Inicio > Congresos Online > Congreso Online 2013 > La mirada invisible > La mirada invisible, o el goce de la vigilancia

La mirada invisible, o el goce de la vigilancia

por Ferrari, María Teresa

La película “la Mirada invisible”- dirigida por Diego Lerman, con un guión adaptado sobre la novela “Ciencias Morales”- me llevó a interrogar cuál sería el lugar de la mirada dentro de una institución, cuando se la sostiene como condición de un mandato: el de mirar para vigilar… La película se desarrolla durante última dictadura militar, dentro de un célebre y centenario Colegio, que tiene como mito fundacional el de ser el lugar de formación de las elites dirigentes.

Para el ideario institucional, en aquel contexto histórico, la disciplina constituye un bien moral a lograr. Y este orden sólo se logra en plenitud cuando todo el tiempo se vigila. La vigilancia se sostiene de una mirada que aspira a la invisibilidad- que debe simular ser invisible, porque se pretende espiar sin ser descubierto. ¿Qué implica espiar? Estar allí a la espera.. A la espera del mal - de aquello que se aparta del bien y de la moral- por el cual alguien podría ser castigado. La vigilancia sostiene una tensa expectativa, que presupone el necesario encuentro con la escena transgresora que deberá castigarse.

Por esto, quien vigila no podrá prescindir del despliegue de ciertos goces, que le son propios, pero que a la vez son “estimulados” por el imperativo categórico “moral” de buscar el bien..

La ficción va mostrando las vicisitudes de una joven preceptora, que , identificada con este rasgo institucional, pasa a ser tomada por un goce que la esclaviza…. Un goce de naturaleza escópica [1], al que no puede acotar… Que no supone una articulación deseante ni amorosa, y que, por esto, se le vuelve compulsivo y autoerótico. Está allí, encadenada a su propio goce, dentro de una escena institucional que le reclama ocupar este lugar, para sostener un ideal de disciplina y virtud moral propias de una Escuela de elites, que confunde su propio destino con el de la Nación . Hay un imperativo, el de buscar el bien mediante la vigilancia, al que todos deben someterse.

A mayor demanda de rectitud, mayor impulsión al goce… La preceptora no puede dejar de espiar a los varones en la intimidad del baño, y pareciera impune en esta posición, invulnerable. Formar parte de esta mirada que juzga, que acumula pruebas , que está siempre preparada para condenar, la sostiene identificatoriamente dentro de este grupo [2]. El fenómeno de masa, la identificación con otro cruel, se le presentan como condición de existencia, y supervivencia, dentro de la institución. Es necesario dejar de lado todo límite, como la repugnancia que supone espiar dentro de un retrete, en el baño de los varones. Rituales que al ser cumplimentados, la hacen formar parte del grupo…

Pero algo rompe este fenómeno de masa. Hay una erotización que irrumpe, en un momento en que siente compasión por uno de sus alumnos, a quien mira con una mirada femenina, deseante…El anudamiento de este goce escópico con algo del amor y del deseo [3], la vuelven frágil , la vuelven sujeto dividido, hace síntoma, se enamora, o al menos se pregunta por el amor…

Marita-llevada por estos sentimientos que se le despiertan- le hace una pregunta a su abuela: ¿Alguna vez te enamoraste?. Cuando la abuela, se entusiasma en relatar sus faltas, el amor por un hombre que no es el marido, con quien tuvo un encuentro, Marita parece arrepentirse de haber preguntado… Se inhibe, no quiere saber tanto...¿para qué me contás esto? Pareciera no querer- o no poder- saber nada de esa dimensión castratoria de la ternura y el amor, que vuelven vulnerable a quien los siente... Como si advirtiera que sólo el amor podría instalar un límite a ese goce en exceso-que no funciona aún como plus, como promesa [4]… Pero que también la volvería vulnerable. Por eso se refugia nuevamente en esta posición de ser la preceptora ideal, vigilante ,confiable, transparente.

