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“(No) Todo es posible”: El límite de la subjetividad frente a la promesa tecnológica

por Trovato, Ignacio

Resumen:

A partir del capítulo Arkangel de la serie Black Mirror se propone establecer diferentes interrogantes y ejes de lectura en torno a los efectos tecnológicos sobre el campo de la subjetividad humana. Se realiza un recorrido de los mismos desde las coordenadas de lectura propias del terreno de la ética, abriendo una reflexión sobre las categorías de la angustia y la pérdida en la función materna; la operatoria de las funciones parentales en la infancia y en la adolescencia; su articulación con el discurso tecnológico en relación al dispositivo “Arkangel” y la incidencia del mercado. Se pondera en el desarrollo la necesidad de establecer un límite frente a los avances científico-tecnológicos y a su promesa de que “todo es posible”, en pos del resguardo simbólico de la especie humana.

Palabras Clave: función materna | angustia | tecnología | mercado

"(Not) Anything is Possible": The Limit of Subjectivity Versus Technological Promise

Abstract:

From the Arkangel chapter of the Black Mirror series it is proposed to establish different questions and reading axes around the technological effects on the field of human subjectivity. A tour of them is made from the reading coordinates of the field of ethics, opening a reflection on the categories of anguish and loss in maternal function; the operation of parental functions in childhood and adolescence; its articulation with the technological discourse in relation to the "Arkangel" device and the incidence of the market. The development considers the need to establish a limit in the face of scientific-technological advances and its promise that "everything is possible", in pursuit of the symbolic protection of the human species.

Keywords: maternal function | anguish | technology | market

Introducción [1]

La producción inglesa Black Mirror inaugura un abanico de escenarios distópicos en donde los desarrollos científicos y tecnológicos se entrecruzan con cuestiones propias del campo de la subjetividad humana. Como no es novedad en materia de ciencia ficción, muchas veces estos escenarios producen una estremecedora resonancia con cuestiones de nuestra realidad cotidiana, abriendo múltiples interrogantes, muchos de ellos factibles de ser abordados desde el campo de la ética. Tal es el caso del capítulo Arkangel [2], el cual nos permitirá trazar una lectura respecto al entrecruzamiento entre los desarrollos tecnológicos, el mercado y la operatoria de la función materna, al mismo tiempo que reflexionar sobre ciertos aspectos del trabajo subjetivo en la etapa adolescente y sobre los límites el campo de la subjetividad impone frente al avance tecno-científico.

La angustia y la pérdida en la función materna

Todo comienza con una escena del capítulo en la que el personaje de Marie pierde de vista a su hija Sara en un parque. La niña, de tan solo tres años de edad, siguiendo a un gato que cautivó su atención, coincidiendo con un momento de distracción de su madre, se aleja del sitio en el que se encontraba jugando. Ésta, absorta por una angustia inmensa, emprende su búsqueda, encontrándola ilesa. Escena seguida aguardan Sara y su madre en una deslumbrante sala de espera, en la que se lee el cartel “Arkangel” sobre una de las paredes revestidas de un mármol imponente. Las recibe una joven mujer, vestida con una bata blanca, quien le explica a Marie que su hija Sara entrará dentro del “programa de prueba”, aclarando, tras las inquietudes de la madre respecto a la seguridad del dispositivo a implementar en su hija, que se trataba de algo “totalmente probado y seguro”. La profesional hace referencia a las virtudes de Arkangel, aludiendo que proporcionará “seguridad” y “paz interior”.

