de la insuficiencia de las normas y cómo impacta en Arthur.

El neoliberalismo supone, entre otras cosas, sujetar a las empresas a la disciplina del mercado; disminuir los salarios y el gasto social y privatizar las empresas públicas. Este modelo se sostiene en la economía de mercado en razón de dos principios que se esgrimen en el más alto rendimiento y la constante competencia. Como contrapartida de esto, se puede observar en la población un aumento en el consumo para equilibrar la creciente producción y comercialización de mercancías. Es así como la población se ve convertida en un conjunto de consumidores regidos por un principio de individualidad, desestimando los intereses comunitarios, sosteniendo la creencia de que el crecimiento es producto del desarrollo personal.

Habiendo esbozado estas características del modelo, podemos empezar a identificarlas en el film, para luego analizar las consecuencias de las mismas en Arthur.

Nuestro sujeto trabaja como payaso bajo una modalidad de trabajo a demanda, es decir, en la medida en que se lo solicite. Por este motivo, sus ingresos no son constantes ni estables, sino que dependen de estos trabajos ocasionales. Él se encuentra en una “agencia” que aúna a estos “trabajadores”, les facilita los trabajos llevándose una parte de las ganancias pero que, por otro lado, no los respalda frente a eventuales conflictos o problemáticas con los que puedan encontrarse. Esto se puede ver prontamente en el film cuando a Arthur le roban un cartel que estaba utilizando para promocionar un establecimiento comercial, el cual no sólo no logra recuperar sino que sufre un ataque por parte de los jóvenes que le robaron. Frente a esta situación el encargado de la “agencia” le exige que devuelva el cartel o de lo contrario el valor del mismo sería descontado de su paga, descreyendo del relato de Arthur, haciendo que la responsabilidad de lo ocurrido recaiga sobre él.

Esta escena representa lo que mencionamos anteriormente en relación a las empresas disciplinadas en la lógica del mercado, en tanto prioriza su producto, o servicio en este caso, por sobre el trabajador y sus derechos, en consonancia con la disminución de los salarios inherente a dicha lógica.

Por otro lado, otro indicador que sostiene la hipótesis de que el contexto socio-económico que presenta el film es de corte neoliberal, enfocándonos ahora en la disminución del gasto social y la privatización de las empresas públicas, ocurre en una escena de Arthur en su terapia. Desde el inicio del film nos muestran que Arthur tiene sesiones recurrentes en un centro estatal dependiente de servicios sociales con una psicoterapeuta, espacio que, si bien sostiene, no le es de gran utilidad, lo cual se puede ver en múltiples ocasiones en las que el protagonista le hace notar a la profesional que no se siente escuchado. Finalmente, en uno de sus encuentros, la psicóloga lo interrumpe para informarle que esa sería su última sesión ya que el centro cerraría por un corte de fondos, dejándolo a Arthur totalmente desalojado del lugar que tenía hasta ahora, sin siquiera darle garantías en relación a su medicación. La profesional en este entramado, como trabajadora social, también queda desalojada, por ser su labor una que no genera ganancias bajo la lógica mercantil, dejándoselo saber al decirle: “a ellos no les importa una mierda la gente como vos, y tampoco la gente como yo” [2]. De esta manera podemos leer el recorte en las instituciones sociales en tanto no son productivas o sustentables. Siguiendo por esta misma línea, el lugar que tiene el loco en tanto no productivo para la sociedad, se ve claramente en la escena en la que Arthur, al escribir en su diario, dice que “la peor parte de tener una enfermedad mental es que la gente espera que te comportes como si no la tuvieras”.

“Put on a happy face” como imperativo de goce

En este apartado nos interesa presentar a Arthur desde otra perspectiva. Si bien ya hablamos de su lugar en el entramado social, querríamos ahora hacer hincapié en la historia personal de nuestro sujeto, para justificar a través de determinadas escenas y detalles del film, un posible diagnóstico de psicosis.

Inicialmente se nos presenta a Arthur trabajando como payaso. Sabemos, como dijimos anteriormente, que gana poco dinero realizándolo. Además de esto, sus compañeros tienden a burlarse de él, sosteniendo la idea de que es un freak, es decir, alguien raro, que incomoda a quienes lo rodean. Prioritariamente esto se vincula con su risa que, como habíamos mencionado, queda “fuera de lugar”.

