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Cultura de la cancelación. Reflexiones frente al empuje hacia lo inmediato

por Amatriain, Lucía, Carriles, Paula, Mastandrea, Paula Belen, Schneider, Úrsula

Universidad de Buenos Aires

Resumen

El fenómeno de la cancelación se ha instalado en nuestra sociedad. A diario, en las redes sociales y en programas televisivos observamos denuncias masivas hacia comportamientos considerados inadecuados con el afán de “cancelar”, quitarle el apoyo y/o censurar, a quien los ha llevado a cabo. En este escrito proponemos problematizar la cultura de la cancelación en consideración de dos ejes: por un lado, el vínculo que la misma encuentra con la cultura del silencio de las instituciones y, por otro, los potenciales riesgos a los que quedan expuestas las subjetividades que, tras haber transitado una situación de vulneración, son revictimizadas. Para ello partimos de la serie The Morning Show (Burwell, 2019- ) que centra su trama en las estrategias de la industria televisiva frente al estallido mediático ocasionado por una serie de abusos cometidos por el conductor de un famoso programa. Si bien la denuncia pública en ocasiones es el único recurso frente a situaciones de abuso o maltrato, consideramos importante volver sobre los pasos de aquellas manifestaciones que se enarbolan sobre la búsqueda de verdades, con la intención de pesquisar las implicancias de un orden que excede por mucho las pantallas.

Palabras Clave: cancelación | violencia-institucional | no-dicho | revictimización.

Culture of cancellation. Reflections on the push for the immediate.

Abstract

The phenomenon of cancellation has been settled in our society. On a daily basis, on social networks and on television programs, we observe massive complaints about behaviors considered inappropriate with the aim of “canceling”, removing support and/or censuring whoever has carried them out. In this writing we propose to problematize the culture of cancellation in consideration of two axes: on one side, the link it finds with the culture of silence of the institutions and, on the other, the potential risks that the subjectivities are exposed when, after having gone through a situation of violation, they are re-victimized. For this we start from the series The Morning Show (Burwell, 2019-) which centers its plot on the strategies of the television industry in the face of the media outbreak caused by a series of abuses committed by the host of a famous program. Although the public complaint is sometimes the only recourse in situations of abuse or mistreatment, we consider it important to retrace the steps of those manifestations that are hoisted in the search of truths, with the intention of investigating the implications of an order that exceeds by much the screens.

Keywords: cancellation | institutional-violence | unsaid | revictimization.

Introducción

Noticieros confunden tremendismo con sensibilidad. Compasión calculada con cercanía.
M. Percia

En el último tiempo hemos asistido al incremento del fenómeno social de la cancelación. Si bien, como señalan Burgos y Hernández Díaz (2021), este recurso existe desde hace mucho tiempo, bastante anterior a la era de las redes sociales, hoy en día el alcance y la velocidad de transmisión con que este fenómeno se despliega merece algunas consideraciones acordes al contexto actual.

La cancelación en nuestros días consiste en activar las redes sociales para rechazar abierta y tajantemente a personas o empresas cuyos actos se consideran repudiables en función de ciertos parámetros, propios de quienes cancelan. La facilidad de replicación del mensaje que brindan las redes hace que rápidamente esto pueda expandirse, generando en muchos casos un repudio masivo, con altos niveles de hostigamiento y violencia hacia la persona cancelada (Burgos y Hernández Díaz, 2021).

Las Tecnologías de la información y comunicación (TICs) permiten crear canales multidireccionales, posicionándose como una dimensión informativa, comunicativa y representativa del mundo (Bonavitta, Presman y Camacho Becerra, 2019). De esta manera, el modo en que la sociedad interactúa y, en consecuencia, la forma en la cual la sociedad percibe y aplica las normas de convivencia se ha visto alterada. Así, el escrache digital aparece como una forma de lograr, mediante la colectivización de la condena social y moral, una suerte de castigo o pena para la persona apuntada, que se logra promoviendo una experiencia emocional vergonzante mediante su difamación a nivel masivo. La problemática más evidente de este tipo de prácticas está relacionada con la presunción de inocencia y el derecho de defensa, en tanto la condena social es exteriorizada en el momento en que se toma conocimiento de la acción. De esta manera, sin una mínima corroboración de los hechos, sin que se oiga la versión de la persona acusada y sin que se valoren posibles pruebas, se podría aniquilar el perfil social, laboral y académico de una persona y su familia, incluso mediante una acusación falsa (Bastus, 2020).