Cabría empezar por la pregunta de qué es “Arkangel”. Se trata del nombre comercial que en la ficción recibe una empresa que ofrece una tecnología de microchip diseñada para ser implantada en el cerebro de un niño, al servicio de proveer información “útil” a los padres o a los adultos que asuman la función de crianza del menor. Su nombre nos dice mucho: el prefijo “arc” (“superioro”) remite en la tradición religiosa a aquellos ángeles de alto rango que cumplirían la función de cuidado y protección frente a las asechanzas del mal. Tal es la propuesta con la que el mercado presenta a Arkangel: como una tecnología que -supuestamente- aportaría cuidado y velaría por la seguridad en la infancia. El micro implante es insertado en el cerebro Sara y sincronizado con un dispositivo de pantalla (denominado “unidad parental”) similar a una tablet, el cual queda en poder de su madre, permitiéndole acceder a distintas funciones, tales como conocer la ubicación de su hija en tiempo real, ver a través de sus ojos (el implante puede servirse de los ojos de Sara para, al modo de un lente de una cámara de filmación, arrojar imágenes a la pantalla en poder de Marie pudiendo ésta ver todo lo que su hija está viendo), activar filtros para evitar que la niña visualice o escuche ciertos contenidos que puedan generarle “estrés emocional”, entre otras funciones.

Así las cosas, la secuencia hasta aquí relatada nos permite trazar una conexión entre la angustia de una madre y la urgencia de colmarla a la brevedad recurriendo a un “auxilio” tecnológico, en tanto inferimos que Marie acude a Arkangel en un intento por disminuir la insoportable desazón que le provoca la posibilidad de volver perder a su hija, tal como había sucedido en el parque. Nos interesa situar aquí estos dos aspectos sobre los que el capítulo nos invita a reflexionar y sobre los que procuraremos avanzar en nuestro desarrollo: el lugar que juegan la angustia y la pérdida en la asunción de la función de materna, y su articulación con el discurso tecno-científico.

Remitámonos brevemente a un momento cronológicamente anterior a los previamente relatados: el capítulo comienza con una escena en donde Marie, estando despierta y gozando de plena conciencia, se encuentra dando a luz a Sara a través de una cesárea. Luego de ver que extraen a la niña de su vientre, los médicos se alejan con la recién nacida y, al no explicarle qué estaba sucediendo ni tampoco escucharla llorar, se angustia profundamente presumiendo que algo no estaba bien con la niña. Es una escena sumamente interesante ya que nos permite visualizar, de modo muy gráfico, cómo la angustia se hace presente en quien Marie desde el momento mismo de dar a luz a su hija, en este caso, ante la incertidumbre de no saber si esa hija vive o no.

Ubicamos, a partir de ambas escenas, a la función materna como una función inherente a la presencia de angustia, angustia con la que será necesario maniobrar en pos de que dicha función pueda sostenerse en su operatoria. Pero, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de “función materna”? Aludimos al modo en que se posiciona quien asume el rol de los cuidados (el cual no necesariamente es encarnado por la madre biológica) y la incidencia de dicha posición en los procesos de subjetivación de un hijo. Ninguna teoría en el campo de la psicología desconoce el hecho de que un ser humano, para constituirse como sujeto hablante, requiere de la presencia de un otro que apuntale dicho proceso. A diferencia de otras especies mamíferas, los seres humanos nacemos desvalidos y requerimos por ende de un sostén externo para poder desarrollarnos.

La teoría psicoanalítica se ha ocupado desde sus albores en investigar y producir saber sobre dichas operaciones, postulando a las funciones materna y paterna como constitutivas en este proceso. Lo esperable sería que, en la medida en que un sujeto va creciendo y se va desarrollando, ese otro sostenedor se vaya “retirando” de su función, facilitando el espacio para que el niño se despliegue en toda su singularidad. Cuando hablamos de “retirarse” lo hacemos entrecomillado, en tanto dicho retiro no remite a una sustracción absoluta sino que consiste, esencialmente, en el soportar la pérdida en tanto factor estructural de la función materna. Tal como nos enseña el psicoanálisis, se trata de una función cuyo fundamento radica en un acto de renuncia. Nos referimos por “renuncia” a la posibilidad de ceder, a poder asumir la pérdida de ese hijo, el cual, lejos de constituir una suerte de “objeto de pertenencia” de la madre, reviste toda la potencia de una subjetividad deseante. Carlos Gutiérrez propone ilustrar la función materna apelando a una interesante metáfora a partir de una referencia bíblica: la parábola del rey Salomón. El autor propone que sería posible ubicar tal renuncia propia de la función materna en aquella mujer que, ante la amenaza del rey Salomón de partir en dos mitades a un niño cuya “pertenencia” se disputaban dos presuntas madres, acepta cederlo con tal de preservar su vida: en esa renuncia -señala el autor- sería posible advertir una madre en función (Gutiérrez, 2000).