Arthur vive con su madre, Penny Fleck (Frances Conroy), en un edificio en mal estado edilicio, a quien sostiene monetariamente y con la cual tiene una relación peculiar. Al inicio de la película no hay mención alguna sobre un padre, así como tampoco se encuentra en el discurso materno. Lo único que insiste en el discurso de ella son las cartas que le escribe a Thomas Wayne (Brett Cullen), empresario multimillonario para el cual ella había trabajado en su juventud, a quien le deja saber de la situación monetaria en la que se encuentran en búsqueda de auxilio. Otro de los hombres que la madre menciona con frecuencia es un conductor televisivo, Murray Franklin (Robert De Niro). Madre e hijo comparten fanatismo por su programa, incluso Arthur fantasea con participar del mismo, llegando al punto de imaginarse ocupando un lugar de hijo para este conductor.

Su ideal de trabajo no es ser un payaso, sino realizar comedia stand up, para lo cual escribe en el diario que le proporcionó su terapeuta. En el mismo, cuya función inicial era llevar un registro de sus emociones y pensamientos para luego compartir con la profesional, él comenzó a poner por escrito su “material” humorístico. Sin embargo, cuando en el film se nos muestra el contenido del mismo, las frases generalmente son inconexas, con algunas imágenes de desnudos, entre los cuales puede encontrarse algún “chiste”. Aun así, podríamos inferir que éstos no tienen un genuino valor de chiste, en el sentido de una metáfora, como formación del inconsciente.

En ambos casos, en su trabajo como payaso o su ideal de comediante de stand up, está presente el chiste, el “hacer feliz al otro”, como objetivo de ese accionar. Podríamos pensar que esto se desprende del apodo que su madre le otorga desde pequeño, Happy, o Feliz, significante que tiene un peso especial en la historia singular de Arthur. Esta “felicidad” que quiere causar en los otros parte de una imposición materna que se puede leer en la frase “mi madre siempre me dice que sonría y ponga una cara feliz. Ella me dijo que yo tenía un propósito, traer risas y felicidad al mundo”. Leemos estos dichos de la madre no desde un lugar de deseo materno, sino como un imperativo, un deber ser que irrumpe en el sujeto como demanda de un Otro total, no barrado.

Bajo la lógica que venimos elaborando sobre el significante Happy, la risa como fenómeno neurológico, tal como se la plantea en el film, puede leerse desde otro lugar, más allá de lo biológico. Entendemos que si fuera un simple fenómeno neurológico se le aparecería en cualquier situación, sin embargo lo que se puede observar es la irrupción de la misma en cierto momentos o situaciones particulares que se caracterizan por ser angustiantes. Observamos esa angustia en múltiples eventos, siendo uno de ellos un viaje en colectivo en donde empieza a hacerle caras graciosas a una niña para que se ría y, frente al rechazo por parte de la madre de la niña, él estalla en carcajadas, teniendo que recurrir a presentarle una tarjeta que justifica su patología, la cual funciona a modo de certificado de discapacidad. A partir de ello pensamos la risa como un fenómeno elemental que se impone sin límite alguno, más allá de la voluntad de Arthur, en tanto Real que irrumpe frente a la falta en lo Simbólico a poder dar respuesta al rechazo del otro. Podemos justificar esta lectura a partir de la forma en que la risa se presenta acompañada de una expresión de sufrimiento, causando esa ambigüedad entre lo visto y lo oído por el otro.

Si nos adentramos aún más en el análisis de la relación de Arthur con su madre, no podemos pasar por alto los descubrimientos que se van sucediendo en torno a su vínculo y la conexión directa que hay entre ello y el fenómeno de la risa. Como habíamos mencionado anteriormente, la madre enviaba de manera regular cartas a Thomas Wayne, su ex empleador, las cuales Arthur llevaba al correo. Una noche la madre deja la carta por fuera del sobre por lo que nuestro sujeto lee el contenido, enterándose así que Thomas Wayne sería su padre. Arthur confronta a su madre sobre la situación, quien le explica que al haber estado casado su padre, a ella se le ofreció una suma de dinero para mantener en silencio el embarazo. Frente a esta situación, la pregunta por el padre aparece por primera vez en Arthur, por lo que se propone hablar con el multimillonario. En un primer intento, se acerca a la mansión Wayne y mantiene un breve encuentro con el hijo legítimo del mismo, siendo luego echado por el personal de seguridad. Tras este intento fallido, se dispone a buscarlo en el teatro donde sabía que estaría, logrando un breve encuentro en el baño. En esta conversación, el empresario estaba al tanto de su visita el día anterior a su mansión y, frente al planteo de Arthur sobre su paternidad, Thomas prontamente la niega explicándole que no era posible ya que él había sido adoptado en la época en la cual su madre trabajaba para él, hecho que Arthur desconoce. Aun así, Thomas prosigue contándole que ella había sido internada en el hospital psiquiátrico Arkham cuando él era muy pequeño, concluyendo con la frase “tu madre está loca”, siendo este el punto cúlmine de la angustia para Arthur, quien explota en carcajadas, lo cual lleva a Thomas a golpearlo. Hasta el descubrimiento de la carta, el protagonista no se preguntaba por su origen, siéndole suficiente la -poca- historia con la que contaba.