En función de lo mencionado, a través del presente artículo indagaremos el fenómeno de la cancelación valiéndonos de ciertos recursos narrativos de la serie The Morning Show (Burwell, 2019- ) teniendo como eje la pregunta acerca de ¿qué nos enseñan el cine y las series sobre el fenómeno de la cancelación? ¿Qué lectura sobre este asunto podemos aportar desde la psicología?

Tal como señala Wajcman (2019) las series son formatos privilegiados para el tratamiento de este tipo de problemáticas, en tanto se constituyen no sólo como un ojo abierto al mundo, sino también como una máquina de abrir los ojos, abordando profundamente las perturbaciones de la sociedad actual.

Los dos lados de la imagen

En la serie mencionada el personaje de Mitch, presentador de un noticiero perteneciente a una de las cadenas televisivas más importantes de Estados Unidos, The Morning Show, es apartado del programa intempestivamente, incluso para sorpresa de su co-presentadora, Alex. El motivo es que alguien ha filtrado al periódico “The New York Times” unas denuncias sobre acoso sexual en el contexto de abuso de poder de Mitch hacia varias compañeras de trabajo, recibiendo de forma inmediata el repudio social.

La estrategia narrativa de la serie nos permite pensar el impacto que la cancelación de Mitch tiene sobre la compañía en dos sentidos: a partir de lo que sucede delante de cámara o “al aire” y el detrás de cámara o backstage.

En principio, podemos notar que los minutos en los que al espectador se le muestra el tiempo en vivo de The Morning Show son muy acotados, mientras que todo lo que sucede fuera del aire desarrolla la trama más extensa de la serie.

Durante estos minutos al aire las directivas de la producción siempre van en el sentido de dar mensajes claros y contundentes respecto de lo sucedido con el conductor, sin entrar en ningún tipo de duda o debate. Se pone énfasis en que hay que sostener el carácter familiar del programa y no se deben tratar temas de tanta polémica social porque eso podría perjudicar la reputación de la compañía.

En este sentido, podemos dar cuenta de que lo que se dice está deliberadamente manipulado en función de lo que no se debe decir. Se establece un pacto de silencio que vela también por proteger al resto de los trabajadores de la productora, a quienes se los muestra preocupados por despegarse del comportamiento de Mitch. Detrás de estos pocos minutos públicos hay un sinnúmero de implicaciones personales y subjetivas que no tendrán jamás lugar “al aire”. Lo que figura delante de cámara siempre es contundente, concreto, agudo, sin lugar a ningún tipo de incertidumbre. En el detrás de cámara sucede lo contrario, nunca sabemos bien quién posee la famosa verdad que frente al público no se cuestiona.

Algo muy importante a destacar es que desde un comienzo y hasta el último capítulo no sabremos quién ha filtrado la información de la denuncia a Mitch al diario, dato no menor ya que es lo que detonó la consiguiente cancelación del conductor en todos los medios.

Esta incertidumbre se sostiene tanto para los personajes como para el espectador, permitiéndonos ubicar allí un primer elemento en relación con las implicancias que tiene el efecto de esta cancelación. ¿Qué nos permite pensar este estado de incertidumbre, de lo callado, lo obturado, frente a los ojos del público?

En principio, podemos ubicar que ni la persona a cargo de continuar el show está enterada de la situación con Mitch, ya que Alex se entera pocas horas antes del inicio del programa que Mitch ha sido denunciado y por ese motivo no estará presente en el matutino de ese día. Esto nos da la pauta de la inmediatez, lo precipitado del efecto de la cancelación. No hay tiempo para pensar ni cuestionar nada, todo debe ser resuelto en minutos a fin de sostener un discurso en favor de la compañía.

A partir de allí, y una vez que la denuncia ha llegado al conocimiento de toda la población, lo único importante es sostener el show, es decir mantener un discurso fuerte, “coherente” y sin posibilidad de cuestionamiento a pesar de la cantidad manifiesta de interrogantes desatados. La producción, vista en apuros, actúa rápidamente para contrarrestar el repudio generalizado de los grupos feministas y de su audiencia en general, que se manifiestan a través de las redes sociales, y conformar a los sponsors de la compañía. Alex, por encontrarse ahora al frente del programa, es la encargada de no dar lugar a ningún tipo de fisura discursiva.