Ambas escenas hasta aquí referenciadas -la del parque y la del nacimiento- nos permiten entonces pensar que la asunción de la función materna conlleva, inevitablemente, el soportar una cuota inevitable de angustia, así como el desafío de tolerar distintas pérdidas. El campo científico-tecnológico, en su afán totalizador de poderlo todo, pareciera crearnos la fantasía de que podemos vivir una vida carente de angustia, una vida en la que nada se pierde. Tal es la propuesta de Arkangel, ilustrando un escenario en el que, para asumir la función materna, la tecnología promete que no sería necesaria renuncia alguna.

La resistencia de una niña, la rebelión de una adolescente

En tan sólo cincuenta minutos el desarrollo del capítulo recorre de manera sucinta -aunque con una intensidad que no merma- las distintas etapas vitales de Sara, transitando por diferentes experiencias de vida en las que Arkangel siempre está presente. Nos centraremos en dos escenas -una referente a su infancia y otra a su adolescencia- que nos permitirán pensar en las distintas respuestas que va formulando el personaje de esta niña ante el avance intrusivo de su madre, siempre vehiculizado por el dispositivo que oferta Arkangel.

Remitámonos a la primera escena: cuando Sara tenía aproximadamente 10 años descubre el efecto de los filtros del dispositivo, los cuales distorsionaban el visionado de cualquier situación estresante, como ser el contacto visual con la sangre. La niña pone a prueba dichos filtros lastimándose un dedo con el propósito de ver qué sucedía ante la sangre, ante a lo cual se encuentra con que el implante injertado en su cerebro “pixela” la imagen, al mismo tiempo que la tableta arroja un advertencia a Marie indicándole que su hija estaba en contacto con un contenido “estresante”. Dicha advertencia la lleva a ir de prisa a la habitación de Sara, arrancándole violentamente el lápiz de la mano, a lo cual la niña reacciona agrediéndola físicamente. A partir de esto consultan con un terapeuta infantil, quien vincula lo sucedido con el uso de Arkangel y sugiere -ante la imposibilidad de extraer el microchip de la cabeza de la niña- deshacerse de la tableta, a modo de suspender definitivamente el uso del dispositivo. Se observa en esta escena el primer intento de introducir algún tipo de legalidad simbólica destinada a regular el uso -hasta entonces desregulado- de la tecnología Arkangel. Resulta interesante la reacción de Marie: siguiendo el consejo del terapeuta hace un intento por deshacerse de la “unidad parental”, pero algo más fuerte la lleva a conservarla…

Esta escena, en la que se observa a una niña de 10 años denunciando el exceso de su madre (y de la tecnología), a la vez que a una madre no pudiendo renunciar a ella, da al espectador la pauta de que el encuentro de Sara con Arkangel en una pronta adolescencia no estará exento de mayores conflictos… Detengámonos un instante a hacer una referencia a dicha etapa vital. Ante todo, sabemos que la adolescencia es el momento en donde sujeto emprende la difícil tarea de abandonar la posición infantil que hasta entonces ocupaba en la economía familiar, para iniciar el camino hacia la condición adulta. Se trata de un proceso no solo biológico sino simbólico, en tanto requiere de ciertas operaciones de carácter subjetivo, las cuales atañen tanto a quien transita por dicha instancia como a quienes encarnan las funciones parentales. El psicoanálisis nos enseña que el trabajo de los padres en la adolescencia radica en poner a jugar de un modo distinto lo que hemos señalado previamente en relación a las categorías de angustia y pérdida, soportando el corrimiento necesario que habilite el despliegue simbólico de un hijo. Hablamos de un “trabajo” debido a que efectivamente implica una labor de reposicionamiento, reposicionamiento que -en el mejor de los escenarios- abrirá el espacio necesario para no obstaculizar el despliegue de un sujeto que comienza a tomar decisiones propias y a poner en juego la dimensión deseante con niveles de autonomía cada vez mayores.