Cuando por primera vez el señor Biassutti-el Jefe de Preceptores del Colegio- la descubre escondida en el baño de los varones, logra engañarlo. Estoy aquí para descubrir a quienes están en falta, pagando con ello el precio de soportar este lugar de excrecencias que es el baño. Buena metáfora ésta de estar entre las excrecencias- como diría San Agustín : aquellas en medio de las cuales hemos nacido… Lugar donde se da a ver retenida dentro de un goce incestuoso, fusional con un Otro que la captura, que la encierra, sin recursos, para armarse una escena propia, ajena de la institucional..Queda capturada en el deber de vigilar, como si no pudiera “hacer como que vigila” para armar cierta complicidad de goces con otro preceptor que la invita a su fiesta... Pero, tomada en este deber de vigilar, se encuentra con una impulsión que la lleva demasiado lejos, incluso a quedar expuesta a la vigilancia implacable, ineludible de Biasutti. Por un momento logra engañar a su vigilador , mostrándose como pura víctima del deber, hasta que algo en una mirada dirigida a un alumno, da a ver el despuntar de un deseo que condescendería acceder al goce por la vía del amor [5], lo que la volvería libre, fuera de la sujeción . Si se le despertara ternura o amor por un chico, entonces algo la separaría de la mirada del vigilador. En esta escena, ella pasa a ser mirada por Biasutti, pasa a ser vigilada, y por esto- por haberse mostrado amante y compasiva, deberá ser condenada… ¿De que se la condenaría ? De haber podido recortar ese goce privado, esa intimidad, ese campo de fantasías eróticas que la volverían opaca, no transparente , armando su escena dentro de la escena…Para poder hacer como que “vigila”… Podría engañarlo, ponerlos en falta, conmover la asfixiante cotidianeidad de este Colegio sometido a cierta lógica “concentracionaria”.

Esto va a implicar un punto de quiebre para su posición dentro del grupo..El Jefe de preceptores se ha dado cuenta que Marita espía no sólo a cuenta del goce que le es demandado- el de la pura vigilancia-sino también como condición erótica propia, más allá de la “obediencia debida” al ideal institucional. Anudada a algo de su condición deseante, y de cierta contingencia amorosa. El amor, la ternura, se le aparece en la fugacidad de una mirada. Esta contingencia la condena. Ya ha dejado de ser para Biasutti, alguien sometido a su autoridad. Ahora, este costado femenino, esta ternura, la vuelven peligrosa e inmanejable…Aunque también dan a ver su vulnerabilidad, su capacidad para la angustia. Entonces, Biassutti- mostrando su condición perversa-la viola, dentro mismo del baño donde la vuelve a sorprender espiando... Para buscar su angustia…

Y allí, Marita lo asesina…Y huye del Colegio, se escapa…Habrá un acto allí? O será pasaje al acto?

Esto nos llevaría a conjeturar que para la preceptora era imposible desobedecer la imposición de Biasutti .Le fue necesario matarlo en el momento en que éste despliega su mayor ferocidad de goce. En una escena donde ella algo “sabe” de lo que Biasuti podría hacerle si llegara verla gozando más allá de lo que el Otro institucional preveía.

Hay al menos un preceptor que parece quedar por fuera de este clima opresivo, que la mira con ternura, que puede invitarla a una fiesta, que puede armar otra ficción, privada , separada de este horror . Pero la joven no logra armar con él un lazo amoroso, como si le resultara imposible desentenderse de su propio exceso, condenándose a ese campo de concentración en el que vive, presa como todos de su propia mirada, que nada ve, salvo cuando logra encontrarse con una mirada amorosa, que le rompe el espejo donde se estaba mirando .Esta mirada deseante ya le dice algo del amor, y produce un acto tierno, que la lleva a apoyar su mano entre las manos del alumno...Es esa mirada, y este gesto- descubiertos por la permanente vigilancia que ejerce el Señor Biassuti- los que la condenan. Allí Biasutti descubre que ella podría angustiarse, porque puede amar. Esto entonces pondría a Marita en posición de víctima, como fetiche negro dentro de la escena perversa montada por el verdugo [6].

La película está ambientada en el momento de quiebre del esquema de poder de la dictadura militar, marzo de 1982, que culmina con la fuga hacia delante que significó la guerra de Malvinas- como fallido intento de apelar a una “causa patriótica” para sostener la hegemonía en riesgo-…Los que vivimos ese tiempo recordamos la paradoja de la mayor protesta político sindical que se le hiciera al régimen, seguida, dos días después de una enorme manifestación política encabezada casi por los mismos actores, pero esta vez no de protesta, sino de apoyo, un apoyo estruendoso, pasional impensable….Ese momento de impasse donde siempre nos ubica la canallada: hagamos lo que hagamos ,no podremos decidir algo libremente…si no apoyábamos la guerra éramos apátridas, si la apoyábamos convalidábamos a una dictadura con todos sus horrores….