Siguiendo el rastro de nuestro fenómeno de interés, podemos pensar que, tal como señala el sociólogo François Dubet (2020), las posibilidades de expresión brindadas por el acceso masivo a las redes sociales permite que cualquier persona pueda reaccionar, compartir su opinión, o dar testimonio de su experiencia personal en un medio público que puede potencialmente hacer viral su mensaje. Este intercambio ha generado grandes movimientos sociales como el MeToo, el NiUnaMenos en Argentina y otros países de Hispanoamérica, y ha permitido la difusión de muchas campañas feministas que advierten y visibilizan el machismo, la violencia y el sometimiento percibido por las mujeres históricamente.

Es preciso, pues, desconfiar de una crítica a priori de la opinión digital, una crítica que participa de la larga historia de la desconfianza hacia una palabra popular siempre sospechada de irracional, pasional, egoísta, incapaz de elevarse hacia la razón y el interés general. (Dubet, 2020, p.78)

Las publicaciones, denuncias o escraches que muchas veces funcionan como desahogo, promueven movilizaciones puntuales e inmediatas que conllevan soluciones concretas. Sin embargo, la efervescencia de este tipo de comunicación nos empuja a posicionarnos rápidamente a favor o en contra de diversas situaciones, sin posibilitar un detenimiento de análisis crítico sobre estas. Se produce así un ida y vuelta de saberes sin fragilidades que totalizan sentidos, encubriendo lo queda en la sombras, silenciado.

Los canales que informan las veinticuatro horas y los talk shows participan del mismo mecanismo. En ellos, el comentario político y social se organiza como un juego de roles (Dubet, 2020). The Morning Show nos interpela porque lo esencial en este tipo de programas es que “el debate prosiga a fin de que cada telespectador encuentre el reflejo de sus propias aversiones, obsesiones, iras e indignaciones” (Dubet, 2020, p.78). Pero, ¿qué pasa cuando el propio conductor del programa es denunciado por acoso sexual y abuso de poder en el contexto laboral?

En este sentido cabe preguntarnos si es posible separar el comportamiento del conductor en el fuera de cámara, de la institución y la cultura a la que pertenece.

La indignación que desde el programa se encargan de proyectar, promover, y por la que obtienen altos puntos de rating, vuelve sobre ellos señalándolos. Si bien intentan que la caída de Mitch no afecte, no salpique al resto de la compañía, la consistencia del show lentamente comienza a desarmarse.

Detrás de lo cancelado, lo incierto

En medio de todo este alboroto mediático que impacta en el plano social e institucional, aparece el personaje de Bradley Jackson, una periodista de bajo rango de otra cadena televisiva. Bradley es convocada para ser entrevistada en The Morning Show a partir de un video que se vuelve viral en el cual confronta y discute mediante gritos e insultos con una persona presente en una manifestación que estaba cubriendo. En este caso, el escándalo y las redes operan a modo de trampolín, haciendo que la joven periodista se vuelva conocida y sea finalmente convocada para co-conducir el programa junto con Alex, ocupando así el lugar de Mitch.

Este cambio nos resulta interesante. En el lugar del “personaje cancelado” aparece la figura de Bradley que se presenta como una periodista visceral, honesta, promotora de la verdad a cualquier precio, con una mirada “humana” de la realidad y con la impronta justa para brindarle un cambio de imagen al programa, históricamente orientado a un público familiar. Podríamos decir que allí donde se sentaba “lo cancelado” se ubica “la verdad”. No obstante, pronto veremos que esta verdad sólo tiene lugar en la productora en tanto respete ciertas pautas de guión.

En su primera salida “al aire” Bradley habla sobre una interrupción voluntaria del embarazo a la que recurrió a los 15 años. Esto se produce como consecuencia de un video en el que la madre de Bradley le envía un mensaje en el día de su presentación como co-conductora. En ese mensaje su madre no hace más que halagar a la joven periodista, en un relato un tanto sobreactuado sobre sus méritos y virtudes. No obstante, al finalizar el video y en el medio del aire Bradley hace su descargo: “No todo es color de rosa”.

Parece surgir en ella la necesidad de introducir una falla en eso que ha escuchado, que cataloga como “fantasioso y alejado de la realidad”. Bradley cuenta que también transitó momentos difíciles, pues no quiere darle a la audiencia adolescente el mensaje de que para ser exitosa se debería haber transitado una infancia perfecta, así es que comenta que también ha realizado “cosas estúpidas” y en un in crescendo va mencionando aquellas dificultades que ha atravesado en su juventud, confesando en el momento más álgido de su relato la situación del aborto. Esto genera todo un revuelo en la producción ya que se aleja por completo de lo esperable dentro de la cadena con tinte “familiar” y aparentemente neutral en cuestiones políticas que la compañía siempre sostuvo a rajatabla.

