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La fascinación en la mirada materna

por Ferrari, María Teresa

En su trabajo “La fascinación neurótica por el discurso perverso: Matador”, Osvaldo Couso recorre la relación entre fantasma neurótico y el goce perverso, planteando las coordenadas de la sujeción del perverso el Goce de su Otro, ese a quien va dirigida la escena. Este primer capítulo del texto: “Formulaciones de lo ignorado” se cierra- como no podría ser de otro modo- con una pregunta, que abre una cuestión enigmática. Se plantea si "el film mismo, ¿es una ilustración de estos hechos de estructura, ilustración hecha por un artista sensible, capaz de captarlos en su fineza y presentarlos artísticamente?... ¿O es una escenificación perversa, que es ella misma una mostración, una de esas motivaciones por las que se sostiene el discurso perverso?" [1]

Esta interrogación me puso a trabajar alrededor de la producción almodovariana. Recordé haber transitado ciertos fragmentos de otro film, este último más notorio, y aún bendecido desde los escenarios hollywoodenses con un premio ad-hoc: “Todo sobre mi madre”. El modo de pensarlos había tenido que ver con abrir un tema que se me había planteado para una Jornadas acerca de los efectos que en el campo de la clínica producía la declinación de la función paterna . En un comienzo varias cuestiones que despertaron mi curiosidad. En primer lugar el extraño título de la película. “Todo sobre mi madre”. ¿Sobre quién recaería ese posesivo: sobre el jovencito caído de la escena, presa del pasaje al acto el mismo día que se le hablaría sobre un padre, del que no se contaban trazas, signos, referentes, imágenes, palabras? ¿ Ese , cuyos órganos fueron a salvar vidas desconocidas, que en su resurreción milagrosa serían espiadas por este personaje acongojado de la madre, enfermera del área de transplantes? ¿ O del bebé que produce en su cuerpo el milagro de la negativización del HIV , por efectos del amor de alguien que lo adopta?

Se trata de mi madre, no de una madre. Lo que no me parecía poco. Todo sobre mi madre: ¿ es mi madre todo?... ¿Qué todo viene esa , mi madre, a prefigurarse desde la perseptiva de esos dos hijos que aparecen en el film.? En el caso del hijo adolescente, esa madre lo era todo, o al menos así aparece presentado en la escena donde ante el tímido reclamo de saber quién era el padre la madre parece dispuesta a decir . Pero antes hay una invitación a ver una obra de teatro, objeto de veneración materna : “Un tranvía llamado deseo”. Después de la actuación, un efecto hipnótico captura al joven que se arroja detrás de la mujer madura. El hijo queda tomado como rehén de esa mirada que lo mira y lo hechiza, hasta volverlo ciego ante el peligro del vehículo que finalmente se lo lleva por delante. Como no puede “hacerse ver” por la actriz- lo que implicaría el tiempo activo del retorno pulsional- entonces, se deja caer. Cae de la escena, ingresando en las coordenadas del pasaje al acto.

Pero entonces, si la mirada del Otro lo captura como objeto y lo apresa en las coordenadas de un goce escópico , se trataría de que un corte del objeto a no ha sido efectuado, en el sentido de no hacer agujero, borde que lo pulsional pudiera recorrer. Es muy interesante la eficacia tanática de ese goce de Otro que mira, y que no puede perforarse, agujerearse, para restar algún objeto de ese campo. La ceguera queda entonces del lado de este sujeto que no ha encontrado la vía- menos aún el tranvía- de su deseo. No es tanto que desee a la mujer- lo que implicaría cierta separación con esta madre que lo es todo, en cuyo caso algo de la falta hubiera quedado escriturado. Se ama a la mujer que no se tiene, aún en el caso de amar a alguien que semblantea en exceso la figura de lo prohibido. Pero entones, el rechazo de ésta, el no ser mirado no precipitaría necesariamente al pasaje al acto. Probablemente generara angustia, o inhibición, y daría lugar en el mejor de los casos a la construcción del síntoma: la mujer como síntoma del hombre, en tanto encarnadura de ese goce otro que hace enigma, que hace tropezar al sentido fálico..