A partir de esta situación, Arthur se dispone a averiguar si lo relatado por el supuesto padre era verdad, por lo que se dirige al hospital psiquiátrico. Allí se roba la historia clínica de su madre y descubre que efectivamente él había sido adoptado, y previo a dicha adopción había sido abandonado por sus padres biológicos. Además descubre que su madre fue diagnosticada con “psicosis alucinatoria” y “trastorno narcisista de la personalidad” e internada por poner el peligro a su propio hijo. En dicha historia clínica se encontraban recortes de diarios que relataban horrores vividos por madre e hijo, así como también entrevistas con la policía donde se le reiteraba a la mujer que su hijo era adoptado, frente a lo cual ella respondía negándolo, y diciendo que Thomas había manipulado la información para ocultar su paternidad. Luego le dicen que una de sus parejas abusó y maltrató a su hijo, dejándole graves secuelas, especialmente en el cráneo -lo cual servirá de explicación para la risa como fenómeno neurológico-, mientras que ella no hizo nada para impedirlo, dándole a entender su comportamiento negligente. Ante esto, la respuesta por parte de Penny es “yo nunca lo escuche llorar, siempre fue un niño muy feliz”, observándose la falta de implicación subjetiva sobre lo acontecido. La consecuencia inmediata del descubrimiento por parte de Arthur sobre su niñez es un estallido de risa, siempre acompañado de una expresión de angustia.

Podemos plantear entonces que Arthur se encuentra con la falta de alojamiento en el Otro materno, por lo cual queda posicionado como un objeto de desecho, funcional al delirio de la madre que, a partir de lo descrito en el film, caracterizamos como erotómano. En relación a esto podemos, desde una mirada lacaniana, plantear que en la psicosis se da una pauperización del deseo, entendiendo que al no haber extracción del objeto a, el mismo no funciona como falta, no produciendo la significación fálica, por lo cual podemos pensar la dificultad que a Penny le supone la posibilidad de alojar a su hijo en su deseo.

A partir del descubrimiento de lo acontecido durante su infancia, se produce un viraje en el sujeto, quien logra plantear, con las implicancias que eso conlleva, “Estoy cansado, es tan duro intentar estar/ser feliz todo el tiempo”. Tomamos la doble acepción en la traducción del verbo “to be” ya que nos permite pensar la función identitaria del Happy para Arthur, construida sobre el imperativo materno.

Habiendo perdido entonces la referencia que le daba un lugar en relación al otro, ese deber ser, se da un punto de inflexión en el sujeto. La caída del significante Happy tiene como contracara el asesinato de Penny -quien imponía ese S1- por parte de su hijo, lo cual se da inmediatamente después del descubrimiento. Momentos antes de llevar a cabo el acto, Arthur le enuncia a su madre:

“[...] Solías decirme que mi risa era una afección, que había algo malo en mí… No lo hay, ese es mi verdadero yo… Happy… No he sido feliz ni un minuto en toda mi maldita vida. ¿Sabes que es gracioso? ¿Lo que realmente me hace reír?... Solía pensar que mi vida era una tragedia pero ahora me doy cuenta que es una maldita comedia”.

En este momento él logra apropiarse de la risa, resignificándola, desligándola del imperativo materno, lo cual podemos observar en que ésta ya no aparece acompañada de la expresión de sufrimiento. A partir del hecho Happy muere con su madre, dando lugar a que pueda empezar a construirse otro nombre, Joker.

De Happy a Joker

En los apartados anteriores vimos el contexto neoliberal en tanto productor de subjetividades, sentidos y lugares que establece para los sujetos, y por otro lado analizamos la situación singular del protagonista. En este apartado nos interesa poder desarrollar cómo estas cuestiones se entrelazan, con el fin de proponer un análisis suplementario que dé cuenta de los cambios que va sufriendo nuestro sujeto, en tanto psicótico, en este modelo socio-económico.