Al culminar su relato se observa en Bradley cierta expresión de sorpresa por lo que acaba de decir. Si bien podría deberse a que ha observado una reacción algo alborotada detrás de cámaras, cabe el interrogante ¿se debe esta expresión al haberse “salido del guión” pautado por la producción? ¿Podría pensarse que hubo allí un momento de catarsis para Bradley en tanto algo de sí se puso en juego en su relato?

Sin intentar responder estos interrogantes, podemos inferir que el rol de Bradley para la productora era brindar una “apariencia renovada” pero sin salirse de los parámetros socialmente aceptables para las mujeres.

Similar es lo que ocurre con Alex, quien a lo largo de su carrera ha tenido que construir una fachada sobre su persona. Delante de cámara ella es una madre dedicada, esposa admirable, que mantiene una complicidad justa con su compañero de show, y una química infaltable; no obstante, detrás de cámara la vemos como una mujer competitiva, que ha dedicado la mayor parte de su vida y energía al ámbito laboral, a causa de la amenaza constante de ser reemplazada por alguien más joven. Este esfuerzo por mantenerse dentro del programa, del que Mitch jamás ha tenido que preocuparse, impacta directamente en su familia, ya que mantiene una relación conflictiva con su hija y su pareja.

Llega un punto en que la fachada se rompe, y su esposo decide que quiere divorciarse y que ya no asistirá con ella a los eventos para “mantener las apariencias”. Frente a esta ruptura, Alex recibe en su casa a un grupo de asesores que le indican de qué manera debe comunicar la noticia, qué palabras utilizar y cómo mostrarse emocionalmente. Claramente afectada por la situación, Alex acude a Bradley para pedirle su apoyo en el aire al momento de revelar la novedad. Es a partir de este nuevo vínculo, atravesado por intenciones más sinceras y humanas, que estas mujeres encuentran el lugar para alojar aquello que se pretende silenciar y negar.

Como vemos, ni la figura de verdad de Bradley ni la de inconmovilidad de Alex son representativas de lo que sucede detrás de cámara. Ninguna de las dos puede sostener estos lugares en su vida personal. Sin embargo, es a través de la negación de “sus verdades”, exigida desde la compañía, que estas mujeres logran establecer un vínculo significativo y genuino que les permitirá posicionarse de manera diferente en una organización que las pretende guionadas y sumisas.

¿Es posible pensar entonces que detrás de esa imagen, sostenida por las dos mujeres protagonistas, se entrama un lazo de lo no dicho? La ilustración de este vínculo, a medida que se despliega, evidencia los matices de lo que el fenómeno cancelatorio podría dejar en la sombra y condenar al silencio.

En este sentido, es probable que lo que garantice la efectividad de la cancelación sean sólidos discursos cuyos cimientos se componen de lo que queda por fuera, lo no dicho y/o silenciado. Es la misma compañía que frente a la eliminación de Mitch elabora una estrategia de fortalecimiento de un silencio institucional evidentemente histórico, dejando al frente de batalla a dos mujeres que podrían funcionar a modo de compensación de lo acallado. Dio Bleichmar (2018) propone que existe un fuerte vínculo entre los ideales de género, que presentan en la mujer la exigencia social de cuidar y ser amables sin crear malestar en los ambientes sociales, y el mantenimiento de los pactos de silencio que perpetúan la indefensión psíquica de las víctimas de abuso. Sin embargo, sucede lo contrario, permitiéndonos considerar que alguna condición de escucha ha sido puesta en juego entre las protagonistas develando una violencia estructural antiguamente consolidada (Denegri y Verardo, 2016).

Siguiendo por esta línea, intentaremos profundizar sobre las implicancias de las voces puestas al aire. ¿Qué se debate en las pantallas? ¿Se trata realmente de debates? ¿Qué objetivo se persigue en la selección de lo que se publica masivamente? ¿Esa selección, esos recortes, funcionan como axiomas de accesible apropiación por parte de la audiencia? Recortes coagulados, opiniones inmediatas ¿qué lógica se reafirma en la apropiación de los mismos?

Cancelar, confirmar(nos)

El filósofo De Sutter (2020) ubica que el ejercicio de la razón, de la opinión pública, conlleva una forma particular de goce que ésta autoriza y que los late shows norteamericanos procuran a todos aquellos que se reconocen en el campo que allí se expresa, un goce que es precisamente el del poder:

Ese poder puede significarse en pocas palabras: es el de la razón en la medida en que su objetivo no es otro que confirmarse a ella misma, poseerse a ella misma; es el de la razón en la medida en que su objetivo no es otro más que tener razón, más que desplegar la totalidad del mundo según las coordenadas de su orden y, de ese modo, asignar en él un lugar a cada cosa. El que se escandaliza no se escandaliza sino porque su indignación es susceptible de darle la razón, es decir, de conferirle un lugar elevado en el interior del orden definido por los límites de la racionalidad; no se escandaliza sino porque cree que su indignación hará de él un miembro del campo ganador. (De Sutter, 2020, p.26).