Volvamos ahora sí al capítulo, para ubicar el abordaje que esta ficción ofrece en torno a la adolescencia. La escena nos muestra que, ya con 15 años, Sara le dice a su madre que iba a juntarse en la casa de su amiga y, en cambio, se reúne con unos amigos junto al lago. La madre, al descubrir accidentalmente que su hija no se hallaba donde le había dicho, se angustia ante la incertidumbre de no lograr contactarla y sucumbe en la tentación de desempolvar la “unidad parental” de Arkangel -guardada en una caja en el altillo de la casa- para obtener información respecto a su paradero. Al encender la pantalla Marie descubre que, naturalmente, Sara no estaba en lo de su amiga sino en el lago y accede a los “ojos” de su hija para ver qué estaba haciendo, ante lo cual se encuentra con un primer plano de Sara teniendo relaciones sexuales con un chico.

Resulta una escena interesante ya que, una vez más, refleja la falla en la función materna por la imposibilidad de soportar la angustia ante el encuentro con una mentira de un hijo adolescente y la imposibilidad de renunciar al deseo de “estar ahí”. Una vez más, Arkangel le ofrece a Marie esta ilusión: poder estar dentro de su hija. Una madre que encuentra en la tecnología el medio para obturar su angustia y para no ceder en su goce, goce mortífero que aplasta a Sara, des-subjetivándola y cosificándola. Sabemos que, cuando dicho goce parental no tiene freno, no tiene límite, requiere de algún tipo de intervención que introduzca un borde. Ante la falta de este límite, la respuesta de Sara, al enterarse de que su madre había vuelto a usar Arkangel y había tenido acceso a su intimidad de la manera más descarnada posible, pierde los estribos y arremete brutalmente contra ella, estallando la tableta contra su cabeza y abandonando la casa, signando así el fin de Arkangel.

Las dos escenas dan cuenta de reacciones similares de Sara, aunque en diferentes etapas de su vida. En ambas, el arrebato de violencia se apodera de ella en un intento de resolver, por la vía de la acción impulsiva, la “apropiación gozosa” de su cuerpo y de su intimidad por parte de su madre y de la tecnología encarnada en Arkangel. La violencia se presenta aquí como un modo de intentar hacer frente al sofocamiento habilitado por la falta de un corte simbólico que impide separar los lugares. En términos de como Silvia Bleichmar propone pensar al Edipo, se observa en esta secuencia una severa falla en la operación de prohibición, entendida como el modo en que “cada cultura pauta el acotamiento de la apropiación del cuerpo del niño como lugar de goce del adulto. En este sentido, la problemática ética pasa (…) por el modo en que el adulto se emplaza frente al niño en su doble función: inscribir la sexualidad y, al mismo tiempo, pautar los límites, no de la acción del niño, sino de su apropiación sobre el cuerpo del niño” (Bleichmar, 2006). El cuerpo de Sara nunca deja de estar apropiado, sistemáticamente, por su madre y por Arkangel.

“(No) Todo es posible”

Por último, resulta pertinente remitirnos a la ética en pos de abrir una reflexión en torno a los efectos de la tecnología sobre el campo de lo humano. Tomando como referencia lo desarrollado por Armando Kletnicki (2000), cabría detenernos ante el interrogante ético que el autor introduce en referencia a cuándo una tecnología viene a promover el desarrollo y despliegue de la subjetividad humana, y cuándo -por el contrario- degrada y trasgrede las categorías simbólicas que nos definen como especie. En el caso de Arkangel nos vemos frente a un recurso tecnológico que, tal como venimos sosteniendo, tras el aparente propósito de apuntar al cuidado y protección de los niños, pareciera hallarse al servicio de mitigar la angustia de Marie y de darle rienda suelta a su goce, arremetiendo con categorías referentes a la subjetividad de Sara. Hemos situado cómo a partir de la intervención de Arkangel la vida de la niña pasa a estar inundada de una presencia materna excesiva, fagocitante, que, sin velo alguno, le arrebata la posibilidad de encontrarse con los avatares -siempre inanticipables- de la vida. Si bien el mercado oferta su producto bajo el argumento del “cuidado”, sosteniendo el beneficio de implantarle el chip a la niña para que no se pierda o bien aplicarle filtros para que no se angustie, sostenemos, una vez más, que la angustia que se pretende tapar no es la de la niña sino la de la madre.