Entonces no se trataría del amor, sino – como Borges diría- del espanto. Ese de quedar tragado en la mirada Otra que lo vuelve ciego, impotente, objeto caído. Si la madre lo es todo, la impulsividad suicida aparecería a la vuelta de cualquier esquina. La madre toda, sin tener alguien que le haga falta como mujer, sería la encarnadura perfecta para Otro de Goce, el juez implacable a quien van dirigidas las escenas.

La madre del film pareciera haber quedado en falta, cuando fracasa el intento de reencontrar en los transplantados con lo órganos del hijo, al hijo mismo. Entonces se dirige a buscar al padre. Pero, ¿ qué padre busca? ¿ Puede encontrar un padre alguien que no ha podido en su palabra hacerle lugar a éste como ausente?. La queja por ese padre que se fue lo escritura a la vez como faltante y como causa de algún deseo. A esa mujer que dice su queja de ese hombre que no se encuentra a la altura de sostener la función, hay al menos un hombre que le hace falta. Entonces ya no es toda. Algo de la castración la toca, y en esto la función paterna opera. El sujeto masculino que está llamado a semblantear la función está siempre en relación a ella en una relación de impotencia. Si no fuera así. ¿Qué síntomas podrían hacer los hijos en un padre que supiera demasiado “ hacer de padre”? Sólo delirios, como Schreber.

Esta madre, que ni siquiera se ha quejado de un hombre, que se da a ver como autosuficiente, fálica, potente, contentada con el pleno de la maternidad, va a buscar a un padre. Y lo que encuentra es un travesti, gravemente enfermo de Sida, a quien debe comunicarle la muerte del hijo. ¿Sólo la muerte de un hijo puede volver a alguien padre? Es curioso que pueda buscarlo sólo después de que el hijo está muerto . Mientras el hijo estaba vivo, no se daba lugar a ninguna búsqueda. En el momento en que la completud narcisística se quiebra vuelve a buscar al hombre. Más allá de las cabriolas argumentales, que son casi del tono folletinesco de un culebrón , lo que esta madre va a buscar de este ¿ hombre? , es otro hijo. Uno que vuelva a recubrir el agujero insoportable que la falta comporta . Es decir, que el desliegue pone en serie al nuevo hijo, el bebé infectado y salvado del virus del Sida, con el adolescente muerto a la salida del Teatro, muerto a tiempo antes de enterarse de que había un padre. En esta sustitución es evidente la no elaboración del duelo, en términos de escriturar la pérdida y lo imposible de la sustitución por lo idéntico. Lo perdido no puede recuperarse. Lo que se obtiene es otra cosa, algo que es marcado necesariamente como diferente.

¿Si estos hijos tiene el mismo padre, entonces son intercambiables, uno viene a poder suplir complementariamente al otro?

Este hombre no es un padre. El macho procreador, que embaraza mujeres a contrapelo de su deseo de hacerse mujer ,puesto en acto en el travestismo, ¿ es un padre?. Evidentemente lo que define la posición de “ hacerse padre” implica un hecho de discurso, que está más allá de las coordenadas de lo real del cuerpo. Pero si alguien puede “ hacerse padre” es porque también ha quedado atravesado por la conjunción de la ley y el deseo: desea porque está ordenado, hay orden , hay sentido, hay falta . A él también , la mujer le hace falta. Si no fuera así no podría semblantear adecuadamente la función. Este travesti que embaraza mujeres, no pretende hacerse padre. Es sólo instrumento de cierto goce de mujeres que pretenden ser todas con la maternidad.