Según este autor, nos indignamos para tener razón. La indignación tiene como contracara la indiferencia o la resignación, ya que al indignarnos confirmamos aquello que de antemano suponíamos. Tampoco se trata de impugnar la indignación sino de situar cómo puede encauzarse colectivamente para que no conlleve salidas autoritarias (Dubet, 2020).

Schopenhauer en su escrito El arte de tener razón (2017) sitúa la dialéctica erística como “el arte de disputar, y precisamente el arte de disputar de modo que uno tenga razón; y ello per fas et nefas (con medios lícitos e ilícitos)” (p. 29). En un comienzo, y citando a Aristóteles, el autor diferencia la dialéctica de la lógica: mientras que la primera solo vela por hacer que la propia tesis se acepte como verdadera, la lógica busca la verdad.
Como hemos mencionado, para De Suter (2020) el ejercicio de la razón conlleva una forma particular de goce, un goce del poder que se sostiene sobre el firmamento de tener razón. Allí aparece la indignación como afecto reafirmante de este tener, tener algo al fin.

La cultura de la cancelación y lo expuesto aquí mediante algunos recortes de la serie mencionada, habilitan a pensar que el arte de tener razón y sus fundamentos desarrollados exhaustivamente por Shopenahuer (2017), nos conducen a través de este fenómeno, objeto de nuestro análisis, hacia un extremo, un abismo. Si la dialéctica enseña a defenderse de los ataques o refutaciones contra los propios argumentos por parte de otros (los adversarios), la cancelación garantiza desde el inicio que el primero que dispara no saldrá de allí con las manos vacías, pues en su anticipación se anula la presencia del contrincante.

La cancelación y su temporalidad de lo inmediato no solo anula a un otro, a este adversario físico y palpable, sino a todo un universo otro donde el arte de la dialéctica puede existir, su propio escenario.

No obstante, The Morning Show nos permite pensar que no es sólo la presencia del contrincante la que queda anulada, sino que incluso en el afán heroico de impartir justicia pueden obtenerse resultados arrasadores para la subjetividad.

Hannah: un favor, un acuerdo, ¿qué salida?

A lo largo de la serie observamos cómo Mitch intenta de diversas maneras rescatar su imagen, salvarse de la cancelación y la condena social y, al mismo tiempo, comprometer al resto de la compañía. Para eso busca por todos sus medios la posibilidad de hablar públicamente. Le propone a Bradley que le realice una entrevista en donde pueda defenderse de las acusaciones que ha recibido y ella acepta a condición de que cuente con alguien que respalde su historia. A partir de esto, Mitch decide acudir a Hannah Shoenfeld, una periodista de The Morning Show.

Mitch irrumpe en el domicilio de Hannah alegando que como en el pasado ella ha obtenido algo de él es hora de que pague por ese favor, le plantea que hace unos años ella se aprovechó de él para ser ascendida en su trabajo y que aunque eso “hirió sus sentimientos”, la felicita cínicamente porque él hubiese hecho lo mismo. No obstante, Hannah se muestra sorprendida, confundida, parece no encontrar palabras para responder.

La confusión que ella manifiesta se aclara para el espectador cuando a través del recurso del flashback se presentan distintos momentos de la relación que Mitch y Hannah mantuvieron cuando ambos trabajaban en el canal. Se observa un primer acercamiento durante la fiesta de cumpleaños de Mitch, quien se muestra interesado en el desempeño laboral de Hannah: “Sigue trabajando así”, le dice entre otros elogios. En la siguiente escena Mitch propone a la producción que sea ella quien cubra un tiroteo que ha ocurrido en Las Vegas y solicita que quiten a su asistente –Mía– del equipo, con quien ha tenido una relación personal, pues manifiesta que ella lo incomoda. Pareciera observarse una especie de movimiento de piezas, donde Mitch decide el destino de Mía y Hannah a su antojo, el “no” de Mía debe ser sustituido por un posible “sí” de Hannah. Por un lado un castigo, por el otro halagos.