Resulta asimismo un claro ejemplo de lo que Gutiérrez ubica como la confluencia de tres factores que el autor propone pensar en articulación: el desarrollo tecnológico, las condiciones mercantiles y el narcisismo parental (Gutiérrez, 2000). En este caso es la madre quien recurre a un objeto tecnológico que el mercado le ofrece, persiguiendo el fin narcisista de obturar su falta, de mitigar el insoportable abismo al que se ve confrontada cuando su hija se va subjetivando y desplegando como un ser autónomo, distinto a ella, pretendiendo quedar exenta de la cuota de angustia propia de quien encarna la función materna. En términos de lo que propone Jorge Alemán, la propuesta ficcional que oferta Arkangel bien podría leerse como un objeto más de consumo en clave de lo que denominó la "industria de la felicidad” [3], en tanto oferta mercantil destinada a velar la angustia, produciendo un acceso rápido y garantizado a una felicidad que rápidamente se licúa.

Frente al interrogante de cómo limitar el avance tecnológico, en apariencia irrestricto, e impulsado y amparado por las leyes del mercado, resulta oportuno ubicar la necesidad de la intervención de una legalidad simbólica en el afán de regular lo excesivo. En este caso, lo excesivo de un goce materno que encontró en el dispositivo Arkangel su cauce para desplegarse sin limitaciones. Sostenemos, finalmente, que en esto radica la importancia de pensar la articulación entre el campo subjetivo y tecno-científico: en la necesidad de erigir ese límite ante el avance desenfrenado de los desarrollos tecnológicos cuando estos -como vimos en el caso de Arkangel- conllevan el riesgo de afectar la esencia de la condición humana en su carácter simbólico.

Referencias:

Bleichmar, S. (2006). “Cuando hablas está menos oscuro”. En https://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-90109-2007-08-23.html#:~:text=El%20concepto%20de%20Edipo%20debe,lugar%20de%20goce%20del%20adulto.

Gutiérrez, C. (2000). Restitución del padre. En La encrucijada de la filiación. Tecnologías reproductivas y restitución de niños, Lumen/Humanitas, Buenos Aires, 2000.

Gutiérrez, C. (2000). “Saber creacionista y ficción fundadora”. En La encrucijada de la filiación. Tecnologías reproductivas y restitución de niños, Lumen/Humanitas, Buenos Aires, 2000.

Kletnicki, A. (2000). “Un deseo que no sea anónimo. Tecnologías reproductivas: transformación de lo simbólico y afectación del núcleo real”. En La encrucijada de la filiación. Tecnologías reproductivas y restitución de niños, Lumen/Humanitas, Buenos Aires, 2000.


NOTAS

[1En la escritura de este artículo se procurará utilizar las formas inclusivas que ofrece el rico idioma español, aunque, por razones de fluidez y para facilitar la lectura, en ocasiones se recurrirá al genérico de la lengua. El espíritu será siempre contribuir al ejercicio de formas discursivas que sean respetuosas de la diversidad.

[2Segundo capítulo de la cuarta temporada de la serie Black Mirror, estrenado en el año 2017.