En razón de lo ocurrido al inicio del film, el robo sufrido por Arthur, un compañero de trabajo le facilita un arma para que se defienda, a sabiendas de que él no estaba en condiciones de poseer una, por lo que le sugiere que sea un secreto entre ellos. Esta pistola tendrá gran relevancia para Arthur a lo largo de la historia, y la misma está anudada a otro elemento fundamental que es el bailar.

En la primer escena en la que convergen ambos elementos encontramos a Arthur en su casa “jugando” con el arma y, en esa situación, comienza a bailar figurando una escena en la cual alguien imaginado le dice lo bien que baila, ante lo cual él responde de manera vanidosa que lo sabe, agregando que hay otro que no, disparando en dirección a ese tercero imaginado. Leemos en esto una instancia de potencia imaginaria en el personaje, en tanto engrandecimiento yoico, que se contrapone tajantemente con la imagen que suele dar a los otros.

Al poco tiempo, en uno de sus trabajos como payaso, esta vez en un hospital de niños, haciendo su acto deja caer el arma, cuya consecuencia es su despido de la “agencia”. Él intenta excusarse pero su jefe le dice que su compañero -quien le había proporcionado el arma- le informó que Arthur había insistido en comprársela, dándole a entender que era un mentiroso. En el viaje de vuelta en el subterráneo, aún vestido como payaso, nuestro protagonista se topa con tres jóvenes de aspecto empresarial en estado de ebriedad que comienzan a acosar a una mujer, quien dirige su mirada a él en búsqueda de apoyo. Ante esto Arthur no puede evitar comenzar a reírse -con una clara expresión de sufrimiento-, lo cual genera que los jóvenes se dirijan a él y comiencen a burlarse y agredirlo verbalmente. Cuando él intenta decirles que tiene una afección, los hombres hacen caso omiso y comienzan a golpearlo. Una vez en el suelo, el protagonista alcanza el arma y les dispara, matándolos en el acto. Rápidamente se escapa de la escena sumamente alterado y se esconde en un baño público. Estando allí comienza a bailar, esta vez de un modo distinto, que podríamos incluso caracterizar como poético, pero que mantiene el mismo valor en tanto le da consistencia imaginaria.

El evento antes ocurrido, el asesinato de los jóvenes, provoca distintos sucesos, tanto en el plano subjetivo del protagonista, como en el plano social. Por un lado es notable el cambio de actitud en Arthur, quien al recolectar sus pertenencias de la agencia se muestra más descarado, contestándole sarcásticamente a sus compañeros. Al salir de allí, vemos cómo modifica un cartel en el que se leía “no olvide sonreír”, tachando el “olvide”, dejando el mensaje “no sonreír”. Este detalle es un anticipo de lo que anteriormente propusimos como la caída del significante Happy. Vale la pena señalar que luego de la intervención en el cartel, Arthur sale del lugar bailando.

Por otro lado, a nivel social vemos como lo ocurrido se transforma en un punto de inflexión en el malestar que se venía gestando en los sectores menos favorecidos de la sociedad, aumentando la rivalidad entre las clases más altas y las más bajas, rivalidad ligada a esa falta de “normas que regulen los vínculos recíprocos entre los hombres en la familia, el Estado y la sociedad”, como plantea Freud (1992). En este escenario, la figura del “payaso” se configura para los acaudalados como el criminal, mientras que para los sectores más bajos representa el líder, el estandarte del movimiento anti-ricos.

El film nos presenta una entrevista que se le realiza a Thomas Wayne acerca de la muerte de los jóvenes, donde se explica que trabajaban para su industria, denotando en su discurso un concepto positivo de estos mismos. En dicha entrevista el empresario deja en claro cuál es su posición en relación a lo sucedido, así como también a lo que ocurre en la sociedad en general, es decir, las manifestaciones del malestar en los ciudadanos, diciendo que la gente de Gotham ha perdido el camino -en referencia a quienes apoyan al “payaso asesino”- por lo que se va a presentar como candidato a alcalde, ubicándose en el lugar de único salvador posible. Asimismo, propone la hipótesis de que el uso de la máscara se debe a que se trataría de un sujeto cobarde y envidioso de aquellos más afortunados que él, para concluir diciendo que quienes “han hecho algo con su vida” ven a los que “no han logrado nada” como payasos.