Esa noche, mientras Hannah desde la periferia observa conmovida la escena del tiroteo, Mitch la intercepta y mantienen una conversación en la que él la consuela y la adula. Así, el exitoso conductor al que todos consienten, le propone a Hannah ir a su habitación de hotel. Una vez allí, Mitch se aprovecha de un abrazo que se produce entre ellos y abusa sexualmente de ella, a quien vemos inmóvil, sin palabras, con claros gestos de rechazo e incomodidad.

Al día siguiente se cruzan en el estudio del canal y Mitch la ignora por completo, esto parece confrontar a Hannah con algo que aparentemente no había podido elaborar desde lo sucedido. Con cierta expresión de angustia se dirige hacia la oficina del jefe del canal para denunciar lo ocurrido, pero éste la interrumpe diciéndole que se ha enterado de que está haciendo un gran trabajo y le ofrece un mejor puesto. En este momento resulta interesante cómo ese mensaje implícito hace que Hannah responda directamente con lo que podría pensarse como una pregunta retórica: “¿Es así como funciona?”. La presión del jefe produce un empuje que la lleva a aceptar el ascenso ofrecido y no volver a mencionar la situación durante muchos años.

De esta manera, vemos que cuando Hannah denuncia a Mitch con su jefe, no sólo es desoída sino también silenciada. Aquel ofrecimiento laboral conlleva una amenaza implícita, ya que todo parece indicar que su trabajo depende ahora de que ella no vuelva a hablar del tema, es decir, que el suceso que la dejó sin palabras permanezca oculto, en silencio. Esto no es sin consecuencias.

Ya en 1999 Ulloa sostenía que la crueldad siempre implica un dispositivo sociocultural, que una “encerrona trágica” es una situación de dos lugares sin tercero de apelación –tercero de la ley– en donde se encuentran sólo la víctima y el victimario. Las encerronas se configuran cada vez que alguien, para dejar de sufrir o para cubrir sus necesidades elementales, como la salud o el trabajo, dependen de otra persona que los maltrata.

Lo que predomina en la encerrona trágica no es la angustia, con todo lo terrible que esta puede llegar a ser; predomina algo más terrible aún que la angustia: el dolor psíquico, aquel que no tiene salida, ninguna luz al final del túnel. (Ulloa, 1999, p.2)

Si bien la angustia puede tener puntos culminantes, también cuenta con momentos de alivio; en cambio, el dolor psíquico se mantiene constante en el tiempo. La salida parece identificarse con la muerte (Ulloa, 1999). En este caso, observamos que tanto en el momento en que Hannah decide hablar con su jefe, como cuando Mitch la intercepta en su casa, ella se encuentra en situaciones límite donde no hay elección posible. ¿Qué vislumbra Hannah al final del túnel? Un callejón sin salida.

Por otro lado, Bradley se comunica con Hannah proponiéndole entrevistarla con el fin de contar con más pruebas para abordar el caso, uno de los argumentos que sostiene para convencerla es que se trata de poder hacer justicia, de obtener la verdad de los hechos e involucrar al resto de la compañía, es decir, apela a un bien superior, comprometiéndola de esta forma a testimoniar. Una vez más: ¿sin salida?

Sabemos que cuando una persona es situada como víctima se la considera desde una perspectiva que obtura su singularidad (Gutiérrez y Lewkowicz, 2005). Cuando Bradley consigue la entrevista observamos que los intercambios entre ellas lejos de habilitar un espacio de escucha que permita elaborar algo de lo sucedido, apuntan a una descripción fría de los hechos que deja por fuera una elaboración de lo que realmente afectó a Hannah y resulta más bien una reproducción de los hechos tal y como fueron, sin ningún tipo de contención.

“¿No convendría recordar que víctima significa en su origen latino persona o animal destinada al sacrificio?” (Gutiérrez y Lewkowicz, 2005). El concepto de re-victimización refiere a una reiteración de la victimización, es una repetición de violencias contra quien ha sido previamente afectado por alguna agresión. La revictimización originada por las instituciones, deriva de dinámicas y procesos administrativos burocráticos, que por sí mismos transgreden la dignidad de la persona, ubicándola nuevamente en un lugar de vulnerabilidad incluso más profundo, ya que en este caso, queda anulada cualquier expresión emocional o de inconformidad individual (Bezanilla, Miranda y González Fabiani, 2016) tal como observamos en Hannah cuando intenta comunicarse con el jefe del canal.

