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El lirismo de la extinción

por Smud, Martín

Una película inquietante. Mientras Claire le organiza la fiesta de casamiento a su hermana Justine, el caprichoso asteroide Melancholia [1] se acerca a la tierra haciendo temer lo peor: chocar con ella. La profetizada extinción.

En Melancholia no son tan importantes los diálogos o el análisis psicológico de los personajes sino que nos atrapa su lirismo simbólico.

Ya desde el comienzo, desde la primera escena, la cara tan peculiar de Justine (Kirsten Dunst), una música triste y atrapante, y alrededor de ella, como lluvia, un montón de pájaros cayendo en cámara lenta, muertos, al suelo.

Este es el prólogo del film que dura 8 minutos, su extremista y apocalíptico lirismo se puede ver en este link:

Por su tratamiento del fin del mundo, por su tratamiento de la enfermedad mental (esa que no deja sujeto en pie para padecerla) y por el tema de la aniquilación del hombre por el hombre (aparentemente no tratado en el film pero que reaparece por los dichos polémicos de su director), la película no pasa como una más, deja huellas y nos deja pensándola.

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Melancholia, depende de cómo y cuándo cada uno la vea. Carlos Gamerro, por ejemplo, en una crítica en Página 12 [2], decía que él la había visto sin saber de qué se trataba y que recomendaba que nadie siguiera leyendo su comentario sin verla de la misma manera, en forma desprevenida. Cuando leí ese comentario, no pude más que adherir. Yo también la vi sin saber demasiado de qué se trataba, los azares me llevaron a ella. Conviene no saber nada de antemano. En algunas cuestiones, mejor no saber lo que viene, porque saberlo te transforma. Mejor la más completa inexistencia de opiniones, adelantos y comentarios; no solamente porque es mejor que nadie te diga cómo será ese momento que tantos han imaginado sino porque frente a la extinción nada mejor que no saber demasiado y, menos que menos, cuándo ocurrirá.

Melancholia: No es fatuo pensar los motivos de una posible y temida extinción. La extinción por motivos violentos podría deberse a tres causas.

a-Por una descabellada guerra mundial planetaria. Después de la segunda guerra mundial, al ser humano le estalló la evidencia de que no debería haber otra guerra mundial. Cuando estalló la bomba en Hiroshima y Nagasaki comenzó la guerra fría y, casi al mismo tiempo, la lucha por los derechos del hombre. Si una nueva bomba estallara, ya no serían dos, nos barrerían como una pandemia, la mano que apretara el gatillo se desangraría al mismo tiempo que mataría: apretar el botón se volvería en contra de quien lo realizara. La descarnada pulsión de muerte que demostró el hombre en la segunda guerra mundial fue el “puntapié inicial” para un intento del hombre de salvaguardarse del “Mal”, como lo sostiene Alain Badiou:

El imperativo ético se aplica teniendo en el horizonte: el espectáculo del mal. Se define la ética en relación a lo inhumano. Es una concepción negativa, se trata de asegurar los derechos del hombre frente al sufrimiento. [3]

Este comienzo del desarrollo de los derechos del hombre, entre los cuales se encuentra el derecho a una vida sin torturas, desapariciones, genocidios por motivos políticos, entre ellos el “terricidio” y, por supuesto, sin discriminaciones por alteridad sexual, moral, de creencias, han tenido un sostenido impulso desde mediados del siglo XX, convirtiéndose en una utopía que aúna en una lucha contra la ambición, el menosprecio y la estupidez de muchos actores políticos que piensan el mundo como un TEG, como el juego de la aniquilación del Otro, esos actores que no tienen problemas en apretar el botón, siempre y cuando sea una “buena estrategia militar”.

b-También la extinción podría deberse al encuentro con otras civilizaciones. Esta fantasiosa y perpetua fascinación por el encuentro con seres de otras galaxias, que muchas veces se descuenta vendrían a la tierra para quedarse con la tierra toda pero que, como paso previo, eliminarían a todos los seres humanos. Esos seres más inteligentes que nosotros se los imagina como sanguinarios colonialistas, queriéndonos no solamente dominar sino erradicar, extinguir.

Unos días antes de ver Melancholía, me regalaron un libro, más que un libro, un comic: “El Eternauta”. La versión de 1957, con guión de Oesterheld, y dibujos de Solano López. La historia cuenta la colonización de la tierra por “Los Ellos” que arrasan la tierra con una nevada mortal y, si esto fuera poco, mandan a los Manos, los Hombres Robots, a los Escarabajos y a los Gurbos a destruir a los pocos hombres que han sobrevivido a la nevada mortal.