Las consecuencias de dicha entrevista se ven en los disturbios que días después comienzan a suceder en la ciudad, en los que la gente manifiesta su rechazo y hastío hacia discursos como el expresado por Wayne, portando la imagen de payaso, ya sea maquillados o usando máscaras.

Habiendo planteado esto, y retomando el tenso encuentro ya relatado entre Arthur y Wayne, podemos leer en el millonario una posición de expulsión en dos niveles: como posible padre, expulsa a Arthur, y como representante del Estado, expulsa a cierto sector de la sociedad, sector que cataloga como “payasos”, quienes paradójicamente se identifican a esa imagen proporcionada indirectamente por Arthur. De este modo, para el protagonista, en tanto hijo pero también como ciudadano, se redobla el abandono. Esto, no obstante, se transforma en una condición de posibilidad para posicionarse de otro modo y rearmar algo en torno a su identidad.

Paralelamente a estos eventos, Arthur consigue su primera presentación de stand up, la cual termina siendo grabada y televisada, nada más y nada menos que en el programa de Murray Franklin. Contrario a la expectativa de Arthur, en el programa se burlan de su desempeño, denotando la falta de sentido o gracia de los “chistes”. Así Murray, por ser su referente en lo concerniente a la comedia, queda en serie con quienes se burlan de él, lo maltratan y lo rechazan. Pese a esto, un tiempo después, Arthur recibe una llamada de la productora del programa, en la cual lo invitan a participar de un episodio a pedido del conductor.

A esta altura del film, habiendo sucedido el encuentro con Wayne, las burlas por parte de Murray, el clima de creciente conflicto a nivel social, y finalmente el descubrimiento sobre su historia infantil -que lo lleva a asesinar a su madre-, se produce un cambio radical de posición en Arthur, quien deja de ser Happy para convertirse en Joker, tomando este significante del discurso de Murray, quien lo usa con connotaciones negativas para referirse a él. La implicancia de la identificación a este significante le permite ubicarse en un rol activo, puesto que ser un joker significa ser quien puede burlarse del otro. Con este cambio a nivel simbólico, es notorio el cambio que surge a nivel del semblante del protagonista, quien hasta el momento portaba un aspecto acromático, descuidado, desprolijo, abandonado, y que ahora se presenta con vestimenta colorida, más “elegante”, y maquillado como una payaso, pero no en calidad de disfraz, sino como su verdadero yo, retomando la frase expresada a su madre unos minutos antes de asesinarla.

Llegando al final del film, vemos a Joker dirigiéndose al programa de Murray, vestido como fue descrito. Al llegar al canal, estando en el camarín, el presentador le pregunta sobre su maquillaje, refiriéndose a si tenía relación con las protestas que se estaban llevando a cabo en ese mismo momento en las calles -recordemos que los protestantes habían adoptado la imagen del payaso-, ante lo cual el protagonista le responde que no, que él no cree en eso, que no cree en nada, simplemente es parte de su acto, no dando explicaciones del mismo. Antes que se retire del camarín, nuestro personaje le solicita a Murray que lo presente como Joker, ya que así lo había nombrado anteriormente en su programa.

Cuando llega el momento de entrar al set, él comienza a bailar detrás de las cortinas, continuando al abrirse las mismas, en un despliegue extravagante. En la conversación Murray le propone a Joker que muestre algo de su material, pero lo interrumpe repetidas veces, bromeando a costas de él. Finalmente, excusándose por no estar siendo gracioso, el protagonista comenta que han sido tiempos difíciles para él desde que mató a los jóvenes, confesándolo pues “ya no tiene nada para perder”, reiterando que su vida no es más que comedia. Ante esto, el presentador le pregunta si lo hecho fue entonces para iniciar un movimiento, volverse el símbolo del mismo, a lo cual el payaso responde que no fue así, sino que lo hizo simplemente porque eran personas detestables.

Frente a los abucheos del público, Joker hace alusión a que si se tratara de él en lugar de esos hombres a nadie le importaría, señalando que mientras cierto sector de la ciudadanía está viviendo una realidad que nombra como una “locura”, otro sector privilegiado -en el cual incluye a Thomas y a Murray- no empatiza con el prójimo, y espera que esa locura sea soportada y nadie se rebele. Si bien puede pensarse que en este discurso él se identifica con los excluidos, en verdad se trata de una coincidencia entre lo que ocurre “ahí afuera” y su situación singular, lo que genera ambigüedad.