El lado oscuro de la cultura de la cancelación no solo es silenciar a un individuo y con ello invalidar el prisma de opiniones, debates y razonamientos. Radica, también, en tergiversar la historia universal. La teoría de la comunicación indica que todo acto de cancelación que se ejerce desde el poder político y comunicacional se asocia a estos factores: censura, omisión informativa, desinformación, falsos contenidos, mentira, deshonestidad, autocensura, flaqueza deontológica. (Burgos y Hernández Diaz, 2021, p. 143)

Tal como lo plantean los autores, aquello que se cancela excede por mucho al individuo en cuestión, que para nuestro análisis queda ubicado en la figura de Mitch.

Pareciera entonces que lo que se cancela no es sólo a un persona, que sin duda deberá ser juzgada por sus acciones, sino que se cancela la posibilidad de cuestionar, de emitir voces alternativas, la posibilidad de dar lugar a un “no saber” frente a una cultura que presiona por la urgencia de emitir opinión.

Siguiendo esta línea, mientras la atención está puesta en cómo sortear la concatenación de circunstancias que la denuncia a Mitch ha generado, la subjetividad de Hannah se ve arrasada. Teniendo en cuenta que, como se mencionaba anteriormente, el hecho de que Hannah permanezca en una posición silenciada no es sin consecuencias y que de hecho esto la lleva a consumir drogas hasta llegar al punto de una sobredosis, se podría hacer mención aquí a las nociones de embarazo y emoción que propone Lacan en el Seminario X (1962-63) al describir las coordenadas de la angustia ubicando que la conjunción de ambas es condición del pasaje al acto.

El momento del pasaje al acto es el de mayor embarazo del sujeto, con el añadido comportamental de la emoción como desorden del movimiento, desde allí donde se encuentra se precipita y bascula fuera de la escena. (Lacan, 1962-63, p.129)

Podría pensarse que todo pierde valor para Hannah cuando la mirada del Otro que investía su desempeño como profesional ahora se reduce a acuerdos que buscan obtener de ella cierto favor en pos de sostener una escena llevándola a un lugar de objeto: que calle, que declare, que hable de lo que sucedió con Mitch a pesar de su angustia. Tal vez es debido a esa destitución subjetiva y a la imposibilidad de darse respuesta frente al “¿quién soy ahora?”, “¿qué lugar ocupo en esta escena?”, que Hannah borrada al máximo por la barra cae de la escena como resto y sucumbe a una sobredosis que la lleva a la muerte.

Palabras finales

En este escrito nos propusimos analizar la cultura de la cancelación, cada vez más presente en nuestra sociedad, a partir de The Morning Show. Esto nos ha permitido vislumbrar algunas de las características claves de este fenómeno: ocurre de forma inmediata frente al conocimiento de una actitud que se considera repudiable, tiene el poder de marcar la agenda y los ritmos institucionales sobre lo que debe ser dicho y cómo, se presenta como un absoluto sin posibilidad de duda o reivindicación.

Nos resulta importante remarcar que, en muchos casos, las redes sociales se constituyen como único espacio para denunciar situaciones de abuso, violación y/o distintas injusticias, así como para generar redes de contención y protección. No obstante, la intención totalizante de este fenómeno puede derivar en efectos contrarios a aquellos que se pretenden obtener a través de la denuncia; denuncia que además se infinitiza, socavando la posibilidad de sancionar lo ocurrido desde cierto miramiento por las subjetividades implicadas.

En este sentido, la serie nos ha permitido reflexionar sobre cómo la cancelación, a pesar de su potencia mediática, en ocasiones no logra conmover ni contrarrestar comportamientos instituidos en las organizaciones, sino que exacerba la cultura del silencio en pos de mantener un statu quo. Asimismo, es importante problematizar en qué medida la concepción de un “bien superior” o el afán por conocer la verdad puede vulnerar a determinadas personas, sometiéndolas a procesos de revictimización y aplastamiento subjetivo, tal como sucede con Hannah.