Este tipo de extinción ofrece dudas acerca de quiénes son “Ellos”, esconde un enigma. Esta idea fantástica esconde otra idea más “terrenal”: el deseo de aniquilación del hombre por el hombre. Por tanto esta segunda hipótesis de extinción podría parecerse mucho a la primera pero con el agregado de un concepto muy caro para muchos de nosotros, la noción de sujeto. Un sujeto que si lo pensamos desde un punto de vista político está dividido dialécticamente en dos instancias: la del genocida y la de la víctima, arrasada.

Siguiendo con “El Eternauta”, detrás de las invasiones “marcianas” se esconde toda una familia aniquilada por la locura política de una dictadura cívico militar, se esconde la locura política de la aniquilación, el genocidio, la insepultura del otro. Estamos hablando del destino trágico que ha corrido su guionista: Oesterheld. La dictadura militar argentina del 76, no solamente ha torturado, asesinado y lo ha hecho desaparecer, sin poder aún hallar dónde fue depositado su cuerpo sino que toda su familia padeció la enorme crueldad de los “colonizadores”. Sus cuatro hijas, y cuatro nietos han también sido secuestrados y las hijas asesinadas, y los chicos, dados a otras familias, en el colmo de la maldad. (Dos de ellos han sido recuperados por las abuelas de Plaza de Mayo).

Esta segunda hipótesis, la más “fantástica” de todas, tiene que ver entonces con posibles “invasiones extraterrestres” pero también con “la puesta en escena” que hacen sus soñadores, los humanos, quienes los hacen aparecer en la tierra sin que podamos dar evidencias de su inequívoca presencia.

En “El Eternauta”, los pocos hombres que quedan se organizan y van a la lucha por su tierra y hay uno que logra traspasar el límite mismo de la muerte y del tiempo y, por eso, no se cansará de contar su historia a todos los hombres para que estén preparados y advertidos para la lucha que viene. Esta segunda hipótesis nos interesa porque encarna la noción problemática del ser y del sujeto.

c-¿Qué otra hipótesis habría para pensar en la extinción de nuestro planeta? La que explora la película: La extinción de los seres humanos por un choque intergaláctico, o intragaláctico. Esta hipótesis no resulta tan descabellada, ya ha ocurrido y mandó a la extinción a animales aún más monumentales que el ser humano. Hace millones de años, un meteorito gigante cayó en la península del Yucatán y destronó a los dinosaurios. ¡Cuánta fantasía y enormes leyendas, mitos, libros para chicos, arrancó al hombre esta inmejorable oportunidad de no tener como contrincante a un tiranosaurio rex!

En la película Melancholía aparecen de diferentes maneras las tres hipótesis de la extinción. La primera que aparece es la del choque de un planeta, justamente Melancholia con la tierra, pero también aparece un tipo de devastación subjetiva que es la “enfermedad” de Justine que muchos la han nombrado como melancolía. La extinción del planeta y el arrasamiento de la subjetividad. La aniquilación del otro no parece estar presente en la película pero el director se obstina en hacerla aparecer cuando va a recibir su merecido premio a Cannes alabando a Hitler y su genocidio.

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La película está dividida en dos, la primera parte “Justine” representa el momento de la incertidumbre, el momento donde Justine tiene esperanza de que la madre no le cague la vida, lo que finalmente acontece. Esta primera parte es divertida y desconcertante, ella no sabe cómo comportarse en su fiesta de casamiento. Es la parte que podríamos llamar del significante.

La segunda parte del film se llama “Clarie” y además de ser la hermana de Justine, representa el momento de la certeza del choque intergaláctico con Melancholia, el “no hay nada que hacer”, la certeza del final, la extinción. Es, en esta segunda parte, cuando la vida humana se dispone a desaparecer, ¡será tragedia! La vida estragada dejará esqueletos amarillo fulgurante; tiempo trágico pero poético, siempre la poesía parece rondarle a la tragedia. Esta segunda parte es el momento de la certeza. El momento en el que nos volvemos locos, y no es de extrañar que sea el momento donde Justine se tranquilice. Nadie quiere saber la fecha de su muerte por una sencilla razón, a partir de ese momento todo se le transforma en un alienado símbolo, en un símbolo alienado de la muerte. Si el símbolo lingüístico es la muerte de la cosa, como ha dicho Heidegger, el símbolo del fin no dispara sino al sí mismo y a dónde poner el cuerpo para morir, y ahí cada cual hace como puede. Algunos gritarán, otros llevarán al sí mismo al colmo del narcisismo, a su inconmensurable acantilado, otros prepararan a los suyos para el fin.

Y de esto trata la película, de personajes que gritan, se preparan para el fin, padecen desequilibrios de su narcisismo. Justine ,sufre, grita, se prepara, Justine tiene miedo, por lo que va a pasar, por su sí mismo, desesperada hay algo que no puede manejar. Por momentos, ella sufre lo que Freud llamó psicosis narcisista, una dificultad superlativa para llevar adelante un pacto de amor con el otro. Por esto la primera parte de la película gira alrededor de un casamiento, donde se hace público el pacto de amor con el otro.