Un tema aparte es el supuesto conocimiento del mundo fantasmático femenino de Almodovar. Las dos mujeres que se hacen embarazar por un travesti son la protagonista- esa que opera milagros- y una monja- que en una escena muy particular se angustia ante la falta de reconocimiento de su padre, quien no puede hacerlo porque está dementizado. El padre la ha visto pero no la ha reconocido. Entonces la falta de reconocimiento empuja al acting, al embarazo y a la muerte. Esta mujer que sí se angustia cuando un padre no la sostiene con su mirada- fracaso de lo imaginario que comporta angustia, pero no aplastamiento en el goce escópico como el del adolescente- se ofrece sacrificiamente para procurarle el hijo a esa madre que sí puede preservarse de la castración y de la muerte. Si entonces hay una vertiente sacrificial, hay posición de objeto. Se le ofrece algo que La Madre requiere para ser toda. Ahora bien ¿estas mujeres, capturadas en el destino maternal como único goce posible, denotan la pericia del director para bucear en el alma femenina? ¿Son mujeres, o sólo madres, que como tales eluden el No-todo femenino?. Si recordamos “Mujeres al borde de un ataque de nervios”, o “Atame”, allí sí aparecen mujeres esquiziadas por esto que les falta, que las condena a un descarrilamiento perpetuo en aras del amor imposible, que las condena a tener que amar a quien las somete. Pero esos films nunca ganaron un Oscar. Alguna razón debe haber. Si este film fue al cabo galardonado, será por haberse escuchado en él un alegato a la madre, a mi madre, a ese Otro todo que siempre se presenta como el opuesto de la impiadosa condición femenina.. La maternidad es sagrada, como contraste a lo femenino, que es diabólico, impuro, enloquecedor. Tan sagrada aparece esta posición de la madre Toda, que es capaz de ir más allá de las aprensiones neuróticas de la abuela, quien teme contagiarse .El amor de la madre va más allá, está más allá del miedo al contagio. Porque puede hacer el milagro de trocar lo positivo en negativo. Ya no hay más virus. Al menos no se lo ve, no se lo detecta. Y como es bien sabido, lo que no se ve no existe. Al menos desde la consistencia del goce escópico, done más podría quedar elidida la castración.

La solución del film es del orden del “mundo feliz”. Todos encuentran un lugar, aún los muertos ,a través de su herencia fecunda . La vida triunfa al fin sobre la muerte, el pequeño se negativiza, se salva. No hay castración. Nada falta. Curioso film que sostiene la potencia sagrada y milagrosa de mi madre Fuera de las vías del deseo, en un tren-tranvía donde se viaja para anunciar que se ha triunfado sobre la muerte, en una de las escenas finales .La pregunta que se cierne amenazante, más allá del final feliz, del mundo de amistades fecundas entre madres y travestis :¿Cual será el destino del pequeño si alguna vez intentara hacerse hombre?

¨Las preguntas que dieron lugar a este recorrido siguen en pie. ¿ Hasta dónde el film da a ver , pero por la mediación que supone la representación ,este efecto devastador del goce de la mirada de la madre como Otro encarnado lo Uno, el Todo, valiéndose de los personajes? ¿O es pura escenificación de un goce, que produce la angustia de quien es convocado a ver?



NOTAS

[1Couso, Osvaldo “Formulaciones de lo ignorado.Estudios de psicoanálisis y arte”- Ediciones Lazos- 2001





COMENTARIOS

Mensaje de Claudia Riego  » 14 de agosto de 2012 » clauriego@hotmail.com 

Es muy interesante la línea que plantea el trabajo en relación al goce de la mirada de la madre como Otro encarnando el Todo, junto con las preguntas que movilizaron el mismo. Me pregunto si el director no redobla la apuesta en la escena que elige de la obra de teatro donde se escucha a Blanche decir, ya desatada su locura: "¿por qué me miras asi?¿estoy horrenda?" mientras Stella se aferra a su hijo, madre e hijo como uno, dejando a ese padre vio-lento, vio-lador, para no volver atrás..¿ese hijo podría ser el hijo de la protagonista? ¿en este redoblamiento estamos asistiendo a la escenificación de un goce?



Mensaje de Lucas Liporace  » 13 de agosto de 2012 » liporacelucas@hotmail.com 

Ante todo felicitaciones por haber elegido una película de Almodovar, sé que las mismas en líneas generales son intrincadas y tocan temas poco comunes o las historias mismas toman giros poco comunes como por ejemplo que el padre del niño sea travesti. En cuanto a tu trabajo resulta interesante la relación de la función paterna con la travesti que aportó el material genético para los hijos y cómo una cosa no siempre va de la mano de la otra.




Película:Todo sobre mi madre

Titulo Original:Todo sobre mi madre

Director: Pedro Almodóvar

Año: 1999

Pais: España

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