Por último, es preciso mencionar que The Morning Show forma parte de un conjunto de contenidos ficcionales que en los últimos años han aparecido como reivindicadores de luchas feministas, presentando en la pantalla temáticas de actualidad y valiéndose del contexto socio-histórico para su propuesta narrativa. Como hemos mencionado, la serie aborda la problemática del #Metoo que tuvo lugar en Hollywood en los últimos años, e incluye claras referencias a distintas personalidades del espectáculo que fueron denunciadas por abuso y acoso sexual. Esta decisión de borrar los límites entre ficción y realidad que presenta la serie es congruente con un espíritu de época presente en el contenido actual de las plataformas de streaming, especialmente en aquellas que tienen una gran presencia femenina tanto en la pantalla como en su equipo de producción (Garrido y Zaptsi, 2021; Marín Ramos, 2018). Sin embargo, es preciso aún en este tipo de producciones poder hacer una lectura crítica de la narrativa, considerando que en muchos casos, tal como lo señala Fernández Hernández (2020) la migración de los relatos de violencia a los medios mainstream despoja del control sobre las narraciones a las mujeres protagonistas de este tipo de abusos y despolitiza sus experiencias. La autora señala que en ocasiones esto puede derivar en que el feminismo se presente no como una instancia de escucha, reconocimiento, apoyo y desarrollo de conocimientos, análisis y políticas, sino como una opinión moralizante.
A través del presente artículo no hemos intentado debatir sobre verdades algunas, entendiendo que tal como en la dialéctica de Aristóteles, en el fenómeno cancelatorio no se apunta a la búsqueda de ellas (aunque su apariencia engañe) sino a la apropiación de la razón. Tener algo no es lo mismo que tener nada y quizás la razón, si es que puede tenerse, a diferencia de la verdad, sea inofensiva, no conmueva, no pregunte, no traicione.

Referencias

Bastus, G. (2020). De la plaza pública a las redes sociales: el escrache digital como nueva variante de punición. Revista Jurídica, (10), 110-125. https://udesa.edu.ar/revista/revista-juridica-universidad-de-san-andres-ndeg10-dic-2020/articulo/de-la-plaza-publica-las

Bezanilla, J. M., Miranda, M. A. y González Fabiani, J.H. (2016). Violaciones graves a derechos humanos: violencia institucional y revictimización. Alfepsi, Asociación Latinoamericana para la Formación y la Enseñanza de la Psicología. Recuperado de: http://www.alfepsi.org/violaciones-graves-a-derechos-humanos-violencia-institucional-y-revictimizacion/

Bonavitta, P., Presman, C. y Camacho Becerra, J. (2019). Ciberfeminismo. Viejas luchas, nuevas estrategias. El escrache virtual como herramienta de acción y resistencia. Anagramas: Rumbos y sentidos de la comunicación, 18(36), 159-180. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7308968

Burgos, E. y Hernández Díaz, G. (2021). La cultura de la cancelación: ¿autoritarismo de las comunidades de usuario? Comunicación, (193), 143-156. https://comunicacion.gumilla.org/wp-content/uploads/2021/04/COM_2021_193.pdf

Denegri, A. y Verardo, M. (13 al 15 de abril de 2016). Las violencias contra las mujeres. Un abordaje en intervenciones socio- comunitarias. IV Jornadas del Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Género, Argentina, Ensenada. http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.9967/ev.9967.pdf

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NOTAS






COMENTARIOS

Mensaje de María Micaela Bellofatto  » 23 de agosto de 2021 » mariamicaelabellofatto@gmail.com 

Me pareció un artículo muy interesante a cerca de la cultura de la cancelación.
Creo que la película, como bien se explica en el artículo, nos muestra una metáfora en la sustitución de Mitch por Bradley, en el paso de la concientización actual con movimientos como Metoo y Niunamenos. Esto se denota en cómo se lo destituye de su puesto en el programa a Mitch, para luego contratar a Bradley Jackson, pasando de aquello que se cancela, a quien busca la verdad. Hay un paso desde un silencio colectivo, en el que finalmente un alguien (mitch) fue descubierto, rompiéndose así ese “no-decir”; a poner en su lugar a una persona que no calla y que hará todo para descubrir aquello que no quiere ser descubierto y para decir aquello q no se decía y que solo saliendo a la luz funcionó como un puntapié para destruirse esa fachada de televisión familiar.
Me parece interesante destacar que, en cierta forma, se puede observar la manera en que Hannah, luego de lo sucedido, sigue recibiendo opresión y exigencia desde ambas partes. Tanto del lado de Mitch, ante la supuesta creencia de que ella obtuvo algo de él, exigiéndole que ahora debía hacer algo para “compensarlo”, imponiendo su propio accionar como consensuado; y también por Bradley que, sin intención de dañarla, pero con el fervor de saber la verdad y hacer caer a toda una compañía, le exige que cuente con detalles el hecho vivido. Para ambos, Hannah parece posicionarse en el lugar de un instrumento, sin subjetividad, tanto para que uno u otro tenga razón, siguiendo la idea expresada en el texto y por Schopenhauer, ambos la utilizan para el arte de disputar, solo que sin percatarse que detrás de esto hay una persona que ha sufrido y que fue silenciada.
María Micaela Bellofatto.