¿Cuál es la enfermedad de Justine? Algunos piensan, siguiendo el título del film, en la melancolía pero la enfermedad de Justine es una enfermedad galáctica, una enfermedad individual que no puede formar parte de alguna nosología. La película nos cuestiona acerca del tema del diagnóstico de esta lábil heroína.

La enfermedad de Justine es la protagonista de la película, cuando se acerca la inmovilidad de la muerte, se tranquiliza y logra, por fin hacer lazo con el otro, construir un lugar para morir, por fin el mundo tiene una faz calma, por fin lo tan temido y deseado se había vuelto realidad, por fin no había más nada que hacer que ubicar el cuerpo para morir. No se trataba de aprender a “cuidar de sí” como diría la máxima délfica sino como hacen los animales buscar un lugar adecuado para morir. Ahí Justine se tranquiliza y construye una carpa hecha de ramas en el medio de un campo inmemorial y hermoso.

Justine es el colmo, es el exceso, toda su familia es así, en especial su madre, no pueden dejar de hacer espectáculo, de llamar la atención, de poner su narcisismo por delante de todas las cosas, por delante de lo Real. La madre dispara a su hija un narcisismo exacerbante; el colmo es cuando Justine desaparece de su propia fiesta de casamiento y se va dar un baño de inmersión o se duerme en la cama de su sobrino, ella quiere desaparecer, no estar donde está, irse, en ese mismo momento. A su madre, no solamente le apasiona arruinar la fiesta del otro, es una aniquiladora de la ilusión de lo que un sujeto puede construir con el otro.

¿Qué podemos decir de la enfermedad de la subjetividad que arrasa al sujeto y lo deja sin poder hacer nada? ¿Qué podemos decir de una enfermedad que deja a un sujeto convertida en un niña que no puede manejarse sola, autónoma, valerse por sí mismo?

Justine es el nombre elegido por el director para la protagonista, Justine el mismo nombre que utiliza el Marqués de Sade para su heroína en su libro el cual también trata de dos hermanas. Justine y Claire son las dos hermanas que han corrido diferente suerte en la vida, igual diferencia que escribe Sade en su novela. La publicación de Justine supuso un enorme escándalo y suscitó las más virulentas críticas. Sade fue calificado de “autor infame de novelas detestables”. A pesar de que se publicó clandestinamente y Sade siempre negara su autoría, fue Justine la principal causa para que se le encerrara de por vida en diferentes instituciones sanitarias acusado de “demencia libertina”. Melancholia y su heroína, nos recuerda a Sade, y su paraxismo, a la enfermedad de un narcisismo que ahora tiene explicaciones astronómicas, por campos magnéticos que vienen de extraños planetas intergalácticos.

Justine es parte de una familia que padece un narcisismo extremo, que les impide dejar de hacer un “espectáculo” obsceno dirán algunos, irritante dirán otros pero finalmente descabellado.

Hasta el director Lars von Trier padece de lo mismo. Melancholía es un síntoma de su historia. Como estudia Freud hay personajes que fracasan al triunfar. El director en su cita, en el festival de Cannes, en el momento donde recibiría un merecido reconocimiento por su hermosa película, se detuvo en alabar a Hitler, y por eso fue descalificado y echado de la competencia oficial [4], por alabar a quien intentó aniquilar a toda una raza de hombres. Y aquí, en forma inopinada reaparece la dimensión del aniquilamiento del hombre por el hombre. Los derechos universales del hombre en la segunda parte del siglo XX, se sostienen en el rechazo absoluto del Mal, que se encarna, entre otros, en Hitler y sus espeluznantes crímenes (a pesar de eso, no hay dejado de ser “superados” en el resto del siglo XX).

No maldecir a Hitler es un certificado de tirar abajo todo el andamiaje de los derechos del hombre que se han trabajosamente conseguido.

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Para terminar este comentario de una película que permite muchas líneas de lectura, me interesa retomar la idea de la búsqueda del lugar para morir. Se trata de un lugar para sí, final, finalmente. Es humano pensar en cómo y dónde morir, pensar en la propia muerte y en la muerte del otro, una en relación a la otra. Freud ubica un agujero en la posibilidad de pensar en la propia muerte y de ahí sólo es posible pensarla por intermediación de la muerte del otro.