[3Referencia propuesta por el psicoanalista Jorge Alemán en una entrevista radial de fecha 07/03/2022 en radio AM 750 (https://750.am/2022/03/07/jorge-aleman-el-coaching-ha-generado-un-aumento-considerable-de-la-infelicidad/)




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COMENTARIOS

Mensaje de Silvina Cepeda  » 21 de agosto de 2022 » cepedasilvina1984@gmail.com 

La lectura de este escrito me hizo pensar en la noción de “estrago materno”, ya que en el capítulo se puede apreciar la presencia de una madre omnipresente, insaciable; que posee dificultades en reconocer a su hija como alguien diferente a sí misma, con necesidades propias. Podría inferirse que a raíz del efecto traumático del parto vivido, prevalece en esta relación un deseo arrasador materno que no da lugar a espacio de separación. Ello conlleva la dificultad de función de corte necesaria para dar lugar a movimientos deseantes. La acción de la hija de arrancarse el chip y sus respuestas violentas representan, a mi parecer, un intento de poner límites a esa madre que aplasta cualquier posibilidad de subjetividad. Precisamente la etapa de la adolescencia se corresponde con una instancia necesaria de distancia de los padres, una salida exogámica fundamental para cualquier desarrollo saludable. Esto es algo que la madre no puede tolerar y despierta en ella las mayores inseguridades. Sin embargo, el hipercontrol que ejerce con esta “unidad parental” tecnológica, a modo de “panóptico Foucaultiano”, termina resultando contraproducente. La madre cree poder manejar la vida de su hija, prendiendo- apagando funciones; confunde así la demanda de amor (de apoyo, caricias, contención) con funciones programadas que la alejan de lo humano y provocan sentimientos ambivalentes de amor- odio. La tecnología como herramienta, facilitadora u obstaculizadora en muchos casos; conlleva interrogantes sobre la responsabilidad subjetiva y ética que atraviesan decisiones como las que aquí se ejemplifican. Muy interesante para seguir debatiendo y aprendiendo.



Mensaje de Brisa Novas Passo  » 20 de agosto de 2022 » brisacnp@gmail.com 

Black Mirror es una serie distópica que nos interpela y muestra –en diversos episodios– posibles realidades que suenan a futuro, pero que en lecturas más profundas se sienten más cerca de lo que creemos; son escenarios donde la tecnología ha avanzado tanto que, en ocasiones, termina arrasando con los límites, la moral, los derechos e incluso la subjetividad humana. En otras palabras, avanzando sobre el humano mismo. Y el capítulo trabajado en el presente artículo, Arkangel, no es la excepción a la regla.

Me encantó la lectura que realizó Ignacio Trovato sobre el episodio. Su análisis me llevó a pensar en un claro –e ilustrativo– ejemplo de falta del padre en su función –de la metáfora paterna– ante el estrago, donde hay algo que escapa a la total regulación fálica. La ausencia de aquella figura que debería hacer de palo en la boca del cocodrilo para que éste no engulla al hijx, según menciona Lacan, causa que la madre goce de su hija sin ningún tipo de límite; como dijo Trovato: “un goce mortífero que aplasta a Sara, des-subjetivándola y cosificándola”.

Se muestra una madre que, ante su propia angustia y bajo un discurso aparente de cuidado –donde quiere que su hija esté protegida de todos los males–, termina convirtiéndose en una cárcel panóptica para Sara.



Mensaje de Karen Cejas  » 20 de agosto de 2022 » cejas.karen@gmail.com 

Me resulta muy interesante el recorrido del capítulo trazado por el autor, especialmente la relación que establece entre las distintas escenas. Creo que es muy acertada la idea de que la industria tecnológica opera bajo la fantasía de poder crear y vender un producto hecho para cada momento que nos pueda llegar a generar angustia y poder, a través de los mismos, detenerla o mitigarla. En el caso de Marie, ella recurre a este dispositivo tecnológico ante el miedo de perder a su hija, después de la escena del parque, pero al mismo tiempo la empresa tecnológica le ofrece otros servicios, como ver desde los ojos de su hija, o censurar lo que ve o escucha y de esta manera evitar estresarla. Podríamos pensar entonces, que como hay una falta de un corte a nivel simbólico, Marie utiliza los recursos que le provee el dispositivo y va abarcando otras situaciones que le generan angustia, más allá de ese objetivo principal, que era no perder de vista a su hija; el dispositivo funcionaria entonces como un sostén que ayuda a extender ese exceso de goce parental de parte de Marie.
En cuanto a la idea planteada por el autor en relación a cómo Sara intenta establecer ese límite simbólico al sofocamiento por parte de su madre, quisiera notar la diferencia entre la escena de la infancia y la de la adolescencia; sí bien ambas tienen en común el momento de violencia hacia la madre, en la escena donde Sara es adolescente hay otro elemento importante: el hecho de que abandona la casa. Es interesante notar cómo Marie en el afán de saber dónde está su hija en todo momento y evitar perderla de vista, termina generando ella misma, irónicamente, las condiciones que llevan a Sara a querer alejarse de ella.