En el punto más álgido de la discusión, Joker le propone a Murray un último chiste: “¿Qué obtienes cuando cruzas a un enfermo mental solitario con una sociedad que lo abandona y lo trata como basura? ¡Te diré lo que obtienes! ¡Obtienes lo que te mereces!”, para inmediatamente después dispararle reiteradas veces.

La siguiente escena que se nos presenta es Joker siendo trasladado en un patrullero mientras se ríe de los disturbios que logra ver desde la ventana. Rápidamente el auto es embestido por una ambulancia conducida por unos “payasos” quienes al reconocerlo lo retiran del patrullero de manera solemne, recostándolo sobre el capot del mismo. Paralelamente, vemos como otro payaso intercepta a la familia Wayne saliendo del teatro y, al pronunciarle “obtienes lo que mereces”, les dispara a él y a la esposa. Finalmente nuestro protagonista se despierta, rodeado de los “payasos” aplaudiéndolo y celebrándolo, y realiza su último baile, un baile triunfal.

A modo de conclusión, consideramos que Joker no forma parte de este movimiento, en tanto no hace masa, sino que, como ya mencionamos, se da una coincidencia entre su sufrimiento singular y el malestar de ese sector de la sociedad. Si bien por momentos parece identificarse con ellos, no es desde allí que él actúa. Lo que lo motoriza a actuar de la manera en que lo hace es el abandono del cual es objeto: desde esa primera nominación como “abandonado” en su acta de adopción y la falta de alojamiento en el deseo materno, hasta la expulsión por parte del Estado bajo el modelo neoliberal, múltiples instancias que dejan al sujeto en posición de desecho. Aún así, esto no impide que estos otros -los “payasos”- lo ubiquen, a partir de identificarse a su discurso, en el lugar de líder, del Ideal, de símbolo de su lucha, en tanto Joker encarna la esencia de ese malestar cultural.

Referencias

Freud, Sigmund (1992). Psicología de las masas y análisis del yo. En Obras Completas Tomo XVIII. Buenos Aires: Amorrortu.

— (1992). El malestar en la cultura. En Obras Completas. Tomo XXI. Buenos Aires: Amorrortu.

Guinsberg, Enrique (1994). “El psicoanálisis y el malestar en la cultura neoliberal”. Revista Subjetividad y Cultura. N° 3, 1994. http://subjetividadycultura.org.mx/el-psicoanalisis-y-el-malestar-en-la-cultura-neoliberal/

Lacan, Jacques. (2013). El Seminario. Libro 3: Las psicosis. Buenos Aires. Paidós.

— (2008). De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis. Escritos II. Buenos Aires. Siglo XXI editores.

Phillips, Todd (Director y guionista) (2019). Joker [Pelicula]. Estados Unidos: Warner Bros.



NOTAS

[1La aclaración es nuestra.

[2Todas las citas que se extraigan del film se utilizaran traducidas al español.





COMENTARIOS

Mensaje de Facundo Casoy  » 21 de agosto de 2020 » facundo.casoy@gmail.co 

Me resultó interesante la relación entre el malestar que surge como consecuencia de políticas neoliberales, y su relación con la singularidad del personaje.
Pese a la coincidencia del lugar de "desecho" en el que queda ubicado Arthur, arrasado en su subjetividad por los imperativos de goce por fuera de la lógica del deseo, con el lugar de excluidos de una buena parte de la sociedad bajo las políticas neoliberales que se orientan por lógicas individualistas, no por ello la singularidad del personaje y sus actos queda reducida a la del líder de un movimiento de masas, en las que todos son "payasos".
Se presenta así la posibilidad de una verdad subjetiva más allá de las definiciones sociales, lo que permite que de forma única en la historia singular de Arthur se de el paso del nombre "Happy" al de "Joker", y por ello el personaje de Arthur iría más allá del campo especular. No sería un reverso del caos social, que llevaría a "rebelarse" contra el sistema, sino que en Arthur una serie de circunstancias del azar se alinean con situaciones necesarias para el cambio de posición subjetiva.
Lo último permite pensar que encerrarse en lógicas dicotómicas de "buenos" o "malos", o aquellos que hacen lo "correcto" o lo "incorrecto" de acuerdo a las leyes de la ciudad, no hace lugar a poder dar cuenta del arrasamiento subjetivo, en la ruptura del lazo social.




Película:Guasón

Titulo Original:Joker

Director: Todd Phillips

Año: 2019

Pais: Estados Unidos | Canadá

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