Clarie quiere llevar a su hijo, desesperada, al pueblo, quiere morir en compañía de otros, quiere ser parte de una comunidad. Ya era seguro que el asteroide, o el cometa, o el caprichoso planeta Melancholía chocaría con la tierra, su hermana Justine no la sigue en ese intento, prefiere quedarse en el lugar apartado dónde estaba. Clarie no va lejos, vuelve pronto llevando a su hijo en brazos, en cámara lenta, desiste porque los campos magnéticos del asteroide vuelven inservibles a todos nuestros artefactos tecnológicos. Antes de morir, en una extrema soledad, dejan de funcionar los autos, las computadoras, los iphones, la televisión. El ser humano queda sólo frente a su destino inexorable y es, en esos momentos, cuando Justine, en forma imprevista, se tranquiliza y construye un pequeño refugio para que su familia y ella mueran como todos los de nuestra raza. Ella que padecía una enfermedad que algunos llaman melancolía, por fin, como le pidió su hermana deja de hacer de su vida un exhibicionismo obsceno, un espectáculo que tan odiable se le convierte a Claire.

La película nos muestra un lirismo insultante, nos provoca. El fin del mundo, lo que queda del ser humano, la certeza de que nada nos podrá ayudar, la extrema desnudez del momento final. Lirismo que reaparece en gestos y actos abreviados, lirismo que reaparece en el narcisismo apocalíptico que tanto vuelve una y otra vez.

En el momento final se trata de buscar un lugar para morir, ante la provocación, la belleza de la película, la irritación que causa, el director con sus alabanzas al líder del mal.

Melancholia es una película para ver desprevenido pero no tanto. El hombre estará solo en el momento final, los locos, los animales y los niños se tranquilizarán pero antes de ese final, algo tenemos que hacer. Existen las diferencias a cada momento de la vida, y también en el cómo poner el cuerpo para vivir y morir.

En algunos rechinará la masa encefálica, otros terminarán de realizar sus tareas cotidianas, otros enlentecidos por el magnetismo y el momento de la extinción, intentarán pensar en el sentido de la muerte para lo vivo. Los que no queden congelados por el miedo a la extinción, nos encontraremos construyendo un lugar para morir como lo hacen muchos animales y como fue una costumbre humana durante muchos siglos.



NOTAS

[1Melancholia, una película del año 2011, dirección: Lars von Trier. Guión: Lars von Trier. Protagonistas: Kirsten Dunst, Charlotte Gainsbourg, Kiefer Sutherland, Charlotte Rampling, John Hurt, Alexander Skarsgård, Stellan Skarsgård (Dinamarca, Suecia, Italia, Francia, Alemania).

[2Crítica aparecida en Radar, suplemento del diario Página 12 del día 4 de diciembre 2011 de Carlos Gamerro, link http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-7528-2011-12-04.html

[3Badiou, Alain: Reflexiones sobre nuestro tiempo, Ediciones del Cifrado, Buenos Aires, 2000. Llegué a este artículo porque es bibliografía de grado de la materia “Psicología, ética y derechos humanos” de la Universidad de Buenos Aires, a cargo del Prof. J.J. Michel Fariña y reúne las palabras pronunciadas por Alain Badiou en su conferencia de apertura del XIV Congreso Brasileño de Psiquiatría, realizado en noviembre de 1996.

[4El 19 de mayo de 2011, el Festival de Cannes declaró al cineasta "persona no grata", con su consiguiente expulsión del festival. La polémica se desató tras unos comentarios de signo pronazi vertidos por el propio Von Trier, en los que el cineasta afirmó: "Comprendo a Hitler. Creo que hizo algunas cosas mal, sí absolutamente [...] No es lo que llamarías un buen tío, pero lo entiendo bastante y simpatizo un poco con él. [...] Vale, soy nazi". Las declaraciones las hizo el día 19 de mayo de 2011 por la mañana. Esa misma tarde emitió un comunicado público en el que pedía disculpas: "Si he herido a alguien con mis palabras de esta mañana en la rueda de prensa, le pido disculpas sinceramente [...] No soy antisemita, ni tengo prejuicios raciales de ningún tipo, ni soy nazi". (http://es.wikipedia.org/wiki/Lars_von_Trier)





COMENTARIOS

Mensaje de María Laura Napoli  » 31 de octubre de 2012 » marialaura_napoli@yahoo.com.ar 

Martín, gracias por acercarnos el análisis de esta película. Me parecen muy interesantes las reflexiones sobre el momento final de la vida, así como la interpretación de la enfermedad mental. Sobre esto último recordé otra película: Alicia en el país de las maravillas (Tim Burton, 2010). En una escena similar a la comentada en el análisis de Melancholia, Alicia –de 20 años de edad- en medio de su casamiento, huye por el jardín en el cual se estaba llevando a cabo la celebración, argumentando que un conejo le estaba hablando. La película continúa como la mayoría de los que hemos leído el cuento sabemos: en el país de las maravillas, el mundo que Alicia puede habitar en ese momento de su vida. Y aquel que en esta versión fílmica, le permitirá una transformación radical de su subjetividad.