Mensaje de Miguel Ángel Martínez García  » 19 de agosto de 2022 » migue_martinez90@hotmail.com 

Black Mirror nos trae analogías sugerentes sobre la construcción de la subjetividad en un mundo posmoderno, donde todo pareciera “facilitarse” por el avance de la ciencia y la tecnología. Sin embargo, la serie nos ilustra cómo estas utopías fácilmente se transforman en distopias.
En el análisis del capítulo llamado “Arkangel”, se pone en juego la relación de las nuevas tecnologías y los vínculos parentales. Como éstas nuevas tecnologías son muy efectivas para muchos aspectos de la vida cotidiana, pero muchas veces son utilizadas de manera errónea como lo es en el caso Marie (mamá de Sara), la cual le implanta el chip en un primer momento para poder rastrearla en caso de que se pierda, pero luego comienza a controlarla y manejar aspectos de su vida cotidiana, invadiendo su privacidad y hasta atentando contra su subjetividad. Es una relación donde no hay lugar para dos.
Es de suma importancia poder respetar dichos aspectos de la vida como la privacidad y la forma en que cada uno decida vivir, ya que eso, entre otras cosas, es lo que nos representa como sujetos individuales. También es importante el hecho de la decisión de cada persona de prestarse o no a esas nuevas tecnologías y no ser obligado sin el consentimiento (como lo que ocurrió con Sara cuando fue forzada por su mamá a colocarse el chip).
En conclusión, la tecnología se utilizó para controlar a las personas y más a aquel que lo llevaba en el cuerpo, más allá de que la madre piense que lo estaba haciendo por el bien de su hija.



Mensaje de Lourdes Milano  » 19 de agosto de 2022 » lourmilano5@gmail.com 

Personalmente tengo un gran interés por la función materna y el lugar que este rol ocupa en la constitución de la subjetividad de las personas, en consecuencia, disfruto mucho de las películas o series en las cuales se desarrolla una historia donde la relación madre-hijo/a ocupa un lugar de importancia en la trama. La maternidad históricamente (y yo creo que cada vez más) suele ser vivida por las mujeres como un desafío diario donde se tiene que poder con todo, no hay demasiado lugar para los errores. Y me parece de sumo interés poder conectar esa problemática con los avances tecnológicos y la promesa científica de que todo es posible, quedando a la vista en este caso que siempre hay algo del sujeto que es impredecible y, por lo tanto, no susceptible de controlar. Yo considero que, con respecto a casi todo en la vida, hay que aceptar que no se puede abarcar todo al mismo tiempo y pretender tener todo controlado; por ejemplo, la madre de Sara en el afán de querer cuidarla de ciertas cosas, termina dañándola en otros sentidos, y es que hay que aceptar que no hay vida posible sin ningún tipo de sufrimiento.
Una de las cosas que me llamó la atención en el transcurso del episodio fue la escena del perro ladrando porque se repite múltiples veces en distintos momentos y, por lo tanto, la respuesta frente a ese mismo estímulo es diversa en todos los casos. La primera vez que se muestra, la madre lleva a su hija en el carrito y ante el ladrido del perro decide cruzar la calle, a la próxima (ya contando con el dispositivo electrónico) decide hacer uso de las funciones de Arkangel filtrando el estímulo que podría causar malestar en Sara (el perro), en ambos casos vemos la evitación como conducta. Una vez que Sara comienza a ir sola al colegio y que su madre decide dejar de utilizar el aparato, es muy interesante lo que sucede con respecto a esta misma escena. La primera vez que pasa en soledad se sobresalta y decide cruzar la calle, pero a medida que pasa el tiempo (y esto lo vemos en su cambio de apariencia) va soportando crecientemente este estímulo que en principio era aversivo, incluso en su adolescencia podemos ver a Sara dándole comida a ese mismo perro que en otro momento se sintió como una amenaza.
Otra de las cosas que llamó mi atención fue la similitud entre la escena donde Sara se pierde y la madre grita su nombre repetidas veces y la escena donde Sara se va de su casa luego de pelear con su mamá y esta grita su nombre en el medio de la calle de la misma manera en que lo hizo antes. Creo que ambas escenas representan la angustia de la madre ante la posible pérdida de su hija.
El análisis aquí desarrollado me parece muy pertinente, lleva a reflexionar sobre la importancia de que la madre pueda concebir a esa hija como alguien separada de ella, porque esto implica confiar en que esa hija puede llevar adelante su vida independientemente de ella, en contraposición con el discurso de: "yo se lo que es mejor para vos" "yo solo te quería cuidar" "todo lo que hago es por vos". Este discurso de la madre que sostiene que la integridad de su hija depende únicamente de su supervisión permanente, puede llegar a impedir que se constituya una persona separada de ella, quedando esa hija ubicada como objeto de goce de su madre. Además, en este caso podríamos decir que no hay un tercero que actúe de mediador en esa relación para poder establecer ciertos límites.