Así como hay miradas que vigilan, que todo quieren tener bajo control , también hubo, hay y habrá miradas que nada ven, que como almas bellas no pueden leer lo que ven, con lo que no llegan a ver o saber, lo que pasa alrededor suyo…De modo que siempre está abierta la puerta de pensar la propia complicidad en el punto del Yo no lo vi, yo no me di cuenta de lo que pasaba… Posiciones subjetivas que se refugian en el ardid de la inocencia, para no ver su implicación subjetiva , su complicidad en ciertos goces…Marita no era para nada inocente en su prolijo papel de vigilante, que resultó estar al servicio de su goce escópico. Sólo que al modo neurótico, este goce la divide Por eso, esta película puede ser ubicada en serie con “La cinta blanca” o “El huevo de la serpiente” que proponen pensar la génesis del nazismo al situar la responsabilidad de quienes sostienen desde la mudez ciertos goces: se sabe pero no se dice, se desmiente, se mira para otro lado, porque como almas bellas, no se habían dado cuenta de nada… Pero siempre dando a ver esto de lo que nada se dice, pero que dice mucho a quien quiera escucharlo- Y quien se hace cargo de lo que escucha y ve , debe pagar por ello el precio de la angustia. Porque con esto deja entonces de engañarse respecto de los excesos que disimula. Y de su propia complicidad con ellos…¿existirían como tales y con tanta potencia sin su consentimiento?

Recordemos a Eichman, cuando fue juzgado..No podía entender cómo era posible que se le juzgara si él sólo cumplía órdenes, y era absolutamente obediente y eficiente en lo se le planteaba… El señor Biasutti podría armar la misma línea argumental, sólo estaba allí cumpliendo órdenes que eran necesarias para sostener el bien, ese bien que la moralidad de ese tiempo indicaba: la obediencia debida, al servicio del Bien y la salvación de la Patria.

Pero esa “obediencia” podía muy bien ayudar a desplegar –incluso legítimamente- posiciones perversas . De allí la conexión que Lacan formula entre el imperativo categórico kantiano y el goce sadiano [7].

Diferente es la posición neurótica , como la de Marita, angustiada al ser descubierta, dividida por su goce.…Biasutti termina violando a Marita en el mismo baño donde la sorprende por segunda vez. Pero esta vez Marita lo mata .

Cuentan los realizadores de la película que se les negó la posibilidad de filmar la película dentro del edificio del Colegio donde transcurre la ficción…Como si se intentara escapar a la recreación de las pesadillas de ese tiempo…Aquí no ha pasado nada, al menos eso no ha pasado. Silenciamiento que es necesario escuchar en cada caso, pero que seguramente opera , más allá de las buenas intenciones….¿Para qué quieren, mostrar esto? Pareciera decírseles, es mejor olvidar…Ignorando que este mismo goce , “olvidado”, pretendidamente reducido al olvido, siempre retorna, y de las peores maneras…Aún detrás de las “mejores intenciones:” “democráticas”, “progresistas” ,“revolucionarias” “liberales” o “humanistas” podremos a veces escuchar el goce de la vigilancia…ese que logra que el buen ojo del amo engorde el ganado…Ganado que está al fin de cuentas, para ser devorado…



NOTAS

[1Lacan, Jacques, “La esquizia del ojo y la mirada”, en “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”, pag 86, Seix Barral Editores , 1977

[2Freud, Sigmund “La identificación”, en “Psicología de las masas y análisis del yo” Obras Completas, volumen 18, pag 101, Amorrotu editores, 1984

[3Lacan, Jacques “Las dos vertientes de la sublimación”, en El seminario “De un Otro al otro”, pag 206 y 207, Editorial Paidós 2008

[4Lacan, Jacques “Del Goce” en El Seminario “Aún”, pag 12, editorial Paidós 1981

[5Lacan Jacques “Aforismo sobre el amor”, en El seminario “La Angustia”, pag.194, Editorial Paidós, 2006

[6Lacan, Jacques “Kant con Sade” en “Escritos II”, pag 345, Siglo XXI editores, 1975

[7Lacan, Jacques “Kant con Sade” en “Escritos 2”, pag 337 a 342,Siglo XXI Editores, 1975





COMENTARIOS

Mensaje de Jorge Ariel Acosta  » 27 de octubre de 2013 » arielmail21@yahoo.com.ar 

Al principio podemos ver una Marita, como dice el comentario, alienada no solamente a la institución sino también a su contexto social. Se ve la metódica, reprmida, siguiendo las reglas a rajatabla hasta que algo empienza a escaparse, desde lo oculto, la mirada le sirve para conectar con sus deseos mas profundos y reprimidos, y es desde ese lugar desde donde puede generar un vínculo con el deseo sexual y con los hombres. Siempre manteniendose en la clandestinidad de la mirada oculta, es por eso que cuando algo de esto es revelado cuando Biassutti la descubre y la interpela. Sin embargo sigue realizando las mismas acciones en nombre del buen orden hasta que Biassutti entra en el baño y la viola y es ahi donde Marita pasa al acto, matándolo, ya que se le vuelve intolerable no solo su acto sino también el haber sido descubierta y el estar ella bajo la mirada de un otro...




Película:La mirada invisible

Titulo Original:La mirada invisible

Director: Diego Lerman

Año: 2010

Pais: Argentina

Otros comentarios del mismo autor:
• Todo sobre mi madre