Mensaje de Lucila Belén Abadie  » 17 de agosto de 2022 » abadielucila@gmail.com 

Es interesante debatir el circuito de responsabilidad que funciona tanto de la función materna como de los límites éticos del programa Arkangel. En un contexto donde se ubica una madre primeriza y temerosa del peligro de su pequeña hija, se ofrece un producto altamente eficaz y resolutivo a esos miedos, el cual brinda un control y monitoreo total de las experiencias del menor a cargo, sumiendo a la madre en un total goce de control sobre su hija e ignorándose toda futura repercusión en el desarrollo psicológico y social del infante ante el abuso del uso del dispositivo tecnológico.

Con la niña más grande y luego de varios consecuencias negativas a causa del chip, la madre pareciera reconocer cierta responsabilidad moral por el abuso del dispositivo y decide -apagar- la pantalla pero no -eliminarla-, dejando abierta cierta posibilidad a una futura intromisión. Allí se puede entender que la función materna es interpelada desde lo moral y no desde una repercusión subjetiva, preguntándose a si misma “yo le hice eso?” y, a su vez, dejando la posibilidad de nuevamente poder entrometerse. Años más tarde esto vuelve a suceder y además se le suman acciones transgresoras, como administrarle pastillas a escondidas, y su hija termina por enterarse del asunto y explotar de ira y violencia, golpeando gravemente a su madre y huyendo.

En conclusión, Marie es una madre que tanto temió perder a su hija y por consecuencia de sus acciones esto sucede, la pérdida de Sara se puede considerar como una irrupción y una quiebra en todo sentido



Mensaje de Ivanna  » 17 de agosto de 2022 » ibogarsukoff@hotmail.com 

Resulta curioso, pensar que la tecnologia es el mayor miedo de los padres en la actualidad y asimismo resultaria ser una "ayuda" representada en Arkangel en la serie. No hay tecnologia que supere la capacidad humana. somos nosotros mismos quienes debemos ser reflexivos, resolutivos, comprensivos, prestar atencion a los asuntos de nuestros niños y del alma, que de ello nada saben los dispositivos tecnologicos inteligentes. La madre de la niña recurre desesperada a un mundo imaginario que la tecnologia le ofrece y que nada tiene que ver con lo real, con lo que vivimos en el dia a dia los seres humanos.



Película:Black Mirror: Arkangel

Titulo Original:Black Mirror: Arkangel

Director: Charlie Brooker | Jodie Foster

Año: 2017

Pais: Reino Unido